Nos levantamos prontito para aprovechar bien el día. Estas fechas son preciosas para visitar ciudades pero hay que reconocer que anochece tan pronto que hay que sacarle el máximo partido a la luz del día.
El desayuno del hotel está muy bien, hay de todo, (fiambre, huevos, bacon, salchichas, fruta, yogures, dulces, pan...)
A las 8:15 salimos dirección la estación de autobuses de Florenc para coger los billetes de bus que nos llevarían hasta Terezin.
Habíamos leído que salían cada hora, y yo pensé que serían a las en punto, pero no es así, van variando a lo largo del día.
Llegamos a la estación, preguntamos y compramos los billetes. Decidimos coger la vuelta también, calculamos que en unas cuatro horas ya lo habríamos visto todo. Así que con los billetes en la mano, nos fuimos a la dársena que nos habían dicho.
Esperamos, esperamos y el bus no llegaba, voy a preguntar a información y me dice un chico que ese bus debemos de cogerlo en la estación de autobuses que hay en Nádrazí Holesovice, a dos paradas de metro de allí!!
Cómooooo!!!!
Qué disgusto me llevé y ahora qué hacíamos, volví a la taquilla le expliqué a la chica la situación….y me dijo que al ser un problema nuestro que no podía hacer nada. Así que decidimos comprar otros billetes de nuevo y retrasar la vuelta (pagando unas coronas por hacer el cambio), cogimos el metro y fuimos a la estación.
Una vez en la estación correcta, esperamos al bus y éste sí que apareció. Tardamos una hora en llegar, no sabíamos bien en qué parada debíamos bajarnos y el conductor no era especialmente simpático, así q decidimos ir bien atentos…y cuando entramos en Terezin, nos bajamos en la primera parada, perfecto! Nos dejó muy cerquita del campo de concentración. Compramos nuestras entradas (210ck/persona), también el permiso para hacer fotografías (a nosotros por 50ck no merece la pena que nos saquen los colores, aunque en ningún momento nadie nos pidió la pegatina), y acercarnos a la tienda de recuerdos a comprar un pequeño folleto con las explicaciones en Español (5ck) y comenzamos nuestra visita.
Nos quedamos muy, muy asombrados y sobrecogidos con lo que vimos, la verdad, es que te hace pensar y, aunque puede ser una visita “dura”, creo que es muy recomendable. A nosotros nos gustó mucho.
En la entrada que nos dieron, en la parte posterior, había un pequeño mapa con las exposiciones, museos y demás puntos de interés a visitar, así que tranquilamente fuimos visitándolos (nos impresionó mucho el crematorio) y…la verdad, poco más hicimos, porque el pueblo estaba, literalmente, muerto, apenas había gente por la calle ni sitios dónde sentarse a tomar algo. Me imagino que cuando haga mejor tiempo habrá otras “distracciones”. Así que como no encontramos un sitio dónde comprar ni un simple bocadillo, volvimos a la “pequeña fortaleza” y nos cogimos algo de comer en la cafetería, la verdad es que no estaba muy bueno, tampoco malo, vamos “ni fú ni fá”, pero tomamos algo que ya teníamos hambre.
A las 16:15 ya estábamos en la parada, llegó el bus y el “simpático” conductor, el mismo del viaje de ida, no quería dejarnos subir porqué no era el nuestro, qué teníamos que esperar al siguiente, le dije que por favor nos dejase, que hacía frío….y al final, con mala cara, nos dejó.
Pero en nuestro caso decir, que por supuesto no compensa ir a Florenc a por los billetes para luego tener que volver a coger el metro. Y que tampoco es necesario comprar el billete de vuelta, todo el mundo lo pagaba en el bus directamente. Pero, cómo no sé si cambian de estación y las salidas a menudo, os recomiendo que lo miréis bien para no perder mucho tiempo.
Cogimos el metro para dar una vuelta por el centro y decidimos bajarnos en Namesti Republiki, para dar un paseo hasta el hotel. Y que nos encontramos al acabar el tramo de escaleras…sorpresa! Revisores! Como podéis imaginar fueron a por nosotros directos (cámara en el cuello, mapa en la mano…guiris totales). Menos mal que habíamos decidido ser legales y no colarlos en el metro (a pesar de haber leído que nunca había revisores…ya tuvimos una mala experiencia con este tema en Budapest y desde entonces creemos que, por unos euros más, no merece la pena arriesgarse)
Dimos un paseo por la zona, fuimos andando hasta la Plaza Vieja y de allí al hotel. A cambiarnos y prepararnos para ir a cenar. Después de las buenas críticas leídas, nos decantamos por cenar en el restaurante Klub Architech. Y no nos defraudó en absoluto.
Con la tripa bien llena dimos un paseo y a dormir, que estamos reventados.
El desayuno del hotel está muy bien, hay de todo, (fiambre, huevos, bacon, salchichas, fruta, yogures, dulces, pan...)
A las 8:15 salimos dirección la estación de autobuses de Florenc para coger los billetes de bus que nos llevarían hasta Terezin.
Habíamos leído que salían cada hora, y yo pensé que serían a las en punto, pero no es así, van variando a lo largo del día.
Llegamos a la estación, preguntamos y compramos los billetes. Decidimos coger la vuelta también, calculamos que en unas cuatro horas ya lo habríamos visto todo. Así que con los billetes en la mano, nos fuimos a la dársena que nos habían dicho.
Esperamos, esperamos y el bus no llegaba, voy a preguntar a información y me dice un chico que ese bus debemos de cogerlo en la estación de autobuses que hay en Nádrazí Holesovice, a dos paradas de metro de allí!!


Una vez en la estación correcta, esperamos al bus y éste sí que apareció. Tardamos una hora en llegar, no sabíamos bien en qué parada debíamos bajarnos y el conductor no era especialmente simpático, así q decidimos ir bien atentos…y cuando entramos en Terezin, nos bajamos en la primera parada, perfecto! Nos dejó muy cerquita del campo de concentración. Compramos nuestras entradas (210ck/persona), también el permiso para hacer fotografías (a nosotros por 50ck no merece la pena que nos saquen los colores, aunque en ningún momento nadie nos pidió la pegatina), y acercarnos a la tienda de recuerdos a comprar un pequeño folleto con las explicaciones en Español (5ck) y comenzamos nuestra visita.
Nos quedamos muy, muy asombrados y sobrecogidos con lo que vimos, la verdad, es que te hace pensar y, aunque puede ser una visita “dura”, creo que es muy recomendable. A nosotros nos gustó mucho.
En la entrada que nos dieron, en la parte posterior, había un pequeño mapa con las exposiciones, museos y demás puntos de interés a visitar, así que tranquilamente fuimos visitándolos (nos impresionó mucho el crematorio) y…la verdad, poco más hicimos, porque el pueblo estaba, literalmente, muerto, apenas había gente por la calle ni sitios dónde sentarse a tomar algo. Me imagino que cuando haga mejor tiempo habrá otras “distracciones”. Así que como no encontramos un sitio dónde comprar ni un simple bocadillo, volvimos a la “pequeña fortaleza” y nos cogimos algo de comer en la cafetería, la verdad es que no estaba muy bueno, tampoco malo, vamos “ni fú ni fá”, pero tomamos algo que ya teníamos hambre.
A las 16:15 ya estábamos en la parada, llegó el bus y el “simpático” conductor, el mismo del viaje de ida, no quería dejarnos subir porqué no era el nuestro, qué teníamos que esperar al siguiente, le dije que por favor nos dejase, que hacía frío….y al final, con mala cara, nos dejó.
Pero en nuestro caso decir, que por supuesto no compensa ir a Florenc a por los billetes para luego tener que volver a coger el metro. Y que tampoco es necesario comprar el billete de vuelta, todo el mundo lo pagaba en el bus directamente. Pero, cómo no sé si cambian de estación y las salidas a menudo, os recomiendo que lo miréis bien para no perder mucho tiempo.
Cogimos el metro para dar una vuelta por el centro y decidimos bajarnos en Namesti Republiki, para dar un paseo hasta el hotel. Y que nos encontramos al acabar el tramo de escaleras…sorpresa! Revisores! Como podéis imaginar fueron a por nosotros directos (cámara en el cuello, mapa en la mano…guiris totales). Menos mal que habíamos decidido ser legales y no colarlos en el metro (a pesar de haber leído que nunca había revisores…ya tuvimos una mala experiencia con este tema en Budapest y desde entonces creemos que, por unos euros más, no merece la pena arriesgarse)
Dimos un paseo por la zona, fuimos andando hasta la Plaza Vieja y de allí al hotel. A cambiarnos y prepararnos para ir a cenar. Después de las buenas críticas leídas, nos decantamos por cenar en el restaurante Klub Architech. Y no nos defraudó en absoluto.

Con la tripa bien llena dimos un paseo y a dormir, que estamos reventados.
