Día 3: Camino a Astorga.
(19-Mayo-2014)

Me levanto, me visto y me voy a desayunar a la cafetería del albergue, estoy con una pareja de italianos que no hablan español, y además son bastantes serios, me tomo un café con leche y unas tostadas. Salgo del albergue y empiezo a caminar.

Disfruto de la ruta, es muy agradable y no demasiado exigente físicamente. Llego a Astorga.
Veo que es un sitio turístico es bonito. Es Domingo y está lleno de gente.
Antes de pasar por el albergue tengo que ir al banco. Me acerco al centro donde me indican que hay un cajero y saco dinero para unos días. Me hago una cerveza en un sitio próximo antes de decidirme por un albergue y me encuentro a Vicente, que me recomienda el albergue municipal que hay al principio del pueblo.
Voy a ese albergue y me registro. Me suben a una habitación con varias camas. Una de ellas está en un pasillo, tras un techo tipo boardilla, y con unas vistas preciosas. Parece una habitación individual y es confortable. Me la quedo.


Me encuentro a Camilo y comemos juntos en un bar en la plaza del pueblo. Luego damos una vuelta y me acerco a un parque cercano al albergue. Hace un día soleado precioso. Así que lo que me apetece es tumbado en el cesped. Quiero estar un rato solo. Estoy tan bien ahí que me paso la mayor parte de la tarde. Pensando en mis cosas y escuchando música.

Me vuelvo a encontrar a Camilo. Luego me voy al albergue, cojo un bocadillo que tenía preparado y me voy a la terraza donde me encuentro a Victor, Raúl y la chica hospitalera que nos había recibido. Tienen una botella de vino vacía sobre la mesa y una conversación muy animada. La hospitalera es una argentina muy guapa y simpática que está ahí unos días ayudando. Esto de ser hospitalero por lo visto consiste en peregrinos voluntarios que aceptan quedarse algún día más en el albergue ayudando a hospedar a los peregrinos que van llegando y otras tareas. Me uno a la conversación mientras ceno y nos reímos un rato. Cuando acabo ya falta poco para apagar las luces, me voy a dormir.
Ha sido un día relajado y tranquilo, sin preocupaciones, sin darle demasiadas vueltas a las cosas. Simplemente he hecho lo que me ha apetecido en cada momento. Al llegar al final de la etapa la verdad es que no te apetece dar muchas vueltas. Lo justo para ver más o menos donde me ha llevado el camino. Es interesante conocer sitios nuevos pero por donde realmente disfruto es por el camino. No estoy acostumbrado a que se me crucen cigueñas, y los paisajes son preciosos y diferentes a lo que estoy acostumbrado. Tengo ganas de llegar a Galicia, nunca he estado en esta parte de España.