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El día anterior había sido un día muy largo, primero, porque habíamos madrugado para estar a primera hora en los palacios y luego, porque para meter todo en las maletas, la noche se alargó bastante. Por suerte, conseguimos meter todo y con el peso permitido para no tener problemas en el aeropuerto.
El último de nuestro viaje por Corea del Sur empezó también un poco antes de lo habitual y es que antes de ir a visitar el último y más importante de los palacios Reales de Seúl, teníamos que pasar por Seoul Station para dejar el equipaje en las taquillas. El cielo, para variar, estaba nublado y había 8° C
Una vez localizadas las taquillas en la estación central de Seúl, nos descargamos e instalamos la aplicación TLocker para poder realizar el pago. Tuvimos un momento de crisis, porque al seleccionar el método de pago, no seleccionábamos el correcto y la aplicación nos daba error. De lo “malo, malo” en la propia estación habíamos visto una consigna donde podíamos dejar las maletas, auque sabíamos que sería más caro y lo peor, es que no abrían hasta las 9 de la manaña. Habíamos madrugado para poder estar cuanto antes en el palacio y al final, no iba a servir nada, joooo….
Aunque pensamos que el problema era de nuestras tarjetas de crédito, hicimos un último intento, fijándonos bien en las opciones de pago y ¡voilá”! Cogimos 3 taquillas (2 taquillas grandes, una para cada maleta y una mediana para las mochilas).
Al final, con el imprevisto de la taquilla, llegamos al palacio Gyeongbokgung casi a las 9h30 (30 min más tarde de lo previsto), pero por lo menos, ya teníamos las entradas y no teníamos que pasar por la taquilla. Al ver bastante gente ya entrando, decidimos no quedarnos al principio e ir seguidos a otras zonas para intentar evitar “a las masas”.
El último de nuestro viaje por Corea del Sur empezó también un poco antes de lo habitual y es que antes de ir a visitar el último y más importante de los palacios Reales de Seúl, teníamos que pasar por Seoul Station para dejar el equipaje en las taquillas. El cielo, para variar, estaba nublado y había 8° C
Una vez localizadas las taquillas en la estación central de Seúl, nos descargamos e instalamos la aplicación TLocker para poder realizar el pago. Tuvimos un momento de crisis, porque al seleccionar el método de pago, no seleccionábamos el correcto y la aplicación nos daba error. De lo “malo, malo” en la propia estación habíamos visto una consigna donde podíamos dejar las maletas, auque sabíamos que sería más caro y lo peor, es que no abrían hasta las 9 de la manaña. Habíamos madrugado para poder estar cuanto antes en el palacio y al final, no iba a servir nada, joooo….
Aunque pensamos que el problema era de nuestras tarjetas de crédito, hicimos un último intento, fijándonos bien en las opciones de pago y ¡voilá”! Cogimos 3 taquillas (2 taquillas grandes, una para cada maleta y una mediana para las mochilas).
Al final, con el imprevisto de la taquilla, llegamos al palacio Gyeongbokgung casi a las 9h30 (30 min más tarde de lo previsto), pero por lo menos, ya teníamos las entradas y no teníamos que pasar por la taquilla. Al ver bastante gente ya entrando, decidimos no quedarnos al principio e ir seguidos a otras zonas para intentar evitar “a las masas”.

El palacio Gyeongbokgung fue construido en 1395 por el rey Taejo, fundador de la dinastía Joseon, poco después de establecer Seúl como capital. Su nombre significa "Palacio de la Felicidad Resplandeciente". Es considerado el palacio real más importante de Corea del Sur y un símbolo icónico de la historia y cultura coreana. En su apogeo, llegó a tener más de 300 edificios y una superficie de más de 500 mil metros cuadrados, albergando a unas tres mil personas.
El pabellón Geunjeongjeon es el edificio más importante de todo el recinto y sirvió como Salón del Trono para todos los monarcas de la dinastía Joseon, donde se realizaban ceremonias oficiales y se recibía a los funcionarios.
El pabellón Geunjeongjeon es el edificio más importante de todo el recinto y sirvió como Salón del Trono para todos los monarcas de la dinastía Joseon, donde se realizaban ceremonias oficiales y se recibía a los funcionarios.


Sirvió como la residencia principal de los reyes y la familia real durante la dinastía Joseon (1392-1910). A lo largo de su historia, el palacio sufrió varias destrucciones. Fue incendiado durante las invasiones japonesas a finales del siglo XVI y permaneció en ruinas durante aproximadamente 270 años.
Aunque fue reconstruido en el siglo XIX por el regente Daewongun durante el reinado del Rey Gojong, durante la ocupación japonesa (1910-1945), gran parte de sus edificaciones fueron demolidas para construir la sede del gobierno colonial japonés. A partir de 1989, el gobierno de Corea del Sur inició un proyecto de restauración (que aún continua) para devolverle su apariencia original, demoliendo el antiguo edificio japonés y reconstruyendo muchas de sus estructuras.
Aunque fue reconstruido en el siglo XIX por el regente Daewongun durante el reinado del Rey Gojong, durante la ocupación japonesa (1910-1945), gran parte de sus edificaciones fueron demolidas para construir la sede del gobierno colonial japonés. A partir de 1989, el gobierno de Corea del Sur inició un proyecto de restauración (que aún continua) para devolverle su apariencia original, demoliendo el antiguo edificio japonés y reconstruyendo muchas de sus estructuras.


Como nos habíamos puesto “de tope” las 11h30 para terminar la visita, no pudimos seguir ningún itinerario dentro del palacio y nos dedicamos a buscar los rincones más llamativos para poder sacar unas buenas fotos. Ahora, haciendo repaso del trabajo hecho, creemos que no quedaron nada mal
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Uno de los sitios que más nos gustó del complejo del palacio fue el pabellón Hyangwonjeong, construido entre 1867 y 1873, durante el reinado del Rey Gojong. Sirvió como lugar privado de descanso y relajación para la familia real. Está en medio del estanque Hyangwonji, y unido a tierra firme por el puente Chwihyanggyo.
Uno de los sitios que más nos gustó del complejo del palacio fue el pabellón Hyangwonjeong, construido entre 1867 y 1873, durante el reinado del Rey Gojong. Sirvió como lugar privado de descanso y relajación para la familia real. Está en medio del estanque Hyangwonji, y unido a tierra firme por el puente Chwihyanggyo.

Uno de los sitios preferidos del palacio para sacarse fotos, sobre todo para los que los hanbok, (la ropa tradicional coreana) y también para las parejas, jejeje



Para acabar la visita pasamos por el pabellón Gyeonghoeru, un edificio situado en el centro de un estanque, utilizado para banquetes y eventos reales. Una pena que el cielo no acompañara para la foto, porque era un sitio realmente bonito.

Antes de marchar, vimos que había una señora a la que le estaban haciendo una sesión de fotos y aprovechamos para sacar un detalle del binyeo, la horquilla tradicional coreana que se utilizaba para asegurar el moño en el cabello, y al mismo tiempo, servía como un elegante adorno.

Y cuando estábamos saliendo por la puerta, y sin haberlo buscado, nos encontramos con el cambio de guardia, que se lleva a cabo dos veces al día. Como fue una cosa no planificada, no pudimos disfrutar de la experiencia entera y nos tuvimos que conformar con ver sólo el final. La próxima vez que vayamos a Corea del Sur (me consta que volveremos), ya lo tenemos apuntado para verlo en condiciones.
Durante la dinastía Joseon, los sumunjang eran los guardias encargados de proteger las puertas principales de la capital y los palacios donde vivía el rey, especialmente el palacio Gyeongbokgung. Su trabajo consistía en abrir y cerrar la Puerta Gwanghwamun siguiendo reglas muy estrictas y turnándose para hacerlo. Gracias a ellos, el rey y la familia real estaban seguros.
Durante la dinastía Joseon, los sumunjang eran los guardias encargados de proteger las puertas principales de la capital y los palacios donde vivía el rey, especialmente el palacio Gyeongbokgung. Su trabajo consistía en abrir y cerrar la Puerta Gwanghwamun siguiendo reglas muy estrictas y turnándose para hacerlo. Gracias a ellos, el rey y la familia real estaban seguros.

El término sumunjang apareció por primera vez en documentos del año 1461, durante el reinado del Rey Sejo. El sistema se estableció oficialmente en 1469 con el Rey Yejong, cuando se entendió mejor la importancia de proteger el palacio. Estos guardias eran elegidos entre los oficiales militares de alto rango y nombrados por el rey mismo. Además de vigilar las puertas del palacio, tenían que controlar el acceso a Hanyang y al palacio verificando los pyoshin (salvoconductos hechos en madera), custodiar las llaves de las puertas del palacio y gestionar la apertura o cierre de las puertas durante salidas oficiales del rey.

Y para acabar nuestra aventura surcoreana, nos fuimos a despedir de dos de los personajes más importantes en la historia de Corea.
El primero, el creador del sistema de escritura del idioma coreano (Hangul), el Rey Sejong el Grande, cuarto rey de la dinastía Joseon y uno de los monarcas más admirados en la historia de Corea.
Antes del Hangul, los coreanos usaban caracteres chinos (Hanja), lo cual dificultaba el acceso a la escritura para la gente común. Sejong quería que todos los ciudadanos pudieran leer y escribir fácilmente, sin importar su clase social y en 1443, junto a un grupo de eruditos del Salón de Notables (Jiphyeonjeon), desarrollaron un alfabeto fonético de 28 letras (hoy se usan 24). En 1446, publicó el sistema bajo el nombre Hunmin Jeongeum, que significa “los sonidos correctos para instruir al pueblo”.

Además del idioma, también impulsó avances en ciencia (como el pluviómetro y relojes astronómicos), medicina, agricultura y sobre todo en educación y justicia social.
Debajo de la estatua del Rey Sejong en la plaza Gwanghwamun está la Sala de la Historia del Rey Sejong. Una exposición subterránea dedicada a mostrar los logros como rey, especialmente, la creación del alfabeto coreano.
Debajo de la estatua del Rey Sejong en la plaza Gwanghwamun está la Sala de la Historia del Rey Sejong. Una exposición subterránea dedicada a mostrar los logros como rey, especialmente, la creación del alfabeto coreano.


Y el segundo, el almirante Yi Sun-sin, otro personaje clave de la historia coreana. Fue un brillante estratega naval de la dinastía Joseon. También fue famoso por sus victorias contra las invasiones japonesas en el siglo XVI. Inventó el Geobukseon o “barco tortuga”, una embarcación blindada que revolucionó la guerra naval. Su proeza más conocida fue vencer, con tan sólo 13 barcos, a más de 300 barcos enemigos en la batalla de Myeongnyang.

La anécdota final del viaje, fue que tras la visita a ambas estatuas, Anna se dio cuenta de que no tenía la tarjeta de crédito y que se le había olvidado en la tienda de regalos del palacio. Como no teníamos mucho tiempo, simplemente entramos en la aplicación de ING desde el móvil y bloqueamos la tarjeta, comprobando que no se había hecho ninguna compra después de las nuestras.
Aunque pueda parecer difícil haberse olvidado la tarjeta en una tienda, la verdad es que es no lo es tanto y es que, nosotros al menos, desde hace mucho tiempo utilizamos el móvil para pagar y el tener que meter físicamente la tarjeta en los datafonos, hizo que se nos olvidara en la máquina. Afortunadamente, no pasó nada más.
Con el pequeño “disgusto” en el cuerpo, volvimos hasta Seul Station para recoger las maletas y coger el tren hasta el aeropuerto. El All stop train tarda sólo 15 min más que el tren directo y cuesta la mitad. En nuestra opinión, merece la pena. En la estación del tren nos hizo mucha gracia ver como los trenes tienen sus propias mascotas.
Aunque pueda parecer difícil haberse olvidado la tarjeta en una tienda, la verdad es que es no lo es tanto y es que, nosotros al menos, desde hace mucho tiempo utilizamos el móvil para pagar y el tener que meter físicamente la tarjeta en los datafonos, hizo que se nos olvidara en la máquina. Afortunadamente, no pasó nada más.
Con el pequeño “disgusto” en el cuerpo, volvimos hasta Seul Station para recoger las maletas y coger el tren hasta el aeropuerto. El All stop train tarda sólo 15 min más que el tren directo y cuesta la mitad. En nuestra opinión, merece la pena. En la estación del tren nos hizo mucha gracia ver como los trenes tienen sus propias mascotas.


A las 14h30 llegamos al aeropuerto y como siempre hacemos, lo primero que hicimos fue comprobar en las pantallas la información de nuestro vuelo. Una vez que vimos que todo estaba “en orden”, localizamos los mostradores de facturación y pasamos por el último estrés del viaje, ver si las maletas no se pasan del peso permitido. Afortunadamente, ninguna de las dos maletas pasó de los 25 kg (aunque tampoco se quedaron muy lejos, jajaja).


Una vez liberados de las maletas grandes, buscamos un sitio para comer y nos decidimos por un restaurante que tenía en su menú salchichas rebozadas. ¡Qué mejor manera de despedirnos de Corea del Sur!

Mientras se hacía la hora de embarcar estuvimos dando un paseo por los exteriores de la terminal y también por el interior, buscando el típico cartel de "Bienvenidos a Corea del Sur” que siempre nos gusta poner en nuestros diarios, pero creednos que dimos varias vueltas y no lo vimos.

Poco después de las 17h, nos fuimos acercando a la puerta de embarque y allí ya nos estaba esperando el Boeing 787-9 de Etihad, que nos llevaría de vuelta a Abu Dhabi.

Antes de embarcar, nos despedimos de Pororo, un simpático pingüino que vive en un pueblo nevado junto a sus amigos: Crong (el dinosaurio), Eddy (el zorro inventor), Loopy (la castora dulce), Poby (el oso polar), y Petty (la pingüina deportista). Fue creado por Iconix Entertainment y se estrenó en 2003.
La serie de dibujos enseña valores como la amistad, la curiosidad, el trabajo en equipo y la resolución de problemas y ha sido traducida a múltiples idiomas, incluyendo español, inglés, chino y árabe.
La serie de dibujos enseña valores como la amistad, la curiosidad, el trabajo en equipo y la resolución de problemas y ha sido traducida a múltiples idiomas, incluyendo español, inglés, chino y árabe.

Al pasar por el control de embarque, a Anna le pararon su equipaje de mano. Sabíamos que no llevábamos nada raro, pero así todo, que te paren y revisen tu equipaje delante de todo el mundo, nunca es agradable. Al final, lo que veían por la máquina de rayos era una parte metálica del cepillo de dientes que llevaba desmontado. Lección aprendida.
A la hora prevista, el avión se puso en marcha y tras recorrer unos metros por pistas secundarias del aeropuerto de Incheon, se elevó hacia el cielo. ¡Qué poético nos ha quedado! ¿verdad? Teníamos 9h por delante…
A la hora prevista, el avión se puso en marcha y tras recorrer unos metros por pistas secundarias del aeropuerto de Incheon, se elevó hacia el cielo. ¡Qué poético nos ha quedado! ¿verdad? Teníamos 9h por delante…

Cuando llevábamos unas tres horas de vuelo, nos trajeron la cena. Unas ricas salchichas con pollo y ensalada de acompañamiento. De postre, yogur con cereales y mermelada.

Del viaje, poco más podemos contar ya que como no tuvimos ventanilla, nos dedicamos a ver alguna película del sistema de entretenimiento del avión. Aprovechando que no teníamos que molestar a nadie para movernos del asiento, intentamos ejercitarnos a menudo y es que por primera vez desde que viajamos, mis piernas se hincharon más de lo habitual. Increíblemente, la chica que compartía asiento con nosotros, no se movió de su sitio en todo el vuelo.
A las 22h45 (hora de Abu Dhabi), aterrizamos sin incidencias en el aeropuerto Zayed, aunque Anna tuvo un pequeño problema al pasar por inmigración (gestionado por el ejército) y es que al final, la llevaron a una habitación para que una agente (mujer), le cacheara.
A las 22h45 (hora de Abu Dhabi), aterrizamos sin incidencias en el aeropuerto Zayed, aunque Anna tuvo un pequeño problema al pasar por inmigración (gestionado por el ejército) y es que al final, la llevaron a una habitación para que una agente (mujer), le cacheara.

Aunque era la segunda vez que estábamos en el aeropuerto y ya no nos llamó tanto la atención, todavía nos llevamos alguna sorpresa cuando, por ejemplo, vimos una tienda de telefonía que vendía el Iphone 15 Pro Max con oro de 24 kilates por $7.500 (dólares americanos).

Después de tomar unos cafés en el McDonnalds (10,90 €) y comprar unas bebidas en el Whsmith (11,82 €), nos fuimos acercando a la puerta de embarque. Como llegamos con tiempo, aprovechamos unos sillones que había para descansar mis piernas y es que seguían un poco hinchadas.

A las 2h15 de la mañana, despegamos de Abu Dhabi, con destino a Madrid. Al igual que en el viaje anterior, nuestros asientos fueron el del medio y pasillo. El chico (español) que tuvimos de compañero viaje, la verdad es que nos no cayó muy bien desde el principio y es que nada más sentarnos, vimos que su manta se había quedado entre nuestros asientos y cuando se la fuimos a dar, la rechazó con una cara de auto-suficiencia. Luego, se pasó el viaje con signos evidentes de estar pasando frío. ¡Dios castiga y no es con palo!
Hasta cuando venían las auxiliares de vuelo para ofrecer bebida o comida, les hablaba con aire de superioridad. Sin más… desgraciadamente, de todo tiene que haber en la viña del Señor.
Hasta cuando venían las auxiliares de vuelo para ofrecer bebida o comida, les hablaba con aire de superioridad. Sin más… desgraciadamente, de todo tiene que haber en la viña del Señor.

Aparte de esta “desagradable” anécdota, el vuelo se desarrolló sin mayor novedad, aunque tengo que reconocer que se me hizo bastante largo porque mis piernas seguían hinchadas. A la hora prevista, aterrizamos, sin incidencias, en el aeropuerto de Madrid-Barajas.

Como teníamos más de 2 horas hasta la salida del autobús hacia Bilbao, desayunamos tranquilamente y también compramos el almuerzo para cuando hiciera la parada el autobús. Mis piernas parecían dos botas de esquí, así que el tiempo que estuvimos esperando al autobús, procuré tenerlas en alto para facilitar la circulación. Parece mentira que estemos hablando de estas cosas, pero nos vamos haciendo mayores, jejeje.

Antes de finalizar el diario, nos gustaría comentar cómo ha sido la experiencia de hacer el viaje en varias etapas. Nos referimos a ir en autobús hasta Madrid y luego hacer dos viajes de avión de tiempo medio (menos de 9h), en vez de hacer uno más largo.
Nosotros hasta ahora, siempre que hemos hecho un viaje largo (hacía América o hacía Asia), hemos volado desde Bilbao hasta París o Frankfurt y luego hemos hecho un vuelo largo (hasta 14h) hasta nuestro destino. Esta vez, simplemente porque económicamente nos salía mucho mejor, viajamos de Bilbao a Madrid en autobús (4h30), luego de Madrid a Abu Dhabi (6h40) y desde allí, hasta Corea del Sur (8h30).
Aunque a la vuelta, a mi particularmente, me ha venido bien hacer paradas intermedias por el tema de la hinchazón de mis piernas, la verdad es que creemos que el viaje se hace más pesado. Nuestra experiencia en general ha sido mejor, cuando hemos hecho un vuelo corto hasta una capital europea y desde allí hasta el destino (se tarde lo que se tarde).
Tras este inciso, seguimos con la crónica del viaje de vuelta a casa.
Sobre las 11h llegó el autobús que nos tenía que llevar hasta casa y comprobamos que, al igual que en Bilbao, nadie comprobó el peso de nuestras maletas. Para otra vez, ya lo sabemos. Suponemos que el suplemento es para quien lleva maletas “gigantes” o más de una por persona. Igual que a la ida, teníamos los asientos reservados, así que fuimos en los primeros asientos de la parte derecha del autobús y así pudimos sacar las últimas fotos del viaje.
Al ver las señales de control de velocidad, nos vino a la cabeza los cientos de radares por los que habíamos pasado en las carreteras surcoreanas. Aquí nos quejamos de vicio…
Nosotros hasta ahora, siempre que hemos hecho un viaje largo (hacía América o hacía Asia), hemos volado desde Bilbao hasta París o Frankfurt y luego hemos hecho un vuelo largo (hasta 14h) hasta nuestro destino. Esta vez, simplemente porque económicamente nos salía mucho mejor, viajamos de Bilbao a Madrid en autobús (4h30), luego de Madrid a Abu Dhabi (6h40) y desde allí, hasta Corea del Sur (8h30).
Aunque a la vuelta, a mi particularmente, me ha venido bien hacer paradas intermedias por el tema de la hinchazón de mis piernas, la verdad es que creemos que el viaje se hace más pesado. Nuestra experiencia en general ha sido mejor, cuando hemos hecho un vuelo corto hasta una capital europea y desde allí hasta el destino (se tarde lo que se tarde).
Tras este inciso, seguimos con la crónica del viaje de vuelta a casa.
Sobre las 11h llegó el autobús que nos tenía que llevar hasta casa y comprobamos que, al igual que en Bilbao, nadie comprobó el peso de nuestras maletas. Para otra vez, ya lo sabemos. Suponemos que el suplemento es para quien lleva maletas “gigantes” o más de una por persona. Igual que a la ida, teníamos los asientos reservados, así que fuimos en los primeros asientos de la parte derecha del autobús y así pudimos sacar las últimas fotos del viaje.
Al ver las señales de control de velocidad, nos vino a la cabeza los cientos de radares por los que habíamos pasado en las carreteras surcoreanas. Aquí nos quejamos de vicio…


Y poco más. Sobre las 13h30 hicimos la parada técnica en Lerma y nosotros almorzamos lo que habíamos comprado en el aeropuerto.
A las 16h llegamos a Bilbao (por cierto, habrá que decir a la Diputación que limpie un poco las señales que hay a la entrada de la capital porque, la verdad, es que no dan muy buena imagen.
A las 16h llegamos a Bilbao (por cierto, habrá que decir a la Diputación que limpie un poco las señales que hay a la entrada de la capital porque, la verdad, es que no dan muy buena imagen.

Y así acaba nuestra aventura por Corea del Sur. A los que habéis llegado hasta el final, muchísimas gracias por leernos y esperamos que os sirva como guía para un futuro viaje.
Saludos,
Anna & Oskar
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