Nos volvimos a despertar con la alarma del movil, pero hoy algo mas cansados que otros dias. Las palizas que nos dabamos caminando iban haciendo mella.
Desayunamos como todos los dias y preparamos la casa para no volver hasta la noche. Disfrutabamos de nuestra estancia en la casa, ya que era muy acogedora. Planeabamos en las comidas nuestras siguientes visitas.
Salimos a nuestra habitual callejuela y nos dirigimos caminando a la Basilica de S. Marcos, cuyo origen se remonta a la llegada a Venecia de los restos del evangelista.
Cuando llegamos, nos pusimos a la cola de una fila inmensa bajo un sol abrasador... creo que fue el día que mas calor pasamos, por lo que agradecimos entrar en la penumbra de la Basilica.

Lo primero que se aprecia al entrar, son las cupulas llenas de mosaicos, que representan diferentes motivos religiosos. Toda la estancia está decorada en marmol, a excepcion del altar, que está realizado en granito y detrás del cual, se encuentra un retablo hecho completamente de oro.
La impresion que tuve mientras paseaba por su interior es la gran riqueza y fastuosidad con la que esta iglesia cuenta.
A la salida hay una tienda donde podias comprar diferentes recuerdos, desde rosarios y otros objetos religiosos, hasta postales y cuadernos con motivos catolicos.
Nada mas salir, y aunque todavia era temprano, empezamos a sentir el calor que hacía de nuevo.
Continuamos caminando hasta cruzar el Gran Canal por el Puente de Rialto.

Despues de estar otros 15 minutos contemplando el Gran Canal, optamos por continuar caminando hasta la Basilica de Santa Maria della Salute.
Es una construcción impresionante por fuera, y muy pobre por dentro.
Aprovechamos para sentarnos en sus escaleras a descansar mientras haciamos algunas fotografias de los alrededores.

La basilica está hecha completamente de piedra y fue erigida como homenaje a las mas de 80.000 victimas venecianas que fallecieron en el siglo XVII a causa de la peste.
Su nave central tiene forma octonogal y sobre ella descansa una gran cupula hemisférica que hace que la basilica tenga unas formas tan equilibradas.
En el interior, lo unico que merece la pena son varias obras de Tiziano, porque el resto es bastante sobrio.
Cuando terminamos de ver la iglesia, nos dirigimos hacia la estación del vaporetto, donde cogimos el que nos llevaba a la estacion de Lucía. Le preguntamos a un gondolieri que cuanto nos cobraba por un paseo en góndola pero, al ver que era bastante caro (100 € media hora), optamos por dejarlo para tiempos economicos mas propicios.
No queriamos irnos de Venecia sin pasear en barco por el Gran Canal, asi que escogimos un vaporetto que hiciera esta ruta hacia nuestro destino. Conseguimos buenos asientos y disfrutamos bastante del viaje.
Llegamos al Barrio Judío, ya que queriamos alejarnos de la zona mas turistica para conocer la otra Venecia. Estuvimos paseando durante un par de horas por sus calles, respirando la tranquilidad tan absoluta que supone una ciudad sin coches.
Observamos que casi todas las casas estaban torcidas, algunas de una manera increible, debido al efecto del agua. Actualmente, y debido a las inundaciones por la marea alta en las estaciones de invierno, los cimientos de los edificios se ven amenazados, por lo que nos encontramos con varios carteles que hacian referencia a salvar Venecia a traves de barreras móviles que pudieran alzarse al llegar la marea.
Continuamos andando, aunque alguna que otra vez tuvimos que retroceder sobre nuestros pasos porque, cuando nos despistabamos del mapa,acababamos en callejuelas que no tenían salida, ya que daban directamente al agua.
He oído comentarios de gente que no les ha gustado Venecia, dicen que está vieja, sucia y mal cuidada. No me cabe en la cabeza esta idea, ya que su encanto radica en su antigüedad, en pasear entre los canales, en rememorar momentos de su historia pasada, de personajes que vivieron en su entorno, en disfrutar de sus calles estrechas llenas de ropa tendida en las ventanas, en sus restaurantes a orillas del agua, en su cultura y sus costumbres.

Despues de mucho andar, llegamos a una calle donde ya se empezaban a ver turistas, así que optamos por comer en una terraza de un restaurante cercano a las calles mas comerciales.
Estuvimos bastante tiempo descansando y decidimos volver a casa caminando, a pesar de lo lejos que estabamos.
La vuelta nos la tomamos con mucha calma, parandonos en las tiendas que nos apetecian y disfrutando de una nueva degustación de los maravillosos helados italianos.
Llegamos a casa alrededor de las 19 y decidimos tomarnos el resto de la tarde sabática.
Despues de darnos una ducha que nos quitó definitivamente el calor, nos preparamos la cena, vimos un rato la TV y nos fuimos pronto a la cama.