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Después de las buenas expes viajando en solitario por
1.- Veneto-Eslovenia-Croacia-Bosnia&Herzegobina-Serbia- Bulgaria
2.- Palencia-Burgos-Valladolid-León-Salamanca
3.- Berlín-Polonia-Lituania-Letonia-Estonia
ahora me dispongo a hacer "en directo" mi cuarto diario. La ruta prevista, si me da tiempo y encuentro conexiones de transporte público sería la siguiente:
MARTES 22/ENERO/2013
Desde Bilbao he volado con Vueling a Sevilla. Si hubiesen quitado cinco filas de asientos y hubiesen distribuido nuevamente el resto, hubiera ido incómodo; obvia decir, que no han quitado las cinco filas referidas, así que no tengo calificativo para describir lo difícil que ha sido que las rodillas me entraran en el asiento. Menos mal que el vuelo ha llegado con diez minutillos de adelanto.
En el aeropuerto se puede coger un taxi (22€) o un bus que sale cada media hora aproximadamente. El horario de la web no coincide con el real, tampoco el precio que decía costar 2’40 y ha subido (será la cuesta de enero) algo más del 50% y sale por 4€. Te deja en el centro de la ciudad.
Como mi albergue está a unos dos kilómetros de la parada principal de autobuses y no sé qué autobús me acerca (ahora ya lo sé) he ido andando. Han sido unos 25 minutos de avenidas amplias y sin pérdida. La mochila pesaba un poquito, pero nada que obligue a quejarme a mí mismo.
Como ya me pasó el invierno anterior, he decidido coger, cuando puedo, albergues públicos o municipales. Se trata de residencias de estudiantes aprovechadas y cuentan con los típicos servicios: limpieza y pulcritud; un conserje vago y poco afable (no es el dueño); unas instalaciones espectaculares para ser un albergue de 18 euros con desayuno buffet incluido.
La habitación, pues también espectacular por ese precio, tiene un pequeño recibidor, un baño privado enorme y sólo cuatro literas. Al parecer comparto la habitación con una persona más, pero aún no la conozco. La única pega, el montón de adolescentes italianos (léase ruidosos) que andan por aquí; pero vamos, que como de día no tengo pensado tocar el albergue, como que no me importa.
Una vez dejadas las cosas en la habitación (y cargando la cámara de fotos… Iñaki el previsor) me he ido (sí, sin cámara, ergo diario tostón de momento sin fotos) a patear lo que pudiera de la ciudad y hacerme una idea de dónde estaban algunas paradas de bus, teatros, monumentos…
La idea del día de hoy era aprovechar que la Casa Pilatos era gratuita por la tarde, según la Guía Verde de Michelín (edición junio 2012). Pues va a ser que no, después de callejear un número casi infinito de cantones y calles sin aceras, llego al edificio y lo primero que veo es un cartel en el que dicen que el día de visita gratuita es el miércoles a partir de las 15:00 (hasta las 19:00). Evidentemente, he decidido no gastarme los 8€ y esperar a mañana.
Iñaki y los mapas no es que sean incompatibles, lo siguiente; así que he decidido andar sin dirección clara por el barrio de Santa Cruz. Así he pasado (creo que unas cinco veces) por la plaza nueva y la de San Francisco, con la fachada del ayuntamiento ya casi restaurada; la catedral y el alcázar; la plaza de El Salvador; el palacio de Lebrija; la capilla de San José… Sí ya sé que parece un recorrido superplanificado, pero qué va, me las he ido encontrado (varias veces claro) mientras deambulaba.
También he aprovechado para localizar la Torre del Oro (no me ha impactado mucho, la verdad) y el largo paseo alrededor del Guadalquivir, hasta el puente de Triana. Ya en el barrio de Triana he decidido entrar a tomar algo calentito, pues en Sevilla también hace fresco por la noche en Enero (uno que es ingenuo e iba en camiseta de manga corta, siendo observado como un bicho raro por sus congéneres ataviados con guantes, bufanda y chaquetón).
Ya de allí mismo he cogido un autobús (nº3) que me ha dejado en frente del albergue.
El autobús tiene un precio con el billete ocasional de 1’40€; si compras el billete multiviaje (una especie de tarjeta recargable de crédito, cuesta más o menos la mitad; la recarga mínima es de 7 euros. Yo creo que merece la pena).
MIÉRCOLES 23
Como el desayuno en el albergue es entre las 8:00 y las 9:30, he decidido no madrugar mucho, que para algo se está de vacaciones. Así que hacia las 8:45 me he levantado… CON INUNDACIONES en la habitación. Se ve que no desagua muy bien la ducha (a ver si para mañana ya lo han arreglado).
El desayuno es buffet y es decentillo, pero ¿qué quieres por lo que pagas? Vamos que te puedes tomar sin problema varios tipos de zumito, cafés, tés, chocolate,…; tostadas con aceite, tomaca, mantequilla, mermelada, paté; hay hasta donetes!! Lo único que echo en falta es un poco de fruta. Lo dicho, más que suficiente.
Para el día de hoy he decidido acogerme a una de las rutas (monumental) de los chicos de Sevilla Low Cost. Se trata de una visita guiada a ciertos elementos importantes de la ciudad bajo la filosofía del free tour, pagando sólo lo que quieras (en mi caso han sido 10 eurillos). Se ve que ha ido menos gente de la que esperaban, pues sólo hemos estado dos chicas catalanas, Penélope (la guía) y yo mismo. El tour dura un par de horas y se basa en contar historia plagada de anécdotas visitando la Real Fábrica de Tabacos (actualmente universidad), la Catedral-Giralda, el ayuntamiento, el Puente de Triana, La maestranza, Torre del Oro, Palacio San Telmo y Plaza de España. No es un recorrido muy exhaustivo, salvo la universidad es exterior en su conjunto, pero la frescura de Penélope y el gracejo sevillano con que cuenta las cosas, la hacen muy entretenido y recomendable.
Al acabar la tourneé, aconsejado por Penélope, he ido a tomar unas tapitas a la taberna Coloniales. Por 6 euritos he tomado una caña con gaseosa; unas croquetas de setas y unas patatas bravas; todo muy rico. Vamos, que muy bien.
El día de hoy estaba organizado en torno a la visita guiada (ya finiquitada) y a la Catedral de Sevilla. Así que hacia allí me he dirigido. Muy cerquita de la catedral destaca la casa arzobispal (éstos no tienen crisis)
Y junto al poder religioso, el económico representado por el Archivo General de Indias
La ventaja de viajar en estas fechas de invierno es que apenas tiene que agobiarte por el resto de turistas: no he tenido que hacer cola para comprar la entrada(8 euros).
La Catedral es, en una palabra, majestuosa. Es mucho más que la Giralda. Eso sí, advertir que me he encontrado en obras las partes más atractivas: la capilla mayor y la capilla real.
Destaca a primera vista lo espaciosa (y alta) que es. De lo que se puede ver, merece la pena la Sacristía de los Cálices y la Sacristía Mayor, no tanto por su “tesoro”, cuanto por las obras de Zurbarán entre otros. También muy efectista es la cercana Sala Capitular, con una llamativa Cúpula elíptica y una Inmaculada de Murillo preciosa. Del mismo autor yo buscaría una pintura poco destacada, pero muy bonita, llama “El ángel de la guarda”.
Después de la visita del interior de la catedral he subido a la Giralda, hasta el campanario son casi todo rampas (34 tramos) y unos pocos escalones al final, que no se hace especialmente pesado. Las vistas desde arriba son, evidentemente, magníficas. Destaca una Sevilla próxima de casas no muy altas, como si no se tratase de una gran urbe.
La salida se hace por el patio de los naranjos. Aunque por estar en las fechas en que estamos no están en flor, justo un par de horas antes han estado podando algunos árboles y las naranjas al caer han extendido una fragancia exquisita. Ésta ciudad en primavera y con los naranjos en flor tiene que ser excepcional (habrá que pensar en volver).
Como ya me enteré ayer mismo que hoy era gratis la visita a la Casa Pilatos, no iba a dejarla escapar. Pero primero me he pasado por la Iglesia de El Salvador, cuya entrada está incluida al comprar la de la Catedral.
Por fuera es relativamente sobria, está muy bien cuidada, pero no te esperas un interior tan recargado. El retablo de la capilla mayor exuberante, no quedando cortos los situados en los cruceros. A mí lo que más me ha gustado, no obstante, ha sido la talla del Cristo de la Pasión, simplemente precioso.
A escasos diez minutos (bueno, seguro que un sevillano lo hace en menos de cinco, pero yo me he perdido otra vez, y eso que tenía el gps del móvil, y he tardado quince; por lo tanto, dejémoslo en una media de diez) se encuentra la Casa Pilatos. Como pasa como con casi todo, hay que tener en cuenta que en abril los jardines estarán mucho más lucidos.
No obstante, lo que hace al patio interior de la casa ya justifica la visita. Encima si vas un miércoles por la tarde, y es gratis, pues mejor. He esperado un poquito para acogerme a la visita guiada de la parte superior (también gratuita) a las 17:30. Me ha parecido prescindible. Lo bonito es el patio interior y las salas del piso bajo (sobre todo, los adornos de los azulejos con que están decoradas todas las paredes y los artesonados y techos tan bonitos que tiene).
Como se estaba haciendo un poco tarde y anochece relativamente pronto, he cogido en la propia plaza Pilatos el microbús C5 (algunas calles son tan estrechas que no habrá dejado 10 centímetros por cada lado, por supuesto, olvídate de que haya acera) que me ha dejado cerca del Museo de Bellas Artes, que abre hasta las 20:30.
Es gratuito para los ciudadanos de la U.E. y, desde mi punto de vista, es un sacrilegio no verlo si vienes a Sevilla. Cuenta con sólo 14 salas, dedicadas casi en exclusiva a la pintura española. En la actualidad hay además de la colección permanente, una temporal sobre el pintor sevillano José García Ramos, de quien se cumple el centenario de su muerte. No lo conocía pero tiene pinturas de costumbres bien chulas.
Sin embargo, por no aburrir sobre el museo, la sala V, ubicada en una iglesia (sí, sí, iglesia con su nave central y su crucero), es espectacular. Aunque no en exclusiva, destacan los enormes óleos de Murillo, a cuál más precioso. Personajes llenos de ternura, suavidad, delicadeza; esos querubines tan “pottolos”… embeleza’o he zalí’o (se me está pegando el deje sevillano).
El otro punto fuerte está en la sala X con varias obras de Zurbaran, de las que cortan el hipo. Por último, en la última sala una pintura que recomiendo, de un autor que no conocía: Rafael Martínez Díaz: “Niñas pobres”.
A la salida del museo con un par de autobuses me planto en el albergue en algo más de media horita, que es tarde, hace fresquillo, tengo hambre y debo poner al día el diario.
Una vez puesto al día, me voy a tomar unas tapitas en un bar cerquita del albergue, donde el camarero ya me ha reconocido (el de Bilbao). La verdad es que cuando voy tengo miedo a que me pida la comanda uno de ellos, porque sin ánimo de ofender, necesito subtítulos cuando me habla… eso sí, al muy majete no le importa repetirme un mínimo de tres veces los chistes verdes para que le entienda (seguro que cree que soy cortito mental y que no los pillo a la primera).
JUEVES 24
Hoy no ha habido inundaciones, de hecho tengo todo el pedazo de suite para mí solo. Después del desayuno opíparo, decido irme a la otra punta de la ciudad (literalmente, del Sur donde me alojo al Norte), dirección Hospital de las Cinco Yagas, actualmente sede del Parlamento Andaluz. La enorme fachada es muy sencilla pero, como casi todo, muy bien conservada.
En la misma zona está situada la Puerta de la Macarena, con la basílica del mismo nombre al ladito. Se puede acceder a ver a la Virgen más famosa de Sevilla. A mí me ha gustado más el vestido exagerado que llevaba que la talla en sí misma; todo es relativo. Pero, esto sí, como consejo, apagad el móvil… porque seguro que si nos has recibido una llamada en dos días que llevas en Sevilla es debido a que aún no habías flanqueado la puerta de la Basílica. Cuando he conseguido rechazar la llamada y apagar el móvil ya había sido taladrado por todas las devotas (y no había pocas) de la imagen.
Justo al lado de la Macarena se conservan (en un estado de conservación mejorable) restos de la antigua muralla musulmana, flanqueada de naranjos.
De allí he bajado por la calle San Luis hacia la iglesia de San Luis (originales que son los sevillanos). Está en proceso de restauración y no se puede acceder; una pena, porque por fuera es la iglesia más bonita que he visto en la ciudad hasta la fecha.
La misma calle desemboca en la Iglesia de San Marcos, una iglesia del siglo XIV o así (vamos megavieja y no tan bien conservada), con un campanario que recuerda mucho a la giralda.
No lejos de lo anterior se encuentra la plaza de la encarnación, donde hace no mucho han terminado por colocar unos parasoles, que ni que fueran de Bilbao. Vamos, que son simplemente ENORMES. Como no dejan de ser sevillanos, pues ya le han cambiado el nombre y todos los llaman “las setas”. Para un turista son llamativos, curiosos, hasta les puedes encontrar su punto hermoso; sin embargo, para el sevillano, creo que le faltan zonas de disfrute familiar e infantil. Claro que quién soy yo para decir nada. Hoy no he subido a la pasarela de arriba pues se ha puesto a a llover cuando he llegado. Lo dejaré para mañana, junto a los Reales Alcázares, antes de salir hacia Córdoba.
He seguido mi ruta hacia la Alameda de Hércules, que ha supuesto una decepción enorme. Esperaba una “alameda”, léase, álamos (bueno, en verdad, esperaba los sempiternos naranjos). Y es un paseo pedregoso, con unos árboles de hoja caduca (auténticos esqueletos enormes), sin atractivo alguno. Además en la paralela había varias prostitutas callejeras. ¡a las 13:00h!
De allí me he dirigido hacia la Iglesia de Jesús del Gran Poder, otra de las imágenes clásicas de la Semana Santa sevillana, que siempre cuenta con claveles rojos frescos. Además de que la figura es bien bonita (aunque en el museo las hay mucho más bonitas), me ha gustado la sobriedad de esta iglesia de planta circular y los dibujos colocados en las paredes.
Me gustan las ciudades con un río que las atraviesa y Sevilla no es menos. Eso sí, los puentes no son tan espectaculares, sin dejar de ser bonitos. Hoy he empezado, de Norte a Sur, por el puente del Alamillo, puente de la Barqueta, puente de Triana y por último por el de San Telmo.
El de la Barqueta lo he pasado para acceder, dando un paseo, hacia el barrio de Triana. Allí he ido con absoluta libertad, hasta que he empezado a mirar el mapa para tomar algo en Las Golondrinas, una tasca que se recomendaba en el foro.
Para salir del barrio, aún tenía tiempo, he atravesado el de San Telmo, hasta los Jardines de Cristina, donde se pueden leer algunos poemas de autores de la generación del 27 (Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso,…)
En frente te encuentras un edificio con un fachada que simplemente no entra en el angular de la cámara de fotos, de lo grande que es. Se trata del Palacio de San Telmo.
A continuación del Palacio se encuentra uno de los hoteles más lujosos (y desde mi punto de vista más bonitos) de Sevilla: el hotel Alfonso XIII, con el clásico estilo inaugurado en la exposición internacional de 1929.
Se accede así a una zona peatonal donde tiene entidad propia la universidad, un edificio histórico, pues se sitúa en la antigua Fábrica de Tabacos. Como consejo, aunque hay muchísimas bares de tapas en la zona (bastante económicos), en la cafetería interior de la universidad, de dos plantas, los precios son irrisorios.
El recorrido lo he seguido hacia la Plaza de España y el parque de Maria Luisa. Respecto a este último, me reitero: hay que verlo en primavera, pues seguro que está mucho más bonito y además le apetecería a cualquiera detenerse en cualquiera de los recodos. En cuanto a la Plaza de España, simplemente lo mejor que he visto (a falta de los Reales Alcázares). Es tan excepcional en sus detalles, en su majestuosidad, en su azulejos, en sus arcos, en sus cuatro puentes, en sus columnas infinitas… es una maravilla. Parece increíble que una plaza sin vegetación, sin árboles, sin naranjos,… pueda ser tan bonita.
El día lo tenía apretado porque a las 17:00 tenía la ruta de las leyendas con los chicos de Sevilla Low Cost. He tenido la suerte de que otra vez me ha tocado Penélope (otra compañera suya se dedicaba a los guiris en inglés). Si ayer fue bonita la visita hoy ha sido entretenidísima. Vuelvo a recomendarla con los ojos cerrados.
Para las 19:15 nos hemos despedido de Penélope en las setas, tenía que recorrer dos kilómetros hasta el Teatro Lope de Vega (bendito gps, me ha dado tiempo incluso a cenar unas tapitas al lado del Teatro). A las 20:30 ha empezado Tío Vania de Chejov. No había visto nunca la obra y sólo le puedo poner una nota de sobresaliente: las dos horas se me han pasado en un abrir y cerrar de ojos. Por cierto, había comprado las entradas por Internet en Paraíso (la zona más barata de cualquier teatro), pero cuando entro me dicen que a todo el mundo le van a sentar en las butacas (se ve que había pocos espectadores), así que me ha salido redondo (la entrada en butaca era tres veces más cara).
Pues eso es todo por hoy. Autobús en frente del teatro que me lleva al albergue en unos diez minutillos y a poner en orden el diario, para que no se me acumule.
VIERNES 25
Hoy es mi último día en Sevilla y se ha levantado el día plomizo. Parece el estereotipo de día bilbaíno de hace años: sirimiri continuo. Me lo tomo con calma, pues estoy sólo en la habitación y después del desayuno allá que me vuelvo a recoger las cosas y echar media cabezadita más.
Total, que dejo la mochila en consigna y me acerco en bus a los Reales Alcázares. La entrada es de 8’5 € y la audioguía 4’1 adicionales.
El edificio es, en mi opinión, el más bonito de toda Sevilla; si bien, también creo que la audioguía (podía ser más interesante) debía estar incluida en el precio de la entrada. El resultado de pagar 12’6€ me parece excesivo, por decirlo suavemente.
El conjunto es, como he dicho, precioso. Mires donde mires es armonioso y recargado a la vez. El Patio de las Muñecas es una gozada a la vista, pero se queda corto cuando llegas al Patio de las Doncellas o al Salón de Embajadores o incluso al artesonado del salón Carlos V.
Mención aparte merece la sala de los Tapices. Ni en el Escorial creo recordar haber visto tapices de este tamaño y belleza; es lo que más me ha sorprendido.
Una pena que el tiempo no haya acompañado en la visita de los jardines, que aún faltándoles las germinaciones propias de la primavera, se les ve bien cuidados y frondosos. Un día que hiciera buen tiempo sería un crimen no detenerse a contemplarlos con un buen libro en la mano.
Como tenía tiempo al salir de los Reales Alcázares, he subido hacia el ayuntamiento y la plaza nueva, desviándome después hacia los baños turcos de la calle Aire. Ha sido una pequeña decepción enterarme que la tetería no abrían hasta las 15:30. Así que tendrá que ser otra vez, porque hoy no me da tiempo.
Me vuelvo hacia la zona del albergue para comer algo y recoger la mochila. El bar de siempre está repleto de gente, así que me he ido a otro de los muchos que hay (es una zona con varias facultades universitarias). He entrado en uno en el que me han hecho un descuento del 30% sobre factura por ser viernes días 25 de Enero. Sí, como suena. Cada día de Enero tienen un descuento entre el 5% y el 30%, indicado en un supercartel. Ya podían aprender en otras zonas para animar a la gente a salir con esta crisis.
Por cierto, además en la tele del bar retransmiten el campeonato de Europa de Patinaje Artístico sobre Hielo desde Zagreb. El mencionarlo es porque estoy en Sevilla de rebote. En teoría yo tenía que estar en la capital croata viendo el campeonato, pero por motivos de trabajo tuve que cambiar los planes (después de haber comprado las entradas para todas las sesiones). Pero como no pudo ser, pues cambié por completo de destino y ese es el motivo de que haya acabado en Andalucía viendo por la tele lo que tenía que estar viendo en directo.
1.- Veneto-Eslovenia-Croacia-Bosnia&Herzegobina-Serbia- Bulgaria
2.- Palencia-Burgos-Valladolid-León-Salamanca
3.- Berlín-Polonia-Lituania-Letonia-Estonia
ahora me dispongo a hacer "en directo" mi cuarto diario. La ruta prevista, si me da tiempo y encuentro conexiones de transporte público sería la siguiente:
MARTES 22/ENERO/2013
Desde Bilbao he volado con Vueling a Sevilla. Si hubiesen quitado cinco filas de asientos y hubiesen distribuido nuevamente el resto, hubiera ido incómodo; obvia decir, que no han quitado las cinco filas referidas, así que no tengo calificativo para describir lo difícil que ha sido que las rodillas me entraran en el asiento. Menos mal que el vuelo ha llegado con diez minutillos de adelanto.
En el aeropuerto se puede coger un taxi (22€) o un bus que sale cada media hora aproximadamente. El horario de la web no coincide con el real, tampoco el precio que decía costar 2’40 y ha subido (será la cuesta de enero) algo más del 50% y sale por 4€. Te deja en el centro de la ciudad.
Como mi albergue está a unos dos kilómetros de la parada principal de autobuses y no sé qué autobús me acerca (ahora ya lo sé) he ido andando. Han sido unos 25 minutos de avenidas amplias y sin pérdida. La mochila pesaba un poquito, pero nada que obligue a quejarme a mí mismo.
Como ya me pasó el invierno anterior, he decidido coger, cuando puedo, albergues públicos o municipales. Se trata de residencias de estudiantes aprovechadas y cuentan con los típicos servicios: limpieza y pulcritud; un conserje vago y poco afable (no es el dueño); unas instalaciones espectaculares para ser un albergue de 18 euros con desayuno buffet incluido.
La habitación, pues también espectacular por ese precio, tiene un pequeño recibidor, un baño privado enorme y sólo cuatro literas. Al parecer comparto la habitación con una persona más, pero aún no la conozco. La única pega, el montón de adolescentes italianos (léase ruidosos) que andan por aquí; pero vamos, que como de día no tengo pensado tocar el albergue, como que no me importa.
Una vez dejadas las cosas en la habitación (y cargando la cámara de fotos… Iñaki el previsor) me he ido (sí, sin cámara, ergo diario tostón de momento sin fotos) a patear lo que pudiera de la ciudad y hacerme una idea de dónde estaban algunas paradas de bus, teatros, monumentos…
La idea del día de hoy era aprovechar que la Casa Pilatos era gratuita por la tarde, según la Guía Verde de Michelín (edición junio 2012). Pues va a ser que no, después de callejear un número casi infinito de cantones y calles sin aceras, llego al edificio y lo primero que veo es un cartel en el que dicen que el día de visita gratuita es el miércoles a partir de las 15:00 (hasta las 19:00). Evidentemente, he decidido no gastarme los 8€ y esperar a mañana.
Iñaki y los mapas no es que sean incompatibles, lo siguiente; así que he decidido andar sin dirección clara por el barrio de Santa Cruz. Así he pasado (creo que unas cinco veces) por la plaza nueva y la de San Francisco, con la fachada del ayuntamiento ya casi restaurada; la catedral y el alcázar; la plaza de El Salvador; el palacio de Lebrija; la capilla de San José… Sí ya sé que parece un recorrido superplanificado, pero qué va, me las he ido encontrado (varias veces claro) mientras deambulaba.
También he aprovechado para localizar la Torre del Oro (no me ha impactado mucho, la verdad) y el largo paseo alrededor del Guadalquivir, hasta el puente de Triana. Ya en el barrio de Triana he decidido entrar a tomar algo calentito, pues en Sevilla también hace fresco por la noche en Enero (uno que es ingenuo e iba en camiseta de manga corta, siendo observado como un bicho raro por sus congéneres ataviados con guantes, bufanda y chaquetón).
Ya de allí mismo he cogido un autobús (nº3) que me ha dejado en frente del albergue.
El autobús tiene un precio con el billete ocasional de 1’40€; si compras el billete multiviaje (una especie de tarjeta recargable de crédito, cuesta más o menos la mitad; la recarga mínima es de 7 euros. Yo creo que merece la pena).
MIÉRCOLES 23
Como el desayuno en el albergue es entre las 8:00 y las 9:30, he decidido no madrugar mucho, que para algo se está de vacaciones. Así que hacia las 8:45 me he levantado… CON INUNDACIONES en la habitación. Se ve que no desagua muy bien la ducha (a ver si para mañana ya lo han arreglado).
El desayuno es buffet y es decentillo, pero ¿qué quieres por lo que pagas? Vamos que te puedes tomar sin problema varios tipos de zumito, cafés, tés, chocolate,…; tostadas con aceite, tomaca, mantequilla, mermelada, paté; hay hasta donetes!! Lo único que echo en falta es un poco de fruta. Lo dicho, más que suficiente.
Para el día de hoy he decidido acogerme a una de las rutas (monumental) de los chicos de Sevilla Low Cost. Se trata de una visita guiada a ciertos elementos importantes de la ciudad bajo la filosofía del free tour, pagando sólo lo que quieras (en mi caso han sido 10 eurillos). Se ve que ha ido menos gente de la que esperaban, pues sólo hemos estado dos chicas catalanas, Penélope (la guía) y yo mismo. El tour dura un par de horas y se basa en contar historia plagada de anécdotas visitando la Real Fábrica de Tabacos (actualmente universidad), la Catedral-Giralda, el ayuntamiento, el Puente de Triana, La maestranza, Torre del Oro, Palacio San Telmo y Plaza de España. No es un recorrido muy exhaustivo, salvo la universidad es exterior en su conjunto, pero la frescura de Penélope y el gracejo sevillano con que cuenta las cosas, la hacen muy entretenido y recomendable.
Al acabar la tourneé, aconsejado por Penélope, he ido a tomar unas tapitas a la taberna Coloniales. Por 6 euritos he tomado una caña con gaseosa; unas croquetas de setas y unas patatas bravas; todo muy rico. Vamos, que muy bien.
El día de hoy estaba organizado en torno a la visita guiada (ya finiquitada) y a la Catedral de Sevilla. Así que hacia allí me he dirigido. Muy cerquita de la catedral destaca la casa arzobispal (éstos no tienen crisis)
Y junto al poder religioso, el económico representado por el Archivo General de Indias
La ventaja de viajar en estas fechas de invierno es que apenas tiene que agobiarte por el resto de turistas: no he tenido que hacer cola para comprar la entrada(8 euros).
La Catedral es, en una palabra, majestuosa. Es mucho más que la Giralda. Eso sí, advertir que me he encontrado en obras las partes más atractivas: la capilla mayor y la capilla real.
Destaca a primera vista lo espaciosa (y alta) que es. De lo que se puede ver, merece la pena la Sacristía de los Cálices y la Sacristía Mayor, no tanto por su “tesoro”, cuanto por las obras de Zurbarán entre otros. También muy efectista es la cercana Sala Capitular, con una llamativa Cúpula elíptica y una Inmaculada de Murillo preciosa. Del mismo autor yo buscaría una pintura poco destacada, pero muy bonita, llama “El ángel de la guarda”.
Después de la visita del interior de la catedral he subido a la Giralda, hasta el campanario son casi todo rampas (34 tramos) y unos pocos escalones al final, que no se hace especialmente pesado. Las vistas desde arriba son, evidentemente, magníficas. Destaca una Sevilla próxima de casas no muy altas, como si no se tratase de una gran urbe.
La salida se hace por el patio de los naranjos. Aunque por estar en las fechas en que estamos no están en flor, justo un par de horas antes han estado podando algunos árboles y las naranjas al caer han extendido una fragancia exquisita. Ésta ciudad en primavera y con los naranjos en flor tiene que ser excepcional (habrá que pensar en volver).
Como ya me enteré ayer mismo que hoy era gratis la visita a la Casa Pilatos, no iba a dejarla escapar. Pero primero me he pasado por la Iglesia de El Salvador, cuya entrada está incluida al comprar la de la Catedral.
Por fuera es relativamente sobria, está muy bien cuidada, pero no te esperas un interior tan recargado. El retablo de la capilla mayor exuberante, no quedando cortos los situados en los cruceros. A mí lo que más me ha gustado, no obstante, ha sido la talla del Cristo de la Pasión, simplemente precioso.
A escasos diez minutos (bueno, seguro que un sevillano lo hace en menos de cinco, pero yo me he perdido otra vez, y eso que tenía el gps del móvil, y he tardado quince; por lo tanto, dejémoslo en una media de diez) se encuentra la Casa Pilatos. Como pasa como con casi todo, hay que tener en cuenta que en abril los jardines estarán mucho más lucidos.
No obstante, lo que hace al patio interior de la casa ya justifica la visita. Encima si vas un miércoles por la tarde, y es gratis, pues mejor. He esperado un poquito para acogerme a la visita guiada de la parte superior (también gratuita) a las 17:30. Me ha parecido prescindible. Lo bonito es el patio interior y las salas del piso bajo (sobre todo, los adornos de los azulejos con que están decoradas todas las paredes y los artesonados y techos tan bonitos que tiene).
Como se estaba haciendo un poco tarde y anochece relativamente pronto, he cogido en la propia plaza Pilatos el microbús C5 (algunas calles son tan estrechas que no habrá dejado 10 centímetros por cada lado, por supuesto, olvídate de que haya acera) que me ha dejado cerca del Museo de Bellas Artes, que abre hasta las 20:30.
Es gratuito para los ciudadanos de la U.E. y, desde mi punto de vista, es un sacrilegio no verlo si vienes a Sevilla. Cuenta con sólo 14 salas, dedicadas casi en exclusiva a la pintura española. En la actualidad hay además de la colección permanente, una temporal sobre el pintor sevillano José García Ramos, de quien se cumple el centenario de su muerte. No lo conocía pero tiene pinturas de costumbres bien chulas.
Sin embargo, por no aburrir sobre el museo, la sala V, ubicada en una iglesia (sí, sí, iglesia con su nave central y su crucero), es espectacular. Aunque no en exclusiva, destacan los enormes óleos de Murillo, a cuál más precioso. Personajes llenos de ternura, suavidad, delicadeza; esos querubines tan “pottolos”… embeleza’o he zalí’o (se me está pegando el deje sevillano).
El otro punto fuerte está en la sala X con varias obras de Zurbaran, de las que cortan el hipo. Por último, en la última sala una pintura que recomiendo, de un autor que no conocía: Rafael Martínez Díaz: “Niñas pobres”.
Una vez puesto al día, me voy a tomar unas tapitas en un bar cerquita del albergue, donde el camarero ya me ha reconocido (el de Bilbao). La verdad es que cuando voy tengo miedo a que me pida la comanda uno de ellos, porque sin ánimo de ofender, necesito subtítulos cuando me habla… eso sí, al muy majete no le importa repetirme un mínimo de tres veces los chistes verdes para que le entienda (seguro que cree que soy cortito mental y que no los pillo a la primera).
JUEVES 24
Hoy no ha habido inundaciones, de hecho tengo todo el pedazo de suite para mí solo. Después del desayuno opíparo, decido irme a la otra punta de la ciudad (literalmente, del Sur donde me alojo al Norte), dirección Hospital de las Cinco Yagas, actualmente sede del Parlamento Andaluz. La enorme fachada es muy sencilla pero, como casi todo, muy bien conservada.
En la misma zona está situada la Puerta de la Macarena, con la basílica del mismo nombre al ladito. Se puede acceder a ver a la Virgen más famosa de Sevilla. A mí me ha gustado más el vestido exagerado que llevaba que la talla en sí misma; todo es relativo. Pero, esto sí, como consejo, apagad el móvil… porque seguro que si nos has recibido una llamada en dos días que llevas en Sevilla es debido a que aún no habías flanqueado la puerta de la Basílica. Cuando he conseguido rechazar la llamada y apagar el móvil ya había sido taladrado por todas las devotas (y no había pocas) de la imagen.
Justo al lado de la Macarena se conservan (en un estado de conservación mejorable) restos de la antigua muralla musulmana, flanqueada de naranjos.
De allí he bajado por la calle San Luis hacia la iglesia de San Luis (originales que son los sevillanos). Está en proceso de restauración y no se puede acceder; una pena, porque por fuera es la iglesia más bonita que he visto en la ciudad hasta la fecha.
La misma calle desemboca en la Iglesia de San Marcos, una iglesia del siglo XIV o así (vamos megavieja y no tan bien conservada), con un campanario que recuerda mucho a la giralda.
No lejos de lo anterior se encuentra la plaza de la encarnación, donde hace no mucho han terminado por colocar unos parasoles, que ni que fueran de Bilbao. Vamos, que son simplemente ENORMES. Como no dejan de ser sevillanos, pues ya le han cambiado el nombre y todos los llaman “las setas”. Para un turista son llamativos, curiosos, hasta les puedes encontrar su punto hermoso; sin embargo, para el sevillano, creo que le faltan zonas de disfrute familiar e infantil. Claro que quién soy yo para decir nada. Hoy no he subido a la pasarela de arriba pues se ha puesto a a llover cuando he llegado. Lo dejaré para mañana, junto a los Reales Alcázares, antes de salir hacia Córdoba.
He seguido mi ruta hacia la Alameda de Hércules, que ha supuesto una decepción enorme. Esperaba una “alameda”, léase, álamos (bueno, en verdad, esperaba los sempiternos naranjos). Y es un paseo pedregoso, con unos árboles de hoja caduca (auténticos esqueletos enormes), sin atractivo alguno. Además en la paralela había varias prostitutas callejeras. ¡a las 13:00h!
De allí me he dirigido hacia la Iglesia de Jesús del Gran Poder, otra de las imágenes clásicas de la Semana Santa sevillana, que siempre cuenta con claveles rojos frescos. Además de que la figura es bien bonita (aunque en el museo las hay mucho más bonitas), me ha gustado la sobriedad de esta iglesia de planta circular y los dibujos colocados en las paredes.
Me gustan las ciudades con un río que las atraviesa y Sevilla no es menos. Eso sí, los puentes no son tan espectaculares, sin dejar de ser bonitos. Hoy he empezado, de Norte a Sur, por el puente del Alamillo, puente de la Barqueta, puente de Triana y por último por el de San Telmo.
El de la Barqueta lo he pasado para acceder, dando un paseo, hacia el barrio de Triana. Allí he ido con absoluta libertad, hasta que he empezado a mirar el mapa para tomar algo en Las Golondrinas, una tasca que se recomendaba en el foro.
Para salir del barrio, aún tenía tiempo, he atravesado el de San Telmo, hasta los Jardines de Cristina, donde se pueden leer algunos poemas de autores de la generación del 27 (Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso,…)
En frente te encuentras un edificio con un fachada que simplemente no entra en el angular de la cámara de fotos, de lo grande que es. Se trata del Palacio de San Telmo.
A continuación del Palacio se encuentra uno de los hoteles más lujosos (y desde mi punto de vista más bonitos) de Sevilla: el hotel Alfonso XIII, con el clásico estilo inaugurado en la exposición internacional de 1929.
Se accede así a una zona peatonal donde tiene entidad propia la universidad, un edificio histórico, pues se sitúa en la antigua Fábrica de Tabacos. Como consejo, aunque hay muchísimas bares de tapas en la zona (bastante económicos), en la cafetería interior de la universidad, de dos plantas, los precios son irrisorios.
El recorrido lo he seguido hacia la Plaza de España y el parque de Maria Luisa. Respecto a este último, me reitero: hay que verlo en primavera, pues seguro que está mucho más bonito y además le apetecería a cualquiera detenerse en cualquiera de los recodos. En cuanto a la Plaza de España, simplemente lo mejor que he visto (a falta de los Reales Alcázares). Es tan excepcional en sus detalles, en su majestuosidad, en su azulejos, en sus arcos, en sus cuatro puentes, en sus columnas infinitas… es una maravilla. Parece increíble que una plaza sin vegetación, sin árboles, sin naranjos,… pueda ser tan bonita.
El día lo tenía apretado porque a las 17:00 tenía la ruta de las leyendas con los chicos de Sevilla Low Cost. He tenido la suerte de que otra vez me ha tocado Penélope (otra compañera suya se dedicaba a los guiris en inglés). Si ayer fue bonita la visita hoy ha sido entretenidísima. Vuelvo a recomendarla con los ojos cerrados.
Para las 19:15 nos hemos despedido de Penélope en las setas, tenía que recorrer dos kilómetros hasta el Teatro Lope de Vega (bendito gps, me ha dado tiempo incluso a cenar unas tapitas al lado del Teatro). A las 20:30 ha empezado Tío Vania de Chejov. No había visto nunca la obra y sólo le puedo poner una nota de sobresaliente: las dos horas se me han pasado en un abrir y cerrar de ojos. Por cierto, había comprado las entradas por Internet en Paraíso (la zona más barata de cualquier teatro), pero cuando entro me dicen que a todo el mundo le van a sentar en las butacas (se ve que había pocos espectadores), así que me ha salido redondo (la entrada en butaca era tres veces más cara).
Pues eso es todo por hoy. Autobús en frente del teatro que me lleva al albergue en unos diez minutillos y a poner en orden el diario, para que no se me acumule.
VIERNES 25
Hoy es mi último día en Sevilla y se ha levantado el día plomizo. Parece el estereotipo de día bilbaíno de hace años: sirimiri continuo. Me lo tomo con calma, pues estoy sólo en la habitación y después del desayuno allá que me vuelvo a recoger las cosas y echar media cabezadita más.
Total, que dejo la mochila en consigna y me acerco en bus a los Reales Alcázares. La entrada es de 8’5 € y la audioguía 4’1 adicionales.
El edificio es, en mi opinión, el más bonito de toda Sevilla; si bien, también creo que la audioguía (podía ser más interesante) debía estar incluida en el precio de la entrada. El resultado de pagar 12’6€ me parece excesivo, por decirlo suavemente.
El conjunto es, como he dicho, precioso. Mires donde mires es armonioso y recargado a la vez. El Patio de las Muñecas es una gozada a la vista, pero se queda corto cuando llegas al Patio de las Doncellas o al Salón de Embajadores o incluso al artesonado del salón Carlos V.
Mención aparte merece la sala de los Tapices. Ni en el Escorial creo recordar haber visto tapices de este tamaño y belleza; es lo que más me ha sorprendido.
Una pena que el tiempo no haya acompañado en la visita de los jardines, que aún faltándoles las germinaciones propias de la primavera, se les ve bien cuidados y frondosos. Un día que hiciera buen tiempo sería un crimen no detenerse a contemplarlos con un buen libro en la mano.
Como tenía tiempo al salir de los Reales Alcázares, he subido hacia el ayuntamiento y la plaza nueva, desviándome después hacia los baños turcos de la calle Aire. Ha sido una pequeña decepción enterarme que la tetería no abrían hasta las 15:30. Así que tendrá que ser otra vez, porque hoy no me da tiempo.
Me vuelvo hacia la zona del albergue para comer algo y recoger la mochila. El bar de siempre está repleto de gente, así que me he ido a otro de los muchos que hay (es una zona con varias facultades universitarias). He entrado en uno en el que me han hecho un descuento del 30% sobre factura por ser viernes días 25 de Enero. Sí, como suena. Cada día de Enero tienen un descuento entre el 5% y el 30%, indicado en un supercartel. Ya podían aprender en otras zonas para animar a la gente a salir con esta crisis.
Por cierto, además en la tele del bar retransmiten el campeonato de Europa de Patinaje Artístico sobre Hielo desde Zagreb. El mencionarlo es porque estoy en Sevilla de rebote. En teoría yo tenía que estar en la capital croata viendo el campeonato, pero por motivos de trabajo tuve que cambiar los planes (después de haber comprado las entradas para todas las sesiones). Pero como no pudo ser, pues cambié por completo de destino y ese es el motivo de que haya acabado en Andalucía viendo por la tele lo que tenía que estar viendo en directo.
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Contando con protección desde los años setenta, se ha librado de repoblaciones salvajes. Hay todavía en España bastantes espacios donde disfrutar de la variedad de los bosques autóctonos así que, esta vez uno y en otra ocasión será otro
