Era nuestro primer viaje a Paris, el de mi hija Ma. Belén (deseosa de practicar su francés recién aprendido) y el mío.
Lo planeamos con mucha antelación y ya en Marzo por Despegar.com compramos los pasajes.
Volamos por Tam Airlines , que vendría a ser la “low cost” de Argentina, en clase económica y con trasbordo en Río de Janeiro, el miércoles 27 de Julio y tras más de 24 horas de viaje aterrizamos en
CDG (no es fácil cruzar el charco a precios accesibles).El vuelo transcurrió sin inconvenientes, las azafatas brasileras atentas y la comida a bordo (como la de los jueguitos de té de las niñas): de plástico.
El aeropuerto es grande, pero preguntando encontramos el tren lanzadera y pudimos tomar el RER B.Ya lo sabíamos pero nos alegramos al emerger de la boca y levantar la vista y ver ntro. Hotel.
El Hotel Cluny Square (reservado desde Abril por Booking.com) necesitaba una mano de pintura en su fachada pero ¡estabamos en Paris!.Nos recibió Ma. Cristina una señora de nacionalidad peruana muy cortés, al ver la habitación nos agradó asi que aboné mis 2 estadías tras la promesa de que cuan
do volviera de Londres me daria otra de iguales características.El precio pagado fué de 1208 e por una Twin por 8 días.

Eran ya las 17:30 hs aproximadamente y no perdimos ni un minuto en aprovechar el magnifico día de sol comenzando con un recorrido por nuestro barrio. Tomando por el Bvard. St Germain primero nos topamos con la antigua iglesia de St-Germain-des-Pres.
Por la hora ya se encontraba cerrada, pero a pesar de ser pequeña lucía adorable con sus paredes rús
ticas de ladrillos a la vista que solo poseian como único adorno una jardinera con flores de vivos colores.

Esta austeridad constrastaba con su entorno de tiendas de marcas de lujo y su famoso vecino el café
Les Deux Magots.
Seguimos de largo y atravesamos la muy animada rue de Buci que ya se preparaba para el anochecer, la rue Cardinale con sus boutiques, la rue Bonaparte con sus muchas tiendas (por supuesto cerradas en su mayoría) entre ellas Laudureé pintada de colores pasteles como casita de muñecas.


Ya ni recuerdo como volvimos a cruzar el Bvard. Y llegamos hasta una de las puertas de entrada del Jardín de Luxemburgo que preferimos dejar para otro día.
Ya comenzaba a ponerse el sol lentamente cuando atravesamos la plaza St sulpice con su iglesia (dicen que es la segunda iglesia más alta de la ciudad, tiene el órgano más grande de Francia, pero se hizo famosa luego de la película el Código Da Vinci) y su fuente de los obispos.

Debiamos dirigirnos hacia el Norte pero nos desorientamos con el mapa y tomamos rumbo Sur (exactamente al revés) asi que en plena caminata de pronto nos descubrimos en el Bvard du Montparnasse y lentamente emprendimos el regreso esta vez por el Bvard St Michel hacia el Norte.
Decidimos cenar en el León de Bruxelles que habiamos visto de pasada al emprender el paseo está en el Bvard St Germain: es un local pequeño con una decoración algo pesada en un extraño color verde, estaba a rebosar de gente y por suerte conseguimos una mesa pequeña para las dos (como seria en toda la estadía en Europa cosa que no deja de asombrar a un par de Argentinas acostumbradas a la vasta extensión de ntro país). Yo decidí probar el pescado que venía acompañado de arroz y mi hija carne roja acompañada de papas fritas, en verdad no tuvimos suerte la calidad de la comida no era buena y para colmo llegó fría y sin embargo lo mejor llegó al final con su postre “selección de sus postres” muy buena que acompañamos ambas con coca-cola todo por 50 e. A destacar su personal joven, sonriente y bien dispuesto es su mejor valor.
Satisfechas regresamos a la habitación del hotel a por la comunicación Via Skipe con el resto de la familia que había quedado en Buenos Aires.
