Nos levantamos poco antes de las 7, cogimos lo necesario para ese día y a desayunar. Nos dirigimos a plaza República para coger el metro dirección al Vaticano, nos bajamos en la parada de Ottaviano. Aunque ya teníamos la Roma Pass (la habíamos comprado en la estación Termini al llegar el día antes y nos costó 25€ por persona) decidimos no activarla y dejarla para los tres días siguientes ya que ese día íbamos a gastar solo dos billetes de metro. Compramos dos billetes simples por un € cada uno, la máquina es muy sencilla y con varios idiomas entre ellos el español. Salimos del metro y tuvimos que andar un rato, pasando por un mercadillo hasta que llegamos a la plaza del Risorgimiento, donde había puestos navideños. Todo muy animado a pesar de ser temprano. Lo primero fue ir a los Museos Vaticanos donde teníamos reserva por internet, hecha con dos meses de antelación en la página oficial de los museos. Se puede reservar la hora, nosotros cogimos la primera, a las 8 de la mañana que es cuando abren. El precio es de 15€ mas cuatro por reserva previa, por persona y el pago se realiza a través de internet. Antes de las 8 la cola era ya considerable, con lo que nos alegramos de llevar la reserva ya que nuestra cola no era de más de 15 personas, con lo que ahorramos bastante tiempo. Merece la pena pagar ocho euros más y aprovechar el tiempo. Lo primero que había que destacar de los M.M. V.V. es que son enormes y es bueno llevar planificado lo que se quiere ver y de que tiempo vas a disponer para verlos. Nosotros decidimos que le íbamos a dedicar unas dos horas y media.
Hay multitud de cosas que ver, pero las obras que más nos gustaron fueron: las esculturas de Laocoonte, y la de Apollo Belvedere y todas las de ese patio.
Las estancias de Rafael, sobretodo el mural de la escuela de Atenas, antes habíamos visto el cuadro de la Transfiguración también de Rafael, está en una estancia casi solo e impresiona.
Vimos también otras salas del museo menos famosas que no estaban mal, las egipcias, griegas, romanas, etruscas, renacentistas, modernas y etnográficas. Nada más entrar y como fuimos de los primeros se puede salir a una terraza y las vistas de la cúpula de la Basílica de San Pedro son estupendas, al igual que poco más tarde desde un patio al que se sale visitando el museo. Pero con diferencia lo mejor del museo es la Capilla Sixtina, la sala estaba abarrotada y no se permiten fotos pero claro……..
A mí, particularmente me impresionó, no solo por su belleza sino por la enorme dificultad que tuvo que tener pintar a esa altura con tanto detalle y calidad. Estuvimos una media hora deleitándonos en la sala que por si sola ya vale la pena la entrada, a nuestro modo de ver. Después salimos del museo por sus características escaleras de caracol. Cuando salimos vimos la cola que había para entrar, llegaba hasta la plaza del mercado navideño, es decir más de dos horas de cola, increíble. Teníamos la visita a la Neclópolis Vaticana a las 11.30. La única manera de realizar esta visita es reservándola en la propia página del Vaticano ya que su acceso es muy restringido. Ellos te envían un código con el día y la hora que solicitas si hay disponibilidad, nosotros no tuvimos problema, y tienes que realizar el pago mediante transferencia bancaria. Antes de entrar vimos la plaza de San Pedro de pasada y mandamos una postal con el sello vaticano para tenerla de recuerdo. A las 11.20 la guardia suiza nos dejo entrar hasta la puerta de la Necrópolis por el edificio de los Uficio Scavi. El papa acababa de pasar hacia 5 minutos. A las 11.30 en punto vino un guía para el grupo de unas 10 personas, había habido un problema y el guía que nos tocó no hablaba bien español pero se hizo entender. La visita consta de un recorrido por los túneles excavados bajo la basílica, donde se encuentran restos de antiguos mausoleos paganos y cristianos pero cuyo punto principal son los restos de San Pedro, cuyas pruebas indican según expertos que son verdaderos. La visita esta bien sin más y no es nada agobiante, salvo por el calor, por lo que me imagino que en verano si será un contratiempo. La salida de este recorrido es por las tumbas papales, en concreto a la de San Pablo II, había mucha gente rezando y llorando a los pies de la tumba, algo que nos impresionó, ahora dicen que si lo beatifican cambiaran sus restos de lugar. Aprovechando que estábamos en las tumbas hicimos la visita de la basílica “ahorrándonos” la cola. El interior impresiona por lo grande, la decoración, por la cúpula que desde dentro se ve enorme, destacando para nosotros el Baldaquino, el ábside, el monumento a Alejandro VII , la cúpula y por supuesto, La Piedad de Miguel Ángel. La escultura impresiona por todo, por su realismo, perfección, acabado y por su belleza. Una cosa que nos sorprendió fue que la gente era más respetuosa que en otros lugares de culto. La visita al interior es gratuita pero hay que hacer una enorme cola para pasar por los detectores, pero merece la pena visitarla. Después de ver el interior subimos a la cúpula donde tuvimos que hacer más de media hora de cola y pagar 7 € cada uno, la subida es mitad ascensor, mitad a pie. Las escaleras van achicándose conforme vas subiendo, pero nada agobiante, mucho peor son otras subidas como por ejemplo Notre Dame. Antes de terminar de subir a la cúpula, se sale por una puerta donde se ve el interior de la basílica.
Las vistas desde la cúpula son espectaculares y además tuvimos la suerte de pillar un día claro y despejado. Las vistas de los museos, la plaza de San Pedro, el castillo de Sant Angelo, el rio Tiber y el resto de la ciudad son para recordarlas siempre.
Luego mientras bajas haces una parada en la mitad y puedes fotografiar las famosas figuras de la fachada del Vaticano y la cúpula desde cerca.
Después bajamos y salimos a la plaza de San Pedro donde nos detuvimos un rato a disfrutarla porque es preciosa.
Bajamos por la vía de la Conciliazione hasta el castillo de Sant Angelo. Las vistas desde esta calle con la plaza y la basílica de fondo son inmejorables. El castillo es bonito, nosotros no lo visitamos por dentro pero por fuera nos gustó, sobretodo las vistas desde el puente Sant Angelo, con los ángeles y el río. Nos gusto mucho y además había cantidad de gente. El castillo lo utilizaban los papas en la antigüedad para esconderse en tiempos difíciles por un pasadizo que unia el Vaticano con el Castillo. Toda esta zona es muy bonita. Desde el puente de enfrente se pueden sacar también buenas fotos.
Con la visita del vaticano ya terminada decidimos subir andando al Gianicolo, un paseo muy agradable aunque con alguna cuesta pronunciada. Como ya había leído era un buen sitio para pasear y disfrutar de las vistas de la ciudad, había algunos turistas haciendo fotos incluida otra pareja española, nos gusto mucho el paseo y es un lugar recomendable si se tiene tiempo para ver Roma.
El monumento de la plaza Garibaldi estaba cubierto por andamios. Desde el Gianicolo decidimos seguir paseando hasta el Trastevere, pasamos por una fontana enorme, enfrente de la embajada española. El barrio del Trastevere es diferente al resto de Roma, sus casas se ven viejas y con los colores de su fachada ya descoloridos, pero el ambiente es especial, a nosotros nos gustó mucho pasear tranquilamente por este barrio. Visitamos la iglesia de Santa María In Trastevere, bonita por dentro y diferente por fuera con su reloj y su torre. Se tarda poco en visitarla y merece la pena.
Luego nos paramos un rato en el bar San Calixto, recomendado en algunas guías y por unos amigos, la apariencia del sitio es cutre pero los productos son de calidad y tienen su clientela habitual, no hay muchos turistas, con los precios inmejorables. Primero pides en la barra y luego pagas en la caja de las antiguas registradoras. Nosotros pedimos un café por 0.80 € y una tarrina de helado por 1€ cada una y estaba buenísima, también había chocolate con panna (nata) y mucha gente lo pedía, era casero. Después fuimos a la iglesia de San Francisco a Ripa, para verla pero sobretodo por la escultura del Éxtasis de Ludovica Albertini, una monja con una carilla de felicidad sospechosa, jeje.
Luego teníamos pensado ver la iglesia de Santa Cecilia pero decidimos que por hoy ya habíamos visto bastantes cosas, cogimos calle Marmorata hasta el metro de Pirámide viendo por el camino la Pirámide de Casius. Alli cogimos el metro hasta el Coliseo para verlo de noche. Aunque lo íbamos a visitar al día siguiente teníamos ganas de verlo iluminado. Es colosal y su iluminación es tenue, pero te haces una idea de lo grandioso de la obra y te transportas en el tiempo al ver este monumento, el símbolo de Roma. Nos dimos un pequeño paseo por la zona viendo el arco de Constantino también iluminado a los pies del Coliseo. Después del Coliseo volvimos a coger el metro y nos bajamos en la plaza Barberini subimos por la calle Vittorio Veneto a intentar de nuevo comer en el Hard Rock, eran alrededor de las 7.30 de la noche y nos dijeron que había que esperar una hora más o menos, reservamos y nos fuimos andando hasta la plaza de España. La vimos desde lo alto de las escaleras toda abarrotada de gente y vimos la iglesia de Trinitá dei Monti, donde había bastante gente sobretodo, descansando. Nos gusto la famosa escalinata pero ya la bajaríamos otro día con más tranquilidad. Después de un rato por la zona volvimos para cenar al Hard Rock. En cinco minutos estábamos sentados, hemos ido a los Hard Rock de Nueva York, Londres, París y queríamos seguir con la tradición. Comimos muy a gusto y nos tomamos nuestro tiempo, todo muy rico y el ambiente acogedor como en los otros. Después de la cena otro paseo para bajar la comida hasta el hotel y a descansar que el día había sido agotador y al día siguiente era Nochevieja.
Hay multitud de cosas que ver, pero las obras que más nos gustaron fueron: las esculturas de Laocoonte, y la de Apollo Belvedere y todas las de ese patio.
Las estancias de Rafael, sobretodo el mural de la escuela de Atenas, antes habíamos visto el cuadro de la Transfiguración también de Rafael, está en una estancia casi solo e impresiona.
Vimos también otras salas del museo menos famosas que no estaban mal, las egipcias, griegas, romanas, etruscas, renacentistas, modernas y etnográficas. Nada más entrar y como fuimos de los primeros se puede salir a una terraza y las vistas de la cúpula de la Basílica de San Pedro son estupendas, al igual que poco más tarde desde un patio al que se sale visitando el museo. Pero con diferencia lo mejor del museo es la Capilla Sixtina, la sala estaba abarrotada y no se permiten fotos pero claro……..
A mí, particularmente me impresionó, no solo por su belleza sino por la enorme dificultad que tuvo que tener pintar a esa altura con tanto detalle y calidad. Estuvimos una media hora deleitándonos en la sala que por si sola ya vale la pena la entrada, a nuestro modo de ver. Después salimos del museo por sus características escaleras de caracol. Cuando salimos vimos la cola que había para entrar, llegaba hasta la plaza del mercado navideño, es decir más de dos horas de cola, increíble. Teníamos la visita a la Neclópolis Vaticana a las 11.30. La única manera de realizar esta visita es reservándola en la propia página del Vaticano ya que su acceso es muy restringido. Ellos te envían un código con el día y la hora que solicitas si hay disponibilidad, nosotros no tuvimos problema, y tienes que realizar el pago mediante transferencia bancaria. Antes de entrar vimos la plaza de San Pedro de pasada y mandamos una postal con el sello vaticano para tenerla de recuerdo. A las 11.20 la guardia suiza nos dejo entrar hasta la puerta de la Necrópolis por el edificio de los Uficio Scavi. El papa acababa de pasar hacia 5 minutos. A las 11.30 en punto vino un guía para el grupo de unas 10 personas, había habido un problema y el guía que nos tocó no hablaba bien español pero se hizo entender. La visita consta de un recorrido por los túneles excavados bajo la basílica, donde se encuentran restos de antiguos mausoleos paganos y cristianos pero cuyo punto principal son los restos de San Pedro, cuyas pruebas indican según expertos que son verdaderos. La visita esta bien sin más y no es nada agobiante, salvo por el calor, por lo que me imagino que en verano si será un contratiempo. La salida de este recorrido es por las tumbas papales, en concreto a la de San Pablo II, había mucha gente rezando y llorando a los pies de la tumba, algo que nos impresionó, ahora dicen que si lo beatifican cambiaran sus restos de lugar. Aprovechando que estábamos en las tumbas hicimos la visita de la basílica “ahorrándonos” la cola. El interior impresiona por lo grande, la decoración, por la cúpula que desde dentro se ve enorme, destacando para nosotros el Baldaquino, el ábside, el monumento a Alejandro VII , la cúpula y por supuesto, La Piedad de Miguel Ángel. La escultura impresiona por todo, por su realismo, perfección, acabado y por su belleza. Una cosa que nos sorprendió fue que la gente era más respetuosa que en otros lugares de culto. La visita al interior es gratuita pero hay que hacer una enorme cola para pasar por los detectores, pero merece la pena visitarla. Después de ver el interior subimos a la cúpula donde tuvimos que hacer más de media hora de cola y pagar 7 € cada uno, la subida es mitad ascensor, mitad a pie. Las escaleras van achicándose conforme vas subiendo, pero nada agobiante, mucho peor son otras subidas como por ejemplo Notre Dame. Antes de terminar de subir a la cúpula, se sale por una puerta donde se ve el interior de la basílica.
Las vistas desde la cúpula son espectaculares y además tuvimos la suerte de pillar un día claro y despejado. Las vistas de los museos, la plaza de San Pedro, el castillo de Sant Angelo, el rio Tiber y el resto de la ciudad son para recordarlas siempre.
Luego mientras bajas haces una parada en la mitad y puedes fotografiar las famosas figuras de la fachada del Vaticano y la cúpula desde cerca.
Después bajamos y salimos a la plaza de San Pedro donde nos detuvimos un rato a disfrutarla porque es preciosa.
Bajamos por la vía de la Conciliazione hasta el castillo de Sant Angelo. Las vistas desde esta calle con la plaza y la basílica de fondo son inmejorables. El castillo es bonito, nosotros no lo visitamos por dentro pero por fuera nos gustó, sobretodo las vistas desde el puente Sant Angelo, con los ángeles y el río. Nos gusto mucho y además había cantidad de gente. El castillo lo utilizaban los papas en la antigüedad para esconderse en tiempos difíciles por un pasadizo que unia el Vaticano con el Castillo. Toda esta zona es muy bonita. Desde el puente de enfrente se pueden sacar también buenas fotos.
Con la visita del vaticano ya terminada decidimos subir andando al Gianicolo, un paseo muy agradable aunque con alguna cuesta pronunciada. Como ya había leído era un buen sitio para pasear y disfrutar de las vistas de la ciudad, había algunos turistas haciendo fotos incluida otra pareja española, nos gusto mucho el paseo y es un lugar recomendable si se tiene tiempo para ver Roma.
El monumento de la plaza Garibaldi estaba cubierto por andamios. Desde el Gianicolo decidimos seguir paseando hasta el Trastevere, pasamos por una fontana enorme, enfrente de la embajada española. El barrio del Trastevere es diferente al resto de Roma, sus casas se ven viejas y con los colores de su fachada ya descoloridos, pero el ambiente es especial, a nosotros nos gustó mucho pasear tranquilamente por este barrio. Visitamos la iglesia de Santa María In Trastevere, bonita por dentro y diferente por fuera con su reloj y su torre. Se tarda poco en visitarla y merece la pena.
Luego nos paramos un rato en el bar San Calixto, recomendado en algunas guías y por unos amigos, la apariencia del sitio es cutre pero los productos son de calidad y tienen su clientela habitual, no hay muchos turistas, con los precios inmejorables. Primero pides en la barra y luego pagas en la caja de las antiguas registradoras. Nosotros pedimos un café por 0.80 € y una tarrina de helado por 1€ cada una y estaba buenísima, también había chocolate con panna (nata) y mucha gente lo pedía, era casero. Después fuimos a la iglesia de San Francisco a Ripa, para verla pero sobretodo por la escultura del Éxtasis de Ludovica Albertini, una monja con una carilla de felicidad sospechosa, jeje.
Luego teníamos pensado ver la iglesia de Santa Cecilia pero decidimos que por hoy ya habíamos visto bastantes cosas, cogimos calle Marmorata hasta el metro de Pirámide viendo por el camino la Pirámide de Casius. Alli cogimos el metro hasta el Coliseo para verlo de noche. Aunque lo íbamos a visitar al día siguiente teníamos ganas de verlo iluminado. Es colosal y su iluminación es tenue, pero te haces una idea de lo grandioso de la obra y te transportas en el tiempo al ver este monumento, el símbolo de Roma. Nos dimos un pequeño paseo por la zona viendo el arco de Constantino también iluminado a los pies del Coliseo. Después del Coliseo volvimos a coger el metro y nos bajamos en la plaza Barberini subimos por la calle Vittorio Veneto a intentar de nuevo comer en el Hard Rock, eran alrededor de las 7.30 de la noche y nos dijeron que había que esperar una hora más o menos, reservamos y nos fuimos andando hasta la plaza de España. La vimos desde lo alto de las escaleras toda abarrotada de gente y vimos la iglesia de Trinitá dei Monti, donde había bastante gente sobretodo, descansando. Nos gusto la famosa escalinata pero ya la bajaríamos otro día con más tranquilidad. Después de un rato por la zona volvimos para cenar al Hard Rock. En cinco minutos estábamos sentados, hemos ido a los Hard Rock de Nueva York, Londres, París y queríamos seguir con la tradición. Comimos muy a gusto y nos tomamos nuestro tiempo, todo muy rico y el ambiente acogedor como en los otros. Después de la cena otro paseo para bajar la comida hasta el hotel y a descansar que el día había sido agotador y al día siguiente era Nochevieja.