Hoy era el día, por fin íbamos a ver a la luz del día Petra, la antigua ciudad Nabatea que permaneció perdida más de 1.000 años.
Petra está íntimamente ligada al pueblo Nabateo, un pueblo de comerciantes que se asentó en la zona en el siglo VI a.c. y es responsable de la mayoría de las construcciones que hoy en día podemos ver. En su apogeo se tiene constancia que la ciudad albergaría a unos 30.000 habitantes, pero en siglo II d.c. las rutas comerciales se desviaron de Petra y la principal fuente de ingresos de los Nabateos se perdió, lo que facilitó que los romanos conquistaran el Imperio Nabateo y por lo tanto se apoderasen de la ciudad de Petra.
Los romanos adaptaron la ciudad, incluyendo una imponente vía columnada al estilo de la de Gerasa. Petra volvía a vivir una época de apogeo, que se apagó en el siglo IV d.c. cuando un terremoto destruyó la ciudad y uno posterior en el siglo VI d.c. hizo que se perdiera en el tiempo y solo los beduinos conociesen su ubicación.
En 1812 el explorador Jean Louis Burckhardt, haciéndose pasar por musulmán, pudo al fin entrar en la ciudad de Petra. La ciudad rosa volvía a la vida y a partir de ese momento una avalancha de exploradores pusieron su foco en ella, iniciando unas excavaciones que llegan a nuestros días, porque como bien nos contaron los beduinos, el secreto de Petra aún está enterrado.
Como he comentado en la etapa de Datos prácticos para visitar Petra, el primer día de visita madrugamos bastante, más de lo que estamos acostumbrados a hacerlo en nuestros viajes, pero todo con un buen fin, intentar llegar al Tesoro de Petra con el menor número de personas.
Nosotros pedimos en el hotel un picnic para que nos lo tuvieran preparado por la mañana ya que el desayuno empezaba tarde. Con nuestras bolsas nos dirigimos a la entrada de Petra y a las 6:30 de la mañana estábamos listos para iniciar nuestro primer recorrido de día por el famoso Siq de la ciudad Nabatea.
Petra está íntimamente ligada al pueblo Nabateo, un pueblo de comerciantes que se asentó en la zona en el siglo VI a.c. y es responsable de la mayoría de las construcciones que hoy en día podemos ver. En su apogeo se tiene constancia que la ciudad albergaría a unos 30.000 habitantes, pero en siglo II d.c. las rutas comerciales se desviaron de Petra y la principal fuente de ingresos de los Nabateos se perdió, lo que facilitó que los romanos conquistaran el Imperio Nabateo y por lo tanto se apoderasen de la ciudad de Petra.
Los romanos adaptaron la ciudad, incluyendo una imponente vía columnada al estilo de la de Gerasa. Petra volvía a vivir una época de apogeo, que se apagó en el siglo IV d.c. cuando un terremoto destruyó la ciudad y uno posterior en el siglo VI d.c. hizo que se perdiera en el tiempo y solo los beduinos conociesen su ubicación.
En 1812 el explorador Jean Louis Burckhardt, haciéndose pasar por musulmán, pudo al fin entrar en la ciudad de Petra. La ciudad rosa volvía a la vida y a partir de ese momento una avalancha de exploradores pusieron su foco en ella, iniciando unas excavaciones que llegan a nuestros días, porque como bien nos contaron los beduinos, el secreto de Petra aún está enterrado.
Como he comentado en la etapa de Datos prácticos para visitar Petra, el primer día de visita madrugamos bastante, más de lo que estamos acostumbrados a hacerlo en nuestros viajes, pero todo con un buen fin, intentar llegar al Tesoro de Petra con el menor número de personas.
Nosotros pedimos en el hotel un picnic para que nos lo tuvieran preparado por la mañana ya que el desayuno empezaba tarde. Con nuestras bolsas nos dirigimos a la entrada de Petra y a las 6:30 de la mañana estábamos listos para iniciar nuestro primer recorrido de día por el famoso Siq de la ciudad Nabatea.
Centro de visitantes de Petra
Itinerario del primer día:
Recorrimos el Siq en silencio, acompañados por muy poca gente a esas horas. No queríamos perder mucho tiempo porque queríamos llegar cuanto antes al famoso Tesoro ya que al día siguiente teníamos pensado recorrer este camino con más detalle y parando más de lo que estábamos haciendo.
Inicio del Siq
Lo primero que nos encontramos en el recorrido por el Siq son los misteriosos bloques de Djinn, cuya utilidad aún se desconoce.
Bloques de Djinn
Avanzando un poco llegamos a la primera tumba de la ciudad, la Tumba de los Obeliscos, un aperitivo perfecto para lo que vendría luego.
Tumba de los Obeliscos
De repente unas enormes paredes montañosas hacen su aparición y el camino serpentea entre estos grandes muros de piedra. El cañón no se formó como efecto de la erosión sino al efecto de fuerzas tectónicas que hizo que la piedra se quebrase y separase. El recorrido por esta parte del Siq es mágico, el escenario combinado por el silencio, solo roto por nuestros pasos, hacen que te quedes maravillado. Está claro que esta ruta era la introducción perfecta para que los viajeros que llegasen a Petra se quedasen asombrados.
Este camino era la única puerta de entrada a la ciudad Nabatea, por lo que todas las caravanas de comerciantes debían atravesarlo. A lo largo de todo el camino se pueden ir viendo tallas en la piedra y obras de canalización de agua.
Y como quien no quiere la cosa, a la vuelta de la esquina, aparece una de las fachadas más reconocibles de todo el mundo, la fachada del Tesoro o Al Khazneh.
Y como quien no quiere la cosa, a la vuelta de la esquina, aparece una de las fachadas más reconocibles de todo el mundo, la fachada del Tesoro o Al Khazneh.
Por muchas veces que la hayáis visto en foto, nada como estar delante de la fachada para quedarte maravillado. Todos los que llegamos nos quedamos asombrados por su tamaño y por el nivel de detalle y buen estado de conservación de la tumba. Nos imaginamos cómo se debían quedar los comerciantes y mercaderes que llegaban con sus caravanas hace 2.000 años.
En ese momento nos alegramos de haber madrugado tanto. Estábamos prácticamente solos en la explanada del tesoro y ni siquiera los beduinos habían montado aún sus puestos. Eso le sumaba más magia al momento y nos permitió pasar un rato increíble, de lo mejor de todo el viaje.
En ese momento nos alegramos de haber madrugado tanto. Estábamos prácticamente solos en la explanada del tesoro y ni siquiera los beduinos habían montado aún sus puestos. Eso le sumaba más magia al momento y nos permitió pasar un rato increíble, de lo mejor de todo el viaje.
Al Khazneh
El Tesoro es en realidad una tumba tallada en piedra arenisca para el rey nabateo Aretas III. Debe su nombre a una leyenda que cuenta que un faraón egipcio escondió su tesoro en una urna de la fachada. Algunos que creyeron esta historia a pies juntillas, tuvieron la feliz idea de liarse a tiros con la fachada para encontrar el tesoro, que nunca apareció, aunque los agujeros de bala aún son visibles en la fachada.
Por dentro, al igual que el resto de tumbas de Petra, no está decorada, aunque el acceso no está permitido. A pesar de esto sus casi 43 metros de altura y 30 de ancho compensan todo. Gracias a que está tallada hacia dentro de la propia piedra, esta hace de protección y ha permitido que su nivel de conservación sea mayor que el de otras tumbas de la ciudad, pudiendo observar detalles como los frontones superiores o los capiteles.
Estuvimos un buen rato en la explanada, haciendo fotos o simplemente observando la magnífica fachada embobados...
Por dentro, al igual que el resto de tumbas de Petra, no está decorada, aunque el acceso no está permitido. A pesar de esto sus casi 43 metros de altura y 30 de ancho compensan todo. Gracias a que está tallada hacia dentro de la propia piedra, esta hace de protección y ha permitido que su nivel de conservación sea mayor que el de otras tumbas de la ciudad, pudiendo observar detalles como los frontones superiores o los capiteles.
Estuvimos un buen rato en la explanada, haciendo fotos o simplemente observando la magnífica fachada embobados...
En la propia explanada a la derecha de la entrada, hay un camino que lleva a un primer mirador elevado desde el que se tienen unas buenas vistas del Tesoro. Nos gustó la experiencia porque el ascenso no es muy complicado y pudimos tener muy buenas vistas sin apenas gente aún en la explanada. En los Datos prácticos podéis ver un apartado que he dedicado a los miradores de Petra.
Nuestra visita continuó por la Calle de las Fachadas en la cual el camino se ensancha y da paso al Siq Exterior. Toda la calle está jalonada de tumbas y casas construidas por los nabateos. En el interior de estas no hay nada y muchas de ellas son utilizadas por los beduinos para guardar a sus animales, sobre todo burros, por las noches.
Siq Exterior
Merece la pena tomarse con calma este paseo que va desde el Tesoro hasta el Teatro Nabateo y disfrutar de las más de 40 tumbas que se encuentran en esta zona. Destacan una serie de tumbas con forma de zigurat en su parte superior.
Continuando por la amplia calle se llega al gran Teatro Nabateo. El teatro se construyó por los nabateos hace más de 2.000 años, esculpido en la propia piedra. El teatro fue ampliado por los romanos cundo llegaron a la ciudad, dotándole de capacidad para unas 8.500 personas.
En las gradas del teatro, hoy en día no accesibles, se pueden ver algunas tumbas seccionadas.
En las gradas del teatro, hoy en día no accesibles, se pueden ver algunas tumbas seccionadas.
Teatro Nabateo
Desde el Teatro y en el otro lado de la calle, ya son visibles las Tumbas Reales, un conjunto de cuatro grandes tumbas contiguas. Debido a su posición elevado dominando el valle y su grandiosidad, se cree que estas tumbas pertenecieron a altos dirigentes o miembros de la realeza nabatea.
Tumbas Reales
La primera tumba que nos encontramos, viniendo desde el Teatro, es la Tumba de la Urna. Esta tumba también es la que más destaca por la enorme terraza frontal, así como una doble fila de arcos abovedados que fueron añadidos posteriormente por los bizantinos. La tumba fue construida en el siglo I d.c. para un rey nabateo.
Tumba de la Urna
Merece la pena acceder al interior de esta tumba para contemplar el estampado natural de la piedra. No hay mucho más en el interior, alguna estructura que debió albergar algún tipo de estatua y tumba en su momento.
Junto a la Tumba de la Urna nos encontramos la Tumba de la Seda, la más pequeña de todas las Tumbas Reales. Lo más destacado de esta tumba son los colores y vetas de la piedra exterior, con tonos rosas y blancos.
Tumba de la Seda
La siguiente tumba que vimos fue la Tumba Corintia. De alguna manera nos recordó al Monasterio de Petra que veríamos por la tarde, aunque desgraciadamente su estado de conservación es mucho peor. Los terremotos y el paso del tiempo han afectado a esta tumba más que al resto de tumbas reales y al observarla parece que se funde con la montaña. Su nombre se debe a las flores visibles en los capiteles de algunas columnas, que recuerdan al estilo arquitectónico.
Tumba Corintia
Por dentro siguen la tónica general, alguna estructura pero en general diáfanas y sin ningún tipo de decoración. En esta concretamente pudimos ver restos de hogueras que hacen los beduinos que se quedan por las noches en Petra, lo que provoca que los techos de los interiores estén completamente negros. Este tema se debería cuidar un poco más para conservar el patrimonio de la ciudad.
Interior Tumba Corintia
La última de las Tumbas Reales es la Tumba del Palacio. Esta tumba también es la más espectacular en cuanto a tamaño, es la más grande de toda la ciudad de Petra. Su nombre se debe a la apariencia que tiene, más que una tumba, parece un palacio romano.
En esta zona de las Tumbas Reales encontraréis multitud de puestos donde podéis comprar artesanía u otros souvenirs como por ejemplo imanes.
Llegaba la primera gran subida de nuestra estancia en Petra, la subida al mirador principal del Tesoro. Recordad que el inicio del camino de subida está pasado la Tumba del Palacio y veréis un cartel que os invita a ver "The spectacular view of the treasury from above". Pensad que aunque algún cartel indica que se tardan 30 minutos en subir, se puede hacer más larga. Nosotros entre subir, bajar y disfrutar de las vistas desde lo alto estuvimos unas dos horas y media.
Durante el camino hay tramos de escaleras y otros donde los escalones desaparecen y se sube directamente por la piedra arenisca que no resbala. La subida no es complicada, aunque en un día de sol puede hacerse agotador. Durante la visita hay varios puntos donde poder disfrutar de las vistas del valle y en algunos puntos, las vistas del Teatro Nabateo son espectaculares, mucho mejor que las que se obtienen desde el propio teatro.
La ruta va subiendo por el macizo conocido como Jebel el-Khubtha, justo encima de las Tumbas reales que acabábamos de visitar, por lo que las vistas al Teatro y a la antigua ciudad son espectaculares. En este punto ya podéis encontrar algún puesto de beduinos que te ofrecen souvenirs y sobre todo agua y refrescos, que en la subida no viene nada mal.
Tras el imponente mirador del teatro se pasa por una zona interior del macizo con menos interés porque no tienes vistas al valle ni al Siq, pero enseguida llegas al mirador principal del Tesoro. En este punto tenéis dos opciones, o entrar en la tienda beduina en la que tendréis que consumir algo, aunque los precios no son caros (entre 1-2$ por refresco) o quedaros en el mirador que está un poco antes de la tienda y que también tiene vistas espectaculares.
Nosotros queríamos tomar algo y la tienda nos vino fenomenal, menudo negocio tiene el beduino montado. El hombre que por lo que nos contó vive ahí, ha ido aprendiendo un poco de inglés conversando con turistas y nos explicó un poco el intento que hizo el gobierno de trasladar a todos los beduinos que vivían en el interior de Petra al pueblo cerca de Wadi Musa que se montó para ellos. Muchos decidieron irse, pero otros como el se quedaron.
Nosotros queríamos tomar algo y la tienda nos vino fenomenal, menudo negocio tiene el beduino montado. El hombre que por lo que nos contó vive ahí, ha ido aprendiendo un poco de inglés conversando con turistas y nos explicó un poco el intento que hizo el gobierno de trasladar a todos los beduinos que vivían en el interior de Petra al pueblo cerca de Wadi Musa que se montó para ellos. Muchos decidieron irse, pero otros como el se quedaron.
Una de las mejores horas para ver el Tesoro es cuando comienza a estar iluminado por los rayos de sol, sobre las 11 de la mañana es una hora perfecta, también pera contemplar desde las alturas como comienzan a llegar hordas de grupos y visitantes a Petra.
Hicimos también alguna foto en el mirador junto a la tienda, pero las mejores perspectivas las tienes desde la tienda del beduino.
La bajada la hicimos mucho más rápida que la subida, aunque con tanto escalón tampoco es excesivamente cómoda y las rodillas y tobillos sufren. De vuelta a las Tumbas Reales, vi un camino a la derecha que llevaba a otra serie de tumbas, entre ellas la más conocida es la Tumba de Sextius Florentinus. Como mi mujer y nuestros amigos comenzaban a flojear, decidí aventurarme solo. El camino es corto pero pesado por la gran cantidad de tierra que hay que hace que se hundan los pies.
Tumba de Sextius Florentinus
Esta tumba no es tan grandiosa como las Tumbas Reales que hemos visto anteriormente, pero además del color de la piedra de la fachada, destaca por una particularidad, ser la única tumba de Petra de la que conocemos exactamente para quién fue construida.
Gracias a la inscripción sobre la puerta sabemos que fue construida en el año 129 d.c. por el hijo del Governador de la Provincia Romana de Arabia, Sextius Florentinus, mezclando elementos del arte Romano y Nabateo.
Después de esta fugaz visita pusimos rumbo al antiguo centro de la ciudad de Petra. Para llegar al centro urbano, se toma una calzada empedrada flanqueada por columnas, la Vía Columnata de Petra.
Gracias a la inscripción sobre la puerta sabemos que fue construida en el año 129 d.c. por el hijo del Governador de la Provincia Romana de Arabia, Sextius Florentinus, mezclando elementos del arte Romano y Nabateo.
Después de esta fugaz visita pusimos rumbo al antiguo centro de la ciudad de Petra. Para llegar al centro urbano, se toma una calzada empedrada flanqueada por columnas, la Vía Columnata de Petra.
Vía Columnata
En esta zona del centro urbano, veréis muchas estructuras flanqueando la vía principal. La mayor parte de ellas solo permiten intuir lo que fueron en su momento ya que su estado de conservación no es muy bueno. Entre estas estructuras destacaba el Ninfeo o fuente pública, no tan espectacular como el que se puede encontrar en Gerasa y del que apenas queda nada salvo un árbol que indica el lugar donde se encontraba en su momento. Es un sitio bastante concurrido gracias a la sombra que proporciona el citado árbol.
Ninfeo
Se supone que por la zona también había varios mercados, pero no se ha conservado mucho y solo se ven piedras apiladas en los terrenos donde pudieron ubicarse. Otra de las estructuras destacadas de esta zona es el Gran Templo. Una imponente estructura con tres niveles que se construyó aproximadamente en el siglo I a.c.
Gran Templo
En el segundo nivel hay una gran plaza sagrada conocida como Temeneos inferior con una serie de escaleras que ascienden al último nivel, el templo propiamente dicho. Una peculiaridad de este templo es que en este último nivel posee un pequeño teatro semicircular que se dedicase posiblemente para asambleas, con capacidad para unas 600 personas.
Temeneos inferior
Temeneos superior
Siguiendo por la vía principal llegaréis a la Puerta de los Temenos. Esta monumental puerta daba acceso a la zona más sagrada de Petra, la zona del Qasr al-Bint. Se cree que esta puerta romana sustituyó a una anterior erigida por los nabateos. Cuenta con tres puertas de acceso y en ella os encontraréis normalmente personas vestidas como romanos para hacerse fotos con vosotros.
Puerta de los Temenos
La última construcción que vimos antes de parar a comer y una de las más importantes fue el Qasr al-Bint o santuario de Petra. En su momento debió ser una estructura imponente tanto por dimensiones como por la gran escalinata y columnas elaboradas en mármol. Se destinaba principalmente a ceremonias de culto a los antiguos dioses nabateos.
Aunque fuese en horario inglés llevábamos ya muchas horas despiertos y el picnic nos había sabido a poco así que decidimos parar a comer en uno de los restaurantes de Petra que están en esta zona junto al Qasr al-bint. No tienen perdida y si estáis por el centro urbano los veréis. Ambos son de tipo buffet y la calidad no es la mejor, pero o lleváis con vosotros la comida o no hay más remedio que entrar por el aro. Este primer día paramos en el Restaurante Basin. Tened mucho cuidado al pagar, siempre están con el truco de que no les funciona la máquina para tarjetas, pero es una excusa para cobrar en efectivo.
Tras una reparadora parada para comer y descansar, nos pusimos en marcha hacia el Monasterio de Petra. Esta es otra de las temidas subidas para los viajeros de Petra, pero el tesoro que se esconde al final del camino, bien vale el esfuerzo de cualquier subida.
En mi opinión es la subida más exigente de todas las de Petra y para llegar al Monasterio hay que superar más de 800 escalones por una antigua ruta procesional, entre la montaña, que utilizaban los nabateos.
Nosotros tardamos algo más de 40 minutos en hacer la subida con parada incluida en una tetería que os encontraréis en el camino.
Tras una reparadora parada para comer y descansar, nos pusimos en marcha hacia el Monasterio de Petra. Esta es otra de las temidas subidas para los viajeros de Petra, pero el tesoro que se esconde al final del camino, bien vale el esfuerzo de cualquier subida.
En mi opinión es la subida más exigente de todas las de Petra y para llegar al Monasterio hay que superar más de 800 escalones por una antigua ruta procesional, entre la montaña, que utilizaban los nabateos.
Nosotros tardamos algo más de 40 minutos en hacer la subida con parada incluida en una tetería que os encontraréis en el camino.
Sendero subida Monasterio
En el recorrido hasta el monasterio es donde más personas montadas en burros vimos. Estos animales son utilizados para transportar provisiones y personas. Es un tema complicado el del maltrato animal en Petra y personalmente no entiendo cómo los beduinos pueden tratar tan mal a estos animales que son, en muchos casos, su principal fuente de ingresos, pero lo cierto es que las condiciones en las que los vimos, tanto a burros como caballos o camellos, no son nada buenas y se debería hacer algo para mejorar esta situación, en una sociedad cada vez más concienciada con este tema.
En el camino hay una parada obligatoria para ver el Triclinio del León. A esta tumba se le conoce por este nombre debido a los dos leones que se encuentran en su base.
Triclinio del León
Las vistas tanto a la subida como a la bajada son impresionantes y merece la pena ir con calma para apreciar el valle según os vais elevando. A su vez, la montaña está jalonada por numerosas tumbas visibles desde el sendero.
La llegada al Monasterio es toda una alegría, por un lado porque se acaba la larga subida y por otro por el increíble panorama que se abre ante vosotros cuando llegáis a la gran explanada. Sus dimensiones son mucho mayores que las del tesoro, 50 metros de ancho por 45 metros de alto. Se construyó en el siglo III a.c. como tumba nabatea, pero debido a una serie de cruces talladas en su interior, por su uso como iglesia bizantina, se le conoce con el nombre de Monasterio.
En mi opinión el nivel de detalle en el Tesoro es mayor, parece más delicado mientras que el Monasterio parece más tosco, aún así no sabría con cuál de los dos quedarme, ambas son dos joyas, aunque el Monasterio esté más escondida.
En mi opinión el nivel de detalle en el Tesoro es mayor, parece más delicado mientras que el Monasterio parece más tosco, aún así no sabría con cuál de los dos quedarme, ambas son dos joyas, aunque el Monasterio esté más escondida.
Subir al Monasterio por la tarde es una buena idea ya que, por un lado, os ahorráis que os caiga el sol a plomo y por otro, el Monasterio tiene un color especial al atardecer. El café que está frente al Monasterio es un buen sitio para disfrutar de las vistas y si os aventuráis más allá podéis ir al mirador principal que está a unos 100-200 metros y un poco más allá tenéis otro mirador con vistas impresionantes de todo Wadi Araba.
Mirador principal del Monasterio
Mirador Wadi Araba
Eran casi las 17:00 de la tarde cuando emprendimos el camino de salida de Petra. Calculad que, desde el Monasterio, contando con alguna que otra parada, podéis tardar unas dos horas hasta el centro de visitantes. No hay problema con que salgáis más tarde de la hora de cierre de taquillas, lo que está prohibido es hacer noche en el recinto.
Disfrutamos de nuevo de la Vía Columnada, está vez con menos gente, así como las vistas de las Tumbas Reales bañadas por el sol y llegamos de nuevo al Tesoro y nos lo volvimos a encontrar prácticamente vacío y nos volvimos a enamorar de él.
Disfrutamos de nuevo de la Vía Columnada, está vez con menos gente, así como las vistas de las Tumbas Reales bañadas por el sol y llegamos de nuevo al Tesoro y nos lo volvimos a encontrar prácticamente vacío y nos volvimos a enamorar de él.
Tumbas Reales
El día no daba para más, había sido muy completo pero agotador. Descansamos un poco en el hotel y esa noche decidimos cenar ahí mismo. En resumen, habían sido algo más de 21 kilómetros recorriendo Petra, con subidas, bajadas, Tesoros, tumbas, miradores y algún Monasterio. Muchas cosas para un solo día, pero la conclusión, la misma, Petra es el tesoro.