No es que tenga mucha importancia, pero sí que justifica que la primera jornada no la pudiésemos hacer como habíamos planeado.
Teniamos que hacer escala en Berlin, nuestro avión salió tarde y perdimos la conexión, con lo que la primera noche, en vez de dormir en Keflavik, ya que llegabamos muy tarde, tuvimos que dormir al lado del aeropuerto berlinés.
Al dia siguiente, que teniamos planeado ir a la laguna azul y ver los alrededores de Keflavik, nos levantamos pensando que llegaríamos a Keflavik a través de Helsinki, pero ese vuelo tambien salió tarde y al final llegamos a traves de Oslo sobre las seis de la tarde, por fin, a Keflavik.

Por si fuera poco, llegamos sin maletas, que llegaron al día siguiente. Por suerte la segunda noche nos tocaba dormir en Reykjavik, y nos acercaron las maletas al hotel.
Moraleja: no conviene llegar muy fresco a Islandia, por si tu equipaje no llega contigo, y tampoco empezar con prisas a dar la vuelta a Islandia por lo mismo.
Habiamos alquilado un Polo o similar. Al final lo similar era un Micra bastante hecho polvo por fuera, con el deposito sin llenar como debiera y sin posibilidad de contratar seguro a todo riesgo, solo un super-CDW de Avis.
Poca confianza nos daba un coche así en un país supuestamente tan inhóspito, pero al final cumplió perfectamente, nos llevó a donde había que ir y seguramente gastando menos combustible que algun coche mas aparente.

Al final salimos del aeropuerto a las 19:00, y sabiendo que ese dia habia que dormir en Reykjavik, decidimos dejar la Laguna Azul para el final del viaje e intentar ver algo por los alredores de Keflavik.
Nos fuimos directamente hacia el faro de Gardskagi. Un faro, pajaros marinos y un vendaval terrible con lluvia intermitente. Aquí se nos ocurrió que quizá no era lo suyo ir en Septiembre a Islandia.
Viendo que se iba poniendo el sol, el tiempo era frío y desagradable y no teníamos equipaje, decidimos ir a Reykjavik a cenar, dar una vuelta y confiar que al dia siguiente llegara el equipaje y todo saliera un pelín mejor.
Aunque alli eran las 20:00 mas o menos, con el cambio horario ya teniamos bastante hambre, asi que decidimos ir a probar los famosos perritos de Reykjavik de Baejarins Beztu. Pequeños , tipo Ikea, en un puesto callejero cerca del puerto y lloviendo. Podía ser mejor, pero al menos la cosa estaba en marcha y empezabamos a ver cosas.

Llegamos despues al Hotel Fron, muy céntrico, agradable y con un recepcionista hablando en castellano perfectamente, hicimos el check in y dejamos el coche aparcado en una calle con ORA, que empezaba el día siguiente a las diez, así que dejamos un ticket hasta las doce por si veíamos algo de la capital antes de irnos hacia Thingvellir. Nadie nos lo confirmó, pero al parecer el coche de alquiler tiene una pegatina con un reloj en el parabrisas, y poniendo la hora a la que lo aparcas, tienes un tiempo gratuíto para aparcar el coche en Reykjavik.
Hice la prueba a la vuelta y pareció funcionar.
Nos fuimos a cenar(otra vez) al turístico Cafe Paris. Es como un restaurante de cualquier sitio del mundo, con todo tipo de comidas, agradable y rápido, pero el doble de caro.
Despues de cenar nos fuimos a tomar algo al Pub Dillon, muy recomendable si te gusta Neil Young(no paraban de poner canciones de él, o el rock de los 70 en adelante en general) y a dormir.
