Por último nos quedaba visitar el Gran Bazar, la mezquita de Solimán el Magnífico (la más grande, que te habrás hartado de ver y fotografiar desde todas partes) y el hammam.
Gran Bazaar
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A las 10 de la mañana el Gran Bazar, aunque sea un lunes de agosto, está tranquilo. Pero poco a poco se va llenando de turistas y locales.
Todos los dependientes/propietarios de las tiendas (que todos sin excepción son hombres) te saludan al pasar o te llaman la atención para que compres. Nos sentimos un poco abrumados pero practicamos el "No, thank you" sin parar.
La verdad es que si te paras a mirar, ni que sea 10 segundos, algo de alguna tienda, en seguida vienen a hablarte. Así que íbamos caminando sin parar y sin entretenernos en mirar demasiado. Total, tampoco íbamos a comprar nada.
Las calles están divididas por gremios, así que en una zona encuentras joyas, en otra artículos de piel, en otra alfombras, y así. Una amiga estambulita me ha dicho que lo que venden es de calidad (aunque bolsos y ropa sean imitaciones, con logos de Prada, Ralph Lauren, etc.)
Mezquita de Solimán
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Está a 20 minutitos caminando desde el Gran Bazar, por calles estrechas y alguna con pendiente pronunciada. A pie lo primero que se alcanza es la parte de detrás, que tiene un hermoso cementerio y los mausoleos del sultán Solimán y su esposa.
La mezquita está rodeada de un parque con árboles y césped. Muy agradable para sentarse y descansar. Por dentro es muchísimo más tranquila que la mezquita de Sultanahmet. Hay turistas, pero muchísimos menos, y todos estamos sentados en el suelo (en la zona habilitada para turistas).
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En la calle de la derecha justo saliendo del recinto de la mezquita se encuentra la tumba de Sinán, el arquitecto de media Istanbul otomana. Apenas se puede ver por un muro, así que no tiene mucho interés.
Llegamos justo cuando empezaba la hora del rezo así que teníamos que esperar una hora. Aprovechamos para comer.
Comimos en el restaurante más oculto y barato que hayamos encontrado JAMÁS. Está más o menos aquí. A 5 minutos de la mezquita pero metiéndonos por unos callejones con casas terriblemente abandonadas. El restaurante parece que también es un hotel y tiene un gran letrero fuera.
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Nos costó 10€ lo siguiente: Una ensalada verde gigantesca, una sopa de lentejas, un plato de albóndigas con patatas fritas y tomate asado de acompañamiento y un plato enorme de raviolis caseros de carne con salsa de yogur. Pan (una barra entera) y dos botellas pequeñas de agua. Dentro del restaurante tienen un patio interior con una fuente y árboles y plantas. El servicio fue lento pero amable, no hablan español pero inglés sí. Éramos los únicos clientes. Totalmente recomendable.
Justo en el lateral izquierdo saliendo de la mezquita hay muchos restaurantes con mesas en el exterior, pero preferimos huir del turisteo, aunque no parecían restaurantes caros.
Hammam
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Después de visitar la mezquita fuimos al único hammam mixto de Estambul, el Suleymaniye Hamam, que por 90 liras o 35€ (aceptan euros y liras, pero no targetas de crédito ni débito) te ofrecen una experiencia de sauna + exfoliación + masaje de lo más relajante y exótico.
El edificio es una construcción del famoso arquitecto Sinán, el que construyó la mezquita de Solimán, y tiene una antiguedad de casi 500 años. Eso tiene su encanto.
Al llegar te dirigen a un vestuario privado con llave y te ofrecen parte superior de bikini y pantaloncito corto de algodón para chicas y una toalla-pareo para los chicos. Y unas sandalias para cada uno.
Luego se entra en la sauna dónde se pasa unos 20 minutos sudando. Te puedes estirar en la gran losa de marmol central o bien refrescarte en las varias fuentes frías de los laterales (echándote agua por encima).
Al llegar la hora del masaje vinieron dos chicos (los masajistas siempre son chicos en este hammam) y nos frotaron bien con un guante exfoliante y nos hicieron tumbar en unos bancos de mármol dónde después de enjabonarte mucho mucho muchísimo nos dieron un masaje más bien fuerte pero agradable. Luego nos aclararon y nos dejaron un poquito más en la sauna. Después viene el momento en que nos envuelven en toallas el cuerpo y la cabeza y nos hacen pasar a una salita con sofás. Aquí puedes pedir una bebida. Un te o un agua vale 2 liras. Cuando nos acabamos la bebida volvimos a cambiarnos. Toda la experiencia entera duró hora y media. Yo creo que fue dinero bien invertido por lo bien que sienta, aunque hay hammams algo más baratos.
La cena fue en uno de los callejones laterales de Istiklal Cadessi, un restaurante basado en tapas cocinadas con aceite de oliva. Era muy elegante y pagamos unos 30 o 35€ los dos.
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Sí, Istiklal Cadessi tiene luces de navidad. En agosto.
