Día 5. Jueves. Sagres. Cabo de San Vicente. Miradouro da Foia. Monchique. Carvoeiro. Total 133 kilómetros, con el siguiente perfil en Google Maps.

Cabo de San Vicente.
Después de desayunar en el hotel, salimos hacia Cabo de San Vicente, que se encuentra a unos seis kilómetros por carretera desde Sagres. El cielo estaba algo más enmarañado que el día anterior, ya que empezaba a llegar una anunciada calima que subiría las temperaturas durante los días posteriores. Sin embargo, al bajarnos del coche en Cabo de San Vicente, el viento seguía soplando inclemente y casi hacía frío, hasta el punto de que tuve que ponerme una chubasquero abrigadito que no había utilizado (ni utilicé más) en todo el viaje.
Situación del Cabo de San Vicente en el mapa del Algarve.


Pese a ser temprano, en el aparcamiento ya había un buen número de coches, incluso un par de autocares turísticos, lo que ponía de manifiesto que se trata de un lugar al que acude mucha gente. Este accidente geográfico se encuentra en el extremo sudoeste de Portugal y algunos historiadores, como el griego Estrabon, lo catalogaron como el punto más occidental de todo el mundo habitado. A lo largo de los siglos ha sufrido el azote de numerosos terremotos y frente a sus costas tuvo lugar el 14 de febrero de 1747 una famosa batalla en la que la Armada Española (que tuvo que intervenir como consecuencia de su alianza por Francia) fue derrotada por la de Gran Bretaña.



Muy cerca hay una fortaleza, pero lo más visitado es el faro, en torno al cual hay una especie de centro de visitantes, con bar, restaurante y una tienda. El acceso es gratuito y cuenta con un amplio mirador, aunque personalmente me gustaron más las panorámicas desde fuera del faro, desde donde se vislumbra también Sagres y su fortaleza.




Después de volver a cruzar la verja, caminamos un poco hacia la derecha, teniendo cuidado al pisar unas rocas bastante puntiagudas. Además de las perspectivas del propio faro y el acantilado, contemplé con interés las diferentes plantas y flores que conforman una flora muy especial, endémica por lo que se refiere a algunas especies.





Y, al cabo de unos minutos, nos marchamos, ya que la visita a este lugar tampoco da para mucho más.
Miradouro da Foia.
Al tratarse de un mirador instalado en el punto más alto del Algarve, proporciona unas vistas espléndidas que alcanzan incluso a la costa. Sin embargo, con la creciente calima enseguida nos dimos cuenta de que no era el día más apropiado para vistas panorámicas tan lejanas; la tarde anterior hubiese sido perfecta. Pero a lo hecho, pecho.
Situación del Miradouro da Foia en el mapa del Algarve.


Después de pasar de nuevo por Aljezur, el navegador nos metió por una carreterucha infame, con una pendiente terrible y muy estrecha, hasta el punto de que, tras siete kilómetros a menos de veinte por hora, casi nos salimos del asfalto cuando tuvimos que esquivar a una máquina que estaba limpiando la vegetación en el carril contrario. Poco después nos quedamos de una pieza al divisar un hermoso quitamiedos sobre nuestras cabezas, instalado en una amplia carretera por la que circulaban tan ricamente los autocares turísticos. ¡Vaya jugarreta! A lo lejos, unas antenas parecían indicar el punto donde se encontraba el mirador, si bien un par de kilómetros antes había una señal, un apartadero y unas estupendas vistas panorámicas, que nos detuvimos a contemplar, si bien la calima emborronaba un tanto el horizonte, sobre todo a la hora de tomar fotos.

Luego, seguimos hacia las antenas, donde se encuentra el punto más alto del Algarve, en la Sierra de Monchique, a 902 metros de altitud sobre el nivel del mar. La nitidez del espléndido paisaje que se contempla desde allí depende, claro está, de la visibilidad del día, que sin ser muy mala, tampoco era la mejor ese día. Pero para hacernos una idea, sirvió.



Desde este punto salen varias rutas de senderismo, pero habíamos leído que tampoco merecen demasiado la pena, ya que se internan en el bosque sin que proporcionen mejores vistas panorámicas, así que no las tuvimos en cuenta a la hora de trazar el itinerario.
Monchique.
Surcando la Sierra del mismo nombre, nos dirigimos a su capital, una pequeña villa de poco más de cinco mil habitantes que se creó en 1773 por el desmembramiento del municipio de Silves.
Situación de Monchique en el mapa del Algarve.


Tras buscar aparcamiento, nos dispusimos a dar un paseo por el centro, pues habíamos leído que era bonito y pintoresco, lo cual no es mentira. Sin embargo, enseguida nos dimos cuenta del calor tremendo que hacía allí. No sé si sería por la calima o porque está situado en un punto al abrigo de los vientos, pero nos resultó casi asfixiante; así que no nos entretuvimos demasiado.




Las casas son de arquitectura tradicional y en la mayoría domina el color blanco y los marcos de colores en puertas y ventanas, si bien tampoco faltan las fachadas totalmente pintadas. También son curiosas las chimeneas, diferentes a las de otras zonas del Algarve.




Las calles son empinadas y con detalles de flores para embellecerlas. La iglesia matriz es del siglo XVI, estilo manuelino y con decoración alusiva a la vegetación de las montañas circundantes.




Entre unas cosas y otras eran más de las dos y media. Llevábamos preparados bocadillos para tomarlos durante la caminata que teníamos prevista para por la tarde, la famosa ruta de los 7 Valles Suspendidos, pero se nos había hecho tarde y decidimos tomárnoslos ya si encontrábamos un lugar apropiado.

Y vaya que lo hicimos. Vimos el letrero de una zona de parque y merenderos, de la que no recuerdo el nombre. Fuimos hacia allí, aunque nos costó unos buenos kilómetros llegar. Sin embargo, cuando creíamos que nos habíamos perdido, apareció un sitio precioso en el bosque, con un par de mesas de piedra junto a un río y una fuente, en la que vimos a un paisano recogiendo agua en una multitud de botellas que llevaba en su coche.




Después, mientras nos dirigíamos hacia Carvoeiro, vimos un pequeño bar junto a la carretera, a la salida de un pueblo, y paramos a tomarnos un rico café antes de dirigirnos hacia Praia da Marinha, donde queríamos iniciar la ruta de los 7 Valles Suspendidos.