El Parque Nacional Tongariro esta formado por tres volcanes, uno de ellos activo, y en la zona se pueden hacer varios trekkings considerados entre los mejores que se pueden hacer en Nueva Zelanda. Uno de ellos, el Tongariro crossing, se considera el mejor trekking de un día que se puede hacer en este país y nuestra intención era dedicar un día a ello. Para ello nos desplazamos hasta el pueblo de National Park donde nos hospedamos en el Tongariro Crossing Lodge, un alojamiento tipo casa rural con diferentes tipos de habitaciones disponibles muy acogedoras y atendido por una amabilísima familia neozelandesa que se desvivió por atendernos y responder a todas nuestras consultas.
Personalmente este trekking era una de las cosas que mas me apetecía de todo el viaje pero... el caso es que cuando llegamos allí nos informaron de que no había condiciones para ello porque en los cráteres que había que atravesar a lo largo de la caminata (a unos 1800 metros de altitud), había unos dos metros de nieve además de hielo en diferentes tramos, lo que convertía la caminata en algo muy peligroso sin el equipo y, sobretodo, la preparación necesaria. De hecho no permitían contratar guias de montana (tampoco era nuestra intención hacerlo en esas condiciones) para hacerlo; si alguien se aventuraba a ello era por su cuenta y riesgo. Ese año el invierno se había alargado mas de la cuenta y nos chafó el plan.
Conclusión, nos quedamos compuestos y sin trekking y, personalmente, con un chasco de los que hacen historia. Nos dijeron que la semana anterior lo había estado haciendo mucha gente pero nosotros no tuvimos esa suerte. Así que optamos por coger el coche y subir a echar un vistazo a la estación de esquí de Mount Ruapehu (para los adictos a las películas del Señor de los anillos, es donde se rodaron los escenarios de Mordor), por si se terciaba alquilar unos esquíes y pasar el rato. No teníamos muchas mas opciones, la verdad. El caso es que arriba, aparte de una densa niebla, había bastante ventisca y aunque había un par de remontes abiertos al final no nos animamos, por lo que después de pasar un rato en la estación tomando algo caliente optamos por bajar al pueblo de nuevo y tomarnos el día como de descanso. No nos venia tampoco mal pero no era lo que queríamos hacer ese día así que la sensación final es la del chasco que me llevé. Por otra parte no teníamos opción de dejarlo para otro momento porque teníamos el tiempo justo y, además, se preveía que las condiciones de la ruta se mantuviesen e, incluso, empeorasen durante los siguientes días. En el centro de información del parque había gente que tenia previsto hacer la otra ruta que hay y que lleva cuatro días. Ignoro lo que harían ellos pero si nosotros estábamos disgustados, ellos ni os cuento.
Al final, como digo, pasamos el día descansando y, al menos yo, haciendo planes para el resto del viaje. Por mi parte tomé un par de decisiones. la primera, que no iba a tener mas remedio que volver a Nueva Zelanda (eso si, mas avanzadas las estaciones cálidas) para poder hacer al menos los dos trekkings que en este viaje quería haber hecho y que me he quedado con las ganas: el de Tongariro y el Milford Track, en la isla sur (cuatro días); y la segunda decisión implicaba modificar ligeramente el itinerario previsto para el final del viaje e incluir una nueva escala a modo de desquite, que consistía en tomar un avión desde Sydney e ir hasta Uluru a hacer una noche. Esto no estaba previsto pero en vista del fiasco decidí darme un pequeño homenaje a modo de compensación.
Al día siguiente continuamos viaje hacia el lago Taupo, el mas grande de Nueva Zelanda, donde íbamos a pasar un día antes de llegar a Wellington. En los alrededores hay también varios parques termales pues está en la misma zona volcánica en la que hemos estado en los últimos días. Ahora bien, como ya habíamos visitado varios cuando estuvimos en Rotorua decidimos prescindir de ellos y conocer otros lugares. así que nos fuimos a ver las Huka falls, en las afueras de la ciudad.
Una vez que conoces lugares como las cataratas de Iguazú, entre Argentina y Brasil, o las Victoria, entre Zimbabwe y Zambia, a priori parece que no tendrían nada de espectacular las Huka, con una altura de unos diez metros. Sin embargo lo son, porque el caudal que arrojan es de media unos 220.000 litros por segundo, lo que es un disparate de agua. Al lago Taupo le llega gran cantidad de agua al día de todos los ríos y torrentes que descargan en él y el unico desagüe que tiene es un estrecho río en el que están las Huka falls, así que el pequeño desnivel que hay y que pasaría desapercibido en cualquier otro lugar del mundo o, incluso, del país da como resultado una cascada espectacular por la inmensa fuerza del agua que cae por ellas.
Apenas unos kilómetros mas abajo de las Huka hay un embalse perteneciente a una central que tienen que abrir todos los días porque si no se desbordaría. Y como eso lo hacen siempre a la misma hora, concretamente a las dos del mediodía, nos fuimos a ver como un pequeño riachuelo en un desfiladero situado mas abajo de la central se convertía en cuestión de minutos en un río caudalosísimo y mas que adecuado para hacer rafting. Realmente es un espectáculo curioso. Por la tarde yo me dediqué a cerrar todo lo referente a mi escapada a Uluru, mientras el resto fueron a hacer un salto en paracaídas. Taupo está considerada como la capital mundial del salto en paracaídas, así que una de las actividades estrella de la zona es tirarse desde un avión (siempre amarrado a un saltador profesional, que quede claro). A mi no me atraía la idea porque preferiría hacer un cursillo completo y acabar saltando sólo, pero a estos les apetecía así que se fueron a la tarde (cuando mejoró el tiempo, pues a la mañana había llovido a ratos) a hacerlo. La verdad es que volvieron encantados.
Al día siguiente teníamos que madrugar para coger un vuelo rumbo a Wellington, así que optamos por cenar pronto (en un restaurante italiano bastante mediocre, por cierto) y retirarnos al hotel a descansar.