A las 11 de la mañana estábamos en la tienda de Cartier de la Staroměstské Náměstí, desde donde se inicia un tour gratuito de Praga. A nosotros siempre nos gusta hacer esta clase de tours para que nos introduzcan en la historia del país y la ciudad, para ubicarnos, preguntar dudas, etc.. y luego ya las recorremos a nuestro aire. Nuestro amigo residente en Praga nos recomendó este, que es gratuito, pagas la voluntad al acabar y está muy bien. Llegáis a la tienda Cartier y los chicos que vayan de rojo os apuntáis allí, decís el país y os ponen un guía español. Podéis mirarlo en
www.newpraguetours.com. El chico nos los explico muy bien, de forma muy entretenida y amena y te enteras de muchas cosas que de normal no ves. Me impactaron dos cosas: el faenón de pensar y construir el reloj astronómico y lo mal que lo han pasado los checos en toda su historia, ya que son finalmente libres desde 1990, después de pasar por las manos de Habsburgo, los nazis, 40 años de comunismo soviético.
Nos llevaron por la plaza de la ciudad vieja, la plaza Wenceslao, el barrio judío donde terminamos. De allí nos fuimos a comer en un restaurante del barrio judío que tenía la carta en español. Comimos muy bien y bebimos mejor, todo tipo de cervezas. Decir que Chequia es el país que mas cerveza por habitante consume en el mundo por delante de Irlanda y Alemania y puedo dar fe de ello.
Después de comer decidimos ir a Malá Strana atravesando de nuevo el Puente de Carlos IV. Se trata de un barrio lleno de rincones y callejuelas adoquinadas ideal para pasear ya que no hay ningún monumento especialmente interesante, únicamente el
Muro de Lennon. Cuando John Lennon fue asesinado en 1980, se pintó esta pared en su memoria. Nosotros dejamos nuestra firma .Siguiendo nuestro paseo por Malá Strana, llegamos a la
Isla de Kampa, que se encuentra separada de Malá Strana por el
Canal del Diablo (Čertovka), formándose una pequeña Venecia. Se puede llegar hasta aquí bajando unas escaleras, que se encuentran a la izquierda del Puente Carlos cruzándolo desde la Plaza de la Ciudad Vieja. Aquí además nos encontramos el
Museo Kampa. Se trata de un museo de arte moderno, que es gratuito y tiene unas estatuas de unos bebés con una cremallera en la cara bastante interesantes. Fuera del museo nos sentamos en un banco aprovechando por fin un día estupendo de sol que hacía, a contemplar el Moldava y el puente de Carlos a lo lejos.
De ahí y nos volvimos hacía casa a descansar y arreglarnos que esa noche tocaba salir. Nuestro amigo nos llevó a lugares típicos de Praga, alejados del turismo y fue una gozada. Primero fuimos a una cervecería, la Pivovarsky Dum, donde desde una cristalera se ve como la hacen y luego nos sacan un tubo de 4 litros de cerveza fresquita, que se acopla a un surtidor que hay que en cada mesa y te vas poniendo pintas hasta que se acaba. Está en la calle Jecná/ Lípová, 15.
De allí nos fuimos a cenar a un restaurante típico de allí y nos pusimos morados de codillos y costillas, a parte de más cerveza. Cenamos en el sótano y esa es una cosa que también me llamó la atención de Praga, que está lleno de sótanos y subterráneos que se crearon en su momento en las guerras y el comunismo y que ahora están acondicionados, pero tanto en la cervecería como en el restaurante como más tarde en el pub, bajamos unas escaleras para ir al sótano. Por último fuimos al pub Harleys, muy recomendable, a terminar la noche hasta altas horas…