Viernes, 7 de Diciembre de 2012
Volvemos a despertarnos a las 7 de la mañana, dispuestos a aprovechar al máximo las horas de sol de que disponíamos, que no son muchas y a las 4 de la tarde empieza a oscurecer. Es cierto que hemos notado que oscurece más tarde que en el viaje al Báltico del año pasado y esa hora de más se ha notado bastante a la hora de descubrir la ciudad.
El paseo hacia la plaza de la Ciudad Viaje la hacemos dirigiéndonos primero hacia la Torre de la Polvora, pasando por delante del Centro Comercial OC (que nos sacó de algún apuro) y delante del cual está el primero de los Mercadillos Navideños de Praga.
Por el camino empezamos a encontrar muestras de la magnífica arquitectura praguense.

La Torre de la Polvora, que ya la habíamos visitado la noche anterior, es una de las torres más características de la llamada "ciudad de las 100 torres". Es una de las 13 puertas de entrada de la antigua muralla que cercaba la ciudad de Praga y de la que solo se conserva esta. Su color ennegrecido la hace más peculiar sin duda y a partir de este punto se accede a la ciudad Vieja. Su nombre proviene de el S. XVII cuando se empezó a utilizar como almacén de pólvora. Actualmente alberga un museo sobre las Torres de Praga y se puede acceder a su mirador.

Pasamos por debajo del arco y accedemos a Stare Mesto, la ciudad Vieja. Y paseando por sus estrechas y agradables calles llegamos a la Plaza Vieja, la que es considerada como centro de la vida Pública de Praga y una de las más fotografiadas de Europa. Si la plaza es bonita en cualquier momento del año, en Navidad adquiere un toque especial ya que se llena de pequeños y coquetos puestos callejeros que ese toque tan especial y tan navideño. De todos los mercadillos que hemos visitado en Europa (Riga, Vilnius, Tallin, Helsinki, Budapest, Viena, Bratislava, Salzburgo) desde luego este es el más bonito de todos.

La plaza de la Ciudad Vieja está rodeada de edificios muy pintorescos y entre todos ellos encontramos la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, la Iglesia de San Nicolás y el ayuntamiento de la Ciudad Vieja que destaca sobre todo por la famosísima torre del Reloj.

Antes de nada buscamos un buen sitio para cambiar dinero y lo hicimos Kaprova 14, en la plaza de Frank Kafka que llevando un ticket descuento bajado de Internet no te cobran la comisión. Puedes descargarlo aquí. Esto supuso que nos hicieran el cambio de 1 euro a 25 coronas.


Que bonita es esta Iglesia, no me he cansado de sacarle fotos.
Dimos una vuelta alrededor de la plaza admirándola por todos los costados y cuando nos acercamos a la torre del reloj empezamos a ver la aglomeración de gente que había. Iban a dar las 10:00 de la mañana, y la gente esperaba al acontecimiento que se produce cada hora desde las 9 de la mañana a las 9 de la noche cada hora en punto. La verdad que en torno a este espectáculo que se produce en el reloj hay muchos comentarios y muchos ensalzandolo y tal vez por este motivo a mi me decepcionó un poco. Claro que después pensando que hace 6 siglos que esto empezó a funcionar pues la cosa se ve de otra manera. Pues cada hora se produce un desfile de los doce apostoles en las ventanas superiores del reloj, además de otras cuatro figuras, la Vanidad, el Turco, la Avaricia y la Muerte y un esqueleto que tirando de una cuerda marca el inicio del desfile.

En torno al reloj existen muchas leyendas, entre ellas que para que su creador no volviera a crear algo semejante ni de igual belleza le sacaron los ojos.
Al finalizar el desfile del reloj un trompetista desde lo alto de la Torre entona una canción.
Si os fijáis en torno a la torre hay una serie de personas vestidos de rojo. Son la gente de Sandermans que a las 10 de la mañana realizan tours gratuitos por la ciudad.
Como podéis ver el día estaba muy despejado así que decidimos subir a la torre por 105 coronas checas, lo que supone 4.20 euros (casi nada).
Las vistas desde la torre son buenísimas, no hay más que ver unas fotos para darse cuenta de que pese a los 4.20 euros la subida merece la pena.


Pingus tambien se ha venido a Praga
Al bajar seguimos un rato contemplando el reloj, mira que es bonito, ¿cómo no se va a decir que es el más bonito del mundo? Sin ninguna duda.
Continuamos el paseo por la calle Karlova hasta darnos de bruces con el Puente de Carlos. Este si es el monumento más famoso de Praga. Comunica la Ciudad Vieja (Stare Mesto) con la Ciudad Pequeña (Mala Strana). Tiene algo más de 500 metros de largo y 10 de ancho y actualmente es peatonal y tan peatonal que está hasta arriba de turistas y eso que era Diciembre y hacía frío (claro que también hay que tener en cuenta que estábamos en el puente de la Constitución y eso se hacía notar en la cantidad de Españoles que nos encontramos por todos lados).

A lo largo del puente de Carlos, encontramos 30 estatuas que actualmente no son las originales, sino réplicas (los originales se encuentran en el museo Nacional de Praga.

La estatua más contemplada y más fotografiada es la de San Juan Nepomuceno (menudos nombres se gastan los praguenses) que además fue la primera que se añadió. Se cuenta que Juan Nepomuceno fue arrojado al agua desde este punto por orden de Wenceslao IV y en el S. XVIII fue santificado.

En este punto todo el mundo coloca sus manos en la posición adecuada (no puedes equivocarte, todo el mundo hace lo mismo) y se pide un deseo. Hay que hacerlo por si las moscas, no vaya a ser que al final se cumpla.
Y pasito a pasito llegamos al final del puente y desde aquí nos adentramos en Mala Strana con intención de ir hacia la isla de Kampa.

La Isla de Kampa está bañada por el río Moldava y por un brazo que sale de él, la traducción de su nombre podría ser "rio del Diablo" y cuenta la leyenda que su nombre proviene de una malhumorada lavandera que rondaba el río.
La Isla de Kampa constituye uno de los parques más animados de la ciudad y desde luego merece la pena dar un paseo por ella. Dentro de la isla además del Museo Kampa al lado del cual se encuentran las conocidas figuras de los bebes gigantes (que dicho sea de paso dan un poco de miedo), podemos ver el Molino del Gran Prior y el Muro de John Lennon muy cerca uno del otro.


El muro de John Lennon significó la protesta contra el régimen comunista en el que se escribían frases que eran borradas inmediatamente. Actualmente es un muro lleno de grafitis.

Al salir de la Isla de Kampa nos vamos hasta el Funicular de Petrin. Al llegar al Monte Petrin y con un pequeño paseo llegamos al Laberinto de los Espejos donde no teníamos intención de entrar pero tras unos momentos de duda decidimos que ya que estabamos y la verdad es que nos reímos un buen rato pero creo que no merece para nada la pena pagar las 75 coronas que vale (3 euros).

La fotógrafa... fotografiada.
Tras esto nos fuimos hasta la Torre de Petrin, que está justo al lado. El parecido con la Torre Eiffel no es casual y se construyó dos años después de esta como con objeto de la Exposición Universal que se celebró en Praga. Con sus 60 metros de altura, su mirador superior es el más alto de Praga y desde él encontraremos las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Desde este mirador estamos a 200 metros sobre el río Moldava.

Para ver la panorámica más grande, pinchad aquí.
La subida, sin ascensor, cuesta 105 coronas (4.20 euros). Pero merece la pena.
Después de un largo rato arriba el frío ya se hacía notar y volvemos a bajar. A todo esto son ya las dos de la tarde y pensamos en que hacer para comer. Tras un momento de duda decidimos continuar y damos un paseo por el parque bordeando la muralla y bajando con cuidado porque había bastante hielo en el suelo.
Así llegamos hasta el Monasterio Strahov. La mayor parte del monasterio permanece cerrado al público y solo se puede visitar la Biblioteca y la pinacoteca. Lo más interesante del monasterio es visitar la Biblioteca a la que no se puede acceder libremente y solo se puede contemplar desde la entrada.

Llegamos a la altura de la calle Lorenstanka y la seguimos en dirección al río pasando por las cercanías de El Loreto. Decidimos no entrar y seguimos hacia la calle Nerudova. Esta calle atraviesa Mala Strana y es muy conocida en Praga y muy característica ya que en ella se conservan los símbolos identificativos de las casa que se utilizaban para distinguirlas antes de que se implantara el sistema de numeración. Aunque estos símbolos se pueden encontrar en muchos otros edificios de Praga es en esta calle donde mejor se conservan. Además de esto, la calle Nerudova suele estar muy animada, con muchos cafés, tiendas de souvenirs... todo decorado con las pintorescas casa.

Llegamos hasta la Catedral de San Nicolás, de la que hablaré más adelante (no lo voy a contar todo hoy) y desde ahí y sin entrar nos acercamos hasta la calle más estrecha de Praga (imaginaros como estaba, llena de japoneses sacando mil fotos).
Esta es la única medio decente que he conseguido sacar.

Estaba empezando a anochecer y cruzar el puente de Carlos de nuevo, supuso empezar a ver la puesta de sol.

Por fin llegamos de nuevo a la Plaza de la Ciudad Vieja y una vez allí llegó el punto culmen del viaje. Yo y mis antojos. Soy una persona que no suele comer carne de cerco o de vaca. No me suele sentar bien, pero hoy cosas que si como, como el jamón (un pecado será decir que no te gusta el buen jamón), el hígado (que raro, no?), y a veces como cosas en pequeñas cantidades. Pero lo que no suelo hacer jamás es comer carne de este tipo en los viajes (creo que es una herencia de mis viajes por Republica Dominicana y el aspecto de la carne de allí que hace que me cueste mucho comer carne fuera de casa, cosa que tampoco es comprensible si estamos en Europa, pero bueno, que soy rara y no hay más que decir.... bueno si, que como hamburguesas de pollo y a esas no les tengo ningún reparo, jiji). Bueno, pues según llegué a Praga empecé a decir que yo quería comer una salchicha. Rubén me miraba raro cada vez que lo decía, hasta que al final se dio cuenta que era verdad, quería una salchicha. Fue llegar al mercadillo, el olor, el hambre, el ambiente, todo hacía que yo no pensara en otra cosa que en las salchichas. Así que tuve que comer una salchicha y .... que buena estaba. Y me obsesioné con las salchichas. Esto traería cola.
Tuve que oír a Rubén relatar que me iban a sentar mal, que si mira que venir a Praga a comer salchichas, que si no se lo podía creer... bueno, pues yo tan agustito con mi salchicha de 90 coronas.

Después de este impulso salchichero nos fuimos a merendar. Había que empezar con los postres. Dos tartas Sacher, un café y un chocolate, 300 coronas (11.70 euros). Eso si, la sacher estaba buena.
Un callejeo por la Ciudad Vieja de Praga nos dejó estas rincones.


Pues como el día no podía acabar así seguimos con los paseos por la ciudad. El que anocheciera tan pronto no iba a hacer que dejaramos de conocer la ciudad. Eso si el frío se hacía notar cada vez más y no hubo más remedio que probar uno de los "vinos calientes" que nos ofrece la ciudad. Pero esta vez lo escogimos descafeinado, es decir, sin vino: zumo de piña con ron (para que no sea tan descafeinado) caliente por 59 coronas en tamaño grande.
El paseo por Praga nos llevó de nuevo hasta la plaza de Wenceslao, que durante el viaje no conseguimos verla de día. Pasamos otra vez por el mercadillo, por delante del hotel Europa (pero no era como para volver a tomar otro pastel así que pasamos),

Volvemos de nuevo hasta la plaza Vieja paseando por el entramos de calles, cada una más bonita que la siguiente y entrando de vez en cuando en alguna tienda de souvenirs, una forma muy barata de calmar el frío.


Para terminar el día decidimos cenar en Klub Architektu, un gran acierto sin duda y un lugar para repetir. Quizá fue uno de los mejores restaurantes del viaje. No solo por los platos que correspondian en calidad al precio pagado, sino por la decoración, la atención y el entorno en si.
Cenamos 2 sopas, un pollo a la barbacoa y un pollo con una salsa espesa que estaba buenísima, para beber una cerveza y un vino, y un te. No pudimos con el postre. Todo por unas 600 coronas incluidas las propinas.

Con todo esto nos dieron las once de la noche. El día había dado para mucho y tocaba irse a dormir que al día siguiente volvía a haber madrugón para irnos a Terezin. Pero eso será en la próxima entrada. No os la perdáis.