Aprovechando lo poco que quedaba de buen tiempo, decidimos irnos a pasar el día fuera.
Queríamos algo cerca. Así que después de preguntar a algunos amigos y mirar unas cosillas por internet, decidimos ir a Alquézar. Una maravilla de la que había oído hablar mil veces y que nunca me había decidido a ir a conocer. Será por eso de estar cerca de casa…
Alquézar es un pueblo situado en el Somontano de Barbastro, en la provincia de Huesca y a 122 km de Zaragoza Capital. Se localiza en el último tramo del cañón del río Vero.
Una vez dejas el coche en el aparcamiento te das cuenta de la maravilla que tienes ante ti. Todo un pueblo medieval, con un encanto único
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Alquézar es uno de los 3 pueblos medievales mejor conservados de Aragón junto con Albarracín y Aínsa.
También hay que decir que la explotación turística ha contribuído a esta coservación. Ya que en un pueblo con un censo de poco más de 200 habitantes hay multitud de restaurantes, alojamientos rurales, bares, tiendas de artesanía…
Una vez te adentras en el pueblo, es como si retrocedieras siglos. Ni un solo ruído, apenas pasa un coche, y apenas si se ve alguno aparcado por las calles estrechas y empedradas…
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Te vas adentrando más, y pasas por pórticos góticos, soportales medievales, más calles estrechas...
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Hasta que se abre ante tí la maravillosa Plaza Cruz de Buil, que conserva todo el encanto medieval y en la que se puede comer en un restaurante regentado por argentinos, a muy buen precio y disfrutar la comida en la terraza panorámica con vistas al cañón.
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Tras la comida, decidimos seguir paseando y llegar hasta la entrada de la Colegiata, pero como era temprano, nos decantamos por una de las muchas rutas que se pueden hacer.
Decidimos hacer la Ruta de las Pasarelas, que consiste en ir bajando y adentrándote por el cañón del río. Bajas por unas pasarelas, a veces muy muy estrechas, otras un tanto peligrosas. Pero es una delicia ir bajando y ver incluso alguna planta creo que prehistórica.
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Una vez llegas abajo puedes ir a visitar una cueva, o bien seguir hasta la presa hidroeléctrica por unas pasarelas muy estrechas ¡!!! para después volver a llegar a un camino de subida (menuda subida!!) que te lleva de nuevo al pueblo.
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Y como se acercaba la hora llegamos a la entrada de la Colegiata (muy cansados tras la caminata !!!) dónde ya se íba acercando más gente y al poco rato llegó una señora un tanto peculiar a abrir las puertas.
Subimos a la Colegiata y pagamos 2’5 euros por persona por la visita guiada.
La Colegiata de Santa María la Mayor, data del siglo IX y tiene su origen en una fortificación árabe encargada por Jalaf ibn Rasid con motivo de las luchas contra los carolingios que ocuparon el Condado de Sobrarbe.
En el 1064 ya pasa a manos cristianas y se construyen varias edificaciones; unas militares y otras religiosas.
El claustro, pequeñito y de curiosa planta, debido a las dificultades del terreno data del siglo XIII y alberga cosas tan curiosas y sorprendentes como un capitel de la Trinidad con 3 cabezas; y en los muros se conservan pinturas del XV y XVI.
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En la iglesia se conserva un retablo de un barroco recargadísimo recién restaurado y la joya de la corona: un cristo en la cruz del románico.
Desde la Colegiata, las vistas, son magníficas.
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Al bajar de la Colegiata, es muy bonito ir perdiéndote por sus calles e imaginarte cómo sería la vida siglos atrás, y descubrir rincones realmente preciosos y sin duda especiales.
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Una visita totalmente recomendable, incluso si se quiere pasar un fin de semana de aventura, o de relax; perfecto para una escapada romántica.