Escala en Singapur y regreso a casa ✏️ Diarios de Viajes de Singapur23er día: Singapur. El último vuelo regional nos lleva de Kuching a Singapur y también lo hacemos con Malaysia Airlines, compañía que trata bastante bien a sus clientes y con la que no hemos sufrido el más mínimo retraso. Nos pone de buen humor...Diario: De Bangkok a Brunei⭐ Puntos: 5 (7 Votos) Etapas: 9 Localización: Asia Sudeste23er día: Singapur El último vuelo regional nos lleva de Kuching a Singapur y también lo hacemos con Malaysia Airlines, compañía que trata bastante bien a sus clientes y con la que no hemos sufrido el más mínimo retraso. Nos pone de buen humor reencontrarnos con el enorme y sin embargo acogedor aeropuerto de Changi en Singapur. Antes de salir de él compramos la tarjeta de transporte, que ahorra molestias y dinero. No existe en el mundo un Metro tan pulcro ni tan puntual como el de Singapur En Singapur hay muchas cosas buenas, bonitas e incluso algunas baratas, pero el alojamiento pasa por períodos en los que resulta caro y otros en que sólo se puede calificar de prohibitivo, como es el caso actual. La apertura del archiconocido Hotel Marina Bay Sands, que ha puesto en el mercado 2500 nuevas habitaciones, no parece estabilizar los precios sino todo lo contrario; la fama del proyecto atrae cada vez más visitantes a la pequeña ciudad-estado y las tarifas se disparan. Haciendo caso a algunas recomendaciones de este foro hemos reservado en el Lloyd's Inn, un hotel sencillo, muy céntrico y no demasiado caro: unos 70€ sin desayuno!!! Para llegar hasta allí desde el metro en Orchard Road hay que caminar un rato, pero lo llevamos con resignación. No digo que la arquitectura del Lloyd's no sea original, pero aún así no veo que ofrezca muchas comodidades a los huéspedes, y las habitaciones son bastante rudimentarias. Comemos en un restaurante sencillo y original (uno de los muchos miles que hay en la isla), uno vietnamita que se llama The Orange Lantern. A continuación regresamos al barullo de Orchard Road; la temporada de ventas navideñas ya ha comenzado y los numerosos centros comerciales de la avenida despliegan un derroche de decoración creativa. Algunos son totalmente kitsch, otros algo más sofisticados; en el fondo creo que importa poco el estilo, la clave para atraer muchos clientes se basa sobre todo en gastar para ocupar el espacio, en demostrar poder económico. Las marcas de moda no nos seducen especialmente y por supuesto son las mismas que se pueden hallar en todas las ciudades del mundo; finalmente entro en la torre de 5 plantas que alberga la tienda de C&A porque necesito comprar calcetines. Cuando estoy en la fila para pagar contemplo una escena totalmente descriptiva del consumismo que forma parte de la identidad de Singapur: un joven chino quiere pagar las camisas que ha elegido y que son todas del mismo modelo pero en diferentes colores, como al parecer no le cabían todas en los brazos se ha vestido otras 2 sobre la que ya traía puesta y tiene que inclinar la cabeza para que la dependienta pueda leer el código en las etiquetas Ya es Navidad en Orchard Road. Echamos de menos el Merlion, símbolo de la ciudad equivalente a la Mermaid de Copenhague, de modo que nos vamos en el metro hasta Esplanade y nos sentamos a contemplar el magnífico panorama. La última vez que visitamos la ciudad asistimos a un concierto en el lujoso auditorio que está encerrado en una cápsula en forma de durian; pero el complejo Marina Bay aún estaba en construcción y no sabíamos muy bien qué saldría de aquel proyecto levantado en terrenos recién ganados al mar. Ahora las 3 torres con su plataforma suspendida aparecen magníficas y relucientes sobre un fondo de cuidados jardines. El clásico Merlion y la última atracción de Singapur: Marina Bay Sands. Pero eso lo veremos más detalladamente mañana; hoy preferimos acabar el día metiéndonos en el exótico caos de Little India. Siempre es un placer y un sobreestímulo para los sentidos merodear unas horas entre las tiendas de telas, especias, incienso y todo tipo de trastos que ocupan cada palmo de estas abigarradas calles. Rendidos y hambrientos nos sentamos en el porche de uno de los restaurantes más veteranos, en la esquina próxima a varias pensiones de backpackers, para saborear uno de los mejores biryani de la ciudad acompañado de cervezas baratas. Se encuentra de todo en Little India. 24º día: despedida y cierre Para hoy nuestro único objetivo es descubrir qué demonios se esconde tras el faraónico complejo promovido por el ínclito Mr Sheldon Adelson. Pero primero hay que salir del hotel y desayunar; opciones no nos faltan, pues si bien la propia calle Lloyd es toda ella un ghetto residencial, nada más llegar al final de la cuesta nos encontramos con una calle bien provista de restaurantes (Killiney Road). No todos abren temprano, pero sí lo hace la cafetería china tradicional que ocupa un gran local en la primera esquina. Volvemos al Metro (aquí se llama MRT) y nos plantamos en el corazón de Marina Bay Sands. Lo primero que nos sorprende es que las 3 torres alineadas no son edificios compactos sino que están divididas cada una en dos secciones longitudinales. Entre ambas discurre un corredor que a nivel del suelo es una galería comercial. Además una de las secciones es curvada, lo cual nos parece una solución arquitectónica elegante e imaginativa. En el corredor de la torre central hay restaurantes y tiendas muy exclusivas, además de varios mostradores de recepción para los clientes del hotel, que son los únicos autorizados a usar los ascensores. También hay unas vitrinas que contienen una colección de valiosas antigüedades (relojes, jarrones y pequeños muebles) que al parecer forman parte de una exposición organizada por marcas comerciales. ¿Un hito en la arquitectura contemporánea? Salimos de las torres y nos dirigimos al mostrador donde venden las entradas para la visita de la terraza panorámica. Hay fila, pero llegamos a tiempo de reservar plaza para una de las visitas guiadas por la zona privada del hotel. Esta visita es gratuita y tiene su horario, la subida a la plataforma cuesta 30S$ por persona y vale para todo el día. Como aún nos queda tiempo nos dedicamos a visitar otras zonas del complejo; la verdad es que nos perdemos antes de llegar a entender el plano xD. Llegamos al nivel en el que las tiendas se alinean a lo largo de un canal "veneciano" por el que navegan lentamente unas barcas. Esto debe ser un sello de identidad de la marca Las Vegas Sands puesto que en su casino de Macau también hay uno. El canal no nos parece especialmente bonito, la verdad es que hemos visto otro mucho más espectacular en Dubai, pero seguimos explorando y encontramos alguna otra excentricidad como la pista de patinaje. Las tiendas son tan mega-pijas que suelen estar vacías y no podemos entrar en ninguna sin poner en evidencia nuestra pobreza... excepto quizá en la tienda de camisetas xD. Y entraremos en ella, pero antes de volver allí decidimos entrar en el Casino, que es una de las cosas que nos producen más curiosidad. Ya se sabe que los chinos son apasionados del juego, por eso suponemos que aquí en Singapur, sociedad muy formal para ciertas cosas, estará permitido entrar en el casino vistiendo en plan "fin de largo viaje por la jungla". Y lo cierto es que no nos ponen ningún problema para entrar, pero hay ciertos requisitos: nada de smartphones ni tablets y los extranjeros deben entregar sus pasaportes para ser escaneados. Los ciudadanos y residentes en Singapur pasan por una entrada diferente, se supone que ya se conocen sobradamente entre ellos xD. Aunque ahora nos hemos enterado de que a ellos la entrada al casino les cuesta 100S$ al día (o 2000S$ válida por 1 año). A esta hora hay poca gente y podemos observar las salas de juegos a placer. Se extienden por 2 plantas completamente diáfanas cubiertas por una espesa moqueta roja con dibujos dorados ; la inferior ocupa todo su espacio y la superior es una mezzanine, pero también nos parece inmensa. Hay mesas de bacarrá, póker, ruleta y otros juegos; la mitad o más están cerradas todavía pero en el resto no faltan jugadores, tan concentrados en el juego como los crupiers (la mayoría son mujeres, y todos son chinos). Más arriba todavía encontramos la entrada a un museo y también la zona de salas reservadas, muy elegante, con equipamiento 100% VIP. Resistimos la tentación de comprar fichas y perder hasta la camisa, nos tomamos un café gratis en el rincón dispuesto para ello y decidimos que ya no tenemos nada que hacer allí. Por fin subimos a la famosa plataforma, apretujados con otros visitantes en un ascensor que sube 57 plantas en escasos segundos (el estómago se te pone de corbata). Empiezo a pensar que somos gafes de las alturas, puesto que nada más asomarnos al exterior se pone a llover. Nos armamos de paciencia y nos sentamos en el vestíbulo a esperar que escampe; por fin podemos contemplar Singapur desde el cielo y hay que confesar que las vistas son magníficas. Sorprendente el skyline visto desde lo alto Por falta de tiempo no pudimos ver más de cerca los famosos 'Gardens by the Bay' Nos reunen para entrar a los dominios del hotel; somos un rebaño numeroso pero aún así tienen el detalle de darnos a cada uno un botellín de agua con el logo de la empresa. La visita no es nada apasionante, sólo podemos llegar hasta el punto en que los clientes pasan con sus toallas de un lado a otro de la plataforma, así no les estorbamos demasiado. Sacamos unas fotos de la infinity pool, que no deja de ser una sobrada, charlamos con el simpático guía y ya nos podemos ir. Infinity pool: chapuzones fuera de lo común Y ya se acerca la hora de partir. Primero volvemos a Orchard Road para estar más cerca del hotel y nos llevamos la última imagen del shopping desenfrenado contemplando la avenida desde la terraza de un café. Para llegar al aeropuerto en transporte público se tarda aproximadamente 1 hora, está en un extremo de la isla y siempre hay que hacer al menos un transbordo en el MRT. Por cierto, no se nos puede olvidar devolver la tarjeta de transportes para recuperar la fianza; lo consigo después de preguntar en varios sitios ya que a esa hora la ventanilla del MRT está cerrada. ¿Pesadilla en la cocina?... No, simplemente un puesto de "dim sum" en el aeropuerto. Por fin facturamos y nos ponemos en manos del staff color púrpura de Qatar Airways. Feliz vuelo y felices viajes a todos. Índice del Diario: De Bangkok a Brunei
01: Introducción
02: Norte de Tailandia I
03: Norte de Tailandia II
04: Sur de Tailandia I
05: Sur de Tailandia II
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