La jornada comienza a las 5 de la madrugada porque el vuelo hasta Madrid sale a las 7:05. En Barajas nos la juegan y aterrizamos en la T4S, con lo que tenemos que correr hasta la T4 y volver a pasar los controles. Y por fin, sobre las 11:15 aterrizamos en París.
A la entrada del Orlyval compramos la Paris Visite de seis zonas para dos días (28’30 € adultos y 14’15 € niños). Transbordo en Antony y llegada a Saint Michel de Notre Dame. Lo primero que vimos al salir del metro fue la catedral de Notre Dame y a su lado el Sena; y como buenos turistas nos sacamos el plano y a mirar para donde íbamos. Después de dar más vueltas de las necesarias, llegamos a la puerta del apartamento alquilado. Llamada al contacto dado por el propietario y esperar unos cinco minutos mientras compramos pan en la tienda de enfrente.
Cuando aquella mujer abrió el portal, nos miramos con cara de espanto. Escaleras de madera, aspecto viejo y como a punto de caerse. ¡Oh my god! ¿Dónde nos hemos metido?. Pero una vez llegados al segundo piso y abierta la puerta, aquello se parecía mucho más a las fotos.
Karine sacó el contrato, en inglés y en francés, y de repente, vi la cifra de 200 € en concepto de fianza. Me negué a pagarla porque ni en los correos intercambiados con el propietario ni en la página de Homelidays se decía nada al respecto. Y coló, a pesar de que nos comunicábamos en infraes (mezcla de inglés-francés-español).
Bien, por fin solos. Y va a deshacer la maleta Rita la cantaora. Optamos por comernos un bocadillo con los envasados al vacío que traíamos de casa y comenzar el tour por las cercanías.
Comenzamos a caminar y lo primero que vimos fue un enorme edificio que posteriormente identificaríamos como el Louvre. Y la famosa parada de metro que tantas veces habíamos visto en el foro.
A su derecha se encuentra el edificio de la Comedie Française y un pequeño pasillo que da acceso al Palais Royal y a su bonito jardín.
Seguimos caminando y ante nuestra vista apareció el edificio de la Ópera, a la que no había forma de hacerla una foto en condiciones por la cantidad de autobuses que tenía enfrente. Aprovechando el descuento ofrecido por la París Visite, pasamos a su interior (5 € los adultos, 4 € mi hijo mayor, y gratis el pequeño). Merece la pena, es un lugar precioso, por el que te dejan deambular libremente por las salas abiertas, e incluso salir a los balcones. La biblioteca es un sueño para cualquiera que le gusten los libros, y antes de marcharnos nos marcamos un vals en el Gran Salón.
Siguiente parada, la iglesia de La Madeleine. Es una maravilla arquitectónica, además de ser más grande de lo que esperábamos. Terminada la visita, sentados en las escaleras, pudimos contemplar por primera vez el Obelisco. Y allí empezó la colección de monedas conmemorativas de mi hijo pequeño, obtenidas en unas curiosas máquinas azules o rojas presentes en casi todos los lugares importantes.
Torcimos hacia el Boulevard Haussmann hasta llegar a las Galerías Lafayette para poder admirar su cúpula. Por el camino vimos un curioso restaurante y comprobamos que los gatos parisinos están muy bien educados. No permanecimos mucho tiempo debido al agobio de la gente y al olor insoportable que desprendía la mezcla de perfumes.
La siguiente parada era la iglesia de Saint Eustache y de camino, contemplar el edificio de La Bolsa. Es una preciosidad, con unas bóvedas de crucería impresionante. Después de admirarla por dentro, nos sentamos un ratito en las escaleras, dejando La Bolsa de Comercio a la espalda, para admirarla por fuera.
La siguiente parada fue el Forum Las Halles, antes de dirigirnos hacia el Museo Pompidou y la plaza de Igor Stravinsky, al que no entramos porque no nos interesa el arte moderno.
Dimos una vuelta entre los puestos colocados entre la Fuente de los Inocentes y el Museo, compramos unas cuantas camisetas, nos volvimos locos buscando el reloj de Le Défenseur du Temps (que lleva años sin funcionar según nos dijeron) y como era pronto, decidimos ir hacia la Torre Eiffel.
Llegamos a Chaillot unos 10 minutos antes de las 19:00, después de venir caminando desde la parada de Rue de la Pompe porque no pudimos bajarnos en Trocadero por obras en la línea, y decidimos esperar a la hora en punto para verla iluminada. No voy a decir que sea un espectáculo feo, pero la Torre es lo que menos me ha impresionado de París y alrededores. Es como la vecina, que la tienes tan vista, que no es capaz de sorprenderte.
Compramos tropecientas torrecitas a 1 € cuatro ejemplares para los compañeros de cole de mi enano, y decidimos irnos a descansar. El día había sido largo y a la mañana siguiente nos esperaba una hora de viaje.
A la entrada del Orlyval compramos la Paris Visite de seis zonas para dos días (28’30 € adultos y 14’15 € niños). Transbordo en Antony y llegada a Saint Michel de Notre Dame. Lo primero que vimos al salir del metro fue la catedral de Notre Dame y a su lado el Sena; y como buenos turistas nos sacamos el plano y a mirar para donde íbamos. Después de dar más vueltas de las necesarias, llegamos a la puerta del apartamento alquilado. Llamada al contacto dado por el propietario y esperar unos cinco minutos mientras compramos pan en la tienda de enfrente.
Cuando aquella mujer abrió el portal, nos miramos con cara de espanto. Escaleras de madera, aspecto viejo y como a punto de caerse. ¡Oh my god! ¿Dónde nos hemos metido?. Pero una vez llegados al segundo piso y abierta la puerta, aquello se parecía mucho más a las fotos.
Karine sacó el contrato, en inglés y en francés, y de repente, vi la cifra de 200 € en concepto de fianza. Me negué a pagarla porque ni en los correos intercambiados con el propietario ni en la página de Homelidays se decía nada al respecto. Y coló, a pesar de que nos comunicábamos en infraes (mezcla de inglés-francés-español).
Bien, por fin solos. Y va a deshacer la maleta Rita la cantaora. Optamos por comernos un bocadillo con los envasados al vacío que traíamos de casa y comenzar el tour por las cercanías.
Comenzamos a caminar y lo primero que vimos fue un enorme edificio que posteriormente identificaríamos como el Louvre. Y la famosa parada de metro que tantas veces habíamos visto en el foro.

A su derecha se encuentra el edificio de la Comedie Française y un pequeño pasillo que da acceso al Palais Royal y a su bonito jardín.



Seguimos caminando y ante nuestra vista apareció el edificio de la Ópera, a la que no había forma de hacerla una foto en condiciones por la cantidad de autobuses que tenía enfrente. Aprovechando el descuento ofrecido por la París Visite, pasamos a su interior (5 € los adultos, 4 € mi hijo mayor, y gratis el pequeño). Merece la pena, es un lugar precioso, por el que te dejan deambular libremente por las salas abiertas, e incluso salir a los balcones. La biblioteca es un sueño para cualquiera que le gusten los libros, y antes de marcharnos nos marcamos un vals en el Gran Salón.





Siguiente parada, la iglesia de La Madeleine. Es una maravilla arquitectónica, además de ser más grande de lo que esperábamos. Terminada la visita, sentados en las escaleras, pudimos contemplar por primera vez el Obelisco. Y allí empezó la colección de monedas conmemorativas de mi hijo pequeño, obtenidas en unas curiosas máquinas azules o rojas presentes en casi todos los lugares importantes.



Torcimos hacia el Boulevard Haussmann hasta llegar a las Galerías Lafayette para poder admirar su cúpula. Por el camino vimos un curioso restaurante y comprobamos que los gatos parisinos están muy bien educados. No permanecimos mucho tiempo debido al agobio de la gente y al olor insoportable que desprendía la mezcla de perfumes.



La siguiente parada era la iglesia de Saint Eustache y de camino, contemplar el edificio de La Bolsa. Es una preciosidad, con unas bóvedas de crucería impresionante. Después de admirarla por dentro, nos sentamos un ratito en las escaleras, dejando La Bolsa de Comercio a la espalda, para admirarla por fuera.





La siguiente parada fue el Forum Las Halles, antes de dirigirnos hacia el Museo Pompidou y la plaza de Igor Stravinsky, al que no entramos porque no nos interesa el arte moderno.





Dimos una vuelta entre los puestos colocados entre la Fuente de los Inocentes y el Museo, compramos unas cuantas camisetas, nos volvimos locos buscando el reloj de Le Défenseur du Temps (que lleva años sin funcionar según nos dijeron) y como era pronto, decidimos ir hacia la Torre Eiffel.


Llegamos a Chaillot unos 10 minutos antes de las 19:00, después de venir caminando desde la parada de Rue de la Pompe porque no pudimos bajarnos en Trocadero por obras en la línea, y decidimos esperar a la hora en punto para verla iluminada. No voy a decir que sea un espectáculo feo, pero la Torre es lo que menos me ha impresionado de París y alrededores. Es como la vecina, que la tienes tan vista, que no es capaz de sorprenderte.


Compramos tropecientas torrecitas a 1 € cuatro ejemplares para los compañeros de cole de mi enano, y decidimos irnos a descansar. El día había sido largo y a la mañana siguiente nos esperaba una hora de viaje.