6 de Octubre de 2011
VISITAS DEL DÍA: BURANO (PASANDO POR LA ISLA CEMENTERIO Y MURANO) – SESTIERE CANAREGGIO – PALACIO CA PESARO – PALACIO CA D’ORO – PUENTE DE RIALTO – PASEO EN GÓNDOLA – SESTIERE DE SAN POLO – SESTIERE DE SANTA CROCE.
Este día nos levantamos con un objetivo principal, pasar la mañana visitando Burano. Nos hubiese gustado visitar el resto de las islas pero el tiempo era escaso.
Para llegar a Burano cogimos en primer lugar un vaporetto en Piazzale Roma que nos llevó hasta Fundamente Nove, desde donde salen los vaporettos que hacen el trayecto hasta Burano. En el primero de los vaporettos tardamos unos veinte minutos. El trayecto del segundo, el que nos llevó hasta Burano, fue más largo y duró aproximadamente cuarenta minutos. En el camino pasamos por San Michelle, la isla cementerio de Venecia, donde desde el siglo XIX se decidió trasladar todos los enterramientos de la ciudad. También mas adelante y desde el vaporetto vimos la isla de Murano, famosa por la fabricación del cristal del mismo nombre. Nos quedamos con las ganas de visitarla, pero como digo no teníamos tiempo suficiente y teníamos que elegir.
Cuando preparé el viaje vi que los comentarios eran comunes, si había que elegir una isla, ésta tenía que ser Burano y sin duda, es cierto. Es más, yo recomendaría a todo el mundo que vaya a pasar al menos dos días en Venecia que dedique una mañana o una tarde a conocer la isla porque es un lugar precioso y como digo, muy, muy recomendable. A nosotros nos encantó la visita!
Tanto que en principio pensábamos dar una vuelta rápida y volver a Venecia, pero al final acabamos pasando cuatro horas allí y aprovechamos para comer antes de coger de nuevo el vaporetto de vuelta. Si algo destaca en Burano es el color de las fachadas de sus casas, cada rincón de la isla parece una postal…




Canales en la Isla de Burano





Las coloridas fachadas de las casas de Burano
Ya de vuelta a Venecia nos dirigimos a la zona de Rialto, que el día anterior nos quedó pendiente. Antes cruzamos el Sestiere de Canareggio hasta llegar al Gran Canal y ver las fachadas de los Palacios Ca Pesaro y Ca D’oro (a pesar de que ya los habíamos visto durante el paseo en vaporetto por el Gran Canal), desde allí seguimos hacia el famoso Puente de Rialto, que hasta el año 1854 fue el único puente peatonal que unía las dos orillas del Gran Canal. El resto de las zonas aledañas a Rialto son bastante comerciales.

El Puente de Rialto
Avanzaba la tarde y aún teníamos pendiente algo importante si se visita por vez primera Venecia, dar un paseo en góndola. No voy a profundizar en los precios que el recorrido en cuestión tiene pues me parecen un robo, había leído en el foro que el trayecto tiene una duración de media de unos cuarenta minutos, el nuestro fue apenas de media hora a pesar de que antes de comenzar el paseo se lo remarqué varias veces al gondolero. Es algo típico, que a la mayoría de los que viajamos por primera vez a la ciudad nos hace ilusión (sobre todo si el viaje en cuestión es en pareja
), pero cuando acabó no pude evitar la sensación de sentirme algo estafada
. Además el trabajo del gondolero no ayudó a que nuestra impresión mejorase pues en total durante el recorrido chocó la góndola tres veces y no precisamente de forma sútil. Aún así mientras duró lo disfrutamos y, a pesar de todo, lo recomiendo, con un poco mas de suerte seguro que encontráis un gondolero que os haga mas amena la experiencia. Nosotros tuvimos mala suerte.




Nuestro paseo en góndola
Después del paseo en góndola, acababa ya la tarde y comenzaba a anochecer sobre Venecia, paseamos de nuevo por los Sestieres de Santa Croce y San Polo hasta llegar de nuevo a nuestro hotel.



Rincones y canales de los Sestieres de Santa Croce y San Polo
Terminaban nuestros días en Venecia, una ciudad que desde entonces se ha convertido en la mas diferente y especial de cuantas he visitado.
Venecia es, en mi opinión, una ciudad para pasear, para perderse, sin rumbo, para olvidar en la medida de lo posible los itinerarios preconcebidos y dejarse llevar por cada uno de los rincones que a cada paso se presentan.
Una ciudad que enamora, y a la que es imposible no desear volver.
Una ciudad que enamora, y a la que es imposible no desear volver.