TRAVESÍA PENÍNSULA ÁNTARTICA
Si te apetece ver la presentación fotográfica pincha el enlace.vimeo.com/8078972
Lunes 15 de diciembre de 2008
La emoción se refleja en nuestras caras al embarcar en el rompehielos Profesor Molchanov, la pequeña embarcación rusa que nos trasladará a la península Antártica.
Partimos desde la ciudad más austral del planeta, llamada ciudad del fin del mundo, Ushuaia, justo después de realizar un simulacro de emergencia dadas las complicaciones que pueden surgir al navegar por estas latitudes. Inmediatamente zarpamos y recorremos el histórico canal de Beagle rumbo este con poca visibilidad por la niebla y la lluvia. Una vez cruzado el canal ponemos rumbo al sur; en estos momentos estamos en el famoso pasaje de Drake, llamado así en memoria del pirata que surcó estos mares y que se considera el segundo mar más peligroso del planeta. La travesía está siendo mucho más tranquila de lo que esperábamos, por lo menos de momento, aunque el barco no para de moverse y tenemos que recurrir a nuestra gran aliada la biodramina; gracias a ese fármaco podemos disfrutar de la observación de aves, como petreles, gaviotas, albatros y algún que otro pingüino, además de tomar el sol, que hoy se ha dejado ver.
El rompehielos Profesor Molchanov
El ambiente a bordo es muy bueno. La impresión que me da es la misma de estar en un refugio de montaña pero con muchísimas más comodidades. La comida es excelente y disponemos de barra libre las veinticuatro horas del día en el bar, donde podemos tomar infusiones, café, sopas instantáneas y fruta. La tripulación está compuesta por gente joven y con ganas de agradar, y lo consiguen. Los pasajeros somos una mezcla muy variopinta, pero con un toque especial; mis compañeros de viaje son también la mar de interesantes, todos viajeros y alguno de ellos profesores, como Demetrio que es biólogo y muestra una verdadera pasión por este viaje que seguro lo ayudara en su proyecto con los chavales de su instituto dedicado a estas tierras. También tenemos a Pilar, que, como dice ella, es la abuela del grupo y tiene tanto mundo recorrido que no sé si le quedara algo por conocer. El resto de los integrantes del grupo son, más o menos, del mismo tipo de personas; en resumen, gente muy agradable con la que se pueden compartir buenos momentos y seguro que harán que el viaje sea más ameno.
Después de cenar, acaban de confirmarnos que mañana, por fin, tras recorrer 1.000 km, desembarcaremos y aprovecharemos los largos días de luz para ver las primeras colonias de pingüinos y es posible que alguna ballena. Mañana por la tarde también podremos observar los primeros icebergs, que nos indicaran la ya pronta y esperada llegada a la península Antártica. Hoy terminamos el día viendo una película y un par de documentales, todos en inglés, ¡qué le vamos hacer!
Marte 16 de diciembre de 2008
Nos separan del puerto de Ushuaia 958 km y 41 horas de viaje. Algo más de 12 nudos, que equivalen a unos 24 km/h es la velocidad constante a la que navegamos. La tripulación nos confirma la suerte que estamos teniendo en el cruce del paso de Drake, y parece ser que las aguas seguirán estando igual de tranquilas y podremos seguir disfrutando de la travesía a pesar de la lluvia, no muy intensa, y la poca visibilidad.
La vida a bordo sigue siendo relajada y amena, con numerosas visitas al bar y al puente de mando, conferencias sobre la fauna y paseos por cubierta. Todo ello nos ayuda a pasar las largas horas, y, como no, las reuniones con los compañeros acompañadas de té y café siguen siendo la tónica diaria; como dice Pilar, nos levantamos y lo tenemos todo hecho.
Solo nos queda esperar a la tarde o la noche, cuando, si todo sigue como está previsto, desembarcaremos por primera vez, con la idea de avistar algo más de fauna antártica, ya que hasta ahora solo hemos podido ver aves que siguen al barco curioseando por encima de él.
Nos dan la bienvenida un grupo de ballenas jorobadas. El barco las sigue para que podamos verlas y fotografiarlas. La gente corre de un lado a otro del barco, armados con cámaras y teleobjetivos. Hay por lo menos seis, y dos de ellas pasan a unos metros del barco. Impresionante.
MONTAJE Antonio R.M.
Ya están preparadas las zodiacs y nos disponemos a desembarcar en una pequeña isla llamada, como no, Pingüino. Está muy cerquita de las islas Rey Jorge, es de origen volcánico y tiene un color rojo asalmonado. En ella hemos podido ver dos especies de pingüinos: el adelia y el barbijo, además de la foca cangrejera, todo un espectáculo. También hemos podido subir a un collado donde se encuentra la hoya del volcán y hemos disfrutado de sus vistas. Demetrio nos explica de una forma amena cómo se formó hace millones de años la caldera: todo un lujo.
Miércoles 17 de diciembre de 2008
Cuando nos despertamos, por el ojo de buey de nuestro camarote asoman gigantescos icebergs tabulares, que nos indican que estamos navegando por el mar de Weddell.
Icebergs tabulares
Hoy desembarcaremos con un tiempo excelente en Brown Bluff, una isla donde contemplaremos la primera colonia de pingüinos de dos especies: el Adelia y el Papúa; a este último es la primera vez que lo vemos. Hay miles de pingüinos en la costa, con sus polluelos pegados al vientre para darles protección y calor. Nos dejan con la boca abierta. El siguiente desembarco lo hacemos en la pequeña isla del Diablo, Por fin nos quedamos solos, sin la supervisión de los biólogos, y damos la vuelta a la isla, además de visitar la colonia de pingüino adelia, donde podemos ver como un avispado petrel roba un polluelo y se lo come antes la mirada impotente de su madre; como dice Demetrio, es la vida.
Adelia y Papúa
Jueves 18 de diciembre de 2008
Hoy puede hacerse uno a la idea del clima antártico. Hace mucho frío y está nevando. El barco, cubierto de nieve, cruza el estrecho de Bransfield, de 60 millas de anchura y 200 millas de longitud en dirección NE-SW, entre las islas Shetland y la península Antártica. El nombre se lo puso, en 1825, James Wendell en honor de Eduard Bransfeld, de la Royal Navy, aunque también se lo conoce como mar de la Flota. El viento es muy fuerte y no podemos desembarcar; así que tenemos que replegarnos a los camarotes y tumbarnos en las literas para combatir el mareo. No podemos comer ni escribir ni leer. Solo pienso en las expediciones de tiempos pasados como la de Shackleton y Amundsen; eso sí que eran travesías.
Viernes 19 de diciembre de 2008
Hemos navegado toda la noche a través del estrecho de Gerlache, uno de los rincones más bonitos de la península Antárticas. Digo noche por concretar el horario de alguna manera, pero la luz tan especial que nos alumbra es de media tarde. El objetivo era llegar a bahía Paraíso, donde se encuentra la base científica argentina Almirante Brown, a 6.886 millas náuticas de Madrid. La bahía nos recibe con un frío intenso, viento y, además, nevando, pero no nos impedirá dar un paseo de casi un par de horas con las zodiacs y acercarnos a los gigantescos glaciares navegando entre las banquisas de hielo. El espectáculo esta asegurado, y no nos acordamos del frío ni del viento, solo contemplamos con la boca abierta las impresionantes moles de hielo azul, que surgen entre la niebla, y algún pingüino dándose unos chapuzones veraniegos; porque hay que recordar que estamos en esa estación, aunque no lo parezca. Hoy hemos ampliado nuestro repertorio de animales y hemos tenido la suerte de poder contemplar un buen rato dos especies de focas: la foca de Weddell y la agresiva foca leopardo; ambas echaban una siestecita sobre el hielo flotante, lo que nos ha permitido fotografiarlas. Sin lugar a dudas hoy ha sido uno de los días más bonitos de toda la travesía, a pesar del clima tan brutal de este lugar.
Weddell y la agresiva foca Leopardo
Sábado 20 de diciembre de 2008
Tenemos un día excelente y desayunamos a toda prisa para desembarcar. Las vistas desde el barco son impresionantes. Estamos en Port Lockroy, rodeados de montañas con corredores y cumbres con los clásicos, son montañas de poco mas de 1.500 m de altura pero muy difíciles de escalar con vertiginosas paredes y mixtos que surgen desde el mar hasta la cumbre.
Rodeados de montañas
Hoy desembarcamos en una antigua base Inglesa llamada Port Lockroy, donde hay un par de cabañas y una tienda de regalos. Parece mentira que en estas latitudes contemos también con tontódromo pero no dejamos de pensar que hasta aquí llegamos los turistas. Aprovechamos estas instalaciones para mandar unas postales, sellar el pasaporte, comprar algún mapa y contemplar esta bahía preciosa invadida hasta la bandera por los celebres pingüino papúa.
Invadida hasta la bandera por los celebres pingüino papúa
En un par de horas zarpamos para atravesar el canal Peltier y el canal Lemaira. Este último ha sido lo más bonito que hemos visto desde el barco; además lo hemos disfrutado con un día magnífico, lo cual no es nada fácil en este lugar. Todos en cubierta, sin parar de sacar fotografías y mirar por los prismáticos, asombrados de la belleza de la travesía: es todo un espectáculo; y para rematar la faena nos damos un paseo en zodiac de casi dos horas, que nos permite ver grandes icebergs y algunas zocas de Weddell y una foca cangrejera, además, ¡cómo no! de pingüinos papúa. Hoy ha sido un día magnífico, pero me viene a la mente que ya ponemos rumbo al norte para empezar el regreso.
El canal Lemaira
Martes 23 de diciembre de 2008
En estos días que no he podido escribir, hemos descubierto la fama del pasaje de Drake. Dicen que es uno de los mares más peligrosos del mundo, y hemos podido comprobarlo esta noche pasada. En los camarotes, todo salía volando, cámaras, sillas, botas, ropa y hasta nosotros mismos. Yo he estado bailando toda la noche en la litera sin poder pegar ojo, por el ojo de buey del camarote solo se podían ver olas gigantescas que chocaban sin cesar contra el casco del barco haciendo que crujiera el acero y que se balanceara la nave como si fuera un barquito de papel; toda una experiencia, que me hacía pensar, una vez más en aquellos locos descubridores de estas aguas, que, teniendo en cuenta los medios con que contaban, eran unos auténticos lobos de mar, sin lugar a dudas. Ya estamos cerca de la costa de Tierra de Fuego. El mar está algo más tranquilo, y hemos podido desayunar sin que se derrame nada. Pronto terminará esta experiencia: tan solo nos queda cruzar el tranquilo canal de Beagle y llegar adonde todo empezó: Ushuaia.
Difícil será volver a estas tierras y difícil será olvidar esta experiencia: el descubrimiento de la PENÍNSULA ANTÁRTICA.
DESDE EL FIN DEL MUNDO
VICEN
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