Hemos tenido que madrugar bastante pues el avión sale a las 6.40. Así que a las 4.30 ya estamos en el taxi que nos ha de llevar al aeropuerto, ya que justo a estas hora no hay bus al aeropuerto. Facturamos en Iberia, nos piden los ESTAs y a esperar el primer embarque. Salimos puntualmente y a las 10.15 hemos aterrizado en Madrid, en la T4. Tenemos que trasladarnos a la T4S en el tren subterráneo. Una vez en la terminal buscamos directamente la puerta de embarque. Curiosamente por la megafonía indican que debido a las medidas de seguridad tomadas para los vuelos a EEUU, hay que presentarse en el embarque una hora y media antes de la salida del vuelo. El nuestro sale a las 12:30 así que tenemos el tiempo justito. Los vuelos con dirección a ciudades de EEUU están todos juntos en un extremo de la terminal. Allí espera con un atril el encargado de revisar la documentación. No hay ningún problema y pasamos. Estos trámites se han simplificado notablemente desde la primera vez que fui, donde te preguntaban si llevabas esto y aquello, si lo habías arreglado últimamente y cosas por el estilo. Salimos puntualmente y nada más salir el comandante nos informa que vamos a seguir la ruta más al norte: Madrid-Santiago-Terranova-Boston- NY y que vamos a llegar media hora antes de lo previsto que debería ser las 14:45 local. Perfecto. En el vuelo disfrutamos de los centros de ocio de los asientos del avión con películas, documentales y series de tv. Entre esto, la comida, el sueñito, el rellenado de la declaración de aduanas (uno por familia) junto a que una hora antes de aterrizar nos dan lo que llaman merienda (por la hora española), el vuelo se pasa en doble sentido “volando”.
Llegamos como estaba previsto a las 14:15 y que la temperatura está cerca de 90º F (es decir hace bastante calor con 31ºC). Tras aterrizar y pasar por unos interminables pasillos llegamos a la zona de revisión de pasaportes. Hay bastante cola y unos ventiladores de pie enormes refrescan un poco el ambiente. La línea única se va rompiendo por distintas filas siguiendo las indicaciones de una policía de fronteras. Nos dejan ir juntos a los cuatro al ser una familia. Uno a uno nos miran el pasaporte por el escáner, nos toman las huellas de todos los dedos de las dos manos y nos hacen una foto con una cámara parecida a una webcam y la comparan con la del pasaporte. Nos preguntan si habíamos ido antes, motivo del viaje, número de días de estancia, si tenemos familia o conocidos en EEUU. Tras superar el examen nos dejan pasar. Con estos trámites la espera de las maletas es muy breve. Con todo el equipaje en nuestras manos, nos queda la aduana. Con gran sorpresa por nuestra parte nos dejan pasar sin mirarnos nada. ¡Cielos! Son las tres de la tarde y ya estamos fuera. Es la vez que este trámite de las aduanas de EEUU ha sido más apacible, pues experiencias en Miami, Dallas (en tránsito ambas) y NY, la otra vez, han sido siempre un encuentro con agentes de aduanas de lo más borde. Meditando llegamos a la conclusión (no sabemos si errónea) de que la diferencia se puede deber a que en esta ocasión somos ciudadanos de la UE y no sólo de España. Sea por lo que sea como dicen los franceses: Vive la difference!
Al salir al exterior nos cae una “manta caliente” encima: hace un calor tremendo o es el efecto que dicen produce la humedad en esta ciudad. Vamos hacia la cabina del organizador de los taxis. Nos da un papel con las normas que rigen los taxis en NYC y con un número de orden escrito a mano. No hace falta, pues en dos minutos nos asigna un coche conducido por un conductor de origen oriental. Mete las maletas en el maletero que observo es muy hondo así que caben las cuatro maletas y el trolley que llevamos perfectamente. Le enseño la dirección del hotel y parte. El taxi marca 52 $ de la tarifa plana. Lleva las ventanillas bajas pero dentro del coche hace calor. No habla en todo el viaje. Se dirige hacia el Midtown Tunnel. Lógico pues el hotel está en la calle 35 (por cierto nosotros siempre decimos el nombre de las calles por su número, cuando son ordinales, es decir la 35ª) o sea en el Midtown. Hay mucho tráfico aunque no llega a haber parones totales. Cuando se despeja, acelera que da gusto. Al acercamos al túnel divisamos entre la bruma que blanquea el cielo, el “skyline” de Manhattan. Cuando pasa la barrera del túnel se añade el importe del peaje a la tarifa. Cuando nos metemos en la calle que es de única dirección (las avenidas son todas de sentido único de tráfico pero las calles pueden tener dos) se vuelven a producir las retenciones. Finalmente llegamos, pagamos al conductor que sigue sin hablar. Nos hace la suma, son 58$, nosotros le damos 65$ y nos bajamos. Notamos el calor de nuevo. Entramos en el Hotel. En el Hall la temperatura es bastante fresquita por el aire acondicionado. Parece más pequeño que en la foto de la web. Es un tanto “vintage”. En un rincón hay una máquina para hacerse café u otra infusión gratis en cualquier momento del día. Nos asignan la habitación 411. Es decir no está muy alta (el hotel tiene 12 plantas). Cuando entramos en la habitación la luz que enciende el interruptor es una lámpara de mesa. Como la ventana está tapada por una cortina gruesa y no hay luz en el techo, la habitación parece un tanto oscura. Ya después de encender todas las luces de la mesa no es lo tanto pero como miramos y la ventana da a un patio interior y al ser tan bajo, junto al aire acondicionado es evidente que de todas formas no hay mucha claridad.



El hotel está entre la 5ª y la 6ª Avenida. La entrada al metro, que está a uno 50 m. del hotel, se llama 34th/Herald Sq. Frente a uno de las entradas de los almacenes Macy´s. Es estación express por tanto paran todos los trenes. Sin embargo nuestro primer destino en Pennsylvania Station (Penn para los "amigos"). Cuya entrada está en la calle 34 con la 7ª Avenida, pues mañana de madrugada vamos a tomar allí el tren y quiero saber cuánto tardamos desde el hotel y por dónde hay que moverse pues al día siguiente no vamos a tener mucho tiempo para extraviarnos.
Así rodeamos Macy´s entre un gentío enorme que cruza la 6ª y se dirige a la estación también y al metro (parada 34 th/Penn Station). Cuando miramos hacia atrás nos encontramos con una vista inconfundible: el Empire State, que se encuentra en la 34th con la 5ª Av.



Entramos pero no podemos ver la inmensa sala de lectura pues está de reformas.
La esquina es otro hervidero de gente
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[/img]pues esa calle, pasada la Madison Avenue, lleva a la Central Station, otro de los puntos dignos de verse.
Más al este, está el Chrysler Building,


