Viernes 15 de agosto y en un agradable día con temperaturas previstas entre los 20 y los 25º (que se cumplieron) partimos para Oporto. Tardamos unos 45 minutos en alcanzar la segunda ciudad lusa.
Hoy era el día más estresante y más preparado del viaje, y teníamos pensado patear todo el centro de la ciudad visitando lo más destacable (nos basamos el paseo propuesto por la Lonely Planet, p.374, pero ampliado con la Rua Santa Catarina y la zona norte del centro -Sé, Trinidade...-) Cumplimos perfectamente y nos guiamos por el plano que me mandaron de la Oficina de Turismo, tuvimos suerte de poder aparcar en la Rua da Vitoria, a la sombra de la Torre dos Clérigos, sin pagar ni un solo euro y donde tenía planeado empezar a patear (minipunto!) a esto de las 10 y media o así, hora perfecta para empezar a conocer una ciudad. Preguntamos a una señora en su tienda y nos dijo que estábamos bien aparcados, pero que guardáramos todo en el maletero sin dejar nada a la vista, nos asustó mucho, pero no vimos inseguridad alguna en Oporto (al menos de día) exceptuando algunos carteristas en la Praça da Ribeira y en la Estación de Sao Bento (se deben tomar las precauciones de cualquier ciudad grande, vamos)
Es una ciudad única, y su Centro Histórico lleva unido al Duero y al mar 2.000 años, siendo Patrimonio de la Humanidad desde 1996, en virtud del criterio IV (Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico, tecnológico o paisaje, que ilustre una etapa significativa de la historia humana): El lugar es una muestra de valor universal como ciudad industrial y sus múltiples edificios históricos nos dan un testimonio remarcable del desarrollo de Europa en los últimos 2.000 años en una ciudad que expandió hacia el Oeste sus lazos culturales y comerciales.
Pero como siempre, antes de nada, vamos a hablar un poco de la historia de Oporto, la segunda ciudad del país y que le dio nombre a Portugal (se llamaba Portus Cale, y de ahí viene el nombre de todo el país)
Pese a haber vestigios castrenses, la ciudad nace como Cale, un enclave comercial griego en la orilla de enfrente (Vilanova de Gaia), fundando los romanos Portus Cale en la actual Oporto como puerto para el transporte entre Lisboa y Braga, al ser más complicado y peligroso atracar barcos en Cale. De cualquier manera, la ciudad no tiene importancia alguna en tiempo de romanos, suevos, visigodos ni moros, hasta que es conquistada en 868 por el caudillo gallego Vimara Pérez, enviado por Alfonso III de Asturias; éste funda el Condado de Portucale tras la reconquista, y en 1095 se casan aquí Teresa de León y Enrique de Borgoña, matrimonio que supuso el germen del Reino de Portugal, como explicaré en la siguiente etapa en Guimaraes.
Empieza a crecer mucho la ciudad en el siglo XIII al ser el punto de salida del vino del Douro (Duero), que fue exportado a muchos puntos de Europa durante la Edad Media, y además durante los siglos XIV y XV los astilleros triperos (el gentilicio de Oporto) contribuyen a la construcción de la poderosa flota portuguesa, saliendo de aquí en 1415 la primera expedición lusa, que terminaría con Enrique el Navegador conquistando Ceuta de los moros. Por aquellos tiempos, Oporto era tras Coimbra la ciudad lusa más importante al norte del Tajo
En 1703 la ciudad se iba a convertir en el motor económico portugués que es hoy, y es que se firmaría entre Portugal y Reino Unido (la alianza más antigua del mundo) el tratado más breve de la historia, el de Methuen, que concedía un trato de favor en Inglaterra al vino portugués y en Portugal a los paños y productos textiles ingleses. Esto hace que Oporto (principal productora y distribuidora de vino de Portugal) despegue y se convierta en el principal puerto de Portugal, comprando los ingleses multitud de bodegas en el Douro que hoy en día mantienen en su poder, de ahí que muchas de las principales bodegas de Vilanova de Gaia tengan nombres ingleses (Graham's, Taylor's...); además, el primer ministro luso, el Marqués de Pombal, crea la denominación de origen del Duero. Esto produce la llamada Revuelta dos Borrachos, en la que los productores locales de vino se alzan e incendian bodegas inglesas como medida de protesta por la pérdida de su fuente de ingresos, siendo duramente reprimidos. Este crecimiento hace que empiece a llegar el dinero y que comiencen las obras barrocas (el arte de la época), por la que la mayoría de monumentos de Oporto son principalmente barrocos.
Durante los siglos XVIII y XIX la Revolución Inglesa que vive Reino Unido llega a Portugal, su eterno aliado, y la ciudad más beneficiada es Oporto, que se convierte en la capital industrial de Portugal y se afianza como segunda ciudad del país vecino (lo es hoy en día con un millón y medio de habitantes en su área metropolitana) Durante la Guerrra Napoleónica vencen los franceses la Primera Batalla de Oporto, huyendo la población al día siguiente en dirección a Gaia por un humilde puente de barcazas que se hundió arrastrando al fondo del Duero la vida de unos 6.000 ciudadanos. Sin embargo, las tropas angloportuguesas comandadas por Arthur Wesley vencen la Segunda Batalla de Oporto y liberan la ciudad; una ciudad en la que siempre imperó el movimiento obrero y que fue la cuna de las principales revoluciones lusas. Así, en 1820 Oporto se alza en armas iniciándose la Revolución Liberal Portuguesa exigiendo una monarquía parlamentaria que se consigue en 1822. Seis años después sube Miguel de Portugal al trono (el Fernando VII portugués) e instaura el absolutismo, llevando al país luso a una guerra civil en la que Oporto aguanta 8 meses el cerco absolutista y propicia la victoria liberal, recibiendo la ciudad el apelativo de "Cidade Invicta" Otra de las revoluciones más importantes fue la de 1889, exigiendo una república, que llegaría en 1910. Durante este siglo XIX la ciudad se embellece como premio de los gobiernos liberales por la condición revolucionaria de Oporto con obras de arquitectos de renombre, como Gustave Eiffel, que dan un aire moderno a Oporto.
En el siglo XX Oporto siguió creciendo, principalmente gracias al éxodo rural, hasta ser hoy una gran ciudad pero que mantiene la esencia barroca del casco histórico, apenas modificado en los dos últimos siglos.
Nuestra visita empezó en la Torre dos Clérigos, el campanario barroco de la Igreja dos Clérigos, diseñada hacia 1700 por el arquitecto italiano Nicolau Nassoni.
Subimos hasta lo alto de la torre por los 225 peldaños siguiendo el consejo de la Lonely, que apunta que tiene las mejores vistas de Oporto. Esto es muy matizable, tiene buenas vistas, eso es cierto, pero tiene varios aspectos negativos: la escalera es superestrecha y es difícil cruzarse con los que bajan; las vistas únicas son dejando el Duero de espaldas, es decir, hacia la parte moderna; y además hay vistas parciales tapadas por muros. Es prescindible subir a la Torre dos Clérigos, pero no lo es verla por fuera, si no quereis pagar y entrar, os recomiendo otros dos miradores: Mirador da Vitoria (abajo de la Rua da Vitoria) y el que hay en lo alto del Puente de Dom Luis I.
Bueno, centrándonos en la visita, tras una breve cola para comprar las entradas (2€ por cabeza) subimos escaleras sin parar, como se nota que estamos frescos, y llegamos arriba (hay un primer mirador, pero lo mejor es seguir subiendo hasta arriba, hay poco trecho) y nos admiramos al ver la Sé imponente, reinando por encima de Oporto.
La vista se perdía hasta el horizonte por la zona más moderna de Oporto.
Y mirando hacia el Duero tropezábamos la vista con el enorme Palacio de la Bolsa, que visitaríamos más tarde.
Información práctica
Acceso: En la Praça da Lisboa, centro de Oporto
Horario: Todos los días de 9 a 19
Precio: 2€ (1€ con Porto Card)
Web: www.oporto.net/ ...-clerigos/
Nos dirigimos entonces a la Librería Lello e Irmao, una preciosa librería del siglo XIX famosa por sus escaleras, donde se rodaron varias escenas de la saga Harry Potter. Por desgracia era día festivo (el 15 de agosto también es fiesta en Portugal por lo visto) y estaba cerrada, teniendo que contentarnos con verla por fuera.
Subimos un poco hacia la Praza Gomes Teixeira, una de las más espectaculares de la ciudad , al acoger la Igreja dos Carmelitas (a la izquierda) y la Igreja do Carmo (a la derecha). Ambas están pegadas y son indudablemente barrocas, dejando una estampa preciosa e inigualable, siendo la primera de un estilo manierista y la segunda rococó.
La Igreja dos Carmelitas fue construida a mediados del siglo XVII como parte del Convento dos Carmelitas, hoy usado por la Guardia Nacional Republicana. Su interior está ricamente decorado, si bien no pudimos disfrutarlo apenas al estar celebrándose una misa.
La Igreja do Carmo es más moderna, un siglo más, y es que fue construida en el siglo XVIII, con estatuas de los cuatro evangelistas en la parte superior de la fachada. El interior es parecido al de os Carmelitas, pero tiene muchas influencias del barroco italiano.
Es espectacular su lateral, cubierto al completo por azulejos finamente trabajados.
La plaza también acoge una fuente muy bonita con cuatro dragones, uno de los símbolos de Oporto y que ya aparecía en el antiguo escudo de armas de Oporto; este animal da también nombre a la afición del Porto FC, el principal club de la ciudad y segundo de Portugal en cuanto a títulos e historia se refiere, solo por detrás del Benfica lisboeta.
Además, en esta plaza vimos nuestros primeros tranvías de Oporto, que estampa más típica.
Empezamos entonces a descender hacia el Duero, pero poco a poco, nos detenemos primero en el Jardim da Cordoaria, que acoge dos museos (a los cuales no entramos) bastante chulos por fuera: el Museo de Historia Natural y el Centro Portugués de Fotografía
Empezamos entonces a bajar por la Rua da Vitoria, pasamos por delante de nuestro coche y topamos con el Monasterio de Sao Bento da Vitoria, donde intentamos entrar pero nos quedamos a las puertas al estar lleno mientras un cura oficiaba misa.
Unos metros más abajo está la Igreja de Nossa Senhora da Vitoria, un templo renacentista que se quemó y fue reconstruido con un estilo barroco. Tiene una fachada bastante bonita, aunque estaba cerrado por dentro.
Al acabar la Rua da Vitoria nos encontramos con una casa haciendo esquina llena de azulejos, es el número 4 y por lo que vimos tiene bastante fama.
Y a su lado está el Mirador da Vitoria, donde tenemos unas espectaculares vistas del centro de Oporto que no tienen mucho que envidiar a las de la Torre dos Clérigos
Seguimos bajando, ahora por la Rua do Ferroz, y tenemos unas buenas vistas de la Sé, estamos empezando a ver que a la vuelta vamos a tener que subir mucho, pero no nos desanimamos por ello.
Desembocamos en la Rua das Flores, una bonita calle con edificios antiguos pero cuidados a los lados y vallas pintadas con graffitis hechos con muy buen gusto en honor a triperos celebres.
Esta rua nos lleva a la Igreja da Misericordia. Se construyó en el siglo XVI y es rococó, edificada por Nicolau Nasoni, que construyó medio Oporto. No se la conoce como tal, pero a Oporto se la podría llamar ciudad barroca perfectamente.
Seguimos bajando con dirección a la Bolsa, una de las visitas más esperadas del día por todas las buenas opiniones que leí de ella, y vemos que la calle que nos conduce a ella es preciosa, teniendo una amplia zona verde.
Vemos por fuera el Palacio da Bolsa e impone, es muy grande. Es neoclásico, y fue construido entre 1842 y 1910, horando a los mercaderes de Oporto. Sin embargo, lo más bonito está en su interior, con salas como la de las Naciones o la Árabe (sobre todo esta última) que sorprenden mucho.
Entramos a las 11:55, según la Lonely para visitarlo hay que hacerlo mediante una visita guiada que sale a cada en punto y cada y media. Pero no es del todo así, el primer turista que compra entrada para una hora decide el idioma, así que para en punto salía en francés e inglés, y a y media en portugués y español (de todas formas si vais a menos 5 o y 25 no tendreis que esperar más de media hora para la visita) Al sacar las entradas (son caras para lo que es Portugal, 7€ adulto y 4€ estudiante; pero merece mucho la pena entrar, es lo que más nos gustó de Oporto) nos informan y nos ofrecen apuntarnos a la visita que prefiramos. Obviamente nos decantamos por la de español (hablo inglés, pero no es plan de forzar teniendo una visita en español a la media hora) y nos vamos a tomar un café a una chocolatería hiperpija calle arriba. Sorprendentemente nos cuesta 1€ cada café (es baratísimo tomar algo en el Norte de Portugal, da igual el sitio) y nos dejamos asombrar por el Jardim do Infante Dom Henrique (enfrente justo de la Bolsa) Tiene en el centro una estatua de este navegante y explorador (el primero de los muchos que tuvo Portugal), que nació aquí, en Oporto. Viendo el jardín desde la Bolsa se entiende porque a Oporto se la conoce por el Duero, los tranvías... y la decadencia.
A las 12:25 entramos de nuevo al Palacio da Bolsa y en el vestíbulo nos asomamos a su preciosa y antigua biblioteca (data de 1834) En el vestíbulo estábamos hablando del día siguiente, cuando una mujer que estaba al lado nos comentó que Guimaraes es precioso y nos dio una serie de recomendaciones para la visita, se notaba que conocía muy bien la zona y la verdad, se agradece ese tipo de ayuda tan espontánea.
Comienza la visita guiada y la guía que nos toca no destaca ni para bien ni para mal, se atasca un poco con el idioma pero lo hace ameno. Como curiosidad decir que éramos un grupo grande (unos 40 o así) y solamente había un matrimonio portugués, lo demás todo españoles, Oporto estaba lleno de ellos (así como Chaves está llena de franceses)
Se entra por el Patio das Naçoes, con una enorme cúpula y debajo los escudos de todas las naciones con las que comerciaba Portugal. Por desgracia la mitad estaba en obras, y por tanto andamiada.
En el suelo hay un mosaico de inspiración romana.
Subimos por las impresionantes escaleras a la planta superior (según nos dijo la guía, construyeron todo el palacio invirtiendo mucho dinero para impresionar a los emisarios de otras naciones que venían a negociar)
Y nos deleitamos en el pasillo de arriba con unas increibles lámparas que tenían pinta de pesar, y mucho.
Desde arriba se tienen muy buenas vistas del Patio das Naçoes
Visitamos la Sala de la Justicia, donde se formalizaban acuerdos y se juzgaban fraudes, incumplimientos de contratos y otros asuntos mercantiles. Está pintada al completo con varios motivos. En los fondos hay escenas de la vida noble portuguesa (la primera foto es de una aparición del rey Dom Dinis, gran benefactor de Oporto), en los laterales escenas costumbristas y en el techo pintado al fresco una pintura alegórica de la Justicia reinando sobre la Industria, el Comercio y la Agricultura (segunda imagen)
Además, desde las ventanas se tienen buenas vistas del Duero, el Puente Dom Luis I e incluso de la Sé (perdón por los brillos pero es que los cristales eran algo opacos)
Pasamos por más salas, la verdad es que tenía que impresionar a los emisarios venidos de otros reinos a negociar aquí.
En una de ellas había retratos de varios reyes de Portugal, nos impresionó mucho el de la Reina María II, una gran reina que potenció mucho la cultura y que fue bastante querida, pero por lo que pudimos ver no era nada atractiva fisicamente (por decirlo finamente)
Y por fin llegamos a la sala cumbre, a lo mejor de la visita, solo por esta sala merece la pena entrar. El Salao Árabe, inspirada en la Alhambra de Granada, construida con paredes de estuco decoradas con unos complejos dibujos árabes y dorados con unos 18 kg de oro. Espectacular, las fotos no recogen del todo lo que se siente en esta maravilla de salón. Es espectacular desde el suelo hasta el techo, no hay ni un centímetro sin decorar, aunque bien es cierto que la vista se cansa al ver tanto dorado y tantos detalles preciosos.
Y así, extasiados con el Salao Árabe (la guía lo deja para el final para impresionar más a los visitantes) salimos encantados de la Bolsa, lo que más nos gustó de toda la ciudad.
Información práctica
Acceso: En el Barrio da Ribeira, centro de Oporto
Horario: Todos los días de 9 a 18:30 (abril-octubre); 9:30-12:30, 14-17:30 (noviembre-marzo): Visitas guiadas cada media hora (hay en español cada hora)
Precio: 7€ (adultos) 4€ (estudiantes y jubilados) 13€ (familia de 3 personas) 15 € (familia de 4 o más), 30% descuento Porto Card
Web: www.oporto.net/palacio-bolsa
Justo detrás de la Bolsa está la Igreja de Sao Francisco, otra de las joyas de Oporto. Desde su entrada tenemos una vista perfecta del Duero, al estar unos metros sobre él.
También vemos la entrada trasera de la Bolsa, que bien pasa por una iglesia.
El exterior de la iglesia no llama la atención, un templo gótico que parece bastante humilde y austero, nada que ver con los cerca de 300 kilos de oro que nos esperan en el interior.
Sacamos las entradas y nos dirigimos al interior. No dejan sacar fotos (robo de google la que pongo aquí). Es espectacular, es barroco al más alto exponente, no hay un centímetro sin decorar, está muy recargado y tiene varios retablos (los hay por todos los laterales) Hay 300 kilos de oro que recubren todo el interior, cansa a la vista, pero es espectacular la decoración de esta iglesia. Es tanta la ostentación que se prohibió el culto en ella por la pobreza que la rodeaba. Es sin duda una visita obligada junto con la Bolsa.
La entrada nos da también acceso al museo sacro y a las catacumbas, donde enterraban a los monjes franciscanos. Son unas catacumbas distintas, son luminosas y con las tumbas marcadas, aunque son muy macabras al tener calaveras puestas en los laterales.
Aunque sin duda lo más macabro es el osario, donde podemos ver bajo una rejilla que caminamos sobre miles de huesos humanos.
En las catacumbas hay una escultura que creo que es muy apropiada
Y el museo pues bueno... ya que está incluido entras, pero tiene lo que todos, no nos pareció muy interesante.
Información práctica
Acceso: En el Barrio da Ribeira, centro de Oporto
Horario: Todos los días: 9-20 (junio-septiembre), 9-19 (marzo-octubre) 9-17:30 (noviembre-febrero)
Precio: 3,5€ (adultos) 3€ (estudiantes) 25% descuento Porto Card; 1€ extra por un folleto en español
Web: www.oporto.net/ ...-francisco
Salimos y bajamos hacia el Barrio da Ribeira, sin duda el más conocido y turístico de la ciudad, y por ende el más masificado. Fue el único sitio de todo el viaje donde vimos una zona turística al uso. Pero también es precioso, la Sé reina desde arriba sobre él.
Era la hora de comer y picamos como pardillos, parecemos nuevos... Nos metimos en un restaurante en una de las calles que lleva a la Praça da Ribeira, un restaurante de turisteo, My God se llama. Bueno, tuvimos suerte, tardaron en servirnos y el precio era carillo para lo que es Portugal (salimos a 20€ por cabeza), pero la comida no estaba del todo mala y salimos bien del paso, da gusto pensar que fue nuestro mayor fallo (y es que tampoco metimos demasiado la pata), nos salió realmente bien el viaje.
Nos dirigimos a la famosa Praza da Ribeira después de comer, estaba atestada de turistas y se veía algún carterista a la busca de presas fáciles. Tomamos las precauciones básicas y no pasó nada. La plaza es muy bonita y tiene las típicas fachadas de azulejos en algunos edificios. Decir que está llena de terrazas con sombrillas y esto resta un poco de originalidad al lugar.
La plaza está frente al Duero, y si nos asomamos vemos de cerca las típicas casas de colores, la postal más típica de Oporto. Al ser festivo había tenderetes en la vera del río con todo tipo de objetos, compramos un cubremantel de Portugal como recuerdo.
A nuestra izquierda tenemos el Puente de Dom Luis I, una joya arquitectónica de dos alturas (actualmente la de abajo para los coches y la de arriba para peatones y metro) construida entre 1881 y 1886 y diseñada por un discípulo de Gustave Eiffel. Este puente sirvió de homenaje a los 6.000 triperos que murieron en 1809 al escapar hacia Gaia al ver que las tropas francesas iban a invadir Oporto, y es que fue mandado construir por el rey Dom Luis I en el mismo punto donde se hundiera aquel puente de barcazas. El puente une las orillas de Oporto y Vilanova de Gaia, cruzando el Río Duero como otros 5 puentes. Hay muchos barcos que se pueden contratar para visitar estos 6 puentes, opción que rechazamos al verla demasiado turistada y por no tener tiempo para ello.
Lo cruzamos por la parte de abajo, por una acera al lado de la carretera, y vimos unos chavales tirándose al agua, que ganas de jugarse la vida tiene la gente... Al otro lado nos admiramos con la impresionante Ribeira vista de frente. Esta zona también está masificada, junto con la Ribeira es lo único que había así en todo el Norte de Portugal.
Por tema vértigo nos separamos en dos grupos: los chicos subimos por la zona de Gaia a lo alto para cruzar por arriba, y las chicas no se atrevían a cruzar tan alto, por lo que dieron la vuelta y subieron a esperarnos al extremo por unas escaleras en la ribera de Oporto. La subida por Gaia es empinada y se hace zigzagueando, no tiene mayor pérdida, es dejarse guiar por la intuición y caminar siempre hacia arriba. Es menos cansada de lo que parece y a buen ritmo se solventa en 5 minutos
Al llegar arriba, a la zona de la estación de teleférico, el esfuerzo se ve gratamente recompensado con unas execpcionales vistas del tramo final del Duero y del centro de Oporto (recordad que estamos ya en Vilanova de Gaia); se ve la Ribeira, la Sé por encima de ella y asomando al fondo la Torre dos Clérigos, donde empezamos nuestra visita. Es espectacular este mirador y está casi vacío por la cuesta que hay que subir.
A medida que cruzamos el puente vamos teniendo una vista más vertical sobre el Barrio da Ribeira.
Y tenemos una visión de las que me gustan a mí, de las alternativas de los monumentos. Son tan simbólicos y conocidos que se conocen solo por su silueta.
Alcanzamos el final del puente, donde nos espera la sección femenina, y nos admiramos de las vistas a la parte alta de la ciudad y a la muralla reconstruida.
Está cerca nuestro próximo objetivo, la Sé, la catedral de Oporto. Delante de ella nos encontramos una estatua de Vimara Peres, el caudillo que conquistó Portus Cale de los moros allá por el siglo IX
La Sé está dominando la ciudad vieja, y se ve desde ella un mar de tejados culminados en la impresionante Torre dos Clérigos.
El exterior de la catedral es gótico, y parece muy pequeña en relación al tamaño de la ciudad de Oporto.
Sin embargo es bastante alargada como se puede ver desde el lateral
El interior es bonito, primando el gótico en los pies con una amplia vidriera bastante trabajada.
Pero como no podría ser de otra manera, tiene un elemento barroco muy recargado. ¿Cuál? El retablo, es dorado y es una minucia comparado con Sao Francisco, pero es bastante bonito.
Decir que no entramos al claustro porque no es más bonito que otros que hayamos visto o que fuéramos a ver (como el de Braga). En el exterior, frente a la puerta principal, nos sorprende una curiosa escultura.
Información práctica
Acceso: Centro de Oporto
Horario: Complejo, consultar web
Precio: Gratis; claustro 3€
Web: www.oporto.net/ ...-francisco
Bajamos entonces hacia Sao Bento por la Rua Saraiva Carvalho, muy cuidada y con la Igreja dos Congregados cubierta de azulejos al fondo.
Pero antes de acabar la calle nos metimos a la Estaçao de Sao Bento, un bonito edificio neoclásico
El encanto reside en los azulejos del vestíbulo, que son toda una obra de arte.
Una vez cruzamos a los andenes se convierte en una estación moderna. Ojo aquí con los carteristas, los hay que se ven de lejos pero también de traje y corbata.
Bajamos hasta la Igreja dos Congregados, un templo barroco que destaca por su fachada cubierta de azulejos, que fueron colocados en 1920, por su retablo barroco bañado en oro y por sus vidrieras.
Subimos entonces la Rua 31 de Janeiro, dejando a nuestras espaldas el punto de partida, la Igreja dos Clerigos. En nuestra subida capté la de un tranvía.
Y enlazamos con la Rua Santa Catarina, la arteria comercial de la ciudad, una bonita calle con edificios bonitos y cuidados a ambos lados y repleta de tiendas (como no había varias del Grupo INDITEX) que hicieron las delicias de las chicas.
Me llamó mucho la atención una tienda de pintura y sus logradísimos cuadros del Douro.
Al final de la calle (bueno, donde nosotros la dejamos porque la calle sigue y sigue) se encuentra la Capela das Almas, recubierta de 15.497 azulejos y que llama mucho la atención. Como la de los Congregados es un templo barroco y los azulejos los pegaron a principios del siglo XX
Pasamos por el Mercado de Bolhao, que ya había cerrado sus puertas (abre por las mañanas) pero que tiene un exterior neoclásico muy interesante.
Y llegamos a la Praça da Trinidade, muy bonita con una fuente en medio y rodeada de edificios neoclásicos.
Nos quedaba ya el final, estábamos viendo cerca los granizados que nos íbamos a tener en un bar junto al coche. Pero entonces llegamos a la Avenida dos Aliados, junto a la Bolsa y a las vistas desde Gaia lo que más nos gustó de Oporto. Es una delicia caminar por esta avenida , la principal del centro de Oporto, construida en honor de los combatientes alaidos de la Primera Guerra Mundial, guerra en la que Portugal participó como aliada de Gran Bretaña (como no) y también del lado de potencias como Francia y Rusia ante la alianza formada por Alemania y el Imperio Austro-Húngaro. Los edificios que la rodean son del estilo decimonónico francés, y está muy cuidada. Hace unos 10 años vinimos por aquí y estaban quitando los jardines, mi padre recordaba la avenida llena de barro y toda levantada, totalmente diferente a lo que es hoy. Una de las más gratas sorpresas del día y de todo el viaje. Es espectacular este rincón de Oporto tan poco conocido, me impresionó no ver apenas turistas por aquí.
Me llamó también la atención una cabina al estilo londinense pero multicolor.
Al acabar la Avenida dos Aliados nos encontrábamos en un lugar ya conocido, junto a la Igreja dos Congregados. Tomamos la calle de enfrente de la 31 de Janeiro hasta llegar a la Igreja dos Clérigos A nuestras espaldas la Igreja de Santo Ildefonso que antes no vimos por ir ocecados mirando el mapa
Rodeamos la Igreja y la Torre dos Clérigos y fuimos a ver si la librería estaba abierta por casualidad, no fue así, y nos fuimos al coche con una parada previa en el Costa Caffe de la Praça de Lisboa, donde nos tomamos batidos y cafés gigantes para refrescarnos por 2,5 euros. Tras esto cogimos el coche y nos fuimos a Braga, descansamos en el hotel y repetimos la cena de ayer en el Astoria. A la vuelta nos paramos un rato a escuchar un festival de fados (Somos do Fado) donde jóvenes cantantes de este género actuaban en el centro de la Praça da República, lo escuchamos un poco también mientras cenábamos, y se escuchaba a lo lejos desde el Cafe Astoria. De la que bajábamos al hotel arranqué de una farola un cartelito del festival de recuerdo
Nos dormimos superpronto con el cansancio de haber caminado cerca de 10 kilómetros por las cuestas de Oporto y bajo un sol que, aunque no demasiado, calentaba.
CONCLUSIONES DE OPORTO: Tiene un centro histórico precioso, plagado de edificios barrocos y de azulejos. Tiene un aire decadente que le hace tener un encanto inexplicable. Creo que en esta etapa tocamos todo lo impresicindible; si bien dejamos varias cosas sin ver: las bodegas de Vilanova de Gaia (no nos da más el vino); Boavista y sus museos; y los puentes del Duero en crucero (no le vemos el interés) Destacaría como visitas imprescindibles la Bolsa-Sao Francisco, cruzar el Puente de Dom Luis por arriba y por abajo y la Avenida dos Aliados. En cualquier caso será una ciudad que os encantará y que os sorprenderá por el encanto que desprende.
Para ver la ciudad puede bastar un día si se madruga y se patea, aunque dejaremos cosas sin ver. Para verla a fondo necesitaríamos otro día, y es que un día sería para el centro y otro para los museos, el crucero y las bodegas. Mi consejo es aprovechar un día al máximo, que aunque parezca que no es muy largo y da tiempo a muchas cosas, y patear y patear sin apenas descanso, y aprovechar los demás que esteis allí para visitar ciudades cercanas que merecen mucho la pena (un día para Braga-Guimaraes, otro para bajar a la zona de Aveiro, incluso subir a Viana do Castelo y Valença do Minho, visitar Barcelos y Amarante...)

Hoy era el día más estresante y más preparado del viaje, y teníamos pensado patear todo el centro de la ciudad visitando lo más destacable (nos basamos el paseo propuesto por la Lonely Planet, p.374, pero ampliado con la Rua Santa Catarina y la zona norte del centro -Sé, Trinidade...-) Cumplimos perfectamente y nos guiamos por el plano que me mandaron de la Oficina de Turismo, tuvimos suerte de poder aparcar en la Rua da Vitoria, a la sombra de la Torre dos Clérigos, sin pagar ni un solo euro y donde tenía planeado empezar a patear (minipunto!) a esto de las 10 y media o así, hora perfecta para empezar a conocer una ciudad. Preguntamos a una señora en su tienda y nos dijo que estábamos bien aparcados, pero que guardáramos todo en el maletero sin dejar nada a la vista, nos asustó mucho, pero no vimos inseguridad alguna en Oporto (al menos de día) exceptuando algunos carteristas en la Praça da Ribeira y en la Estación de Sao Bento (se deben tomar las precauciones de cualquier ciudad grande, vamos)
Es una ciudad única, y su Centro Histórico lleva unido al Duero y al mar 2.000 años, siendo Patrimonio de la Humanidad desde 1996, en virtud del criterio IV (Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico, tecnológico o paisaje, que ilustre una etapa significativa de la historia humana): El lugar es una muestra de valor universal como ciudad industrial y sus múltiples edificios históricos nos dan un testimonio remarcable del desarrollo de Europa en los últimos 2.000 años en una ciudad que expandió hacia el Oeste sus lazos culturales y comerciales.

Pero como siempre, antes de nada, vamos a hablar un poco de la historia de Oporto, la segunda ciudad del país y que le dio nombre a Portugal (se llamaba Portus Cale, y de ahí viene el nombre de todo el país)
Pese a haber vestigios castrenses, la ciudad nace como Cale, un enclave comercial griego en la orilla de enfrente (Vilanova de Gaia), fundando los romanos Portus Cale en la actual Oporto como puerto para el transporte entre Lisboa y Braga, al ser más complicado y peligroso atracar barcos en Cale. De cualquier manera, la ciudad no tiene importancia alguna en tiempo de romanos, suevos, visigodos ni moros, hasta que es conquistada en 868 por el caudillo gallego Vimara Pérez, enviado por Alfonso III de Asturias; éste funda el Condado de Portucale tras la reconquista, y en 1095 se casan aquí Teresa de León y Enrique de Borgoña, matrimonio que supuso el germen del Reino de Portugal, como explicaré en la siguiente etapa en Guimaraes.
Empieza a crecer mucho la ciudad en el siglo XIII al ser el punto de salida del vino del Douro (Duero), que fue exportado a muchos puntos de Europa durante la Edad Media, y además durante los siglos XIV y XV los astilleros triperos (el gentilicio de Oporto) contribuyen a la construcción de la poderosa flota portuguesa, saliendo de aquí en 1415 la primera expedición lusa, que terminaría con Enrique el Navegador conquistando Ceuta de los moros. Por aquellos tiempos, Oporto era tras Coimbra la ciudad lusa más importante al norte del Tajo
En 1703 la ciudad se iba a convertir en el motor económico portugués que es hoy, y es que se firmaría entre Portugal y Reino Unido (la alianza más antigua del mundo) el tratado más breve de la historia, el de Methuen, que concedía un trato de favor en Inglaterra al vino portugués y en Portugal a los paños y productos textiles ingleses. Esto hace que Oporto (principal productora y distribuidora de vino de Portugal) despegue y se convierta en el principal puerto de Portugal, comprando los ingleses multitud de bodegas en el Douro que hoy en día mantienen en su poder, de ahí que muchas de las principales bodegas de Vilanova de Gaia tengan nombres ingleses (Graham's, Taylor's...); además, el primer ministro luso, el Marqués de Pombal, crea la denominación de origen del Duero. Esto produce la llamada Revuelta dos Borrachos, en la que los productores locales de vino se alzan e incendian bodegas inglesas como medida de protesta por la pérdida de su fuente de ingresos, siendo duramente reprimidos. Este crecimiento hace que empiece a llegar el dinero y que comiencen las obras barrocas (el arte de la época), por la que la mayoría de monumentos de Oporto son principalmente barrocos.
Durante los siglos XVIII y XIX la Revolución Inglesa que vive Reino Unido llega a Portugal, su eterno aliado, y la ciudad más beneficiada es Oporto, que se convierte en la capital industrial de Portugal y se afianza como segunda ciudad del país vecino (lo es hoy en día con un millón y medio de habitantes en su área metropolitana) Durante la Guerrra Napoleónica vencen los franceses la Primera Batalla de Oporto, huyendo la población al día siguiente en dirección a Gaia por un humilde puente de barcazas que se hundió arrastrando al fondo del Duero la vida de unos 6.000 ciudadanos. Sin embargo, las tropas angloportuguesas comandadas por Arthur Wesley vencen la Segunda Batalla de Oporto y liberan la ciudad; una ciudad en la que siempre imperó el movimiento obrero y que fue la cuna de las principales revoluciones lusas. Así, en 1820 Oporto se alza en armas iniciándose la Revolución Liberal Portuguesa exigiendo una monarquía parlamentaria que se consigue en 1822. Seis años después sube Miguel de Portugal al trono (el Fernando VII portugués) e instaura el absolutismo, llevando al país luso a una guerra civil en la que Oporto aguanta 8 meses el cerco absolutista y propicia la victoria liberal, recibiendo la ciudad el apelativo de "Cidade Invicta" Otra de las revoluciones más importantes fue la de 1889, exigiendo una república, que llegaría en 1910. Durante este siglo XIX la ciudad se embellece como premio de los gobiernos liberales por la condición revolucionaria de Oporto con obras de arquitectos de renombre, como Gustave Eiffel, que dan un aire moderno a Oporto.
En el siglo XX Oporto siguió creciendo, principalmente gracias al éxodo rural, hasta ser hoy una gran ciudad pero que mantiene la esencia barroca del casco histórico, apenas modificado en los dos últimos siglos.
Nuestra visita empezó en la Torre dos Clérigos, el campanario barroco de la Igreja dos Clérigos, diseñada hacia 1700 por el arquitecto italiano Nicolau Nassoni.
Subimos hasta lo alto de la torre por los 225 peldaños siguiendo el consejo de la Lonely, que apunta que tiene las mejores vistas de Oporto. Esto es muy matizable, tiene buenas vistas, eso es cierto, pero tiene varios aspectos negativos: la escalera es superestrecha y es difícil cruzarse con los que bajan; las vistas únicas son dejando el Duero de espaldas, es decir, hacia la parte moderna; y además hay vistas parciales tapadas por muros. Es prescindible subir a la Torre dos Clérigos, pero no lo es verla por fuera, si no quereis pagar y entrar, os recomiendo otros dos miradores: Mirador da Vitoria (abajo de la Rua da Vitoria) y el que hay en lo alto del Puente de Dom Luis I.
Bueno, centrándonos en la visita, tras una breve cola para comprar las entradas (2€ por cabeza) subimos escaleras sin parar, como se nota que estamos frescos, y llegamos arriba (hay un primer mirador, pero lo mejor es seguir subiendo hasta arriba, hay poco trecho) y nos admiramos al ver la Sé imponente, reinando por encima de Oporto.
La vista se perdía hasta el horizonte por la zona más moderna de Oporto.
Y mirando hacia el Duero tropezábamos la vista con el enorme Palacio de la Bolsa, que visitaríamos más tarde.
Información práctica
Acceso: En la Praça da Lisboa, centro de Oporto
Horario: Todos los días de 9 a 19
Precio: 2€ (1€ con Porto Card)
Web: www.oporto.net/ ...-clerigos/
Nos dirigimos entonces a la Librería Lello e Irmao, una preciosa librería del siglo XIX famosa por sus escaleras, donde se rodaron varias escenas de la saga Harry Potter. Por desgracia era día festivo (el 15 de agosto también es fiesta en Portugal por lo visto) y estaba cerrada, teniendo que contentarnos con verla por fuera.
Subimos un poco hacia la Praza Gomes Teixeira, una de las más espectaculares de la ciudad , al acoger la Igreja dos Carmelitas (a la izquierda) y la Igreja do Carmo (a la derecha). Ambas están pegadas y son indudablemente barrocas, dejando una estampa preciosa e inigualable, siendo la primera de un estilo manierista y la segunda rococó.
La Igreja dos Carmelitas fue construida a mediados del siglo XVII como parte del Convento dos Carmelitas, hoy usado por la Guardia Nacional Republicana. Su interior está ricamente decorado, si bien no pudimos disfrutarlo apenas al estar celebrándose una misa.
La Igreja do Carmo es más moderna, un siglo más, y es que fue construida en el siglo XVIII, con estatuas de los cuatro evangelistas en la parte superior de la fachada. El interior es parecido al de os Carmelitas, pero tiene muchas influencias del barroco italiano.
Es espectacular su lateral, cubierto al completo por azulejos finamente trabajados.
La plaza también acoge una fuente muy bonita con cuatro dragones, uno de los símbolos de Oporto y que ya aparecía en el antiguo escudo de armas de Oporto; este animal da también nombre a la afición del Porto FC, el principal club de la ciudad y segundo de Portugal en cuanto a títulos e historia se refiere, solo por detrás del Benfica lisboeta.
Además, en esta plaza vimos nuestros primeros tranvías de Oporto, que estampa más típica.
Empezamos entonces a descender hacia el Duero, pero poco a poco, nos detenemos primero en el Jardim da Cordoaria, que acoge dos museos (a los cuales no entramos) bastante chulos por fuera: el Museo de Historia Natural y el Centro Portugués de Fotografía
Empezamos entonces a bajar por la Rua da Vitoria, pasamos por delante de nuestro coche y topamos con el Monasterio de Sao Bento da Vitoria, donde intentamos entrar pero nos quedamos a las puertas al estar lleno mientras un cura oficiaba misa.
Unos metros más abajo está la Igreja de Nossa Senhora da Vitoria, un templo renacentista que se quemó y fue reconstruido con un estilo barroco. Tiene una fachada bastante bonita, aunque estaba cerrado por dentro.
Al acabar la Rua da Vitoria nos encontramos con una casa haciendo esquina llena de azulejos, es el número 4 y por lo que vimos tiene bastante fama.
Y a su lado está el Mirador da Vitoria, donde tenemos unas espectaculares vistas del centro de Oporto que no tienen mucho que envidiar a las de la Torre dos Clérigos
Seguimos bajando, ahora por la Rua do Ferroz, y tenemos unas buenas vistas de la Sé, estamos empezando a ver que a la vuelta vamos a tener que subir mucho, pero no nos desanimamos por ello.
Desembocamos en la Rua das Flores, una bonita calle con edificios antiguos pero cuidados a los lados y vallas pintadas con graffitis hechos con muy buen gusto en honor a triperos celebres.
Esta rua nos lleva a la Igreja da Misericordia. Se construyó en el siglo XVI y es rococó, edificada por Nicolau Nasoni, que construyó medio Oporto. No se la conoce como tal, pero a Oporto se la podría llamar ciudad barroca perfectamente.
Seguimos bajando con dirección a la Bolsa, una de las visitas más esperadas del día por todas las buenas opiniones que leí de ella, y vemos que la calle que nos conduce a ella es preciosa, teniendo una amplia zona verde.
Vemos por fuera el Palacio da Bolsa e impone, es muy grande. Es neoclásico, y fue construido entre 1842 y 1910, horando a los mercaderes de Oporto. Sin embargo, lo más bonito está en su interior, con salas como la de las Naciones o la Árabe (sobre todo esta última) que sorprenden mucho.
Entramos a las 11:55, según la Lonely para visitarlo hay que hacerlo mediante una visita guiada que sale a cada en punto y cada y media. Pero no es del todo así, el primer turista que compra entrada para una hora decide el idioma, así que para en punto salía en francés e inglés, y a y media en portugués y español (de todas formas si vais a menos 5 o y 25 no tendreis que esperar más de media hora para la visita) Al sacar las entradas (son caras para lo que es Portugal, 7€ adulto y 4€ estudiante; pero merece mucho la pena entrar, es lo que más nos gustó de Oporto) nos informan y nos ofrecen apuntarnos a la visita que prefiramos. Obviamente nos decantamos por la de español (hablo inglés, pero no es plan de forzar teniendo una visita en español a la media hora) y nos vamos a tomar un café a una chocolatería hiperpija calle arriba. Sorprendentemente nos cuesta 1€ cada café (es baratísimo tomar algo en el Norte de Portugal, da igual el sitio) y nos dejamos asombrar por el Jardim do Infante Dom Henrique (enfrente justo de la Bolsa) Tiene en el centro una estatua de este navegante y explorador (el primero de los muchos que tuvo Portugal), que nació aquí, en Oporto. Viendo el jardín desde la Bolsa se entiende porque a Oporto se la conoce por el Duero, los tranvías... y la decadencia.
A las 12:25 entramos de nuevo al Palacio da Bolsa y en el vestíbulo nos asomamos a su preciosa y antigua biblioteca (data de 1834) En el vestíbulo estábamos hablando del día siguiente, cuando una mujer que estaba al lado nos comentó que Guimaraes es precioso y nos dio una serie de recomendaciones para la visita, se notaba que conocía muy bien la zona y la verdad, se agradece ese tipo de ayuda tan espontánea.
Comienza la visita guiada y la guía que nos toca no destaca ni para bien ni para mal, se atasca un poco con el idioma pero lo hace ameno. Como curiosidad decir que éramos un grupo grande (unos 40 o así) y solamente había un matrimonio portugués, lo demás todo españoles, Oporto estaba lleno de ellos (así como Chaves está llena de franceses)
Se entra por el Patio das Naçoes, con una enorme cúpula y debajo los escudos de todas las naciones con las que comerciaba Portugal. Por desgracia la mitad estaba en obras, y por tanto andamiada.
En el suelo hay un mosaico de inspiración romana.
Subimos por las impresionantes escaleras a la planta superior (según nos dijo la guía, construyeron todo el palacio invirtiendo mucho dinero para impresionar a los emisarios de otras naciones que venían a negociar)
Y nos deleitamos en el pasillo de arriba con unas increibles lámparas que tenían pinta de pesar, y mucho.
Desde arriba se tienen muy buenas vistas del Patio das Naçoes
Visitamos la Sala de la Justicia, donde se formalizaban acuerdos y se juzgaban fraudes, incumplimientos de contratos y otros asuntos mercantiles. Está pintada al completo con varios motivos. En los fondos hay escenas de la vida noble portuguesa (la primera foto es de una aparición del rey Dom Dinis, gran benefactor de Oporto), en los laterales escenas costumbristas y en el techo pintado al fresco una pintura alegórica de la Justicia reinando sobre la Industria, el Comercio y la Agricultura (segunda imagen)
Además, desde las ventanas se tienen buenas vistas del Duero, el Puente Dom Luis I e incluso de la Sé (perdón por los brillos pero es que los cristales eran algo opacos)
Pasamos por más salas, la verdad es que tenía que impresionar a los emisarios venidos de otros reinos a negociar aquí.
En una de ellas había retratos de varios reyes de Portugal, nos impresionó mucho el de la Reina María II, una gran reina que potenció mucho la cultura y que fue bastante querida, pero por lo que pudimos ver no era nada atractiva fisicamente (por decirlo finamente)
Y por fin llegamos a la sala cumbre, a lo mejor de la visita, solo por esta sala merece la pena entrar. El Salao Árabe, inspirada en la Alhambra de Granada, construida con paredes de estuco decoradas con unos complejos dibujos árabes y dorados con unos 18 kg de oro. Espectacular, las fotos no recogen del todo lo que se siente en esta maravilla de salón. Es espectacular desde el suelo hasta el techo, no hay ni un centímetro sin decorar, aunque bien es cierto que la vista se cansa al ver tanto dorado y tantos detalles preciosos.
Y así, extasiados con el Salao Árabe (la guía lo deja para el final para impresionar más a los visitantes) salimos encantados de la Bolsa, lo que más nos gustó de toda la ciudad.
Información práctica
Acceso: En el Barrio da Ribeira, centro de Oporto
Horario: Todos los días de 9 a 18:30 (abril-octubre); 9:30-12:30, 14-17:30 (noviembre-marzo): Visitas guiadas cada media hora (hay en español cada hora)
Precio: 7€ (adultos) 4€ (estudiantes y jubilados) 13€ (familia de 3 personas) 15 € (familia de 4 o más), 30% descuento Porto Card
Web: www.oporto.net/palacio-bolsa
Justo detrás de la Bolsa está la Igreja de Sao Francisco, otra de las joyas de Oporto. Desde su entrada tenemos una vista perfecta del Duero, al estar unos metros sobre él.
También vemos la entrada trasera de la Bolsa, que bien pasa por una iglesia.
El exterior de la iglesia no llama la atención, un templo gótico que parece bastante humilde y austero, nada que ver con los cerca de 300 kilos de oro que nos esperan en el interior.
Sacamos las entradas y nos dirigimos al interior. No dejan sacar fotos (robo de google la que pongo aquí). Es espectacular, es barroco al más alto exponente, no hay un centímetro sin decorar, está muy recargado y tiene varios retablos (los hay por todos los laterales) Hay 300 kilos de oro que recubren todo el interior, cansa a la vista, pero es espectacular la decoración de esta iglesia. Es tanta la ostentación que se prohibió el culto en ella por la pobreza que la rodeaba. Es sin duda una visita obligada junto con la Bolsa.

La entrada nos da también acceso al museo sacro y a las catacumbas, donde enterraban a los monjes franciscanos. Son unas catacumbas distintas, son luminosas y con las tumbas marcadas, aunque son muy macabras al tener calaveras puestas en los laterales.
Aunque sin duda lo más macabro es el osario, donde podemos ver bajo una rejilla que caminamos sobre miles de huesos humanos.
En las catacumbas hay una escultura que creo que es muy apropiada
Y el museo pues bueno... ya que está incluido entras, pero tiene lo que todos, no nos pareció muy interesante.
Información práctica
Acceso: En el Barrio da Ribeira, centro de Oporto
Horario: Todos los días: 9-20 (junio-septiembre), 9-19 (marzo-octubre) 9-17:30 (noviembre-febrero)
Precio: 3,5€ (adultos) 3€ (estudiantes) 25% descuento Porto Card; 1€ extra por un folleto en español
Web: www.oporto.net/ ...-francisco
Salimos y bajamos hacia el Barrio da Ribeira, sin duda el más conocido y turístico de la ciudad, y por ende el más masificado. Fue el único sitio de todo el viaje donde vimos una zona turística al uso. Pero también es precioso, la Sé reina desde arriba sobre él.
Era la hora de comer y picamos como pardillos, parecemos nuevos... Nos metimos en un restaurante en una de las calles que lleva a la Praça da Ribeira, un restaurante de turisteo, My God se llama. Bueno, tuvimos suerte, tardaron en servirnos y el precio era carillo para lo que es Portugal (salimos a 20€ por cabeza), pero la comida no estaba del todo mala y salimos bien del paso, da gusto pensar que fue nuestro mayor fallo (y es que tampoco metimos demasiado la pata), nos salió realmente bien el viaje.
Nos dirigimos a la famosa Praza da Ribeira después de comer, estaba atestada de turistas y se veía algún carterista a la busca de presas fáciles. Tomamos las precauciones básicas y no pasó nada. La plaza es muy bonita y tiene las típicas fachadas de azulejos en algunos edificios. Decir que está llena de terrazas con sombrillas y esto resta un poco de originalidad al lugar.
La plaza está frente al Duero, y si nos asomamos vemos de cerca las típicas casas de colores, la postal más típica de Oporto. Al ser festivo había tenderetes en la vera del río con todo tipo de objetos, compramos un cubremantel de Portugal como recuerdo.
A nuestra izquierda tenemos el Puente de Dom Luis I, una joya arquitectónica de dos alturas (actualmente la de abajo para los coches y la de arriba para peatones y metro) construida entre 1881 y 1886 y diseñada por un discípulo de Gustave Eiffel. Este puente sirvió de homenaje a los 6.000 triperos que murieron en 1809 al escapar hacia Gaia al ver que las tropas francesas iban a invadir Oporto, y es que fue mandado construir por el rey Dom Luis I en el mismo punto donde se hundiera aquel puente de barcazas. El puente une las orillas de Oporto y Vilanova de Gaia, cruzando el Río Duero como otros 5 puentes. Hay muchos barcos que se pueden contratar para visitar estos 6 puentes, opción que rechazamos al verla demasiado turistada y por no tener tiempo para ello.
Lo cruzamos por la parte de abajo, por una acera al lado de la carretera, y vimos unos chavales tirándose al agua, que ganas de jugarse la vida tiene la gente... Al otro lado nos admiramos con la impresionante Ribeira vista de frente. Esta zona también está masificada, junto con la Ribeira es lo único que había así en todo el Norte de Portugal.
Por tema vértigo nos separamos en dos grupos: los chicos subimos por la zona de Gaia a lo alto para cruzar por arriba, y las chicas no se atrevían a cruzar tan alto, por lo que dieron la vuelta y subieron a esperarnos al extremo por unas escaleras en la ribera de Oporto. La subida por Gaia es empinada y se hace zigzagueando, no tiene mayor pérdida, es dejarse guiar por la intuición y caminar siempre hacia arriba. Es menos cansada de lo que parece y a buen ritmo se solventa en 5 minutos
Al llegar arriba, a la zona de la estación de teleférico, el esfuerzo se ve gratamente recompensado con unas execpcionales vistas del tramo final del Duero y del centro de Oporto (recordad que estamos ya en Vilanova de Gaia); se ve la Ribeira, la Sé por encima de ella y asomando al fondo la Torre dos Clérigos, donde empezamos nuestra visita. Es espectacular este mirador y está casi vacío por la cuesta que hay que subir.
A medida que cruzamos el puente vamos teniendo una vista más vertical sobre el Barrio da Ribeira.
Y tenemos una visión de las que me gustan a mí, de las alternativas de los monumentos. Son tan simbólicos y conocidos que se conocen solo por su silueta.
Alcanzamos el final del puente, donde nos espera la sección femenina, y nos admiramos de las vistas a la parte alta de la ciudad y a la muralla reconstruida.
Está cerca nuestro próximo objetivo, la Sé, la catedral de Oporto. Delante de ella nos encontramos una estatua de Vimara Peres, el caudillo que conquistó Portus Cale de los moros allá por el siglo IX
La Sé está dominando la ciudad vieja, y se ve desde ella un mar de tejados culminados en la impresionante Torre dos Clérigos.
El exterior de la catedral es gótico, y parece muy pequeña en relación al tamaño de la ciudad de Oporto.
Sin embargo es bastante alargada como se puede ver desde el lateral
El interior es bonito, primando el gótico en los pies con una amplia vidriera bastante trabajada.
Pero como no podría ser de otra manera, tiene un elemento barroco muy recargado. ¿Cuál? El retablo, es dorado y es una minucia comparado con Sao Francisco, pero es bastante bonito.
Decir que no entramos al claustro porque no es más bonito que otros que hayamos visto o que fuéramos a ver (como el de Braga). En el exterior, frente a la puerta principal, nos sorprende una curiosa escultura.
Información práctica
Acceso: Centro de Oporto
Horario: Complejo, consultar web
Precio: Gratis; claustro 3€
Web: www.oporto.net/ ...-francisco
Bajamos entonces hacia Sao Bento por la Rua Saraiva Carvalho, muy cuidada y con la Igreja dos Congregados cubierta de azulejos al fondo.
Pero antes de acabar la calle nos metimos a la Estaçao de Sao Bento, un bonito edificio neoclásico
El encanto reside en los azulejos del vestíbulo, que son toda una obra de arte.
Una vez cruzamos a los andenes se convierte en una estación moderna. Ojo aquí con los carteristas, los hay que se ven de lejos pero también de traje y corbata.
Bajamos hasta la Igreja dos Congregados, un templo barroco que destaca por su fachada cubierta de azulejos, que fueron colocados en 1920, por su retablo barroco bañado en oro y por sus vidrieras.
Subimos entonces la Rua 31 de Janeiro, dejando a nuestras espaldas el punto de partida, la Igreja dos Clerigos. En nuestra subida capté la de un tranvía.
Y enlazamos con la Rua Santa Catarina, la arteria comercial de la ciudad, una bonita calle con edificios bonitos y cuidados a ambos lados y repleta de tiendas (como no había varias del Grupo INDITEX) que hicieron las delicias de las chicas.
Me llamó mucho la atención una tienda de pintura y sus logradísimos cuadros del Douro.
Al final de la calle (bueno, donde nosotros la dejamos porque la calle sigue y sigue) se encuentra la Capela das Almas, recubierta de 15.497 azulejos y que llama mucho la atención. Como la de los Congregados es un templo barroco y los azulejos los pegaron a principios del siglo XX
Pasamos por el Mercado de Bolhao, que ya había cerrado sus puertas (abre por las mañanas) pero que tiene un exterior neoclásico muy interesante.
Y llegamos a la Praça da Trinidade, muy bonita con una fuente en medio y rodeada de edificios neoclásicos.
Nos quedaba ya el final, estábamos viendo cerca los granizados que nos íbamos a tener en un bar junto al coche. Pero entonces llegamos a la Avenida dos Aliados, junto a la Bolsa y a las vistas desde Gaia lo que más nos gustó de Oporto. Es una delicia caminar por esta avenida , la principal del centro de Oporto, construida en honor de los combatientes alaidos de la Primera Guerra Mundial, guerra en la que Portugal participó como aliada de Gran Bretaña (como no) y también del lado de potencias como Francia y Rusia ante la alianza formada por Alemania y el Imperio Austro-Húngaro. Los edificios que la rodean son del estilo decimonónico francés, y está muy cuidada. Hace unos 10 años vinimos por aquí y estaban quitando los jardines, mi padre recordaba la avenida llena de barro y toda levantada, totalmente diferente a lo que es hoy. Una de las más gratas sorpresas del día y de todo el viaje. Es espectacular este rincón de Oporto tan poco conocido, me impresionó no ver apenas turistas por aquí.
Me llamó también la atención una cabina al estilo londinense pero multicolor.
Al acabar la Avenida dos Aliados nos encontrábamos en un lugar ya conocido, junto a la Igreja dos Congregados. Tomamos la calle de enfrente de la 31 de Janeiro hasta llegar a la Igreja dos Clérigos A nuestras espaldas la Igreja de Santo Ildefonso que antes no vimos por ir ocecados mirando el mapa
Rodeamos la Igreja y la Torre dos Clérigos y fuimos a ver si la librería estaba abierta por casualidad, no fue así, y nos fuimos al coche con una parada previa en el Costa Caffe de la Praça de Lisboa, donde nos tomamos batidos y cafés gigantes para refrescarnos por 2,5 euros. Tras esto cogimos el coche y nos fuimos a Braga, descansamos en el hotel y repetimos la cena de ayer en el Astoria. A la vuelta nos paramos un rato a escuchar un festival de fados (Somos do Fado) donde jóvenes cantantes de este género actuaban en el centro de la Praça da República, lo escuchamos un poco también mientras cenábamos, y se escuchaba a lo lejos desde el Cafe Astoria. De la que bajábamos al hotel arranqué de una farola un cartelito del festival de recuerdo
CONCLUSIONES DE OPORTO: Tiene un centro histórico precioso, plagado de edificios barrocos y de azulejos. Tiene un aire decadente que le hace tener un encanto inexplicable. Creo que en esta etapa tocamos todo lo impresicindible; si bien dejamos varias cosas sin ver: las bodegas de Vilanova de Gaia (no nos da más el vino); Boavista y sus museos; y los puentes del Duero en crucero (no le vemos el interés) Destacaría como visitas imprescindibles la Bolsa-Sao Francisco, cruzar el Puente de Dom Luis por arriba y por abajo y la Avenida dos Aliados. En cualquier caso será una ciudad que os encantará y que os sorprenderá por el encanto que desprende.
Para ver la ciudad puede bastar un día si se madruga y se patea, aunque dejaremos cosas sin ver. Para verla a fondo necesitaríamos otro día, y es que un día sería para el centro y otro para los museos, el crucero y las bodegas. Mi consejo es aprovechar un día al máximo, que aunque parezca que no es muy largo y da tiempo a muchas cosas, y patear y patear sin apenas descanso, y aprovechar los demás que esteis allí para visitar ciudades cercanas que merecen mucho la pena (un día para Braga-Guimaraes, otro para bajar a la zona de Aveiro, incluso subir a Viana do Castelo y Valença do Minho, visitar Barcelos y Amarante...)