El resumen final del viaje tengo que calificarlo como muy positivo, aunque hubo algún momento de tensión sobre todo por el cambio de hoteles, especialmente en Petra. Dejando al margen la decisión de la manera de hacer el viaje, que depende de las circunstancias y los gustos de cada cual, el viaje se disfruta realmente. El destino es muy recomendable y aunque la situación en la zona sigue siendo conflictiva, en Jordania hasta estos momentos se goza de una tranquilidad absoluta. Además, la gente está deseando recibir a los turistas, son sumamente amables y en todas partes te saludan con una sonrisa y un “welcome”. Por lo demás, es en un muy buen momento para ir porque hay poca afluencia de turistas y se está muy a gusto en todas partes, aunque nosotros pillásemos algo más de jaleo por coincidir con el puente del 1º de mayo, festivo internacional. Y la época del año, finales de abril y principios de mayo es excelente: días largos, temperatura cálida por el día y fresca por la noche (para llevar una chaqueta simplemente). Hay que añadir el aliciente del paisaje, mucho más bonito porque aún conserva el frescor y la humedad del invierno, lo que lo hace más verde y, por tanto, más atractivo que en verano y otoño. Ya nos pasó algo similar en Grecia. Y es que se agradece realmente la hierba y las flores entre las ruinas de Jerash, las motas de vegetación en los desiertos y, no digamos, las adelfas en flor de Petra. En verano, supongo que estará todo mucho más seco y árido, y el calor puede resultar un inconveniente fuerte en zonas como Jerash, Petra y, sobre todo, Aqaba, donde debe ser insufrible.
En cuanto a las visitas, pese a ser un grupo grande, no hubo demasiados problemas, y en realidad sólo estuvimos todos juntos los dos primeros días. Madrugábamos bastante y el tiempo cundía pese al latazo inevitable de la recogida de personas en distintos hoteles, lo peor de todo el viaje con diferencia. No se plantearon excursiones opcionales, pero las que estaban programadas se cumplieron sin sensación de prisa. Vimos todo con tiempo suficiente, en mi opinión. Aún recuerdo foreros contando que hicieron la panorámica de Amman sin bajar del autobús o la visita a Jerash corriendo. Esta situación no se dio en nuestro caso. Evidentemente, hubiera estado mejor un par de días más de viaje, pero no existía esa posibilidad.
Para los que quieran ir por libre y alquilar un coche, no creo que tengan mayores problemas. Casi todos los indicadores están en árabe y en inglés y la gasolina costaba en torno a 0,90 dinares, el gasóleo más barato. Inconveniente: la forma de conducir de los jordanos, sumamente particular, no respetan demasiado las normas de tráfico y muchos emplean las carreteras de doble sentido como auténticas autopistas, sin que para adelantar encuentren diferencia entre que haya línea continua o no. Vimos bastante controles tanto de policía como militares, pero sobre todo de tráfico, con radares, intentando vigilar que se cumplan los límites de velocidad, supongo que para reducir la altísima tasa de accidentes que se registran. En seis días por Jordania, vimos varios accidentes, algunos bastante graves. Así que mucha precaución al volante. En Amman y otras ciudades el tráfico es infernal y resulta complicado moverse debido a las cuestas y los atascos; y hasta para cruzar la calle hay que tener destreza, si bien no es el caos absoluto de El Cairo, por ejemplo. Hay muchos taxis (los de color amarillo llevan contador, los blancos son colectivos), no son caros y no existe problema en cogerlos, aunque resulta conveniente acordar el precio primero. A veces, te dan vueltas por los sitios, pero no te cobran más, simplemente es que no saben llegar. Las tiendas suelen abrir de 10 de la mañana a 10 de la noche, aunque en Amman muchos comercios están abiertos más allá de esos horarios. No os puedo hablar de cómo funcionaba el wifi porque no utilicé internet; los teléfonos móviles, sin problemas, al menos el mío, incluso en Petra. Con lo que hay que tener cuidado es con los enchufes para cargar cámaras, teléfonos y demás. En el hotel de Amman, clavijas como las nuestras; en los de Petra y Aqaba, eran planas, con tres patas gruesas. Sin embargo, se podían cargar los aparatos en una clavija como la nuestra que hay en los secadores de pelo del baño. Cargan algo más lento, pero sacan del paso si no se llevan adaptadores.
Las estrellas de los hoteles no siempre se corresponden con lo que estamos acostumbrados en España y pueden ser algo inferiores, aunque no se nota en el precio, que es bastante alto. Contratar por libre los hoteles en los que estuvimos alojados saldría por un pico, aunque no sean ni mucho menos excepcionales. Jordania no es un país barato para el turista teniendo en cuenta los servicios, con lo cual, en principio el viaje organizado sale mejor de precio., unos 1.300 euros por persona con vuelo directo desde Madrid en las R.L.A.J., media pensión, hoteles de cuatro estrellas y con excursiones y entradas incluidas. Sin embargo, supongo que indagando convenientemente y en alojamientos de inferior categoría (que por lo que me han contado no tienen necesariamente que ser malos) se puede abaratar costes.
Los restaurantes a los que fuimos con el guía, en ruta, normalitos, y sin alternativa salvo llevar comida. El precio fijo, 10 dinares más la bebida (entre 1,5 y 3 dinares). Por cierto, los que iban con pensión completa habían pagado 18 euros por comida y tomaron lo mismo que el resto. Así que no interesa coger pensión completa. Normalmente había poca fruta o ninguna salvo en el desayuno. Muy curioso en un país donde se ven tantísimas fruterías y puestos callejeros vendiendo sandías, melones, uvas, plátanos…
La comida está buena aunque termina siendo un poco repetitiva, ya que los ingredientes principales siempre son los mismos: hummus, ensaladas, arroz, pollo y cordero. Aparte de los pinitos que cada uno haga en restaurantes locales, también se puede comer comida jordana en los buffets. Yo procuré olvidar la comida internacional (insipida salvo excepciones la verdad) y centrarme en los platos locales, bastante mejores. Claro que hay que estar dispuesto a probar de todo. Había comidas muy picantes, pero la receta es sencilla: precaución con el color rojo, aunque también podían picar algunas salsas verdes. Están muy buenos los entrantes, a base de hummus (crema de garbanzos y pasta de sesamo), otra pasta más ligera de berenjenas, ensaladas variadas (de tomante y pimiento, de col, etc), encurtidos, etc. Los platos a base de verduras (cremas, pistos, ensaladas, etc), unos buenísimos, otros incomibles, dependiendo de las especias que lleven. Los quesos, en mi opinión, demasiado salados y los yogures (caseros) bastante ácidos. Las aceitunas aliñadas muy ricas. Los fiambres bastante insípidos. Los dulces a base de frutos secos (almendra, nueces, pistacho, piñones), coco y miel, muy buenos pero demasiado compactos y contundentes para mi gusto; ponían mucho un pudin caliente de arroz aromatizado con canela y otras especias (muhallabiyah) que solía gustar mucho, aunque a mi, no. Las galletas revestidas con sésamo y otras semillas, muy buenas.
Un plato tradicional es el mansaf, de cordero guisado sobre una base de arroz con salsa de yogurt. El arroz puede quedar blanco, si se echa por encima la salsa de yogurt, o amarillo, si se pone la salsa aparte, en este caso es muy gracioso porque lo ponen en un cacharro enorme y parece una paella con forma de montaña. Hay que probar el falafel (especie de albóndigas fritas con pasta de garbanzos). Tomamos una especie de filetes rusos con salsa de yogurt y limón realmente sabrosos. No hay mucho pescado pero está bueno, mejor tomarlo en Aqaba si se va; allí también ponen helados muy ricos. Probamos otros platos cuyo nombre no recuerdo, pero casi siempre con pollo o cordero. Y me gustó un estofado de ternera con coliflor y berenjenas, creo que se llama maqlubah. De todas formas, advierto que soy de buen comer (excepto picantes) y me gusta probar de todo. En cualquier caso, la comida es una cuestión muy personal y no hay demasiada variedad si se es un poco tiquismiquis.
En cuanto a sitios, me gustó mucho casi todo lo que vi, incluyendo los castillos semiderruidos de los que se burlaban algunas personas. Creo que a la hora de visitar un lugar hay que olvidarse de las comparaciones, de lo contrario el disfrute puede verse bastante perjudicado, y es que no tiene sentido comparar Shobak con el castillo de la Mota, por ejemplo. Vamos, que no siempre se pueden encontrar sitios excepcionales, aunque en Jordania, realmente los hay.
Como lugares imprescindibles: naturalmente, Petra, única e irrepetible; la pequeña Petra (sobre todo por el paisaje, preferiblemente antes de ver Petra), el desierto de Wadi Rum, Jerash, el paisaje de la zona de Aljun, el monte Nebo por su significado, el Mar Muerto y también Amman, porque, independientemente de lo que tenga que visitar, conocer su capital siempre aporta mucha información sobre un país. Me quedé con ganas de ir a Uadi al-Mawjib, solamente vi el principio de la garganta desde el puente del Mar Muerto y ya me impresionó. Si gusta el snorkel o el buceo, hay que zambullirse en la zona de Aqaba; si no, no merece la pena ir, hace mucho calor y las playas no valen gran cosa. También son muy interesantes el mosaico del mapa bíblico de Madaba y los frescos del castillo de Amra.
La Real Compañía Aérea Jordana, muy recomendable: vuelos en tiempo, buen servicio, comida muy aceptable para lo que se estila últimamente y el entretenimiento variado, simplemente jugueteando con la pantalla táctil ya pasas un buen rato, jeje.
Poco más puedo añadir, solamente decir que por conocer Petra merecería la pena ir al fin del mundo, y por fortuna Jordania no está tan lejos. Pido disculpas si he puesto algún dato incorrecto y, como en todos mi diarios, señalar que todas las fotos, mejores o peores, las he hecho personalmente y que lo que he contado responde simplemente a opiniones y vivencias personales. Ojala le sirva de alguna utilidad a algún futuro viajero, igual que a mi me ha servido el resto de diarios de este foro. Gracias a todos.
