¡Hola de nuevo!
Continuamos con el viaje encontrándonos ya en el sábado, el día que habíamos planeado visitar el castillo de Edimburgo.
Sara y yo nos levantamos a una hora normal, sobre las diez u once y, como habíamos planeado, nos fuimos con muchísima energía a probar ¡el Scottish Breakfast!
Bueno bueno, para nosotras esto fue de los mejores descubrimientos del viaje, ¡está buenísimo!
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Aquí os dejo una foto en la que apreciamos: Pan tostado (y mantequilla), huevo frito, bacon, sausages, black pudin, beans, tomate, champiñones y té (con leche si queremos) Todo esto nos salió por unas 6'20 libras.
¡Me encantaron hasta los frijoles, que normalmente los odio! Lo que no me fue mucho fue el Black Pudin, se da un airecillo a la morcilla (¡y además yo soy de Burgos!), pero no llegué a encontrarle el puntillo.
Después nos fuimos de nuevo al Starbucks para comenzar el tour por el castillo (el coste de la entrada + la visita guiada fue de 26 libras) y esta vez nuestro guía fue un madrileño llamado David.
Para mí el Castillo es de las cosas más bonitas que he visto nunca, adoro la historia escocesa y allí pudimos recorrer varios siglos en apenas unas horas.
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Aquí podemos ver la vista desde el Castillo.
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Aquí estoy junto a uno de los cañones de la época Napoleónica.
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Jacobo I Rey de Bretaña, Francia e Irlanda.
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Cementerio de perros soldados.
He intentado no poner muchas fotos para que, si tenéis pensado ir, podáis descubrir aun así nuevas cosas y os sorprendáis en cada rincón de Edimburgo, como nos ocurrió a nosotras.
Después de visitar el Castillo volvimos al Hostel y estuvimos paseando y charlando con los demás hospedados allí.
Por la noche, sabiendo que al día siguiente tendríamos que irnos del Hostel a las 10 de la mañana para coger el avión a las 14:55, decidimos aprovechar al máximo nuestras últimas horas allí.
Salimos a cenar junto a Denis, un chico belga que se dirigía a Skye y con el que nos llevamos muy bien puesto que, aparte de ser muy abierto y simpático, hablaba varias lenguas. Eso hizo que Denis y yo nos comunicaramos en inglés y Sara pudiera practicar su alemán con él.
Esa noche fuimos a un pub cuyo nombre no recuerdo por mucho que lo busco, pero era una típica taberna escocesa y en la parte de abajo había restaurante. Los precios eran normales, ni caros ni baratos, pero había un gran ambiente (en la parte de arriba incluso tocaron unos cuantos músicos mientras la gente cantaba alrededor).
Por fin probé el haggis con pollo y salsa de whisky, y tengo que decir que a mí me encantó (aunque a Sara no tanto).
Aquí os dejo una foto de la cerveza que me tomé allí (tamaño escocés, al parecer no hay otro).
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Salimos al Frankenstein de nuevo, pero en esos momentos yo sufría de la espalda y, aunque me sentó fatal, me cansé muy pronto y tuvimos que volver al hostel. Estuvimos hablando con unos españoles una horita más, pero finalmente decidimos que deberíamos dormirnos pronto si al día siguiente pretendíamos no perder el avión.
Aquí una última foto de nosotras con Denis, para finalizar penúltima etapa de mi diario:
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