Para variar el día salió lluvioso

*** Imagen borrada de Tinypic ***
Primero nos adentramos en la imponente construcción gótica del Duomo, que nos dejó un poquito decepcionados

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Pero la subida a las terrazas…..ahhhhh que cosa más fantástica. Mira que hemos subido a torres, campanarios, arcos del Triunfo….pero lo espectacular del Duomo de Milán, no son las vistas (que no dejan de ser vistas de una ciudad más a pesar de que la Piazza desde arriba tiene su encanto)….no no no, lo espectacular del Duomo de Milán son las terrazas, las agujas, las gárgolas, las estatuas, la impresionante construcción en mármol y el deslumbrante derroche de imaginación, arte, trabajo y talento que desprende.
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Creo que se puede prescindir de todo Milán solamente por subir allá arriba, así que quien disponga de unas horas en Milán que ni se lo piense: lo imprescindible es subir a los tejados del Duomo. Os dejo algunas fotos, aunque aviso, en este caso la realidad supera con creces a la fotografía. Y como cuando no hay pan, buenas son tortas, no dudéis de que en esta ocasión “una imagen vale más que mil palabras”.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Al bajar (8 euros la subida en ascensor, 5 euros a patita) fuimos hasta la Scala dando un rodeo por la parte de atrás, ojeando escaparates y tiendas. Como habían cerrado ya las visitas mañaneras, buscamos donde comer por allí cerca para aprovechar el tiempos y elegimos un pequeño restaurante llenito de milaneses trajeados, donde nos tomamos una especie de tortilla de verduras rarísima que estaba muy rica entre otras delicias del campo (Antico Caffé Brera se llama el sitio).
Y nos fuimos a ver la Scala donde la orqueta ensayaba y su museo de instrumentos (otros 5 euritos). En sí el teatro no tiene nada del otro mundo, el Liceo de Barcelona o la Fenice de Venecia particularmente me gustan más, pero no dejo de reconocer que es bonito el lujo decadente que emanan los asientos, los dorados, los rojos y el estilo rococó de la decoración tanto de la salita de espera como del interior del teatro.
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El museo es curioso, con un montón de artículos, carteles, retratos e instrumentos de todos los artistas (músicos, cantantes, actores…) que han pasado por su escenario.
Por la tarde, tras un merecido descanso nos fuimos de nuevo hacia los Navigli para tomar el Aperitivo en el bar en el que la tarde anterior no habíamos podido entrar y doy fe que mereció la pena. La copa 7 euros, pero el buffet era todavía más espectacular que el otro, con pizzas variadas, quesos enteros de los que ir cortando porciones, pequeños bocadillos y sándwiches, embutidos variados, arroces, pastas, montaditos y canapés… en fin, un surtido espectacular para convencer hasta al más gourmet de los “aperitivistas”.
Terminamos el día y también nuestra última noche en Milán, paseando por las riberas de los canales y tomando un buen café italiano, y nos fuimos prontito a dormir porque había que madrugar y mucho para ver el Cenacolo.