Lunes, 10 de Diciembre de 2012
Me desperté con la alarma del móvil, cosa que me alivió bastante. Significaba que había dormido bien y que posiblemente después de tantas horas en la cama y durmiendo, estaba recuperada.
Intenté desayunar bien, pero el café no entraba. No era mala señal, al fin y al cabo pude desayunar yogur y plátano y fue suficiente para empezar el día. Me encontraba bien así que había que salir rápidamente a disfrutar de las últimas horas que nos quedaban en Praga.
Cogemos el tranvía 8 en Dlouhá Trida y nos bajamos en Malonstranská, cambiamos al tranvía 22 y directitos hasta Prazský hrad: en total un cuarto de hora más o menos de trayecto. Durante el viaje me voy maravillando de como está la ciudad, la nevada de la noche anterior se dejaba notar y encontramos Praga cubierta de un manto blanco.
Al bajarnos del tranvía empezamos a ver las magníficas vistas del Castillo, que aparece elevado sobre el resto de la ciudad, colgado, majestuoso.
Todo ello mezclado con el los adornos navideños.... estábamos empezando a disfrutar de unas perfectas Navidades Blancas.

Desde la parada del tranvía vamos dando un paseo hasta la entrada.
Nos quedamos allí un rato, viendo al impasible guarda de seguridad y esperando a que abrieran las puertas. Aún no eran las 9 de la mañana.

La entrada que nosotros compramos cuesta 250kc, es el llamado tour corto ya que no disponíamos de tiempo suficiente para verlo todo y de todas maneras lo que más nos interesaba estaba incluido en este.
El llamado "tour largo" cuesta 350kc, incluye la visita del Palacio Real, la exposición permanente “La Historia del Castillo de Praga”, la Basílica y el Monasterio de San Jorge, la Galería Nacional, el Callejón de Oro, la Galería de Pintura del Castillo de Praga, la Torre de la Pólvora y la Torre Dalibor. La entrada a la Catedral de San Vito es gratuita.
Con el denominado Tour Corto puedes visitar el Palacio Real, la exposición del Castillo de Praga, la Basílica de San Jorge, el Callejón de Oro y la Torre Dalibor, con un precio de 250 CZK (9,80 euros).
Para evitar las colas para pagar la entrada: Al entrar en el complejo del castillo, pasas por debajo de un arco y a mano derecha es donde venden las entradas. Allí es donde normalmente toda la gente se pone a hacer cola. Seguid andando, id hacia la catedral, pasáis por debajo del arco que da directamente a la fachada principal de la misma. Pues si salís del arco a mano izquierda hay una puerta donde también venden las entradas y aquí no suele haber tanta cola. Recordad que son válidas para dos días consecutivos, ya que el complejo alberga tantos edificios que en un día solo es muy difícil de abarcar la mayoría de ellos.

Como no va a ser impresionante este Castillo si se trata del más grande del mundo. Está compuesto por una serie de palacios, complejos, iglesias... conectados todos ellos por calles y callejuelas. Pasear por estas calles es una maravilla. Claro que el frío que nos acompañaba hacía que intentásemos caminar con más brío.

Catedral de San Vito: Cuando vemos una foto de Praga, todo lo que destaca sobre la ciudad es el Castillo y del Castillo lo más representativo es la Catedral de San Vito. La Catedral alberga en su interior la tumba de Wenceslao IV, las joyas de la Corona, y en ella tienen lugar la coronación de los reyes de Bohemia.

La Basílica y Convento de San Jorge: Es el edificio más antiguo dentro del complejo del Castillo y una de las más antiguas del reino de Bohemia

La verdad es que aquí dentro se respiraba una paz asombrosa y más porque no había nadie. Cuando estábamos cerca del altar vimos entrar a un grupo de japoneses bastante grande y pensamos, "se acabó la tranquilidad", y no, no se acabó pero nos quedamos bastante sorprendidos. Entraron, se acercaron al altar, muchos se sentaron, sacaban fotos, les relataron algo muy breve, se levantaron y se fueron. Creo que he tardado yo más en escribir estas palabras que ellos en ver el interior de la iglesia, y ya os digo que es digna de ver.
La basílica se encuentra situada justo detrás de la Catedral de San Vito:

El Callejón de Oro: Una cortita calle, muy muy corta, para lo que vale la entrada demasiado corta diría yo, muy pintoresca, eso sí, y muy abarrotada de gente si vas en verano. Nosotros no vimos esa aglomeración y campamos a nuestras anchas por toda la calle. Inicialmente estas casitas de colores situadas a mano izquierda, justo en la muralla del castillo, se construyeron para dar cobijo a los guardianes del castillo. El nombre proviene de los orfebres que las habitaron un siglo después de haberse construido. Hoy en día son tiendas de recuerdos básicamente.

El Callejón de Oro es muy conocido debido a que el número 22 vivió Franz Kafka.

Una vez que recorrimos de arriba a abajo todo el Callejón, entramos en todas las casas, incluso Rubén disparó con una ballesta, dimos un último paseo por el Castillo antes de despedirnos de él. Estos son detalles que nos ha dejado el paseo:


Una vez concluida la visita emprendemos la bajada. Caminando. Así fue la mejor forma de contemplar las magnificas vistas que teníamos de Praga, vistas que no pudimos observar desde la Torre pero que desde luego estos miradores no dejaron de sorprendernos.

El camino de bajada merece la pena hacerlo caminando. Creo que aquí encontramos las mejores vistas de Praga.

Tras este paseo, seguimos callejeando por Mala Strana y así nos acercamos hasta la Iglesia de San Nicolás, otro edificio emblemático y una obra de arte tanto por dentro como por fuera. La entrada cuesta 70 coronas. La torre también se puede visitar, pero nosotros tampoco pudimos hacerlo (cosas de visitar estas ciudades en invierno).

Nuestro paseo nos llevó hasta El Monumento a las Victimas del Comunismo: La obra muestra siete estatuas cada una en un estado de destrucción distinto que viene a simbolizar los distintos estados de padecimiento de todas aquellas personas que fueron víctimas de la represión comunista. La primera estatua está completa y hacia atrás cada una está más incompleta hasta llegar a la última que está casi desaparecida.

Continuamos el paseo cruzando el puente Most Lejií desde donde encontramos estas vistas del puente de Carlos y del Castillos de Praga, así como una parte de Stare Mesto:

Nos dimos de frente con el Teatro Nacional y siguiendo el paseo nos acercamos hasta Las Casas Danzantes. No podía irme de Praga sin ver este famoso edificio ya que a poco que sigáis mi blog sabréis que soy muy aficionada a la arquitectura. Este edificio fue diseñado por el famoso Frank Ghery. Por su parecido con una pareja de bailarines también se le conoce como Ginger y Fred.

Siguiendo el río Moldava en dirección al puente de Carlos fuimos encontrando estas imágenes.


Era ya un poco tarde, no nos quedaba mucho tiempo así que cruzamos el puente de Carlos y nos fuimos a comer rápidamente en un McDonalds (290 coronas checas por dos menús) para ahorrar tiempo y tener el suficiente para poder despedirnos de Praga paseando por la Plaza de la Ciudad Vieja.

Dimos un último paseo por el mercadillo, vamos a por las maletas, cogemos el tranvía y acabamos llegando con una hora de antelación a la estación de trenes, donde esperamos con tranquilidad hasta las 15:30 en la que puntualmente salimos dirección Budapest. Nos esperaban muchas horas, en un tren sin wifi, aunque con enchufe (algo es algo). Habíamos comprado algo para comer en el tren ya que sabíamos que íbamos a llegar bastante tarde a Budapest y con poca gana de salir a cenar, como así fue.

Llegamos a Budapest sobre las 10:30 de la noche, así que nos fuimos directamente al hotel, el Royal Park Boutique que nos quedaba muy cerquita de la estación del tren, razón por la que lo reservamos.
A estas horas mi cuerpo ya no daba más. Empezaba a notar muchísima debilidad, me dolían bastante las piernas y me di cuenta que pese a todo no estaba bien del todo. Empezaba a tener el estomago revuelto otra vez e intenté no darle mucha importancia. Me metí en la cama y me dormí.
Para ver más fotos podéis hacerlo en mi blog: www.callejeandoporelmundo.com