Salimos de Sevilla a las 9 de la mañana, hora extrañamente decente tratándose de Ryanair. Vuelo de dos horas y media y llegada a Bérgamo, a 30 km de Milán. Recogimos el coche de alquiler y salimos hacia la ciudad de Como, para ver el famoso lago. Pensaba que veríamos el lago mucho antes de llegar, pero no lo vimos hasta que lo tuvimos enfrente.
Conseguimos aparcar entre el lago y la catedral y buscamos un sitio donde tomarnos los bocatas a la orilla del lago y a poder ser en la sombra porque hacía muchísimo calor. Con ganas nos quedamos de imitar a los lugareños y darnos un bañito, pero quedaba mucho día por delante. El lago es muy bonito, aunque nos gustaron todavía más los que veríamos los días siguientes.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Dimos una vuelta por el centro de Como. Es un sitio de veraneo para gente con dinero, no había más que ver la cantidad de tiendas de marca por metro cuadrado. Entramos en el Duomo y después nos sentamos en la terraza de enfrente a tomar algo fresquito.
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Nos pusimos en marcha y nada más salir de la ciudad, llegamos a la frontera con Suiza y paramos para comprar la viñeta (vignette). En Suiza no hay peajes, pero para poder circular por autopista debes llevar puesto en el coche esta pegatina. Te sirve para una año y cuesta 40 CHF (unos 30 €).
El paisaje a medida que vas entrando en Suiza es precioso, vas conduciendo todo el tiempo entre lagos y montañas.
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Una cosa que nos llamó mucho la atención son las casitas desperdigadas por las laderas de las montañas, pero no se veían caminos ni carreteras para llegar; siempre estábamos de guasa pensando en que más valía que no se les olvidara nada al volver del supermercado.
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Lo peor de ese viaje sin duda, fue el túnel de San Gotardo: es gigantesco, 17 kilómetros y completamente recto; si además te toca detrás de un camión que va a 60 por hora, pues ¡apaga y vámonos! En total estuvimos 20 minutos dentro del túnel y para colmo, unos cuantos kilómetros después nos pasamos la salida de la autopista, y tardamos un rato en poder darnos la vuelta.
Si el paisaje ya era bonito por la autopista, cuando te desvías en Wassen la carretera hasta Interlaken es impresionante, sobre todo en el Sustenpass, uno de los tres puertos de una ruta por esa zona que recomienda mucha gente en los foros. En casi tres horas llegamos a Interlaken.
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Brett L.
Los hoteles en Suiza son carísimos, así que nos quedamos en un Bed & Breakfast, el Arnolds. Totalmente recomendable, la familia encantadora, la habitación y el baño muy limpios y con unas vistas increíbles.
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El desayuno estaba incluido y era muy completo. Al lado de las habitaciones había una pizarra en la que apuntábamos cada noche a que hora (entre las 7 y las 10) queríamos el desayuno preparado a la mañana siguiente. Salimos a dar una vuelta y a buscar sitio para cenar.
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Esa noche tuvimos nuestra primera experiencia con los precios suizos. Cuando nos sentamos a cenar, pedimos agua los dos. Apareció la camarera con una jarrita de agua del grifo (hasta ahí sin problema, el agua allí está fresquita y buena), el susto nos lo llevamos cuando vimos en la cuenta que nos había cobrado por el agua ¡8 eurazos! Pues cenamos allí 3 de las 4 noches, porque a pesar de la clavada del agua nos salió 40 € (incluyendo 1 plato para cada uno y otro más para compartir), que para ser Suiza es razonable. En cuanto a la comida, no fue la mejor del viaje pero tampoco estaba mal. El restaurante se llama Bebbis (Bahnhofstrasse 16). No tiene pérdida, los camareros llevan pantalones de vaca.
Como la previsión del tiempo era buena, nos volvimos al B&B con la ilusión de poder subir al Top of Europe al día siguiente.