Esa mañana salimos para hacer una de la excursiones típicas. Cogimos el coche y nos dirigimos a los pueblitos de Edam, Marken y Volendam.
El primero de ellos se ve en un rato. Nosotros nos lo recorrimos en hora y media aproximadamente. Por poner algo de este pueblo sería la Grote Kerk. Al parecer aquí también hay un mercado de quesos que se celebra las mañanas de los sábado de julio y agosto. Así que no nos cuadró.
Después fuimos a Volendam a través de una carretera que en realidad era un dique donde se podía observar que por donde transitábamos estaba por debajo del nivel del mar que se encontraba al otro lado. Era una estampa curiosa.
Volendam es super-turístico. Es un pueblito de pescadores donde hay numerosos establecimientos para comer. También hay tiendas que te ofrecen hacerte la foto con los trajes típicos de la región para recuerdo. En este sitio recuerdo que fue donde comí un plato típico holandés. El arenque ahumado con cebolla. Me lo comí, aunque no repetiría. Allí mismo, en el puerto sale un barco que une Volendam con Marken. Nosotros elegimos ir con nuestro coche. Marken es otro pueblito pintoresco de pescadores. Cuidado para que el turista vea que así era en la antigüedad.
La anécdota en Marken, fue a nuestra llegada al parking público. En todos los parkings que habíamos estado durante el viaje te cobraban por tiempo, o una tarifa fija, pero al llegar aquí nos cobraron por viajero. Vieron que éramos cuatro personas y nos cobraron a razón de 1,50 € por persona. Fue muy curioso.
Paseo de una horita por Marken y listo.
Regresamos a Amsterdam. Era nuestra última tarde y teníamos que hacer el paseo por los canales en barco. Estuvo muy bonito y es algo que hay que hacer si visitas Amsterdam.
Todavía nos dio tiempo a pasear nuevamente por el barrio del Jordaan y repetir por otras zonas.
Definitivamente, Amsterdam es una ciudad para disfrutar en todos los aspectos.
El primero de ellos se ve en un rato. Nosotros nos lo recorrimos en hora y media aproximadamente. Por poner algo de este pueblo sería la Grote Kerk. Al parecer aquí también hay un mercado de quesos que se celebra las mañanas de los sábado de julio y agosto. Así que no nos cuadró.
Después fuimos a Volendam a través de una carretera que en realidad era un dique donde se podía observar que por donde transitábamos estaba por debajo del nivel del mar que se encontraba al otro lado. Era una estampa curiosa.
Volendam es super-turístico. Es un pueblito de pescadores donde hay numerosos establecimientos para comer. También hay tiendas que te ofrecen hacerte la foto con los trajes típicos de la región para recuerdo. En este sitio recuerdo que fue donde comí un plato típico holandés. El arenque ahumado con cebolla. Me lo comí, aunque no repetiría. Allí mismo, en el puerto sale un barco que une Volendam con Marken. Nosotros elegimos ir con nuestro coche. Marken es otro pueblito pintoresco de pescadores. Cuidado para que el turista vea que así era en la antigüedad.
La anécdota en Marken, fue a nuestra llegada al parking público. En todos los parkings que habíamos estado durante el viaje te cobraban por tiempo, o una tarifa fija, pero al llegar aquí nos cobraron por viajero. Vieron que éramos cuatro personas y nos cobraron a razón de 1,50 € por persona. Fue muy curioso.
Paseo de una horita por Marken y listo.
Regresamos a Amsterdam. Era nuestra última tarde y teníamos que hacer el paseo por los canales en barco. Estuvo muy bonito y es algo que hay que hacer si visitas Amsterdam.
Todavía nos dio tiempo a pasear nuevamente por el barrio del Jordaan y repetir por otras zonas.
Definitivamente, Amsterdam es una ciudad para disfrutar en todos los aspectos.