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Solventamos desayuno, y tras sacar el dedo por la ventana para averiguar el tiempo y conseguir un frigo-dedo gratis, decidimos que es día de transportes públicos. Nos ponemos toda la ropa de la maleta, y nos lanzamos a las aceras mojadas por el aguanieve que cae del encapotado cielo de la mañana. Astoria es la parada más cercana, así que no caben dudas. El destino lo decidimos en un plis plas entre las opciones que tenemos, y bajamos dos paradas más allá, en la estación de Kossuth Lajos Ter, o sea en la Plaza de Luis Kossuth, frente al Parlamento, adonde no tenemos intención de entrar, sino darle la vuelta al ruedo, aunque sin dos orejas ni rabo porque hace un frío que pela.
Cruzamos a cobijarnos bajos los árboles de la plaza Luis Kossuth, revolucionario nacionalista húngaro del XIX, pero curiosamente nos encontramos, no con una estatua suya, sino con una ecuestre de un tal Francisco II Rakoczi, patriota magiar del cual dicen las biografías que fue Príncipe de Transilvania, -por aquellos tiempos, única de las tres partes en que estaba dividida Hungría que era gobernada con cierta autonomía por los húngaros-, y líder de la guerra de la Independencia de 1703 contra los Austrias. Me voy por las ramas. A lo que iba, frente a la plaza, se encuentra el
(B) PARLAMENTO (ORSZAGHAZ)
De entrada decir que toda la cara que da al casco urbano está andamiada, por lo que la fachada y alas del lado que no da al Danubio, se encuentra cubierta por un mecano de tablones de madera. Así que las vistas limpias, se obtienen desde el otro lado del río en la orilla de Buda, o desde los puentes. El edificio, faltaría más, es ... ecléctico (durante la redacción de este diario, me he sentido como un niño castigado a escribir mil veces la frase, "El edificio es ecléctico"), ya que aunque está inspirado en el Palacio de Westminster, el Parlamento inglés, los arquitectos húngaros, en esta ocasión el Sr. Imre Steindl, volvieron a aplacar su mono de estilomanía arquitectónica, combinando el neogótico principal, con elementos renacentistas y barrocos. El edificio de 691 salas, fue levantado por un promedio de mil currantes diarios entre 1885 y 1900, tras poner 40 millones de ladrillos y tallar medio millon de piedras para la decoración, o sea, el sueño orgásmico de un empresario del tocho. El deslumbrante interior del Parlamento es de mucho mármol y oro, en consonancia con la proverbial austeridad de la clase política.
Según la web del parlamento, está abierto para visitas en grupo, de Octubre a Abril, de lunes a sábado de 8 a 16h, y domingos de 8 a 14h, y de Mayo a Setiembre de lunes a viernes de 8 a 18h, sábados de 8 a 16h, y domingos de 8 a 14h, aunque OJO, las visitas en grupo en español, son los dias laborable a las 11'30 y a las 16 horas, y los domingos a las 11'30 horas. La visita dura unos tres cuartos de hora, y se inicia en la puerta número 12, despues de haber sacado los tickets de 3500 florines (12 euros) en la puerta número 10. Se puede reservar anticipadamente mandándoles un mail a la dirección tourist.office@parlament.hu
Abandonamos la belleza ostentosa del palacio, para llegarnos hasta la orilla del Danubio, a unos 100 metros del supermegaedificioecléctico. Con tiento al cruzar porque hay que atravesar la autovía paralela a la orilla, saltamos el guardarrailes y pisamos el borde del río donde se encuentra el
(C) MEMORIAL DE LOS ZAPATOS
El neblinoso, gélido y gris domingo, aumenta aún más la tristeza de este memorial de sesenta pares de zapatos de hierro que se pueden observar en el margen del Danubio, y que fueron esculpidos tomando como modelo calzado de los años 40, para rendir homenaje a los judíos que entre 1944-1945, eran sacados de sus viviendas del ghetto por los milicianos del partido nazi de Hungría, "Arrow Cross Party" (Nyilasok), conducidos en fila india hasta el Danubio, y después de ser obligados a quitarse los zapatos y situarse en el borde de cara al río, eran ejecutados cayendo al agua.
Huimos de la bruma fluvial, metiéndonos entre los bloques de la calle Zoltan. Al llegar a Nador utca, hacemos parada en un bar abierto, para acumular calor y tomar un machiato. Tres minutos después, escuchamos entrar a tres españoles, que echan un vistazo a la oferta de bocadillos y bollería, pero con ganas de tostadas.
Tras un buen rato tratando de hacerse entender, acaban desistiendo y pidiendo unas madalenas, tras no lograr cambiar la expresión de asombro de las dos camareras, cuyas mentes les muestran un bocadillo caliente de pan sin nada. Nosotros pagamos, y seguimos calle adelante hasta una plaza encantadora, pero que contractura la lengua al tratar de nombrarla,
(D) PLAZA SZABADSAG (PLAZA DE LA LIBERTAD)
En el distrito V de Budapest, es la más grande y representativa del centro de Budapest, reconocible por el gran obelisco con una estrella y una hoz y un martillo dorados, en recuerdo de la liberación de la ciudad por la Unión Soviética. Es el único memorial que queda de la URSS en la ciudad, y a pesar de la comprensible controversia de si debía ser derribada o no, a veces aparecen flores y coronas depositadas por desconocidos que añoran épocas pasadas.
Para contrarrestar tal símbolo, EE.UU. la rodeó colocando a la derecha la fortaleza vallada de su embajada, y a la izquierda, una estatua inaugurada en el 2011 de nada más ni nada menos que el pistolero Ronald Reagan. También se encontraba la sede de la TV nacional húngara, aunque el edificio se ha vendido recientemente. Aunque es evidente el ambiente de oficinas en el área, a mi me gustó el aire de esta plaza, con la perspectiva detrás del obelisco, de la cúpula del Parlamento flotando entre los edificios señoriales. Merece la pena.
Agarramos la lateral de la embajada USA, hasta la siguiente calle que cruza, Hold Utca, por la que giramos a la derecha, pasando por delante de la fachada del edificio de la sede del Postal Savings Bank, uno de los emblemas del modernismo húngaro, y obra cumbre de Odon Lechner, el padre del movimiento, del que se pueden ver otras obras de art nouveau secesionista, como el Museo de artes aplicadas o el Geológico, o la iglesia de San Ladislao.
Este majestuoso edificio de Hold Utca, rebozado de mosaicos verdes con remates dorados, motivos florales tradicionales magiares, y un tejado esplendoroso, bien merece una ojeada.
Bajamos en dirección sur por la misma calle Hold, hacia nuestra siguiente parada, en cuyas cercanías ya se ven grupos de turistas atraidos como moscas hacia la catedral de Budapest o,
(E) BASILICA DE SAN ESTEBAN (SZENT ISTVAN BAZILIKA)
En la plaza del mismo nombre, nos vemos rodeados de nuevo por las sauna-casetas de otro mercadillo navideño, al que de momento ignoramos. En vez de ello, pasamos rápidamente el pórtico de la contemporánea Basílica de San Esteban, cuya construcción llevó más de medio siglo, aprox entre 1851 y 1905, debido principalmente al derrumbe de la cúpula en 1868, desastre que obligó a comenzar de nuevo.
A nivel estructural, la basílica originalmente de estilo neoclásico, se remató en estilo neorenacentista. Tiene 3 niveles de cimentación, o sea que posee casi tantos cimientos como edificio, y con 96 metros es el edificio más alto de la ciudad, junto con el Parlamento de la misma altura, no por casualidad, sino porque es el tope legal de altura permitida en las edificaciones en Budapest, y seguramente se debía simbolizar el equilibrio entre el poder ejecutivo y la Iglesia. Son características sus dos torres campanario, una de ellas con una campanilla de 9500 kilos. La contrucción, que vió palmarla al primer arquitecto al que se le concedieron las obras, también mandó al cielo al segundo que tomó su relevo, Miklos Ybl. Este hombre con apellido de multinacional, que es también autor del edificio de la Opera, murió en 1891 sin ver la obra acabada.
Aunque en muchas páginas se dice que la entrada es gratis, nosotros topamos con una sotana en puerta de entrada, que señalaba a todos los visitantes un cepillo con una tarifa escrita (200 florines). Para subir a las torres y disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad, o para ver el "tesoro" de la catedral, una mano derecha momificada que dicen que estaba pegada al brazo de San Esteban, sí que hay establecido un tiket de 500 florines. También se pueden contratar visitas guiadas al precio de 2000 florines. A la hora de nuestra visita, como se estaba celebrando una misa, lógicamente el acceso a la nave central con los feligreses en los bancos, estaba vetado a los visitantes.
Atravesamos pausadamente la plaza con el mercadillo navideño, y continuamos nuestro itinerario caminando hacia el principio de Andrassy, punto donde se junta con las avenidas Jozsef Attila utca y Bajcsy Zsilinszky utca. En uno de los corners de la confluencia, toca recarga térmica en un Costa Coffe en el número 2 de Andrassy. Los cafés de esta cadena son ricos, y escapar un rato de la llovizna y el frío nos viene bien. Al salir, iniciamos el ataque al elegante bulevard,
(F) ANDRASSY
El bulevard, es una recta de 2'5 kilómetros cuyo origen y final, son dos de las plazas más señaladas de Budapest, Erzsebet Ter (Plaza de Isabel) una gran plaza de mediados del XIX, que durante la era comunista se llamaba primero Lenin y posteriormente Engels, hasta recuperar su nombre original en 1990, y la Plaza de los Heroes, que marca el principio del parque de la ciudad, Varosliget. A mitad de recta, el Oktogon, plaza que parte Andrassy en dos secciones.
Andrassy, en su vertiente comercial, es un itinerario de tiendas de postín: Zegna, Armani, Vuitton, Gucci, etc. En su faceta arquitectónica, es un paseo de mansiones del siglo XIX, edificios monumentales como la Ópera o el palacio Drechsler en la acera opuesta, o museos como el Postal, el Ernst Museum, o el tenebroso y conocido Museo del Terror (Terror Haza). Además de esta oferta, en la siguiente travesía pasada la Opera que cruza el bulevard, la calle Nagymezo ut, llamada el Broadway de Budapest, hay un montón de teatros, salas, bares de copas, y restaurantes, que la hacen estar llena de animación a la tarde noche.
Al alcanzar la mitad del bulevard en (G) OKTOGON, nos desviamos de Andrassy, porque nuestro objetivo queda en dirección oeste, o sea hacia el río, y como nuestros planes son utilizar el transporte público como si fuera transporte turístico, nos quedamos en la parada de Oktogon de los tranvías 4 y 6, porque cualquiera de los dos nos sirve. Montamos en el primero que llega, y el tram amarillo enfila tranquilamente hacia el puente de Margarita, en mitad del cual está la parada en la que nos bajaremos, y frente a ella, la parada del bus 29, en el extremo sur de la calle que atraviesa la,
(H) ISLA MARGARITA (MARGITSZIGET)
Este pedazo de tierra de 2 kilómetros y medio, comprendido entre los puentes de Margit Hid y de Arpad Hid, lo atravesamos montados en el bus 26 a cubierto del chirimiri que no cesa de caer. Vamos 6 o 7 personas, pero a mitad de la isla, se bajan todos los pasajeros excepto nosotros. El bus, junto con los taxis, los vehículos de reparto a los establecimientos y chiringuitos de la isla, y los autos de los clientes hospedados en alguno de los dos hoteles de la isla que van a aparcar en el parking de dichos hoteles en el extremo norte, son los únicos vehículos autorizados a circular por este espacio verde. La orilla de la isla está reservada para los corredores que hacen footing en el circuito de 5 kilometros y medio que la rodea, aunque además de recorrerla a pata, se puede alquilar un cochecito eléctrico por 4300 HUF (15 euros), una bicicleta a 650 florines la hora (2'30 eu), o pagar el billete del tren turístico que cuesta 800 HUF (2'80 eu).
Aunque las crónicas hablan de los caballeros de la Orden de Malta como los primeros pobladores de la isla, otras fuentes ya hablan de familias de la época romana, usando del parque para pasear y como zona de descanso. A principios del siglo XII, el rey Imre utilizaba como coto de caza la isla, por entonces llamada "de los señores" o "de los conejos". A mediados de ese siglo, el rey Bela IV mandó construir un convento dominico, donde recluyó a su hija Margarita, ejemplo que siguieron con sus hijas muchos de los nobles del reino. Tras la muerte de Margarita de Hungría, posteriormente beatificada, la isla tomó su nombre. Durante la invasión turca, la isla fue convertida en un harén al que nadie podía aproximarse bajo pena de muerte. A principios del siglo XIX, la isla adquirió su aspecto presente, y como anécdota acogió en 1814, una de las reuniones de Francisco I de Austria, el Zar Alejandro I y el príncipe Federico Guillermo III de Prusia, tres de los emperadores de los varios imperios que formaban parte de la alianza que derrotó a Napoleón, mandándolo a la isla de Elba tras Waterloo. Ya en 1908, fue declarado parque público, y se construyó el puente que la conecta con Pest y Buda. Entre las ruinas históricas presentes están las ruinas de una iglesia del siglo XII, y de otra dos y un convento del XIII
Actualmente en la isla se encuentran entre otros espacios, un pequeño jardín japonés, un micro zoo, un pequeño pabellón para conciertos al aire libre, la modernista Torre del agua de 1911, un parque acuático, una piscina olímpica, pistas de tenis, un centro de atletismo, el jardín de las rosas, el Gran Hotel Margisziget y el Thermal Hotel Margitsziget, un teatro al aire libre, restaurantes, una avenida llena de estatuas denominada "de los artistas", un mini jardín botánico, varios estanques, y la Fuente de la Música, copia de la original de 1851, que realiza pases de espectáculos de música y luces.Todo ello cubierto por la neblina, nosotros lo dejamos atrás en 15 minutos, jejeje, montados en el bus 26, que nos saca de la isla por el extremo norte incorporándose al puente de Arpad Hid, y entrando en Pest hasta la parada final en la plaza de (I) ARPAD HID, un nudo viario del norte de la ciudad, con la estación de buses de mismo nombre, con rutas que parten a pueblos históricos y turísticos como Szentendre, Visegrad, y Esztergom; modernos edificios de oficinas, una torre de comunicaciones, la comisaría central de la policía, y la parada de metro de Arpad Hid de la línea 3 azul, donde nos dirigimos.
Con esa línea paralela al río, llegamos hasta Deak Ter, donde intercambiamos a la moderna línea 2 roja. Reconozco la ilusión casi infantil que tengo por pasar bajo el Danubio, así que durante el corto recorrido de este a oeste, trato de averiguar por el sonido, el momento en el que el suburbano circula por el tramo bajo el río. Unos pocos minutos después, bordeando la colina de Buda, llegamos a nuestro siguiente destino,
(J) PLAZA SZELL KALMAN o PLAZA DE MOSCU (MOSZKVA TER)
Sin ningún interés turístico especial, la Plaza Moszkva, desde el 2011 renombrada Plaza Szell Kalman Ter, es un soplo de aire fresco con aires del periodo soviético. Un soplo de aire fresco porque además de la imperial, modernista, y romántica Budapest, creo que hay lugar para una "belleza" antiestética, cotidiana y caótica como la de este nudo viario, bullicioso y popular, situado en una depresión rodeada por las colinas de Buda, con bloques de viviendas 60’s-70`s, centros comerciales y tiendas de barrio, vías ferroviarias y containers, túneles, quioscos, y la única grandiosidad del edificio que domina la plaza con forma de gran castillo-tarta de chocolate y nata, hasta hace muy poquito sede del servicio postal húngaro.
Desde el punto de vista local y no el de un turista, transmito la opinión de uno de los blogueros húngaros que leí, de que es un espacio controvertido en el que se mezclan los inmigrantes ilegales del llamado "mercado de esclavos", que esperan cada dia a primera hora para ser escogidos para trabajar como temporeros, con la gente pudiente y los ejecutivos que bajan de las villas de la colina, y al que comprensiblemente le achaca, el ser un espacio que no ha cambiado en décadas, al que de alguna manera, solo hace especial la gente.
Por supuesto que como no es un lugar glamuroso, que es la antítesis del señorial bulevard Andrassy, y que está concurrido por vagabundos y borrachos, quizás es solo aconsejable para fanáticos de las vertientes o para respirar durante un rato atmósferas diferentes a las del centro. Como anécdota, la plaza dio su nombre al título de una película húngara del 2001, cuya acción giraba alrededor de las andanzas de cuatro jóvenes, durante la etapa final del periodo comunista. Otra curiosidad, es la estación de metro de la plaza, construida por los soviéticos, que a sus 38 y pico metros bajo el suelo es la más profunda de Budapest, lo que se hace evidente en las mareantes escaleras mecánicas de bajada a los andenes.
Dando unas vueltas por los alrededores, nos metemos a echar una ojeada en el Mammut, un centro comercial en el sur de la plaza, y luego ascendemos a las calles de al lado del castillo, de edificios de viviendas normales, donde a la búsqueda de unas cervezas, nos metemos en un acogedor café regentado por una atareada señora mayor, tras haber visto a traves del cristal a un chaval sentado en un sofá, dar sorbos a un té mientras estudia o trabaja escribiendo en una libreta sobre una mesita.
La tranquila cafetería, que nos proporciona unas buenas y baratas cervezas checas, y un rato relajado, está al inicio de la calle Varfok utca, en el extremo superior de la plaza a la izquierda del castillo-tarta. En el rótulo redondo que cuelga pone Lamig, pero como está en húngaro, a saber si es el nombre del bar o el de un anunciante.
A dos pasos de la plaza, detrás del Mammut, está el Parque del Milenario (Millennium Park), un espacio inaugurado hace 10 años, y que más que un parque es un proyecto cultural. En el espacio de una antigua acería del siglo XIX, se ha construido un complejo con jardines con fuentes, estanques, puentes, un anfiteatro, y las naves originales rehabilitadas, que ahora ofrecen a la ciudad exposiciones, actividades multimedia, y para los peques, el "Palacio de las maravillas", un espacio de juegos interactivos para niños de todas las edades y el edificio de al lado, en el que se realizan espectáculos para ellos.
Descendemos a las profundidades del andén de metro de Szell Kallman Ter, y en la misma línea 2 roja, volvemos a pasar por debajo del Danubio a la otra orilla, hasta nuestra parada en la esquina del (K) ASTORIA.
Hemos dado un buen paseo y ya anocheciendo a las 4 y poco, no hemos comido nada todavía, así que preguntamos en la recepción del hotel por algún restaurante asiático cercano, y nos informan que a la vuelta de la esquina, en Muzeum Korut (bulevard), hay un fast food chino. El chino tiene 8 mesas de formica, y una barra de bufet con una decena de cubetas. Una de arroz, una de fideos, y las otras de ingredientes a elegir. No hay más, pero los fideos que pedimos con la cerveza son 3 euros, y están buenos.
Las aceras están mojadas y el aire es helado, pero nos vamos caminando calle Rakoczi adelante, pasando por arcadas, echando vistazos furtivos a los soportales, y haciendo parada delante del precioso cine Urania de aire morisco-veneciano, que se abrió en 1899 como teatro cabaret y actualmente es la filmoteca nacional. Unas manzanas más adelante, al llegar a la parada de metro de Blaha Lujza ter en la esquina del bulevard Erzsebet, giramos a la izquierda y en la acera de enfrente en la siguiente esquina, deslumbra el edificio del
(L) BOSCOLO NEW YORK PALACE
el lujoso hotel del emblemático café new york (1894), uno de los candidatos favoritos para la nominación de café mas bonito del mundo, fue reabierto en el 2006 por la cadena hotelera italiana, tras una restauración de 5 años para recuperar su estado original, del lamentable estado en el que estaba, tras un siglo de existencia, dos guerras, y la indiferencia de regímenes más "ascéticos".
En el pasado, frecuentado por la crema del mundo literario y artístico húngaro, la cafetería mantiene el pabellón en lo más alto, de la tradición de los cafés en Hungría (Kavehaz). Los frescos del techo, las columnas de mármol con dorados, los candelabros venecianos, los faunos, la tapicería granate aterciopelada, producen un efecto apabullante y ligeramente intimidatorio en el cliente, transportándole el cortado a la Belle Epoque de principios del siglo XX, e impidiéndole levantarse de la silla por la sensación de "no me muevo no vaya a ser que rompa algo".
Para recargar más el asunto, en el café habían 2 salas de juegos, una de estilo Rococó, y otra de estilo Renacentista, y un gigantesco cristal de separación pintado con motivos japoneses, turcos, barrocos y renacentistas. Las mesas y sillas eran de bronce, y los distinguidos clientes tenían sus camareros privados que conocían al dedillo si querían el cortado descafeinado corto, con leche tibia y espuma, pero no mucha, y no más de 3 miligramos de azúcar negra. Como se puede comprobar, solo faltaba la tapicería de cuero y los elevalunas eléctricos.
Tras pasar por la puerta y esperar unos segundos a que viniese un sirviente con levita a anunciar nuestra presencia, gritando al aire de la sala, el barón y la baronesa de Barcelona ..., nos sentamos en una preciosa mesa (seguramente es lo único que me llevaría a casa) y demando un pastel de moka y un machiato.
Le reconozco la excelencia al pastel de moka de 1850 florines (unos 6'5 euros), y el machiato cuesta 1500 (5 euros), y el ambiente es de clientela mirando al techo. Fervoroso seguidor de los cafés centenarios españoles, tipo "La delicia" de la "La colmena" de Cela, o históricos como el Gijón, el Oriente, el Pombo, el Comercial, etc. en Madrid, o els Quatre Gats, o el de la Ópera en Barcelona, en el New York Kavehaz me resulta excesiva la opulencia, y echo en falta más "atmósfera densa", pero sin duda es un lugar diferente.
Pasamos por el hotel, a cerrar el tema de la partida a las 4 de la mañana, contratando un taxi por 20 euros a través de la recepción del hotel, y obteniendo una respuesta positiva a nuestra petición de café con leche a esas horas, y nos vamos a dar una última vuelta. Sandra, a darse un masaje, y yo a tomar los últimos vinos calientes en Budapest.
El salón-spa A-list, se encuentra en la plaza Jozsef Nador detrás del Palacio Gerbaud, en la Plaza Vorosmarty. Acompaño a Sandra, que cierra el masaje sueco por 8800 florines (30 euros), y cuando la hace pasar una sonriente mujer oriental, me marcho a Vorosmarty a agotar mis minutos húngaros.
La plaza y los alrededores siguen tan animados como de costumbre, así que me acerco a uno de los chiringos y pido un Mulled wine (vino caliente), y dejo pasar el tiempo pausadamente, dando unas vueltas. Tras esperar a Sandra y marcharnos al hotel, a las 3 y media de la madrugada nos da un toque el recepcionista, hacemos la mínima bolsa que llevamos, bajamos a recepción donde el agradable chaval nos saca la máquina de café y nos da una bolsa de excursión con un desayuno de fruta, bollería y yogures, 10 minutos antes de las 4 llega el taxista, y a las 4 y poquito, estamos pasando los controles de vuelta a Barcelona.
Cruzamos a cobijarnos bajos los árboles de la plaza Luis Kossuth, revolucionario nacionalista húngaro del XIX, pero curiosamente nos encontramos, no con una estatua suya, sino con una ecuestre de un tal Francisco II Rakoczi, patriota magiar del cual dicen las biografías que fue Príncipe de Transilvania, -por aquellos tiempos, única de las tres partes en que estaba dividida Hungría que era gobernada con cierta autonomía por los húngaros-, y líder de la guerra de la Independencia de 1703 contra los Austrias. Me voy por las ramas. A lo que iba, frente a la plaza, se encuentra el
(B) PARLAMENTO (ORSZAGHAZ)
De entrada decir que toda la cara que da al casco urbano está andamiada, por lo que la fachada y alas del lado que no da al Danubio, se encuentra cubierta por un mecano de tablones de madera. Así que las vistas limpias, se obtienen desde el otro lado del río en la orilla de Buda, o desde los puentes. El edificio, faltaría más, es ... ecléctico (durante la redacción de este diario, me he sentido como un niño castigado a escribir mil veces la frase, "El edificio es ecléctico"), ya que aunque está inspirado en el Palacio de Westminster, el Parlamento inglés, los arquitectos húngaros, en esta ocasión el Sr. Imre Steindl, volvieron a aplacar su mono de estilomanía arquitectónica, combinando el neogótico principal, con elementos renacentistas y barrocos. El edificio de 691 salas, fue levantado por un promedio de mil currantes diarios entre 1885 y 1900, tras poner 40 millones de ladrillos y tallar medio millon de piedras para la decoración, o sea, el sueño orgásmico de un empresario del tocho. El deslumbrante interior del Parlamento es de mucho mármol y oro, en consonancia con la proverbial austeridad de la clase política.
Según la web del parlamento, está abierto para visitas en grupo, de Octubre a Abril, de lunes a sábado de 8 a 16h, y domingos de 8 a 14h, y de Mayo a Setiembre de lunes a viernes de 8 a 18h, sábados de 8 a 16h, y domingos de 8 a 14h, aunque OJO, las visitas en grupo en español, son los dias laborable a las 11'30 y a las 16 horas, y los domingos a las 11'30 horas. La visita dura unos tres cuartos de hora, y se inicia en la puerta número 12, despues de haber sacado los tickets de 3500 florines (12 euros) en la puerta número 10. Se puede reservar anticipadamente mandándoles un mail a la dirección tourist.office@parlament.hu
Abandonamos la belleza ostentosa del palacio, para llegarnos hasta la orilla del Danubio, a unos 100 metros del supermegaedificioecléctico. Con tiento al cruzar porque hay que atravesar la autovía paralela a la orilla, saltamos el guardarrailes y pisamos el borde del río donde se encuentra el
(C) MEMORIAL DE LOS ZAPATOS
El neblinoso, gélido y gris domingo, aumenta aún más la tristeza de este memorial de sesenta pares de zapatos de hierro que se pueden observar en el margen del Danubio, y que fueron esculpidos tomando como modelo calzado de los años 40, para rendir homenaje a los judíos que entre 1944-1945, eran sacados de sus viviendas del ghetto por los milicianos del partido nazi de Hungría, "Arrow Cross Party" (Nyilasok), conducidos en fila india hasta el Danubio, y después de ser obligados a quitarse los zapatos y situarse en el borde de cara al río, eran ejecutados cayendo al agua.
Huimos de la bruma fluvial, metiéndonos entre los bloques de la calle Zoltan. Al llegar a Nador utca, hacemos parada en un bar abierto, para acumular calor y tomar un machiato. Tres minutos después, escuchamos entrar a tres españoles, que echan un vistazo a la oferta de bocadillos y bollería, pero con ganas de tostadas.
Tras un buen rato tratando de hacerse entender, acaban desistiendo y pidiendo unas madalenas, tras no lograr cambiar la expresión de asombro de las dos camareras, cuyas mentes les muestran un bocadillo caliente de pan sin nada. Nosotros pagamos, y seguimos calle adelante hasta una plaza encantadora, pero que contractura la lengua al tratar de nombrarla,
(D) PLAZA SZABADSAG (PLAZA DE LA LIBERTAD)
En el distrito V de Budapest, es la más grande y representativa del centro de Budapest, reconocible por el gran obelisco con una estrella y una hoz y un martillo dorados, en recuerdo de la liberación de la ciudad por la Unión Soviética. Es el único memorial que queda de la URSS en la ciudad, y a pesar de la comprensible controversia de si debía ser derribada o no, a veces aparecen flores y coronas depositadas por desconocidos que añoran épocas pasadas.
Para contrarrestar tal símbolo, EE.UU. la rodeó colocando a la derecha la fortaleza vallada de su embajada, y a la izquierda, una estatua inaugurada en el 2011 de nada más ni nada menos que el pistolero Ronald Reagan. También se encontraba la sede de la TV nacional húngara, aunque el edificio se ha vendido recientemente. Aunque es evidente el ambiente de oficinas en el área, a mi me gustó el aire de esta plaza, con la perspectiva detrás del obelisco, de la cúpula del Parlamento flotando entre los edificios señoriales. Merece la pena.
Agarramos la lateral de la embajada USA, hasta la siguiente calle que cruza, Hold Utca, por la que giramos a la derecha, pasando por delante de la fachada del edificio de la sede del Postal Savings Bank, uno de los emblemas del modernismo húngaro, y obra cumbre de Odon Lechner, el padre del movimiento, del que se pueden ver otras obras de art nouveau secesionista, como el Museo de artes aplicadas o el Geológico, o la iglesia de San Ladislao.
Este majestuoso edificio de Hold Utca, rebozado de mosaicos verdes con remates dorados, motivos florales tradicionales magiares, y un tejado esplendoroso, bien merece una ojeada.
Bajamos en dirección sur por la misma calle Hold, hacia nuestra siguiente parada, en cuyas cercanías ya se ven grupos de turistas atraidos como moscas hacia la catedral de Budapest o,
(E) BASILICA DE SAN ESTEBAN (SZENT ISTVAN BAZILIKA)
En la plaza del mismo nombre, nos vemos rodeados de nuevo por las sauna-casetas de otro mercadillo navideño, al que de momento ignoramos. En vez de ello, pasamos rápidamente el pórtico de la contemporánea Basílica de San Esteban, cuya construcción llevó más de medio siglo, aprox entre 1851 y 1905, debido principalmente al derrumbe de la cúpula en 1868, desastre que obligó a comenzar de nuevo.
A nivel estructural, la basílica originalmente de estilo neoclásico, se remató en estilo neorenacentista. Tiene 3 niveles de cimentación, o sea que posee casi tantos cimientos como edificio, y con 96 metros es el edificio más alto de la ciudad, junto con el Parlamento de la misma altura, no por casualidad, sino porque es el tope legal de altura permitida en las edificaciones en Budapest, y seguramente se debía simbolizar el equilibrio entre el poder ejecutivo y la Iglesia. Son características sus dos torres campanario, una de ellas con una campanilla de 9500 kilos. La contrucción, que vió palmarla al primer arquitecto al que se le concedieron las obras, también mandó al cielo al segundo que tomó su relevo, Miklos Ybl. Este hombre con apellido de multinacional, que es también autor del edificio de la Opera, murió en 1891 sin ver la obra acabada.
Aunque en muchas páginas se dice que la entrada es gratis, nosotros topamos con una sotana en puerta de entrada, que señalaba a todos los visitantes un cepillo con una tarifa escrita (200 florines). Para subir a las torres y disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad, o para ver el "tesoro" de la catedral, una mano derecha momificada que dicen que estaba pegada al brazo de San Esteban, sí que hay establecido un tiket de 500 florines. También se pueden contratar visitas guiadas al precio de 2000 florines. A la hora de nuestra visita, como se estaba celebrando una misa, lógicamente el acceso a la nave central con los feligreses en los bancos, estaba vetado a los visitantes.
Atravesamos pausadamente la plaza con el mercadillo navideño, y continuamos nuestro itinerario caminando hacia el principio de Andrassy, punto donde se junta con las avenidas Jozsef Attila utca y Bajcsy Zsilinszky utca. En uno de los corners de la confluencia, toca recarga térmica en un Costa Coffe en el número 2 de Andrassy. Los cafés de esta cadena son ricos, y escapar un rato de la llovizna y el frío nos viene bien. Al salir, iniciamos el ataque al elegante bulevard,
(F) ANDRASSY
El bulevard, es una recta de 2'5 kilómetros cuyo origen y final, son dos de las plazas más señaladas de Budapest, Erzsebet Ter (Plaza de Isabel) una gran plaza de mediados del XIX, que durante la era comunista se llamaba primero Lenin y posteriormente Engels, hasta recuperar su nombre original en 1990, y la Plaza de los Heroes, que marca el principio del parque de la ciudad, Varosliget. A mitad de recta, el Oktogon, plaza que parte Andrassy en dos secciones.
Andrassy, en su vertiente comercial, es un itinerario de tiendas de postín: Zegna, Armani, Vuitton, Gucci, etc. En su faceta arquitectónica, es un paseo de mansiones del siglo XIX, edificios monumentales como la Ópera o el palacio Drechsler en la acera opuesta, o museos como el Postal, el Ernst Museum, o el tenebroso y conocido Museo del Terror (Terror Haza). Además de esta oferta, en la siguiente travesía pasada la Opera que cruza el bulevard, la calle Nagymezo ut, llamada el Broadway de Budapest, hay un montón de teatros, salas, bares de copas, y restaurantes, que la hacen estar llena de animación a la tarde noche.
Al alcanzar la mitad del bulevard en (G) OKTOGON, nos desviamos de Andrassy, porque nuestro objetivo queda en dirección oeste, o sea hacia el río, y como nuestros planes son utilizar el transporte público como si fuera transporte turístico, nos quedamos en la parada de Oktogon de los tranvías 4 y 6, porque cualquiera de los dos nos sirve. Montamos en el primero que llega, y el tram amarillo enfila tranquilamente hacia el puente de Margarita, en mitad del cual está la parada en la que nos bajaremos, y frente a ella, la parada del bus 29, en el extremo sur de la calle que atraviesa la,
(H) ISLA MARGARITA (MARGITSZIGET)
Este pedazo de tierra de 2 kilómetros y medio, comprendido entre los puentes de Margit Hid y de Arpad Hid, lo atravesamos montados en el bus 26 a cubierto del chirimiri que no cesa de caer. Vamos 6 o 7 personas, pero a mitad de la isla, se bajan todos los pasajeros excepto nosotros. El bus, junto con los taxis, los vehículos de reparto a los establecimientos y chiringuitos de la isla, y los autos de los clientes hospedados en alguno de los dos hoteles de la isla que van a aparcar en el parking de dichos hoteles en el extremo norte, son los únicos vehículos autorizados a circular por este espacio verde. La orilla de la isla está reservada para los corredores que hacen footing en el circuito de 5 kilometros y medio que la rodea, aunque además de recorrerla a pata, se puede alquilar un cochecito eléctrico por 4300 HUF (15 euros), una bicicleta a 650 florines la hora (2'30 eu), o pagar el billete del tren turístico que cuesta 800 HUF (2'80 eu).
Aunque las crónicas hablan de los caballeros de la Orden de Malta como los primeros pobladores de la isla, otras fuentes ya hablan de familias de la época romana, usando del parque para pasear y como zona de descanso. A principios del siglo XII, el rey Imre utilizaba como coto de caza la isla, por entonces llamada "de los señores" o "de los conejos". A mediados de ese siglo, el rey Bela IV mandó construir un convento dominico, donde recluyó a su hija Margarita, ejemplo que siguieron con sus hijas muchos de los nobles del reino. Tras la muerte de Margarita de Hungría, posteriormente beatificada, la isla tomó su nombre. Durante la invasión turca, la isla fue convertida en un harén al que nadie podía aproximarse bajo pena de muerte. A principios del siglo XIX, la isla adquirió su aspecto presente, y como anécdota acogió en 1814, una de las reuniones de Francisco I de Austria, el Zar Alejandro I y el príncipe Federico Guillermo III de Prusia, tres de los emperadores de los varios imperios que formaban parte de la alianza que derrotó a Napoleón, mandándolo a la isla de Elba tras Waterloo. Ya en 1908, fue declarado parque público, y se construyó el puente que la conecta con Pest y Buda. Entre las ruinas históricas presentes están las ruinas de una iglesia del siglo XII, y de otra dos y un convento del XIII
Actualmente en la isla se encuentran entre otros espacios, un pequeño jardín japonés, un micro zoo, un pequeño pabellón para conciertos al aire libre, la modernista Torre del agua de 1911, un parque acuático, una piscina olímpica, pistas de tenis, un centro de atletismo, el jardín de las rosas, el Gran Hotel Margisziget y el Thermal Hotel Margitsziget, un teatro al aire libre, restaurantes, una avenida llena de estatuas denominada "de los artistas", un mini jardín botánico, varios estanques, y la Fuente de la Música, copia de la original de 1851, que realiza pases de espectáculos de música y luces.Todo ello cubierto por la neblina, nosotros lo dejamos atrás en 15 minutos, jejeje, montados en el bus 26, que nos saca de la isla por el extremo norte incorporándose al puente de Arpad Hid, y entrando en Pest hasta la parada final en la plaza de (I) ARPAD HID, un nudo viario del norte de la ciudad, con la estación de buses de mismo nombre, con rutas que parten a pueblos históricos y turísticos como Szentendre, Visegrad, y Esztergom; modernos edificios de oficinas, una torre de comunicaciones, la comisaría central de la policía, y la parada de metro de Arpad Hid de la línea 3 azul, donde nos dirigimos.
Con esa línea paralela al río, llegamos hasta Deak Ter, donde intercambiamos a la moderna línea 2 roja. Reconozco la ilusión casi infantil que tengo por pasar bajo el Danubio, así que durante el corto recorrido de este a oeste, trato de averiguar por el sonido, el momento en el que el suburbano circula por el tramo bajo el río. Unos pocos minutos después, bordeando la colina de Buda, llegamos a nuestro siguiente destino,
(J) PLAZA SZELL KALMAN o PLAZA DE MOSCU (MOSZKVA TER)
Sin ningún interés turístico especial, la Plaza Moszkva, desde el 2011 renombrada Plaza Szell Kalman Ter, es un soplo de aire fresco con aires del periodo soviético. Un soplo de aire fresco porque además de la imperial, modernista, y romántica Budapest, creo que hay lugar para una "belleza" antiestética, cotidiana y caótica como la de este nudo viario, bullicioso y popular, situado en una depresión rodeada por las colinas de Buda, con bloques de viviendas 60’s-70`s, centros comerciales y tiendas de barrio, vías ferroviarias y containers, túneles, quioscos, y la única grandiosidad del edificio que domina la plaza con forma de gran castillo-tarta de chocolate y nata, hasta hace muy poquito sede del servicio postal húngaro.
Desde el punto de vista local y no el de un turista, transmito la opinión de uno de los blogueros húngaros que leí, de que es un espacio controvertido en el que se mezclan los inmigrantes ilegales del llamado "mercado de esclavos", que esperan cada dia a primera hora para ser escogidos para trabajar como temporeros, con la gente pudiente y los ejecutivos que bajan de las villas de la colina, y al que comprensiblemente le achaca, el ser un espacio que no ha cambiado en décadas, al que de alguna manera, solo hace especial la gente.
Por supuesto que como no es un lugar glamuroso, que es la antítesis del señorial bulevard Andrassy, y que está concurrido por vagabundos y borrachos, quizás es solo aconsejable para fanáticos de las vertientes o para respirar durante un rato atmósferas diferentes a las del centro. Como anécdota, la plaza dio su nombre al título de una película húngara del 2001, cuya acción giraba alrededor de las andanzas de cuatro jóvenes, durante la etapa final del periodo comunista. Otra curiosidad, es la estación de metro de la plaza, construida por los soviéticos, que a sus 38 y pico metros bajo el suelo es la más profunda de Budapest, lo que se hace evidente en las mareantes escaleras mecánicas de bajada a los andenes.
Dando unas vueltas por los alrededores, nos metemos a echar una ojeada en el Mammut, un centro comercial en el sur de la plaza, y luego ascendemos a las calles de al lado del castillo, de edificios de viviendas normales, donde a la búsqueda de unas cervezas, nos metemos en un acogedor café regentado por una atareada señora mayor, tras haber visto a traves del cristal a un chaval sentado en un sofá, dar sorbos a un té mientras estudia o trabaja escribiendo en una libreta sobre una mesita.
La tranquila cafetería, que nos proporciona unas buenas y baratas cervezas checas, y un rato relajado, está al inicio de la calle Varfok utca, en el extremo superior de la plaza a la izquierda del castillo-tarta. En el rótulo redondo que cuelga pone Lamig, pero como está en húngaro, a saber si es el nombre del bar o el de un anunciante.
A dos pasos de la plaza, detrás del Mammut, está el Parque del Milenario (Millennium Park), un espacio inaugurado hace 10 años, y que más que un parque es un proyecto cultural. En el espacio de una antigua acería del siglo XIX, se ha construido un complejo con jardines con fuentes, estanques, puentes, un anfiteatro, y las naves originales rehabilitadas, que ahora ofrecen a la ciudad exposiciones, actividades multimedia, y para los peques, el "Palacio de las maravillas", un espacio de juegos interactivos para niños de todas las edades y el edificio de al lado, en el que se realizan espectáculos para ellos.
Descendemos a las profundidades del andén de metro de Szell Kallman Ter, y en la misma línea 2 roja, volvemos a pasar por debajo del Danubio a la otra orilla, hasta nuestra parada en la esquina del (K) ASTORIA.
Hemos dado un buen paseo y ya anocheciendo a las 4 y poco, no hemos comido nada todavía, así que preguntamos en la recepción del hotel por algún restaurante asiático cercano, y nos informan que a la vuelta de la esquina, en Muzeum Korut (bulevard), hay un fast food chino. El chino tiene 8 mesas de formica, y una barra de bufet con una decena de cubetas. Una de arroz, una de fideos, y las otras de ingredientes a elegir. No hay más, pero los fideos que pedimos con la cerveza son 3 euros, y están buenos.
Las aceras están mojadas y el aire es helado, pero nos vamos caminando calle Rakoczi adelante, pasando por arcadas, echando vistazos furtivos a los soportales, y haciendo parada delante del precioso cine Urania de aire morisco-veneciano, que se abrió en 1899 como teatro cabaret y actualmente es la filmoteca nacional. Unas manzanas más adelante, al llegar a la parada de metro de Blaha Lujza ter en la esquina del bulevard Erzsebet, giramos a la izquierda y en la acera de enfrente en la siguiente esquina, deslumbra el edificio del
(L) BOSCOLO NEW YORK PALACE
el lujoso hotel del emblemático café new york (1894), uno de los candidatos favoritos para la nominación de café mas bonito del mundo, fue reabierto en el 2006 por la cadena hotelera italiana, tras una restauración de 5 años para recuperar su estado original, del lamentable estado en el que estaba, tras un siglo de existencia, dos guerras, y la indiferencia de regímenes más "ascéticos".
En el pasado, frecuentado por la crema del mundo literario y artístico húngaro, la cafetería mantiene el pabellón en lo más alto, de la tradición de los cafés en Hungría (Kavehaz). Los frescos del techo, las columnas de mármol con dorados, los candelabros venecianos, los faunos, la tapicería granate aterciopelada, producen un efecto apabullante y ligeramente intimidatorio en el cliente, transportándole el cortado a la Belle Epoque de principios del siglo XX, e impidiéndole levantarse de la silla por la sensación de "no me muevo no vaya a ser que rompa algo".
Para recargar más el asunto, en el café habían 2 salas de juegos, una de estilo Rococó, y otra de estilo Renacentista, y un gigantesco cristal de separación pintado con motivos japoneses, turcos, barrocos y renacentistas. Las mesas y sillas eran de bronce, y los distinguidos clientes tenían sus camareros privados que conocían al dedillo si querían el cortado descafeinado corto, con leche tibia y espuma, pero no mucha, y no más de 3 miligramos de azúcar negra. Como se puede comprobar, solo faltaba la tapicería de cuero y los elevalunas eléctricos.
Tras pasar por la puerta y esperar unos segundos a que viniese un sirviente con levita a anunciar nuestra presencia, gritando al aire de la sala, el barón y la baronesa de Barcelona ..., nos sentamos en una preciosa mesa (seguramente es lo único que me llevaría a casa) y demando un pastel de moka y un machiato.
Le reconozco la excelencia al pastel de moka de 1850 florines (unos 6'5 euros), y el machiato cuesta 1500 (5 euros), y el ambiente es de clientela mirando al techo. Fervoroso seguidor de los cafés centenarios españoles, tipo "La delicia" de la "La colmena" de Cela, o históricos como el Gijón, el Oriente, el Pombo, el Comercial, etc. en Madrid, o els Quatre Gats, o el de la Ópera en Barcelona, en el New York Kavehaz me resulta excesiva la opulencia, y echo en falta más "atmósfera densa", pero sin duda es un lugar diferente.
Pasamos por el hotel, a cerrar el tema de la partida a las 4 de la mañana, contratando un taxi por 20 euros a través de la recepción del hotel, y obteniendo una respuesta positiva a nuestra petición de café con leche a esas horas, y nos vamos a dar una última vuelta. Sandra, a darse un masaje, y yo a tomar los últimos vinos calientes en Budapest.
El salón-spa A-list, se encuentra en la plaza Jozsef Nador detrás del Palacio Gerbaud, en la Plaza Vorosmarty. Acompaño a Sandra, que cierra el masaje sueco por 8800 florines (30 euros), y cuando la hace pasar una sonriente mujer oriental, me marcho a Vorosmarty a agotar mis minutos húngaros.
La plaza y los alrededores siguen tan animados como de costumbre, así que me acerco a uno de los chiringos y pido un Mulled wine (vino caliente), y dejo pasar el tiempo pausadamente, dando unas vueltas. Tras esperar a Sandra y marcharnos al hotel, a las 3 y media de la madrugada nos da un toque el recepcionista, hacemos la mínima bolsa que llevamos, bajamos a recepción donde el agradable chaval nos saca la máquina de café y nos da una bolsa de excursión con un desayuno de fruta, bollería y yogures, 10 minutos antes de las 4 llega el taxista, y a las 4 y poquito, estamos pasando los controles de vuelta a Barcelona.
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