Salimos a las 12 de la mañana desde el aeropuerto Sa Carneiro de Oporto y aterrizamos puntualmente unas dos horas después en el aeropuerto Tours-Val de Loire: Lo primero que nos sorprende es lo tremendamente pequeño que es el aeródromo, tanto que solo cuenta con una pista principal y la terminal se reduce a una zona para la salida de maletas, una zona de embarque donde hay una cafetería y una tienda de souvenirs, y una sala aledaña para esperar a acceder a la pista para subir al avión. Aunque ya hemos volado muchas veces con Ryanair a aeropuertos pequeños, es con diferencia el aeródromo más pequeño en el que hemos estado.
Recogemos las maletas de la cinta y nos dirigimos a la oficina de Hertz, que se encuentra fuera de la terminal, y siguiente sorpresa: La "oficina" es en realidad un container tipo caseta de obra donde tienen montada un stand multiempresa, es decir, un mismo mostrador y un mismo agente, atiende los alquileres de Hertz, Avis, Europcar y demas. Habíamos reservado un Ford Fiesta, que nos iba estupendamente para los tres. Y tras conseguir que nos entendiese correctamente (no hablo francés y el inglés del chico no era de lo mejor), y de montar la silla de bebe, salimos rumbo a Mont Saint-Michel.
La ruta nos llevó desde Tours a Le Mans, pasando después por Laval y Fougeres, hasta que finalmente llegamos al pueblo de Mont Saint-Michel, después de 280 kms y unas tres horas y pico (incluyendo parada a comer) ya anocheciendo, pudiendo ver desde la costa la imponente mole de la fortaleza y la abadía iluminadas.
Dormimos fuera de la fortaleza, por el tema precios, ya que era por una sola noche (al día siguiente regresabamos a Tours). Habíamos reservado previamente por Booking el hotel Formule Verte, por 63€ la noche incluyendo el desayuno y cuna para la niña: Correcto para pasar una noche, la habitación algo antigua, el baño nuevo y remodelado recientemente, desayuno bufet y estaba bien.
Al día siguiente nos dirigimos dando un paseo al objetivo de nuestro desplazamiento hasta allí, la fortaleza del Arcangel. El paseo de unos 25 minutos es estupendo, bordeando la carretera, viendo toda la perspectiva, muy recomendable madrugar para evitar las enormes aglomeraciones y hordas de turistas que llegan en oleadas de buses.
Recogemos las maletas de la cinta y nos dirigimos a la oficina de Hertz, que se encuentra fuera de la terminal, y siguiente sorpresa: La "oficina" es en realidad un container tipo caseta de obra donde tienen montada un stand multiempresa, es decir, un mismo mostrador y un mismo agente, atiende los alquileres de Hertz, Avis, Europcar y demas. Habíamos reservado un Ford Fiesta, que nos iba estupendamente para los tres. Y tras conseguir que nos entendiese correctamente (no hablo francés y el inglés del chico no era de lo mejor), y de montar la silla de bebe, salimos rumbo a Mont Saint-Michel.
La ruta nos llevó desde Tours a Le Mans, pasando después por Laval y Fougeres, hasta que finalmente llegamos al pueblo de Mont Saint-Michel, después de 280 kms y unas tres horas y pico (incluyendo parada a comer) ya anocheciendo, pudiendo ver desde la costa la imponente mole de la fortaleza y la abadía iluminadas.
Dormimos fuera de la fortaleza, por el tema precios, ya que era por una sola noche (al día siguiente regresabamos a Tours). Habíamos reservado previamente por Booking el hotel Formule Verte, por 63€ la noche incluyendo el desayuno y cuna para la niña: Correcto para pasar una noche, la habitación algo antigua, el baño nuevo y remodelado recientemente, desayuno bufet y estaba bien.
Al día siguiente nos dirigimos dando un paseo al objetivo de nuestro desplazamiento hasta allí, la fortaleza del Arcangel. El paseo de unos 25 minutos es estupendo, bordeando la carretera, viendo toda la perspectiva, muy recomendable madrugar para evitar las enormes aglomeraciones y hordas de turistas que llegan en oleadas de buses.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A pesar de todo lo que se pueda leer o escuchar sobre él, Mont Saint-Michel impresiona igualmente cuando llegas bajo sus murallas. No es por su tamaño, sino porque es toda una referencia histórica y cultural en Francia, un lugar sagrado para la cristiandad, motivo de peregrinaciones...Envuelto en una neblina nos recibió, con sus impresionantes murallas y con su magnífica abadía coronándolo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Atravesamos la zona de parking, para entrar a través de su muralla exterior hasta una puerta con un puente levadizo, resquicio de su medieval pasado, para acceder a su calle principal que asciende mediante angostas cuestas y escaleras (que el iluminado que suscribe tuvo que ascender con la silla de la niña, menos mal que era ultraligera) hasta lo más alto del monte, donde se encuentra la Abadía, a donde entramos previo pago de 9€ por entrada, 4,50€ a mayores con audioguía (un detalle para familias con niños peques: no existe consigna para dejar la silla, con lo cual si no teneis una de esas que pesan muy poco, absteneros de llevarla).
El origen de la misma se remonta al año 708, cuando Aubert, obispo de Avranches, ordenó eregir en el que hasta el momento se conocía como Monte-Tombe, un santuario en honor del arcangel San Miguel, que rapidamente se convirtió en un centro de peregrinación. En el siglo X se instalan los benedictinos en la abadía, continuandose con el desarrollo del pueblo y sus murallas durante casi 300 años (hasta el siglo XIV), convirtiéndola en una plaza inexpugnable, resistiendo todo tipo de asaltos durante la Guerra de los Cien años, lo que la convirtió en un prodigioso exponente de la ingeniería militar defensiva, así como en el símbolo de todo un pueblo contra el invasor inglés.
El origen de la misma se remonta al año 708, cuando Aubert, obispo de Avranches, ordenó eregir en el que hasta el momento se conocía como Monte-Tombe, un santuario en honor del arcangel San Miguel, que rapidamente se convirtió en un centro de peregrinación. En el siglo X se instalan los benedictinos en la abadía, continuandose con el desarrollo del pueblo y sus murallas durante casi 300 años (hasta el siglo XIV), convirtiéndola en una plaza inexpugnable, resistiendo todo tipo de asaltos durante la Guerra de los Cien años, lo que la convirtió en un prodigioso exponente de la ingeniería militar defensiva, así como en el símbolo de todo un pueblo contra el invasor inglés.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Desde la Revolución Francesa hasta 1863 fue utilizada como prisión, convirtiéndose en monumento histórico en 1879, para pasar a engrosar la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1979.
Y si por fuera sorprende, por dentro también lo hace con su sucesión de capillas y criptas, sus naves y su espectacular claustro del siglo XIII, no solo por su depurada técnica constructiva y su belleza, sino también por la altura a la que se encuentra, en el edificio del complejo llamado La Maravilla, situado en su punto más alto y con unas vistas increibles...
Y si por fuera sorprende, por dentro también lo hace con su sucesión de capillas y criptas, sus naves y su espectacular claustro del siglo XIII, no solo por su depurada técnica constructiva y su belleza, sino también por la altura a la que se encuentra, en el edificio del complejo llamado La Maravilla, situado en su punto más alto y con unas vistas increibles...
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y tras llegar al final del recorrido, pasando por sus entrañas, descubriendo los enormes pilares que soportan partes de su estructura, alguno de hasta cinco metros de diámetro, abandonamos la abadía y descendimos las calles del pueblo, con la sensación de haber visitado uno de los lugares más "místicos" del mundo, con un sentimiento mezcla de una extraña serenidad y tranquilidad...
Todavía embargados por ese sentimiento nos dirigimos a la siguiente parada de nuestro viaje y base para el resto del mismo: Tours.
Tras unas tres horas de viaje (con parada a comer) llegamos a Tours, y nos fuimos a dejar el coche y las cosas al hotel, el Castel Fleuri (2*). Nuestra experiencia en este hotel fue estupenda, lo regenta un matrimonio francés, el trato es amabilísimo y cordial, siempre dispuestos a aconsejar y ayudar, la habitación que nos dieron era amplia, con la cuna que les habíamos pedido, el parking era gratis, y desayunamos todos los días en el hotel porque aunque costaba 7€/persona valía la pena a pesar de no ser bufet porque era bastante completo. Además estaba muy bien situado para descubrir la ciudad andando que era lo que nos interesaba.
Llegamos hacia el final de la tarde, por lo que tras dejar las cosas y charlar con Marie (la dueña), nos fuimos a dar un pequeño paseo hasta la Place Plomerau, un pequeño ágape en una de sus terrazas y regreso para madrugar al día siguiente.
Todavía embargados por ese sentimiento nos dirigimos a la siguiente parada de nuestro viaje y base para el resto del mismo: Tours.
Tras unas tres horas de viaje (con parada a comer) llegamos a Tours, y nos fuimos a dejar el coche y las cosas al hotel, el Castel Fleuri (2*). Nuestra experiencia en este hotel fue estupenda, lo regenta un matrimonio francés, el trato es amabilísimo y cordial, siempre dispuestos a aconsejar y ayudar, la habitación que nos dieron era amplia, con la cuna que les habíamos pedido, el parking era gratis, y desayunamos todos los días en el hotel porque aunque costaba 7€/persona valía la pena a pesar de no ser bufet porque era bastante completo. Además estaba muy bien situado para descubrir la ciudad andando que era lo que nos interesaba.
Llegamos hacia el final de la tarde, por lo que tras dejar las cosas y charlar con Marie (la dueña), nos fuimos a dar un pequeño paseo hasta la Place Plomerau, un pequeño ágape en una de sus terrazas y regreso para madrugar al día siguiente.