Por la mañana, y tras comprar algunos regalos de cerámica azul de Delft en la fábrica, nos marchamos a visitar La Haya.
Es otra ciudad que no tiene mucho que ver. Nosotros en unas cinco horas la vimos. Paseamos por el Binnenhof, sede actual del Parlamento, la puerta de la prisión (Gevangenpoort). Junto a ésta, y al otro lado del puente, hay un pequeño parque con un lago muy agradable para pasear. Y no tiene mucho más. El museo más importante que tienen, el Mauritshuis, estaba cerrado por reforma.
Paseamos por un parque, del que no recuerdo su nombre, donde había decenas de ciervos, que los podías ver a unos metros de distancia. Estuvo muy bien.
Después de comer, nos fuimos con el coche, dirección a una de las playas más famosas de Holanda: Scheveningen. Fue un antiguo centro balneario, de ahí que en el centro de su paseo marítimo se alce el Kurhaus, hotel de lujo. Esta playa es kilométrica, y muy ancha, sobre todo cuando llegamos y estaba la bajamar. Había bastante gente claro, pero al ser tan grande, la gente estaba a sus anchas. Nos dimos un paseo por la orilla. Nos mojamos hasta la rodilla y el agua estaba bastante fría. No apetecía el baño para ser sincero. Cerca del hotel hay un muelle en altura que se introduce mar adentro unos cien metros, donde hay restaurantes, tiendas de souvenirs, heladerías, etc. Nos tomamos un helado en la terraza con vistas a la inmensa playa que nos supo a gloria.
Después de echar media tarde en la playa, teníamos que salir hacia Amsterdam. El hotel lo teníamos junto a la plaza Dam, es decir en pleno centro, por lo que siguiendo consejos de otros foreros, dejamos el coche en un Park and Ride, cerca de la circunvalación. Una vez estacionado el vehículo, el señor que estaba en la oficina te entregaba, gratis, un billete por persona de ida y vuelta para el transporte público. Así que, allí mismo, saliendo del parking, cogimos el tranvía hasta la plaza Dam. Amsterdam nos sorprendió bastante cuando nos bajamos del tranvía. También era viernes por la tarde, pero estaba masificada la plaza y alrededores. Bicicletas por doquier, coches, tranvías...Un caos nos resultó el trayecto que había de la parada hasta la puerta del hotel. Hasta vimos un accidente entre peatón y ciclista.
Una vez realizado el check-in, salimos a aprovechar lo que quedaba del día. Nos recorrimos alguna calles del barrio rojo, que era lo más cercano. ¡Qué cantidad de despedidas de solteros! Grupos de ingleses copaban las calles, unos borrachos, otros también. Pero sin problemas.
Posteriormente buscamos un restaurante para cenar, y haciendo caso de las recomendaciones del foro, decidimos entrar en el Aneka Rasa, en la calle Warmoestraat, 25. Pedimos un Rijstafel para cuatro. Buenísimo. Advierto que la comida, al ser un tailandés, está bastante especiada. Pero rica, rica.
Tras esto, nos fuimos a descansar al hotel.
Es otra ciudad que no tiene mucho que ver. Nosotros en unas cinco horas la vimos. Paseamos por el Binnenhof, sede actual del Parlamento, la puerta de la prisión (Gevangenpoort). Junto a ésta, y al otro lado del puente, hay un pequeño parque con un lago muy agradable para pasear. Y no tiene mucho más. El museo más importante que tienen, el Mauritshuis, estaba cerrado por reforma.
Paseamos por un parque, del que no recuerdo su nombre, donde había decenas de ciervos, que los podías ver a unos metros de distancia. Estuvo muy bien.
Después de comer, nos fuimos con el coche, dirección a una de las playas más famosas de Holanda: Scheveningen. Fue un antiguo centro balneario, de ahí que en el centro de su paseo marítimo se alce el Kurhaus, hotel de lujo. Esta playa es kilométrica, y muy ancha, sobre todo cuando llegamos y estaba la bajamar. Había bastante gente claro, pero al ser tan grande, la gente estaba a sus anchas. Nos dimos un paseo por la orilla. Nos mojamos hasta la rodilla y el agua estaba bastante fría. No apetecía el baño para ser sincero. Cerca del hotel hay un muelle en altura que se introduce mar adentro unos cien metros, donde hay restaurantes, tiendas de souvenirs, heladerías, etc. Nos tomamos un helado en la terraza con vistas a la inmensa playa que nos supo a gloria.
Después de echar media tarde en la playa, teníamos que salir hacia Amsterdam. El hotel lo teníamos junto a la plaza Dam, es decir en pleno centro, por lo que siguiendo consejos de otros foreros, dejamos el coche en un Park and Ride, cerca de la circunvalación. Una vez estacionado el vehículo, el señor que estaba en la oficina te entregaba, gratis, un billete por persona de ida y vuelta para el transporte público. Así que, allí mismo, saliendo del parking, cogimos el tranvía hasta la plaza Dam. Amsterdam nos sorprendió bastante cuando nos bajamos del tranvía. También era viernes por la tarde, pero estaba masificada la plaza y alrededores. Bicicletas por doquier, coches, tranvías...Un caos nos resultó el trayecto que había de la parada hasta la puerta del hotel. Hasta vimos un accidente entre peatón y ciclista.
Una vez realizado el check-in, salimos a aprovechar lo que quedaba del día. Nos recorrimos alguna calles del barrio rojo, que era lo más cercano. ¡Qué cantidad de despedidas de solteros! Grupos de ingleses copaban las calles, unos borrachos, otros también. Pero sin problemas.
Posteriormente buscamos un restaurante para cenar, y haciendo caso de las recomendaciones del foro, decidimos entrar en el Aneka Rasa, en la calle Warmoestraat, 25. Pedimos un Rijstafel para cuatro. Buenísimo. Advierto que la comida, al ser un tailandés, está bastante especiada. Pero rica, rica.
Tras esto, nos fuimos a descansar al hotel.