Pues tras pasar el primer día de descanso, casi obligado por el largo viaje, en el hotel llegó el turno de realizar la primera excursión contratada el día antes.
El destino elegido, el Parque Nacional de los Haitises. Una excursión muy demandada y que muy poca gente puede hacer, por el número limitado de plazas que existen.
Un Auténtico Paraíso Natural.
Tras desayunar en el buffé del Bugambilia a las 6:45 h (por cierto a esas horas no hay tanta variedad como luego más tarde) puesto que el de nuestro hotel estaba aún cerrado, nos esperaban en la recepción del Hotel los responsables de la excursión que nos trasladaron de nuevo al aeropuerto de Punta Cana.
Esta excursión es aérea por el mero hecho de la distancia que hay desde Punta Cana hasta Samaná (aeropuerto en el que aterrizamos y que era el más próximo al parque) era de casi 500 km pero que en carretera se prolongaba a 9 horas de viaje (por cierto nunca me enteré de a dónde iba por carretera porque no ví casi ningún indicador en las mismas).
Así que de nuevo a coger el avión...uppps mejor dicho avioneta!!!. Eso sí mientras esperábamos a nuestro turno lo único que veíamos eran llegar aviones de todas las partes del mundo.
Madre mía si a esto le suena todo, pensábamos mientras la avioneta tomaba velocidad para despegar. Encima esta sensación de sonoridad se acrecentaba debido a que los pilotos tenían las ventanillas suyas abiertas (....es que para que todo el mundo se entere, ese era el aire acondicionado)
Eso sí las vistas que había en el vuelo eran espectaculares, como iba cambiando el paisaje a medida que nos acercábamos al parque....pasábamos de las playas blancas y los complejos hoteleros a ver cada vez un bosque verde más tupidito.....
Aterrezimos en Samaná apenas 30 min después (con un calor que pasamos en el avión, perdón avioneta, impresionante).
Allí nos esperaba Carlos, un guía que ¡¡chapeau!! increible....., con toda su amabilidad. La verdad es que con guías como él (un tio muy formado y simpátiquísimo) hacen que el pastón que pagas por estas excursiones merezcan la pena...... Eso sí era un tio multiusos!!! Tan pronto te hacía una foto, como se ponía a bailar o a enseñarte a cantar.....Espero que Soltour lo conserve mucho tiempo.
A la salida de la terminal había niños que trataban de darte una flor o algo para que le dieras desde 1 dolar o una coca-cola y que Carlos nos dijo en todo momento que ni se nos ocurriera darles nada pues se enseñaban a eso.... Si al final como pensé y me habían dicho hay que tener cuidado cuando sales del complejo....
Lo más chulo del día fue nuestro medio de locomoción terrestre...un furgón parecido a los de los safaris africanos, en el que entraba aire por todas partes.
También con Carlos venía otro chico que grababa en vídeo la excursión y que al día siguiente, bajo petición, podías adquirir al precio de 30 dólares.
El primer lugar al que fuimos fue en medio de la "selva" a visitar un pequeño negocio familiar en el que había una degustación de productos típicos naturales gastronómicos de la zona... Durante el camino íbamos viendo las casas típicas de República, los negocios del Cuero, la cantidad de pequeñas iglesias (son muy católicos) y las gentes de allí (que por cierto estaban todo el día sentadas en el zócalo de las casas).
Tras llegar nos tenían preparados multitud de productos para su degustación....Así probamos el mango, cacao en puro, piña, melón y otras cosas..... Nosotros compramos miel de café a 5 dólares el bote. Allí podías ver la planta de dónde salía la piña natural....la verdad que para un "chico de ciudad" estas cosas le dejaban sorprendido.
Tras esa visita fuimos dirección a la ciudad de Samaná. Durante el trayecto nos cayó la primera tormenta tropical de nuestras vacaciones. Fueron, quiero recordar, como unos 15 minutos bestiales de caer agua sin parar y claro los cristales del furgón no daban a basto....jejejeje
Llegamos a la ciudad de Samaná, aunque realmente su nombre es Santa Bárbara de Samaná, de nuevo con buen clima y donde lucía el sol.
Esto era una ciudad más grande, situada en la Bahía de San Lorenzo y desde allí cogeríamos transporte marítimo hasta el Parque. Pero hicimos una pequeña parada en Pueblo Príncipe, que es complejo de los Bahía Principe.
Recuerdo que nadie salió del bar puesto que a las puertas ya habia vendedores ambulantes esperando.
Desde allí cogimos un barquito pequeño que nos llevó hasta el parque... No obstante nos echamos algunas fotos antes de salir.
Durante el trayecto íbamos disfrutando de la brisa del mar y de las explicaciones de Carlos, muy bonita la salida por debajo del puente de la Bahía.... Unos bailecitos dominicanos y la "Garrafa de Ron más grande que he visto" (Brugal de 5 litros) que sin ningún pudor bebían inclusive el capitán del barco mientras tripulábamos (supongo que esta gente será inmune después de tanto beber este tipo de brevaje....jejejeje).
Conforme nos íbamos acercando ya se notaba la belleza del paisaje....Primeramente se veían playas de arena blanca fina, totalmente vírgenes.
A medida que nos íbamos adentrando, encontrábamos a una multitud de islas que son las que realmente conformaban la entrada al parque con aves que son autóctonas de allí.... Había unas playas paradisiacas (incluso pasamos por a playa en la que se hizo la primera edición de la Isla de los Famosos). De verdad era precioso.
Nos fuimos adentrando entre los manglares y desembarcamos por primera vez en una isla en la que estaba la "Cueva del Consejo" del citado programa.
Cuando pusimos pie a tierra y nos adentramos en la jungla, tuvimos la sensación de estar verdaderamente en una selva. Las plantas características eran las Guayigas.
Poco a poco fuimos llegando hacia las cuevas en las que Carlos nos explicaría la historia de la invasión de los colonizadores españoles, así como los indígenas que vivían en esas cuevas durante esa época. Estuvimos un buen rato recorriendo las cuevas.
Cogimos por segunda vez el barco. Primeramente volvimos a salir por esos manglares que dejaban el espacio justo de maniobra y salida del lugar del barco. Nuevamente las pequeñas islas eran testigos de nuestra viaje.
Nuevamente cogimos el barco y fuimos hacia una isla muy peculiar. Era una sorpresa que Carlos nos llevaba anunciando todo el día.... Antes de llegar a la isla, encontramos a dos pescadores de marisco que estaban faenando.
Nuestro barco paró justo al lado de los pescadores e "hicimos la compra". Carlos le pidió todo el marisco que llevaban, le dió un par de billetes (no sabría decir la cuantía) y 1/4 de la botella de ron.
La compra eran cangrejos y camarones (forma de decir langostinos en República).
Y tras hacer el cambio, nos encaminamos a una isla pequeñita que estaba justo a la salida de un rio de agua dulce que venía de una montaña. Nos pegamos un chapuzón nadando contracorriente para llegar al interior de la cueva con agua (a media que te ibas acercando a ella el agua estaba más fría).
Tras ese magnífico chapuzón....tomamos el aperitivo!!!! El marisco que se compró, lo hirvió con agua de mar un hombre del lugar al que Carlos le dio los moluscos.
1 dólar fue la propina que le dimos a ese buen señor por recomendación del guía. Ahora si os digo nunca había probado el marisco recién salido de la cocción en agua de mar...INCREIBLE EL SABOR. La verdad que este rato de la excursión fue algo distinto, como improvisado y os puedo asegurar que disfrutamos muchísimo, porque en el fondo a veces decidimos nuestras escapadas así en el momento....
De nuevo barquito (por última vez) que te crió y en unos 20 minutos fuimos a tierra firme (no sé a que parte) para comer también en un lugar paradisiaco.... Era como un pequeño poblado, con césped y palmeras de playa cristalina y arena blanca fina.
En la orilla había niños que jugaban y los hombres estaban sentados. Había unas vistas increíbles y el sonido del mar te envolvía.
Comimos en un pequeño negocio familiar unas croquetas de allí y una paella. La verdad es que no era muy cuantiosa la comida pero con lo que nos esperaba a la vuelta en el hotel quizás hasta venía bien para rebajar un poco y hacer hambre...porque seguro que en el Bahía Príncipe repondríamos fuerzas.
Tras comer viaje de nuevo hasta el aeropuerto de Samaná otros 30 minutos de vuelo (en el que por cierto yo acabé rendido y ni me enteré) y vuelta al hotel tras un largísimo día en el que sin duda conocimos un poquito de la verdadera República Dominicana.