En el camino de vuelta desde Milford Sound a Te Anau, nos quedaban aún algunos sitios que visitar que vienen recomendamos en la página oficial de los parques nacionales de Nueva Zelanda.
El primer tramo de la 94 circula junto al caudaloso río Cleddau, del que hay buenas vistas desde las diversas zonas de aparcamiento habilitadas en los márgenes de la estrecha carretera.

Algo más adelante, se encuentra un pequeño sendero que recorre un tramo de cascadas en el mismo río Cleddau y que se denomina The Chasm, que se encontraba parcialmente cerrado por desprendimientos y sólo pudimos acercarnos a la primera cascada. Realmente, muy bonita.

A estas horas de la tarde, el tráfico era más denso que por la mañana y no era posible estacionar en todos los miradores señalizados en el itinerario. Desviándonos de la carretera principal, fuimos al inicio de otro de los senderos más populares, el Marian Lake Track. Allí vimos que hacer el camino ida y vuelta tomaba 4 horas, con más de dos kilómetros y medio en subida y 400 metros de desnivel.
Decidimos empezar el camino y llegar, al menos, hasta las cascadas Marian, no lejos del inicio. El sendero discurre en todo su trayecto en la margen del torrente que drena el lago Marian, que es de origen glaciar.
El sendero se inicia pasando un puente colgante sobre el torrente y se adentra en un bosque lluvioso templado con abundancia de musgos y helechos entre las hayas.

Hasta las cascadas Marian, que son en realidad un tramo de un centenar de metros con saltos en el torrente, el sendero cuenta con pasarelas en las partes más dificultosas pero, a partir de aquí, es a través de rocas de la morrena de antiguo glaciar, con raíces de los arboles.

Como el ascenso se hacía penoso y había el riesgo de caídas por lo resbaloso de las rocas, después de 45 minutos de subida decidimos descender y emplear el tiempo sobrante en alguna parada más.

Cuando llegamos al parking al inicio del sendero, un hombre con su hija nos preguntó si en el sendero nos habíamos cruzado con una señora, también hindú, como ellos. La habían perdido de vista al rezagarse en la subida y después de una hora buscándola no la habían encontrado. Además, la mujer era la que llevaba las llaves del coche y como no había cobertura del móvil en ese punto no habían podido llamar a emergencias.
Determinamos que yo subiría con mi coche hasta la 94, donde sí había cobertura, uno de ellos quedaría en el parking y mi mujer y el otro volverían a subir por el sendero.
Me fui pensando que lo único que podría haber pasado es que se hubiese caído al torrente al hacerse un selfie, porque salirse de ese sendero no era imposible pero sí muy difícil.
Sudé tinta para explicar en emergencias (allí es el 111) lo que ocurría. Previamente, igual que aquí, tuve que responder (o tratar de) a numerosas preguntas para comprobar la veracidad de la llamada. Quedamos en que retornara al inicio del sendero y si aún no había aparecido, volviera a llamar y se activaría la búsqueda por desaparición.
Cuando llegué al parking, ya eran cuatro y, afortunadamente, el nuevo miembro del grupo era la señora desaparecida con la que se habían cruzado nada más iniciar la nueva búsqueda. Según nos contó, al verse sola se puso nerviosa, se había salido en el sendero y perdió completamente el sentido de la orientación. Con el ruido del torrente no había oído las voces de sus familiares.
Por mi trabajo, estoy muy habituado a andar entre la maleza y, realmente, salirse más de 15 metros de ese sendero con el monte bajo tan denso resulta muy complicado...En fin, volvimos todos a la 94 para volver a llamar a emergencias. Ellos iban camino de Milford Sound pero, bastante abatidos, dijeron que mejor retornaban a su hotel. Los animé a que continuaran su excursión pero, eso sí, desde ahora cogiditos de la mano.
En todo esto se nos habían ido casi dos horas, así que ya teníamos que abreviar y decidimos hacer un último sendero: el Lake Gunn Natural Walk, que discurre entre hayas rojas, de hasta 40 metros de altura, y termina en la orilla del lago Gunn.

Con esta última parada terminamos nuestro recorrido por el Parque Fiorland. Al día siguiente, tocaba deshacer el camino hasta Queenstown y poner rumbo al Monte Cook.