Domingo, 4 de enero
VUELO Y AEROPUERTO
Nuestro avión salía a las 10:30 así que no madrugamos mucho. Tras un vuelo de 4 horas en un más que estrecho avión de Iberia, llegamos sin novedad a las 15:30 (en Turquía es una hora más) al aeropuerto internacional de Estambul Atatürk.
Antes de pasar el control de pasaportes nos encontramos con el mostrador donde adquirir los visados, pero como ya lo teníamos online nos saltamos esta paso (nosotros y todo el pasaje porque todo el mundo llevaba la visa ya comprada). La cola era enorme y nos temimos lo peor pero afortunadamente iba muy fluida y en menos de 20 minutos habíamos pasado el trámite.
COMO LLEGAMOS AL HOTEL
El aeropuerto de Estambul está situado a 28 km al suroeste del centro. La forma más barata de llegar a Sultanahmet es el metro. Se puede tomar la línea M1 con dirección a Aksaray. Luego hacer trasbordo en Zeytinburnu para tomar la línea de Tranvía T1 hasta Sultanahmet. Al hacer trasbordo hay que pagar de nuevo. El tiempo total de trayecto es de unos 50 minutos.
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Pero la forma más rápida es el taxi. Ademas, para 3 personas, casi sale igual de precio que en trasporte público así que optamos por esta última. Nada más salir al hall del aeropuerto sacamos 10.000 TL en un cajero con la visa sin problemas y cogimos el primer taxi de los que estaban aguardando en la puerta.
La tarde era gris, el cielo estaba nublado y amenazaba lluvia. El taxista no hablaba inglés ni español. Cuando le enseñamos el nombre del hotel no lo conocía pero cogió el móvil y llamó directamente al hotel para preguntarles donde estaban mientras arrancaba y se lanzaba a más de 100 km por hora haciendo eses por la autopista mientras gritaba por el teléfono. Pensamos que estaba enfadado pero es luego nos daríamos cuenta de que los turcos gritan mucho para todo. Nosotros nos lanzamos como posesos a buscar los cinturones de seguridad que estaban convenientemente ocultos debajo de nuestros asientos para que nadie los pudiera usar. Se ve que los cinturones traseros no se estilan este año en Turquía asi que nos encomendamos a San Cristobal para llegar vivos a destino.
El trayecto hasta nuestro hotel duró unos 30 minutos. El viaje no resulto tan horrible finalmente, el taxista era simpático aunque no podíamos comunicarnos mucho, aprendimos como decir gracias en turco (teşekkür), pasamos por delante de los restos de la muralla de Teodosio al sur de la ciudad y conocimos de primera mano los atascos estambulenses. Durante el trayecto comenzó a llover. El taxista se metió por un dédalo de callejuelas hasta que finalmente paró en mitad de una calle peatonal donde estaba el hotel. Con una sonrisa de oreja a oreja redondeó las 45 y pico TL que marcaba el taxímetro hasta unas más agradables 50TL que le di un poco estupefacto por la jeta que el amigo le echaba. También aprendimos que los taxistas de Estambul se dan la propina a ellos mismos.
HOTEL AMBASSADOR
El recepcionista nos recibió calurosamente, nos ofreció té, delicias turcas y un trozo de bizcocho y nos ofreció todo tipo de información sobre el hotel y la ciudad durante unos buenos 20 minutos. Tomamos posesión de la habitación, deshicimos maletas, conectamos la wifi, mandamos whatsapps a la familia, en fin lo normal en estos casos y nos pertrechamos bien y nos lanzamos a la calle.
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PARQUE SULTANAHMET
Aunque eran las 6 de la tarde ya era noche cerrada y seguía lloviendo. Enfrente del hotel teníamos el parque de Sultanahmet con la Mezquita azul a un lado y Santa Sofia al otro. Dimos un corto paseo hasta Santa Sofía que estaba cerrada.
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Santa Sofía de noche
Compramos un par de paraguas a un vendedor ambulante que estaba haciendo el agosto en enero y bajo la lluvia cruzamos el parque y nos acercamos a la Mezquita Azul (Sultan Ahmet Cami), la más importante de Estambul.
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Entramos en el patio exterior de la mezquita, rodeado por soportales y con una fuente central ornamental para las abluciones pero no pudimos visitar el interior ya que era la hora de la oración. Esta fue la única mezquita de Estambul con horarios restringidos para el turismo. Como la visitamos otro día, hablaré de ella más extensamente en otra entrada del diario.
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HIPÓDROMO DE CONSTANTINOPLA
Con cierta desilusion salimos por un lateral a una plaza alargada que ocupa el espacio donde en la antigüedad se levantaba el hipódromo o circo de Constantinopla. En la plaza permanecen algunos de los monumentos que lo adornaban hace siglos.
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En el centro se erige el obelisco de Teodosio, que originalmente franqueaba la entrada al templo de Karnak en Luxor.
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Fue traido por Teodosio I en el año 390. Su pareja se envió al Circo Máximo de Roma y hoy está en San Juan de Letrán. El obelisco, de granito rojo e inicialmente de 30 metros de altura fue recortado por abajo en la antigüedad y actualmente solo mide 18 metros y medio. En sus cuatro caras hay jeroglíficos conmemorando una victoria de Tutmosis III.
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El obelisco se erigió sobre un pedestal de mármol con relieves romanos con escenas representando al emperador Teodosio I presidiendo unos juegos asi como una inscripción conmemorativa. Así como el obelisco está perfectamente conservado, el pedestal está muy erosionado aunque restaurado. El pedestal actualmente se encuentra bajo el nivel del suelo porque con el tiempo, el nivel del hipódromo fue ascendiendo y cubriendolo.
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Frente al obelisco, al otro lado de la Mezquita Azul, esta el Museo de Arte Turco e Islámico, situado en el antiguo palacio de Ibrahim Pasa, primer gran visir de Suleiman el Magnífico, que a diferencia de las construcciones otomanas de la época que se hacían en madera, está construido en piedra. No lo visitamos en todo el viaje.
En el extremo sur del hipódromo se alza otro obelisco llamado de Constantino, de 32 metros de altura y construído con bloques de piedra, que data del periodo bizantino pero cuya fecha de construcción exacta es desconocida.
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Originalmente estaba cubierto con planchas de bronce con relieves y tenía una esfera en lo alto. Durante la cuarta cruzada en 1204, los cristianos que asolaron la ciudad robaron el bronce. La superficie estaba muy dañada pero había sido restaurado recientemente. En la base tiene un pedestal, tambien por debajo del nivel del suelo, con una inscripción en griego.
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Entre ambos obeliscos, hay una columna de bronce con forma de espiral de 8 metros de altura que formaba parte de un trípode de sacrificios de Delfos, en la antigua Grecia. Fue trasladada a Constantinopla por Constantino I el Grande en el año 324. La columna contaba con tres cabezas de serpientes que permanecieron intactas hasta fines del siglo XVII. Una de ellas se exhibe actualmente en el museo Arqueológico de Estambul.
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En el extremo norte del Hipodromo en linea con los obeliscos hay una fuente ornamental de aspecto árabe que curiosamente fue donada por el Kaiser alemán Guillermo II al sultan Abdul Hamit II en 1901 y por eso se conoce como la Fuente Alemana (Alman Çeşmesi). La cúpula octogonal de la fuente de estilo neo-bizantino tiene ocho columnas de mármol, y el interior de la cúpula está cubierta con mosaicos dorados.
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En el lateral oeste de esta zona se pueden ver algunos restos de los cimientos de las gradas del hipódromo.
COLUMNA DE CONSTANTINO
Luego subimos un poco por la calle Divan Yolu, la avenida principal de Sultanahmet hasta la plaza de Cemberlitas donde está la columna de Constantino (Çemberlitaş sütunu), una columna monumental construida por orden del Emperador Constantino en el año 330 para conmemorar la declaración de Bizancio como nueva capital del imperio Romano. En su tiempo estaba en el centro del Foro de Constantino, corazón de la ciudad. Originalmente medía 50 metros y estaba coronada por una estatua de Apolo y contenía varias reliquias cristianas incluyendo un fragmento de la Vera Cruz.
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Una fuerte tempestad en 1106 derribó la estatua y los tres anillos superiores de la columna. En el siglo XII se forró de bronce y se colocó una cruz en su parte superior que fue retirada por los otomanos. En 1779 un incendio destruyó la zona y dejo la columna con marcas negras que aún se ven.
Frente a la columna edtan los famosos Cemberlitas Hammami, una de las casas de baños turcos más famosas de la ciudad
CENA: RESTAURANTE ISTAMBUL ENJOYER
Como la lluvia arreciaba, nos dimos por vencidos y nos volvimos al hotel a buscar cena. Alrededor del hotel había cientos de restaurantes turisticos de esos con turco en la puerta llamando la atención de los paseantes e intentando que visites su negocio. Comparados con otros paises árabes, los turcos no son muy pesados pero el protocolo de “pesca” es similar. Te llaman la atención con un hola o un excuse me y luego te preguntan de dónde eres y a continuación te engatusan con la carta y te invitan al te y a lo que haga falta pero si declinas la invitación educadamente tampoco llega la sangre al río.
Como no era cuestión de estar eligiendo bajo la lluvia fuimos directamente a un restaurante recomendado en algunos foros, el ISTAMBUL ENJOYER (incili cavus sok n 7).
El sito está regentado por un turco hispano hablante hincha del Deportivo de La Coruña, que ha visitado España muchas veces. Supongo que esta es la razón del éxito del sitio en los foros porque el restaurante, siendo agradable, tampoco es nada del otro mundo, y la comida nos pareció bastante normalita. Probamos la cerveza turca Efes, el pan turco plano, unos kebabs y un pollo a la miel que era de lo mejor del sitio y de postre unos baklava.
PASEO NOCTURNO A SIRKECI
Como seguía lloviendo mi mujer y mi hijo decidieron irse al hotel al hotel a secarse y descansar.
Yo, como soy más impermeable y mi cerebro me impedía irme a un hotel teniendo toda una ciudad por explorar decidí darme una vuelta por el parque Sultanahmet.
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Estuve un rato disfrutando del espectáculo de las fuentes luminosas del parque.
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Luego estuve viendo frente a Santa Sofia los restos del Milion, un miliario romano del siglo IV a.C que marcaba el origen de todas las carreteras que llevaban al resto de ciudades del Imperio Bizantino, equivalente en Constantinopla al Milliarium Aureum ubicado en el Foro de Roma. Es un gran monolito de mármol sin inscripciones con más valor histórico que artístico. Junto a él estuve explorando la caseta de entrada a la Cisterna Basílica que visitaríamos otro día.
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Luego subí por la calle Yerebatan pasando por delante del Panoramic Restaurant (Yerebatan Cad No 47) un restaurante tambien nombrado en los foros situado en la azotea del Adamar Hotel.
Tambien pasé por delante de los famosos baños Cagaloglu Hammam y luego giré a la derecha por la calle Ankara y bajé hasta la estación de Sirkeci en pleno barrio de Eminomu. Allí al lado estaba el teatro Hodjapasha que era mi objetivo. Este teatro ofrece uno de los dos espectáculos de derviches giróvagos que puedes ver en Estambul. El otro se puede ver en un edificio adyacente a uno de los andenes del interior de la Estación de Sirkeci, pero otro día estuvimos viendo la sala y os recomiendo más el Teatro Hodjapasha. Allí saque 3 entradas (160 TL) para el espectáculo de derviches giróvagos del que daré debida cuenta en su momento.
Pase por delante de la estación y subi por la calle Muradiye de vuelta al hotel. Esta calle, una de las arterias principales del barrio de Eminomu, está llena de restaurantes y tiendas de recuerdos. De hecho, tanto esta calle como sus paralelas Hudavendiagar e Ifni Kemal son muy pintorescas, están decoradas con mucho sabor local y presentan al turista una impresionante oferta gastronómica en la que sabía que tarde o temprano acabariamos cayendo. Pero no esa noche.
Por un lateral del Parque Gulhäne, siguiendo las vias del tranvía, volví poco a poco al hotel y a un merecido descanso tras la excursión nocturna.