El desayuno del Deviaty Val Inn no está mal aunque no es buffé, sino que te lo sirven en la mesa: pan de molde con mantequilla y mermelada, huevos revueltos, salchichas, café, té. La señora que nos sirvió, Irina, un encanto también. En inglés nos preguntó que qué tal habíamos dormido; fue muy amable.
Este día o pasaríamos viendo Litsvyanka y sus alrededores. Decidimos que, como al día siguiente teníamos que volver a Irkutsk, en lugar de hacer una excursión por el lago, cogeríamos el barco que lleva a la ciudad, que creo recordar que pasaba a las 2 de la tarde.
Lo primero de todo era conseguir dinero. En una de las oficinas de turismo nos dijeron que en correos "Почта" o en el hotel Baikal; como correos nos pillaba cerca, fuimos allí. Te cobran bastante comisión, pero como era nuestra única opción, pues nada. Estuvimos dando una vuelta por el pueblo, viendo las casitas de madera y la pequeña iglesia de San Nicolás; y también nos acercamos al “Retro Park”: una exposición de figuras hechas con trozos de coches y motos, a modo de “reciclaje artístico”; no había nadie y cobraban entrada, aunque era muy barato, con lo que se veía desde la puerta nos bastó.
Yo quería ir a una colina desde la que se decía que había unas bonitas vistas, junto con un montón de lazos atados en la barandilla y los árboles colindantes, siguiendo la tradición chamanística. Nos pusimos a caminar siguiendo la carretera de Irkutsk, saliendo de Litsvyanka; primero llegamos al Museo Baikal y dimos un paseo por unas pasarelas de madera que hay junto a él en mitad del bosque, a modo de “recorrido botánico” para ver las especies vegetales, pero eso no era lo que yo buscaba; seguimos caminando por la carretera hasta que llegamos al hotel Baikal que está en una curva, y desde allí empezamos a subir a la colina. La verdad es que andábamos bastante perdidos, una parejita de polacos que iban al mismo sitio nos dijeron que habían preguntado y que era por ese camino. Llegamos a lo que en invierno es una estación de esquí, pero que tenía el telesilla funcionando para subir a lo alto de la colina. Cogimos billetes de ida y vuelta y subimos y ya arriba vimos un cartel de “vista panorámica” y por fin habíamos llegado a nuestro destino. La verdad es que hay unas preciosas vistas del lago Baikal desde allí y, efectivamente, había muchos lazos atados a la barandilla y a los árboles. Bueno, lazos, trozos de bolsas de plástico... Yo corté una de mis gomas del pelo y la até en uno de los árboles también, para participar de la tradición. Antes de bajar, nos tomamos unos helados en una terracita que hay junto al telesilla.
De vuelta a Litsvyanka, dimos una vuelta por el mercadillo que ponen junto al puerto y luego nos sentamos en una terraza a tomar unos pinchos morunos con una cerveza. Estuvimos paseando un poco más calle arriba y abajo (porque la verdad no hay mucho que hacer) y terminamos cenando en un restaurantito de nuevo los pelmeni, aunque esta vez en sopa, con su correspondiente pelota de crema agria y su eneldo espolvoreado, y unas ensaladas.
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En mi opinión, la estancia en el Lago Baikal merece la pena si vas a la isla Orkhon, que dicen que es muy bonita, o si haces un crucerito por el lago. Si no, creo que la visita de un día desde Irkutsk para ver Litsvyanka y si acaso hacer una excursión en barco de 1 hora (que te las ofrecen en el puerto) es más que suficiente; a nosotros tal vez nos sobró tiempo, aunque lo aprovechamos para descansar y no hacer nada.