El domingo nos levantamos pronto para ir a Zaanse Schans. Uno de los lugares más turísticos de Holanda, a tan sólo una media hora en cohe de Amsterdam. Es un pueblito en el que están los típicos molinos holandeses. En dos de ellos hay que pagar por visitarlos. Pero hay uno donde la entrada es gratuita. Se puede pasear por el pueblito con sus casas típicas. Te encuentras una tienda donde te explican cómo hacen el queso, otra donde te explican cómo se hacen objetos con acero fundido, otras de souvenirs...En fin todo hecho para el turista. Al igual que el día anterior, la mañana se presentó inestable, y no estuvimos mucho tiempo, pero lo suficiente para entender cómo era esa zona cuando existían cientos de molinos, de los que ahora sólo quedan unos cuantos.
Tras la visita a Zaanse Schans, nos dirigimos a otro pueblo llamado Alkmaar. Comprobamos que este pueblo sólo merece la pena el día que celebran el mercado del queso, que son los viernes por la mañana, durante el verano creo. Estaba muerto, aunque también era domingo. Pero lo dicho, para visitarlo, mejor un viernes.
No obstante, comimos en un restaurante en la plaza del ayuntamiento, antes de emprender la marcha hacia Haarlem, otra localidad cercana a Amsterdam.
Nada que ver con Alkmaar. En Haarlem sí había cosas que visitar como la Grote Kerk, que tiene uno de los mejores órganos de Europa. Dicen que ha sido tocado por compositores de la talla de Handel y Mozart. Una curiosidad de esta iglesia son las casas que hay adheridas al muro de ésta. Al otro lado se encuentra la Grote Markt con su ayuntamiento. Dimos un paseo muy agradable por el casco antiguo, para finalmente volver a Amsterdam. Teníamos contratado un Tour por el barrio rojo con la empresa Sandeman. A diferencia del primero que hicimos que no estás obligado a pagar nada, pese a que al final todo el mundo entrega al guía una propina (más o menos 10 € por cabeza), este del barrio rojo era de pago. Nos costó 11 € cada uno y lo hicimos con otro guía llamado Sebas, muy enrollado. Fue muy ilustrativo e instructivo ya que te enteras de cómo empezó la prostitución y su evolución en el barrio rojo hasta nuestros días, además de infinidad de curiosidades. Todo esto mientras paseas por todo el barrio rojo. Nos gustó mucho.
Tras esto solo nos quedaba cenar y a descansar al hotel.
Tras la visita a Zaanse Schans, nos dirigimos a otro pueblo llamado Alkmaar. Comprobamos que este pueblo sólo merece la pena el día que celebran el mercado del queso, que son los viernes por la mañana, durante el verano creo. Estaba muerto, aunque también era domingo. Pero lo dicho, para visitarlo, mejor un viernes.
No obstante, comimos en un restaurante en la plaza del ayuntamiento, antes de emprender la marcha hacia Haarlem, otra localidad cercana a Amsterdam.
Nada que ver con Alkmaar. En Haarlem sí había cosas que visitar como la Grote Kerk, que tiene uno de los mejores órganos de Europa. Dicen que ha sido tocado por compositores de la talla de Handel y Mozart. Una curiosidad de esta iglesia son las casas que hay adheridas al muro de ésta. Al otro lado se encuentra la Grote Markt con su ayuntamiento. Dimos un paseo muy agradable por el casco antiguo, para finalmente volver a Amsterdam. Teníamos contratado un Tour por el barrio rojo con la empresa Sandeman. A diferencia del primero que hicimos que no estás obligado a pagar nada, pese a que al final todo el mundo entrega al guía una propina (más o menos 10 € por cabeza), este del barrio rojo era de pago. Nos costó 11 € cada uno y lo hicimos con otro guía llamado Sebas, muy enrollado. Fue muy ilustrativo e instructivo ya que te enteras de cómo empezó la prostitución y su evolución en el barrio rojo hasta nuestros días, además de infinidad de curiosidades. Todo esto mientras paseas por todo el barrio rojo. Nos gustó mucho.
Tras esto solo nos quedaba cenar y a descansar al hotel.