Este era el día de las compras. Después de ponernos las botas de nuevo en el desayuno del hotel (¡tenían hasta pizza y nuggets!).
Cogimos el metro hasta la parada Yonganli y desde el mismo metro accedimos al famoso Mercado de la Seda, “Xiushui Market”.
Es un centro comercial lleno de tiendas donde hay que regatear los precios. Hay de todo, desde tecnología, relojes, maquillaje, ropa deportiva, calzado… distribuido por plantas. Al principio cuesta regatear, pero luego le coges el tranquillo. Según lo que habíamos leído, hay que ofrecer el 10% de lo que te piden. Por ejemplo, si te piden por unas zapatillas 1500yuanes, tú les dices que 150. Todo lo apuntan en una calculadora, y te la ofrecen para que tú escribas tu oferta. Si compras varias cosas, también te hacen descuento.
A mí lo del regateo no me va mucho, sobre todo porque siempre terminas con la sensación de que podías haberlo conseguido más barato y claro, ellos nunca van a perder, siempre sacan beneficio, si no, no lo venderían, no lo olvidemos. Pero bueno, es una experiencia divertida. Lo importante es ir sin “necesitar” nada, porque si te ven interesado es peor. Si no alcanzas un acuerdo, te das media vuelta y “sorry, pero me voy”; y saldrán detrás de ti o te agarrarán del brazo para seguir negociando. Nuestra única experiencia con el regateo había sido en el Gran Bazar de Estambul, y los chinos nos parecieron más pesados que los turcos. También nos pasó que en un puesto nos echaron al ponerles el primer precio que ofrecíamos por unos zapatos. La dependienta puso cara de pocos amigos y nos señaló la puerta. Pues bueno, le habría parecido poco, pero siempre ofrecíamos primero el 10%. También hay souvenirs, pero nos dio la sensación de que al final del regateo consigues más o menos el mismo precio que en la calle.
Como digo, es una experiencia para vivirla, aunque puede agobiar un poco tanto regatear y el hecho de que los dependientes te llamen para que entres en cada tienda, pero es curioso ver cómo enseguida te cogen el acento y te hablan en español… ¡saben latín estos chinos! Jeje.
Tras pasar por el hotel para dejar las bolsas de las compras, volvimos a caminar hacia la callecita de las tiendas que habíamos visitado el día anterior entre la calle Di’anmenwai y el lago Qianhai, para hacer las últimas compras y tomarnos una cervecita a orillas del lago.
Esa noche cenamos en un restaurante que está en la misma calle que el Quanjude, en la calle Quianmen Dongdajie, al sur de Tiananmen.
Pedimos “dumplings”, cerdo con una salsa buenísima, pollo con almendras (pollo “rebozado” de almendras y con una salsa para mojar buenísima, nada que ver con el de aquí) y cervezas. Nuestra sorpresa fue que en mitad de la cena nos avisó el camarero de que tenían un espectáculo de marionetas con música en directo, y estuvimos viendo un cuento sobre un cazador, un zorro y una garza. Fue una experiencia muy bonita y muy especial, como despedida de nuestro viaje y la comida, como siempre, espectacular.
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