El noveno día, tras el cambio de itinerario por culpa de la lluvia, estaba asignado para ir a la isla de Korkula. De camino atravesaríamos la península de Peljesac, con lo que matábamos dos pájaros de un tiro.
Nos levantamos a las 8, para ponernos en marcha a las 9. Desde Cavtat hasta Orebic sólo hay 130 km, pero la carretera no está para muchos excesos, por lo que se tarda casi dos horas en recorrerlos; una hora hasta Ston y otra más hasta Orebic.
Recorrimos la carretera de la costa casi sin hacer paradas. Íbamos justos de tiempo, y además ese tramo ya lo habíamos visto dos días antes. Pasamos por delante de Ston, pero no nos detuvimos. La ciudad no parecía gran cosa. Y la muralla, que queréis que os diga, todavía no hacia seis meses que habíamos estado en la gran muralla china.

El último ferry de la mañana partía a las 11 y media. Llegamos unos 20 minutos antes. Compramos los billetes (13 kunas por persona y 65 kunas por el coche) y seguidamente subimos al ferry. No había problema de plazas, el barco iba casi vacío. Nos despedimos de Orebic sin haberlo visitado. Tan sólo disfrutamos de una bonita estampa mientras el ferry se iba alejando camino de Domince.
El trayecto tan solo dura 20 minutos. Es una lástima, porque es muy agradable. Todo el tiempo tienes a la vista la costa continental y la isla de Korkula. Vas viendo como te alejas de Orebic y te acercas a la isla. Cuando estás lo suficientemente cerca de la isla disfrutas de una preciosa panorámica de la ciudad de Korkula desde el ferry (foto).


Entramos en el casco antiguo por la puerta de tierra firme. Muy bonita la imagen de la escalinata que asciende hasta la puerta. Nada más atravesar la puerta te encuentras con una bonita ciudad medieval, adoquinada y con casas de piedra blanca, al estilo de Dubrovnik pero evidentemente más pequeña. Desde allí parte la calle principal que atraviesa la ciudad y donde se encuentran los edificios más llamativos. Junto a la entrada están las capillas de Nuestra Señora de las Nieves y de San Miguel. Un poco más adelante está la plaza de la catedral, donde, vaya casualidad, está la catedral. Enfrente hay un bonito palacio donde está el museo municipal. Sin duda alguna el lugar con mayor encanto de la ciudad.
El casco antiguo de la ciudad es bastante pequeño, y se encuentra en una especia península rodeada de agua por tres lados. Las calles que salen perpendiculares desde la calle principal, acaban en el mar. Para volver a la calle principal puedes coger cualquier calle, todas desembocan en el mismo sitio, un poco más adelante o un poco más atrás. No tiene pérdida. Es la famosa raspa de pescado que forman las calles del casco antiguo
Pasamos lo que quedaba de mañana zigzagueando por las espinas de la raspa, calle arriba, calle abajo, cruzando cada vez la calle principal. En una de esas pasamos por debajo de la casa de Marco Polo, pero decidimos no entrar ya que el comentario más habitual sobre la misma es que dentro no había nada de interés. Para acabar la visita a la ciudad bordeamos todo el caso antiguo, pasando por delante de los restos de las fortificaciones de la ciudad. El recorrido completo no nos llevo ni una hora y media.
Antes de entrar en el casco antiguo, justo delante de la puerta de tierra firma, hay una zona con bastantes restaurantes. Nos fuimos a comer allí. Fue nuestro único fracaso gastronómico durante todo el viaje. Hicimos la comanda siguiendo el criterio habitual, una ensalada, un risotto y un plato de pasta. El precio dentro de la media, 23 euros. Pero la comida horrorosa, aquello no había quien se lo comiese.
Antes de volver al coche entramos de nuevo en el casco antiguo, para dar la última vuelta por la ciudad de Korkula (foto). Y después a por el coche, ya que queríamos recorrer la carretera de
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Marmont, desde la que habíamos leído que se tenían las mejores vistas de la isla. La carretera empieza en el pueblo de Pupnat, donde hay que tomar el desvío hacia Pupnatska Luka. Se trata de una carretera de unos 12 km sin apenas tránsito. Lo raro sería lo contrario, porque apenas hay vehículos circulando por la isla en esta época del año. La verdad que durante el recorrido disfrutas de unas bonitas vistas sobre la costa. La carretera termina en el pueblo de Cara, desde donde iniciamos el regreso hacia Domince para tomar el ferry de regreso a Orebic.
La sensación que nos dejó Korkula fue un poco decepcionante. La ciudad antigua es bonita, pero nos esperábamos algo más espectacular. Todo el mundo hablaba maravillas de ese lugar, y para nosotros tuvo mucho más encanto la ciudad de Hvar. Lo mismo ocurre con el resto de la isla. Es cierto que tan
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sólo recorrimos la carretera de Marmont (foto), y que las vistas estaban bien, pero no llegaban al nivel de la isla de Hvar. Y los pueblos del interior carecen del encanto de los pueblecitos de Hvar. En resumen un lugar bonito pero sin el encanto de otros lugares de Croacia. Por eso creo que si se dispone de tiempo, una visita rápida no está de más, pero para agendas apretadas, es uno de los lugares de los que se puede prescindir. Mucho más recomendable la isla de Hvar.
El ferry desde Domince salía a las tres y diez. Cuando llegamos los coches ya estaban subiendo al ferry. Como ya teníamos los billetes, subimos directamente al barco sin parar en el puerto. En los recorridos en barco puedes comprar ida y vuelta, pero no te ahorras nada, el precio es el mismo que si compras los dos trayectos por separado. La única utilidad que tiene es que si llegas un poco justo al muelle, no tienes que pararte a comprar los billetes. También hay que tener en cuenta que los billetes que te venden sólo sirven para ese mismo día, si pretendes regresar al día siguiente no puedes comprar ida y vuelta.
Volvimos a realizar con el ferry el mismo trayecto que habíamos hecho por la mañana, pero esta vez en sentido contrario. Veinte minutos de un más que agradable paseo en barco, y estábamos de nuevo en Orebic. A partir de aquí teníamos dos opciones. La primera, en coche por la península de Peljesac hasta Ston y de ahí por la carretera de la costa hasta Trogir; 250 km., cuatro horas y media. La segunda, en ferry desde Trpanj, y desde ahí en coche hasta Trogir; 135 km, dos horas y media en coche más una hora de barco. Optamos por la segunda opción, ya que si bien el tiempo que precisaban ambas opciones era similar, esta opción nos pareció más descansada.
Salimos de Orebic hacia Trpanj, puerto desde donde partía el ferry hacia Ploce. Nuevamente disfrutamos de un bonito paisaje mientras nos acercábamos a Trpanj. Conclusión, en la península de Peljesac (foto) las mejores vistas son las que se disfrutan cuando abandonas la carretera central y
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te desvías hacia algún pueblo. Una vez en Trpanj compramos los billetes, 115 kunas el coche y 27 kunas por persona, y esperamos en el puerto la salida del ferry. El barco salió puntual a las 5 en punto. El trayecto duró una hora. A pesar de que hacía bastante frío hicimos todo el trayecto en cubierta, para disfrutar de las maravillosas vistas que teníamos frente a nosotros. Una bonita puesta de sol completó el cuadro. Realmente precioso.
Todos los trayectos que realizamos en ferry nos parecieron encantadores. Creo que es una buena manera de disfrutar de Croacia. Si se vendiesen como excursiones turísticas la gente se pegaría por contratar esas excursiones, y seguro que a un precio mucho más caro. Nosotros hicimos 5 recorridos en barco, ida y vuelta de Drvenik a Sucuraj; ida y vuelta de Orebic a Domince; y el trayecto de Trpanj a Ploce(foto). Salvo el primero que no pudimos disfrutarlo por el mal tiempo, todos los

Nos quedaban dos horas y media de coche. La primera media hora resultó interesante. Circulábamos por la carretera de la costa, con las últimas luces del día. Disfrutamos de una perspectiva diferente de esa parte de Croacia. Las dos horas restantes, ya totalmente a oscuras, fueron una paliza. Pero no nos quedaba más remedio, teníamos reservado el hotel para las dos próximas noches en Trogir.
El centro de Trogir es totalmente peatonal, por lo que tuvimos que aparcar antes de cruzar a la isla. Había parquímetros, pero pasamos de ellos y no pagamos. Con la maleta a cuestas atravesamos el puente y nos adentramos en el caso antiguo, sin saber donde estaba exactamente el hotel. Apenas había nadie en la calle, por lo que preguntamos a las pocas personas que vimos. Con las indicaciones que nos dieron acabamos llegando al hotel.
El hotel Fontana (60 kunas/noche), se encuentra en pleno centro de Trogir. Es un hotel con encanto en una casa de piedra, con unas habitaciones muy agradables. El problema es que nos dieron una habitación en la tercera planta y el hotel no tenía ascensor. A pesar de eso, creo que es un lujo alojarse en un lugar así, tanto por el propio hotel, como por la situación en pleno casco antiguo.
En el hotel nos “vendieron” una tarjeta por 50 kunas con la que podíamos aparcar en un parking privado todo el tiempo que quisiéramos durante toda nuestra estancia en la ciudad. Para evitar problemas, llevamos el coche al parking. Después fuimos a cenar y seguidamente a dormir. Ese día no nos paseamos por Trogir. Era tarde, estábamos cansados, y total al día siguiente tendríamos tiempo de sobra para conocer la ciudad.