Día 9. Abandonamos Akureyri muy contentos por haber podido contemplar en todo su esplendor las maravillas que esconde el norte de Islandia. Ahora ponemos rumbo sur-este, hasta llegar a la localidad de Egilsstadir, base para hacer una breve parada en el camino hacia el sur y poder contemplar sus desconocidos rincones.
La parte este de Islandia suele considerarse como una parte transitoria entre las maravillas del sur y del norte. Podríamos decir que es la región más desconocida y una de las menos explotadas turísticamente. Mientras todos los visitantes recorren hasta los últimos detalles la parte del sur, incluida la laguna glacial de Jökulsárlón, muy pocos viajeros dedican su tiempo a la zona este.
Aunque se puede decir que este salvaje territorio oriental islandés carece en cierto modo de la gran espectacularidad volcánica y los famosos monumentos naturales, goza del poder de quitar el aliento a un turista más exigente.
Aunque se puede decir que este salvaje territorio oriental islandés carece en cierto modo de la gran espectacularidad volcánica y los famosos monumentos naturales, goza del poder de quitar el aliento a un turista más exigente.
Y además es la única zona de Islandia con árboles, por lo que rompemos la cierta monotonía del paisaje arrasado islandés que hemos visto hasta ahora.
Como ya dije al principio, en Egilsstadir nos alojamos en el Stora Sandfell and Cottages, que contiene cabañas de varios tipos. Nosotros escogimos la más económica pues era sólo para pasar una noche. La más económica significa pagar 100 € la noche sin desayuno, así que las superiores quedaron descartadas de inmediato.
Como ya dije al principio, en Egilsstadir nos alojamos en el Stora Sandfell and Cottages, que contiene cabañas de varios tipos. Nosotros escogimos la más económica pues era sólo para pasar una noche. La más económica significa pagar 100 € la noche sin desayuno, así que las superiores quedaron descartadas de inmediato.
Como se aprecia en la foto, es una cajón cuadrado con tres mini apartamentos. Nos gustó bastante la distribución pues estaba dividido en dormitorio y salita de estar. No son ninguna maravilla pero suficientes para pasar de forma cómoda, una noche.
El entorno de las cabañas es chulísimo.
Por fin vemos árboles en este país.
Este es el mapa de la ruta que hicimos. Son trayectos cortos, así que el más largo puede llegar a una hora de viaje.
El primer fiordo que vamos a visitar se llama Borgarfjorðu, absolutamente salvaje e inhabitado.
Las montañas que rodean los fiordos albergan nieves que jamás se derriten.
El siguiente fiordo que visitamos es el Seydisfjordur. Todos los fiordos están más o menos juntos, uno detrás de otro, por lo que la visita desde Egilsstadir es muy cómoda y no se cruzan grandes distancias.
En este fiordo hay un "pueblecito" que lleva el mismo nombre del fiordo.
Entre fiordo y fiordo se disfruta del paisaje de estas carreteras. Son todo riachuelos formados por el deshielo de las nieves más altas.
Nieves que a estas alturas del verano aún no han llegado a descongelarse.
Por último visitamos el que, para mi, era el más bonito de todos: Mjoifjordur. Me gustó sobre todo porque no tiene ni rastro de presencia humana.
En las carreteras de esta zona es un espectáculo contemplar como cae el agua por todos lados.
Con esto ponemos fin a una breve parada técnica en la vuelta a Islandia. Nuestro próximo objetivo es el otro plato fuerte de Islandia, el sur, y nos alojaremos dos noches en Vík í Myrdal, donde otra tanda de maravillas naturales nos esperan. Nos vemos allí.