El viernes 22 de junio nos fuimos de Gili Trawangan de nuevo rumbo a Kuta para al día siguiente coger el vuelo que nos llevaría a Labuan Bajo, Flores. El vuelo a Labuan Bajo transcurrió sin problemas, puntual a pesar de que las críticas de internet a la compañía Transnusa no la dejaban en buen lugar. Llegamos al mini aeropuerto, digo mini porque nunca había volado a un aeropuerto que constara tan solo de tres salas, una para llegadas, otra para facturación y otra para embarcar, además todas ellas muy rudimentarias y de andar por casa. En la sala de llegadas hay un gran ventanal por el cual te van dando las maletas en mano mientras ves el avión en pista.

En el aeropuerto nos esperaba nuestro guía de Come2Indonesia, él nos acompañaría durante el minicrucero por las islas de Komodo y Rinca. En 15 minutos desde el aeropuerto ya estábamos en el puerto de Labuan Bajo para subir a nuestro barco,
Se trata de un barco típico de allí, todo de madera, con un camarote con litera, un baño pequeñito, terraza en el techo del camarote con un par de hamacas y en la parte delantera del barco se encuentra una mesa y otras hamacas.
La “tripulación” la formaban dos cocineros y el capitán del barco. Una vez embarcados pusimos rumbo a la isla de Rinca, nuestra primera parada, serían una dos horas de navegación, el mar parece más un lago por lo tranquilo que está y porque por todos lados ves pequeñas islas.

Por fin llegamos al Parque Nacional de Komodo, nos registramos en la oficina de los rangers y nos asignan uno para hacer el trekking, de lo primero que nos avisa el ranger es de las pocas posibilidades de ver algún dragón porque ya es casi medio día y cuando más actividad tienen es por la mañana, además nos explica que estamos ante animales salvajes y que nunca se sabe si se podrán ver o no que eso no es un zoo, nos comenta que el día anterior otro grupo de españoles no consiguieron ver ninguno. Con todos estos comentarios nos desanimamos un poco ante la posibilidad de ver dragones, cruzamos los dedos para tener suerte y empezamos el treking de duración media, ya que hay tres, uno corto alrededor del campamento, uno medio que hace un recorrido de dos horas y otro largo que ofrece más posibilidades de ver dragones pero que son cuatro horas de duración.
El cruzar los dedos nos ayudo porque por el medio del campamento vimos nuestro primer dragón, uno pequeñito que según nos comentó el ranger debía de tener unos tres años y acabaría de bajarse de los árboles, los dragones pasan los primeros años de su vida subidos en árboles para evitar ser devorados por otros dragones. Nos hizo muchísima ilusión ver uno pero claro, no es lo mismo verlo pequeñito que esperar ver uno de los grandes, así que volvimos a cruzar los dedos para encontrarnos con el “hermano mayor”. Fuimos caminando y encontrándonos con otros grupos de regreso que nos decían que no habían tenido suerte, pero nosotros teníamos fé y los dedos cruzados, jeje. Subimos a una colina desde donde se ve parte de la isla de Rinca y contemplas por primera vez la enorme extensión de terreno que tienen los dragones para caminar y comprendes entonces que es difícil que se encuentren justo en el camino que tú llevas. Cuando estamos admirando la inmensidad de la isla de repente el ranger se pone hacernos gestos y nos señala donde se encuentra un dragón, este ya de mayor tamaño, lo vemos un poco porque rápidamente se nos escabulle entre los arbustos.

Vamos bajando y nos encontramos con búfalos de agua, monos, ciervos… y de repente con un dragón que viene justo enfrente a nosotros por el camino, ahora si que lo vemos bien, es impresionante, grande, fuerte, y como salido de la época de los dinosaurios. Nos apartamos de su camino rápidamente, y aprovechamos para sacarle bien un montón de fotos. Pero no será nuestro último dragón en Rinca, ya que en el campamento ya está una hembra echada al lado de unas casetas, por lo visto es una “habitual” de la zona. El ranger nos felicita por haber visto tantos, está bastante sorprendido porque llevaba unos días en los que no habían coincidido con ninguno, aún así nos aconseja que al día siguiente madruguemos para ir hasta Komodo y verlos a primera hora porque tendremos más posibilidades.

Nos volvemos al barco, comemos en el embarcadero porque de repente cae un chaparrón, he de decir que las comidas del barco han sido siempre geniales y muy abundantes, siempre nos han puesto varios platos con carne, pescado y vegetales. Un 10 para los cocineros!!
Después de comer navegamos rumbo a la isla de Komodo, la principal isla del parque nacional, pero por el camino paramos a hacer snorkel en Pink Beach, una de las playas con mejor fama de snorkel y no es para menos, bucear aquí es como hacer en un gran acuario, vemos peces de todos los colores, formas y tamaños, estrellas de mar por doquier… cuando cansamos de ver el fondo marino ponemos rumbo a una pequeña ensenada donde fondearemos para dormir. Justo enfrente de nosotros, en la orilla hay miles murciélagos en las copas de los árboles que cuando se pone el sol echan todos a volar, son los flying fox, nosotros tuvimos suerte en cuestión de los dragones pero no en esto porque ese día los murciélagos debían de estar de relax y nos salieron todos a la vez sino que se fueron marchando de uno en uno, nos perdimos ese espectáculo…

A la mañana siguiente bien temprano pusimos rumbo a la isla de Komodo, cuando llegamos nos asignaron nuestro ranger y vista la suerte que habíamos tenido el día anterior para ver dragones también nos acompaño nuestro guía. Aquí tardamos mucho más en ver al primero, tanto que incluso yo ya había perdido la esperanza de verlos, el que vimos estaba descansando entre la maleza así que no se le veía muy bien. Pero cuando llegamos al campamento al lado de la playa vimos a dos más, uno donde las casetas y otro enorme donde la playa.

Nos marchamos encantados porque conseguimos ver unos cuantos a pesar de lo pesimistas que se mostraron los rangers, fue una experiencia única porque son las únicas islas del mundo donde se pueden ver estos animales. Yo volví como unas castañuelas de ver dragones y eso que yo era muy reticente en eso de ir a ver “bichos”.
Empezamos la navegación de vuelta a Labuan Bajo pero por el camino hicimos una parada para hacer snorkel con mantas-rayas, nos costó mucho encontrarlas, tuvimos que dar bastantes vueltas y no había tantas como se suponía que hay habitualmente pero aún así conseguimos ver unas cuantas. Impresiona lo grandes que llegan a ser a pesar de verlas de lejos porque estaban bastante al fondo. Luego nos paramos en otra calita para hacer un poco de snorquel y despedirnos hasta las próximas vacaciones de esta práctica.
Después de comer llegamos a al puerto, nos quedaba una última parada antes de ir para nuestro hotel, nos acercamos hasta la cueva de los Espejos, se trata de una cueva pequeñita en la que se puede fósiles incrustados en la pared, uno de ellos es el fósil de una tortuga. Fue una visita entretenida pero yo hubiera preferido ir directamente al hotel a descansar porque estaba muy cansada. Nos alojamos en Laprima Hotel, es un hotel estupendo en la bahía de Labuan Bajo aunque un poco alejado del pueblo, nosotros solo pasaríamos una noche así que tampoco nos importó.
Al día siguiente nos vinieron a buscar para llevarnos al aeropuerto y comenzar nuestro viaje de regreso a casa, por delante nos quedaban un par de aviones hasta Yakarta para luego enlazar con el avión que nos traería a España, pero antes haríamos una escala un poco más larga de lo habitual en Dubai.
Se nos acababa el viaje y nos daba mucha pena, había sido casi un mes recorriendo diferentes islas de Indonesia y descubriendo cada rincón, cada lugar, a las personas, lo diferente que resulta una isla de otra. Ante la típica pregunta que todos nos hicieron al volver, de ¿qué te gustó más? No tengo respuesta, todo tiene su encanto y estando de vacaciones y descubriendo sitios nuevos a mí me gusta todo. Lo que si tengo claro es que Asia me gusta mucho y que volveré.