Al final no he ido a ver el amanecer, pues el sol salí a las 5:01. Bastante con que me he levantado a las 6:00 para poder aprovechar la mañana, antes de salir hacia Daegu a las 15:10.
Evidentemente no podía marcharme sin resarcirme de mi primera visita a Seoraksan de antesdeayer. Por no repetir, he optado por entrar al parque por otra zona: Oasek.
Para llegar allí, el acceso con transporte público no es tan sencillo, pues no hay autobús urbano. Desde la estación de autobuses intercity hay unos 8 autobuses diarios. El primero sale a las 6:40 (4600 krw). Si vais, tened en cuenta que Osaek no tiene ni marquesina. Es una parada en la carretera, por lo que más os vale haceros entender por el conductor (llevad escrito en alfabeto coreano vuestro destino, no falla).

Desde allí se pueden hacer varios recorridos, pero son de dureza extrema para avanzados… y como ya sé que los coreanos no van de farol, pues va a ser que no. Ya tenía fichado un camino lineal entre sencillo y moderado-intenso, que podía llevarme unas 2 - 2’5 horas. En mi caso, para no perder tiempo en ir y volver, he utilizado un tramo de carretera general para hacerlo circular. Lo he podido hacer en algo más de 4 horas.
Como no pude apreciar las vistas esperadas el martes, no puedo compararlo. Sin embargo, he de decir que el paseo ha sido muy bonito, mucho menos transitado que el de Seorakdun (de hecho, no se abona entrada) y tan preparado como todos los parques que he visitado. En este sentido, Corea del Sur es, para mi sorpresa, el país que mejor organizado está para el senderismo, de los que he visitado.
La vuelta a Sokcho la he hecho en un autobús local (4000krw) que ha hecho un montón de paradas (y yo meándome), tardando casi el doble de tiempo que la ida. Una vez allí he parado en un Paris Baguette para comprar pan (sorprendentemente he visto, por primera vez, 1 solitaria baguette de estilo occidental) y hacerme un bocata con mi choricito.
Pues aquí acaba mi visita a Sokcho, me despido de los trabajadores (encantadores) del hostel y voy a mi bus con destino a Daegu (24000krw, Express deluxe).
El autobús ha hecho dos paradas en el camino, tardando en total 5h y 20’. Además de ser más tiempo del previsto, me ha dejado en un sitio que no se puede llamar ni terminal de autobuses. Supustamente en Daegu hay una parada moderna-principal de autobuses (dokdaegu, donde creía que iba a parar) y otra seobu Daegu, al Oeste de la ciudad. Pues me ha dejado en vetetúasaber.
Menos mal que el Google maps no falla y me ha encontrado una parada de metro a 850 metros. Unida a la app de los metros de Corea, cero problemas. He llegado en media hora a mi destino. Por cierto, en el metro se puede seguir usando la T-Card.
En el hostel no había propietario ninguno para hacer el check-in, pero estaban Jose Antonio (un chico sevillano que dio la vuelta al mundo hace un par de años) y Samara (una chica brasileña que lleva en Daegu 5 meses, se marcha mañana). Con ellos me he ido a dar una vuelta y cenar algo.
Al lado del hostel hay una zona de recreo, con muchos corenos jóvenes y restaurantes y pubs interesantes. Después de dar muchas vueltas (no es fácil poner de acuerdo a más de una persona) hemos caído en un restaurante coreano barato (7000 KRW por cabeza), donde hemos pedido binbibap y carne de cerdo par hacer una barbacoa. Ha estado rico, aunque lo más interesante ha sido la compañía.
Después hemos salido a tomar algún coctail, en mi caso “sex on the beach” y aprovechar la buena temperatura reinante. Hacia las dos nos hemos vuelto al hostel, donde estoy escribiendo esto ahora mismo. Por desgracia, acabo de darme cuenta que tenía un mensaje de una tal Liz, una chica coreana de Couch Surfing de Daegu, para tomar algo
