Amanece un día que espero con especial ilusión, porque tengo entradas para el musical “Wicked”. Pero eso será a las siete de la tarde. La mañana voy a dedicarla a otra de las visitas que me apetece desde hace mucho tiempo: el Museo de Historia Natural. Antes, parada en Central Park para ver el mosaico de “Imagine” que financió Yoko Ono en memoria de John Lennon. Tampoco es para tirar cohetes, pero bueno... Sólo por lo que representa ya merece la pena el paseo.
El Museo de Historia Natural es otra institución en EE.UU. Heredero de los siniestros “Gabinetes de Curiosidades” decimonónicos, ha servido de escenario para muchas novelas y películas. La entrada (cuyo precio es “sugerido”) está incluida en el CityPass, que da acceso a la exposición permanente y permite asistir al espectáculo del Planetario. Las exhibiciones temporales implican el pago de una cuota extra. Pero es que el Museo es tan enorme que completar la visita con exhibiciones temporales implicaría dedicarle un día completo. ¡Y hay tantas cosas que hacer en la Gran Manzana!
El museo es... bueno, lo que esperas de él. Un edificio inmenso, con voluntad divulgativa más que nada. Yo me centro en la zona de dinosaurios; la de geología y meteoritos; y la del espacio exterior. El show del planetario (una peli sobre las estrellas, narrada por Whoopi Goldberg) no está mal. El resto del museo consiste básicamente en animales disecados, y para mí no tiene más interés. Pero a lo tonto a lo tonto echo casi cuatro horas recorriendo salas y más salas. Creo que es excesivo, la verdad. Pero claro, aún no puedo imaginarme lo que en un par de días me va a ofrecer el Metropolitan...
Tras la extensa visita al museo mi cuerpo pide... ¡cerveza! Así que me acerco a un Dheli del Upper West; compro mi lata, cuyo contenido diligentemente vierto en un vaso opaco de café (recuerdo que no puedes exhibirte bebiendo alcohol en la calle) y me siento en un parque a descansar los pies y ver pasar a la gente. Podría exprimir un poco más la mañana... pero no. Me voy al hotel a descansar, que esta tarde tengo “Wicked” y quiero disfrutar bien fresco del espectáculo.
Siete de la tarde. Teatro Gershwin en la calle 51, entre la octava avenida y Broadway. Llevo meses esperando este momento. Soy un fan de los musicales, y éste me apetece en especial por varios motivos: conozco bien la trama, porque en su día me leí la novela en que está inspirado; he escuchado mil veces la banda sonora; y he leído críticas muy entusiastas por todas partes. La entrada, que adquirí a través de ticketmaster, me ha costado la friolera de 110$ (no busquéis ofertas para este musical: está muy de moda y no hay forma de encontrar un chollo). Ya en la zona de la entrada y el ambigú comienza la tematización...
Para quien no lo sepa, la trama de este musical se desarrolla en el País de Oz, justo antes de la llegada de Dorothy. Es una historia de amistad, en la que se explica cómo la Malvada Bruja del Oeste se convierte en el personaje más temido y odiado de Oz. Si no conoces a fondo la historia, y no hablas un inglés muy fluido, puede que te pierdas en los vericuetos del argumento, que es relativamente complejo. Hay disponibles unas audioguías en distintos idiomas para orientar a los espectadores no angloparlantes (previo pago, claro. 10$ por barba). Lógicamente, las fotos durante el show están estrictamente prohibidas... Pero vamos, es que a mí no se me ocurre perder el tiempo usando la cámara. El musical es simplemente soberbio, en todos los sentidos. Y el ambientillo en el teatro... ¡impagable! Durante el descanso me tomo (cómo no) un par de cervecitas al nada desdeñable precio de 8$ cada una. Lo bueno es que te las sirven en unos vasos ilustrados con el cartel del musical, que van incluidos en el precio. Y ahora, cada vez que los uso, recuerdo los emocionantes momentos que pasé durante el espectáculo... Broadway es Broadway, after all.
Salgo del musical totalmente alucinado, a eso de las diez de la noche. Hoy quiero conocer la zona de Chealsie, que según he leído, está bastante animada por las noches. Efectivamente, así es. El ambiente se concentra en una de las Avenidas (no recuerdo si la octava o la novena). Hay restaurantes, bares de copas y locales con pinta de cerrar a altas horas de la noche. Pero yo estoy cansado y me marcho pronto para el hotel...