El viaje ✏️ Diarios de Viajes de Seychelles

---

Salimos prontito, las 7:45 hacia el aeropuerto, ¡gracias alma caritativa que siempre que puedes nos acompañas! El avión despega desde Barcelona a las 9:45. Nervios, tensión, es pronto pero ya nos damos cuenta que nos hemos dejado las consolas y nos da rabia. Bueno, mejor eso que otra cosa… Vamos a embarcar la maleta, pero ¡sorpresa! Pesa casi 6Kg más de lo que debería, hemos reservado para una maleta de 15 y pesa más de 20. “Señores son 20€ por quilo que sobrepasa, 100€”. ¿¿¿Qué??? ¿Pero no podemos pagar por embarcar una maleta de 20Kg y ya está? "Bueno, sí…" Que vivos los de Ryanair. Pues vamos al mostrador donde hay que pagar… Señores, son 50€. Pero ya hemos pagado 40€ por una maleta de 15Kg que no existe, ¿no podemos pagar la diferencia, o anular la maleta de 15 y pagar la de 20? No, no, eso no es posible. Sin palabras. Y de mala leche. Buen comienzo.

Moraleja: paga por la maleta de 20Kg si no estás segura de lo que va a pesar. Esos 5Kg suponen un total de 20€ más en internet, puesto que no puedes elegir solo la maleta de ida, o 20Kg a la ida y 15 a la vuelta, por poner un ejemplo. Y por supuesto pagar la maleta de 20Kg en el mostrador ya es 20€ más caro, por trayecto, que desde casa. Por lo menos el recargo que pagamos era solo para la ida, a la vuelta nos lo íbamos a ahorrar… de los 6Kg de comida.

Pasamos los controles, y esperamos… menos de lo previsto. Aún estábamos aturdidos por el fallo de la maleta, por haber madrugado, por habernos dejado cosas… Y nerviosos porque al llegar había que recoger el equipaje -rezando porque no nos lo pierdan- y tomar un bus Disney (inverosímil) hacia otro aeropuerto.

Pero volamos, y llegamos a mediodía a París, con una media hora de retraso. Nos daba igual porque hasta las 14h no salía nuestro bus, y nos daba tiempo de sobra de recoger la maleta -que no se perdió-, ir al baño, comer, preguntar por la parada del bus… Era la primera vez que pisábamos el aeropuerto de Beauvais, pero es muy chiquito y no tiene pérdida. La sorpresa fue que hacía un frío que pelaba, suerte que para el avión llevaba chaqueta y pañuelo, y que el destino hizo que no embarcásemos los chubasqueros para ajustarnos al peso. Nos refugiamos del invierno en la cafetería, compramos unos refrescos y comimos unos bocatas que traíamos mientras esperábamos.

Nos echamos la siesta en el bus, que tiene un trayecto de casi hora y media, y cuando llegamos a las 15:30, fuimos directos a facturar la maleta. Aunque el Gran Vuelo salía a las 19h queríamos llegar lo antes posible para facturar la maleta y asegurarnos los asientos juntos. Es cierto que ya habíamos preseleccionado los asientos cuando compramos el vuelo pero, no teníamos ninguna garantía, es más, días antes me habían llegado los billetes electrónico en los que teníamos los asientos separados, y tuve que llamar a ver si me lo podían arreglar (el chico de Air France muy amablemente me cambió los asientos para que estuviésemos juntos, rápido y en castellano). Pasamos de nuevo los controles y una vez dentro nos entretuvimos un par de horas, hasta que empezaba el embarque, paseando por las tiendas y enchufándonos en los ordenadores, ahora sí muy contentos y más tranquilitos.

Entrando al avión, una pequeña desilusión, ¡ooooh, no hay pantallitas individuales! Y yo sin mi DS… Bueno haremos sudokus. Total, el viaje bastante incómodo, con dos niñas detrás en plena edad del pavo que no pararon de cuchichear, reír y moverse (con los consecuentes golpecitos) en toda la noche. Por lo menos el avión era de 2 – 3 – 2, y estando en un lateral yo tenía ventana, mi lugar favorito, y él tenía pasillo, su lugar favorito.

Llegamos tarde, bajamos del avión y fuimos caminando por la pista hasta la terminal. Súper cola para los pasaportes. Estuvimos una hora y media, que ni en NY. La maleta ahí dando vueltas una hora. Bueno, por lo menos ha llegado… Aquí me di cuenta que clima tropical = carácter tropical, nada de prisas, como en el Caribe. A la gente le pedían la tarjeta turística, el pasaporte, la reserva del hotel, el billete de avión… Yo fui a saco y le dije que solo tenía el resguardo de la reserva del avión, tardó 3 minutos, seguro que fuimos los más rápidos. Salimos del control los penúltimos, con algo de crispación por la espera. Pero ese día aún quedaba muuuuucha espera.


Pasamos sin nada que declarar y nos dirigimos, después de preguntar dónde, a esperar un Shuttle gratuito que había entre el aeropuerto y el puerto. Se retrasó más de una hora, y a punto estuvimos de tomar un taxi, porque había otra pareja esperándolo que sinó… En ese rato vimos que a todo el mundo le venían a buscar los autocares de los respectivos hoteles, o de las agencias locales, y se iban. Menos nosotros, qué pringados, allí esperando por no pagar un taxi.

Pero al final vino, y también había un grupito de gente que esperaba dentro del aeropuerto con el guía de su agencia para subir en el minibús. Caravana. Llegamos al puerto. Enseguida localicé la oficina de los tickets de Cat Cocos, dentro se me colaron un par de nativos, una señora de Creole (una agencia de la isla) me quería entretener, en ventanilla me pedían los pasaportes… pero finalmente los conseguí, los más baratos, solo de ida, y en la parte superior del catamarán, y también los horarios de julio.

¡Qué viajecito! Al principio, saliendo de puerto todo el mundo tomaba fotos, salían al exterior, oh que bonito, oh que divertido… y salimos a alta mar. O mejor dicho, a alto Océano. Y el catamarán parecía esa atracción de feria que no para de botar, sí, sí, como la rana, pero durante casi una hora. Al cabo del rato la gente estaba mareada, vomitando… fatal. Repartían bolsitas de papel y pañuelos como los caramelos en Reyes. El barco era de dos pisos, nosotros arriba, y por la ventana entraban las olas a saco, imagínate si debían hacer tres metros por lo menos. Tuvieron que cerrarlas, y un bochorno, sin aire acondicionado, bajo las lonas… Para olvidar. Se me quitaron las ganas de ir en barco, y solo pensar que aún me quedaba otro ferry… al día siguiente me salieron tres llagas en los labios de la tensión. Pero nada que ver. Por fin llegamos a Praslin, y al bajar había una marea de taxistas, guías turístcos, gente ofreciendo coches de alquiler… Salí y de nuevo localicé rápidamente la oficina del Inter Island Ferry mientras George vigilaba las maletas. Estos tickets fueron más baratitos, bueno tickets… ¡tablillas de plástico duro de 10x20!


Este otro ferry fue más suave, aunque algo movidito, pero yo ya iba tensa. El trayecto era más corto, unos 15 minutos. Entre salir de un puerto y entrar al otro se pasa poco rato en alta mar. También creo que fue un acierto sentarnos en la parte de abajo, se notaba menos el movimiento y con el aire acondicionado no hacía ese bochorno insufrible.

Por fin llegamos al jetty de La Digue, sobre las 12:15, de nuevo con un montón de gente esperando al ferry dirección a Praslin, agentes turísticos, recepcionistas de hoteles…

---