Este día cogimos un tren temprano hacia Takayama donde íbamos a dormir esa noche. Con cambio de trenes tardamos algo más de dos horas. Takayama es una ciudad pequeñita próxima a los “alpes japoneses” con un encanto especial y diferente al de la ciudad.
Llegar a nuestro hotel no fue difícil, también de estilo japonés y con onsen, te dejaban bicis gratis y estaba muy bien situado. www.kuwataniya.com/ ...hote01.htm , eso sí, estas bicis tenían mucha mas tralla que las maravillosas bicis que alquilamos en Kioto y fue durillo subir cuestas con semejante bici que pesaba una tonelada y sillín bajísimo… Eran mucho más parecidas a las del día de ayer en Kanazawa. Alguna cuestecilla se resistió y pasamos al coche de San Fernando.
Primera parada en uno de los mercados matutinos de la ciudad. Hay dos: Jinya-mae Market y Miyagawa Market, ambos juntos al río y duran hasta el medio día mas o menos. No es que sean unos super mercados del otro mundo pero tienen el encanto de mercadillo de pueblo, de gente que tiene un huerto y va a vender sus propios frutos. Merece la pena darse un paseíto por allí.
Segunda parada Hida no Sato. ¡Una pasada! Aprovechamos la bici para subir al poblado folklórico que han restaurado y mantenido (aquí vienen las cuestas que costaron lo suyo jaja). Pagas al entrar y es un pueblo tal cual, no tiene calles asfaltadas pero vas siguiendo un plano y visitando las casitas que son preciosas, puedes entrar y curiosear, hay carteles explicativos sobre cómo vivía la gente allí durante la Era Edo y nos gustó mucho la verdad. También puedes ponerte ropa o llevarte una sombrilla durante todo el recorrido y hacerte fotos con ellos en ese entorno tan bonito. Los de la taquilla súper majos se rieron mucho cuando les pedimos que nos hicieran una foto porque la verdad es que no sabemos si era porque estaba cayendo una buena solanera pero había poquita gente para pedir que nos retrataran. Si podéis ir, recomendado 100%.
Estuvimos valorando si ir a Hida no Sato o a Shiwakawago, pero decidimos la primera opción y no nos arrepentimos, aunque no podemos opinar sobre la segunda.
Volviendo al pueblo nos paramos en unos arrozales a hacernos fotos de rigor y buscamos un sitio para comer. Elegimos un asador de carne de Hida. Te sirven la carne cruda y cada mesa tiene como una parilla muy cuqui para que te lo dejes a tu gusto. Muy rico y una experiencia más.
Ya con el estómago lleno fuimos con nuestras bicis a conocer el “Old Town” o casco antiguo para entendernos. Un barro precioso de la Era Edo. Las casitas son preciosas de madera y suelen tener en su interior tiendas o casas de té, donde se supone que también hay gheisas pero no tuvimos tanta suerte como en Kioto de ver a ninguna ni de perfil.
Como era muy pronto y la verdad es que no había ni un alma decidimos hacer una rutita de senderismo que recomendaban en los típicos folletos de turismo, pero o no encontramos la ruta correcta o tampoco era para tanto, pero bueno, bajar bajamos la comida eso si.
Terminamos la tarde dando una vuelta con la bici. Ya que teníamos onsen en el hotel pensamos ir a darnos un bañito relajante antes de cenar. Esta vez cogimos cena en un seven eleven y nos fuimos a comer junto al rio, aprovechando para ver pasar los cientos de farolillos de papel con una vela y un deseo dentro que tiraban al rio desde más arriba. A esto de los farolillos se le llama Tourou nagashi, y se celebra el último día de la semana del Obon. En este enlace lo explican genial
unajaponesaenjapon.com/ ...ou-nagashi
Esta zona de Japón con menos turistas y con ciudades más pequeñas te da una perspectiva diferente de Japón que nos encantó. Además te permite relajarte un poco del ritmo frenético que conlleva un viaje en este país. Aprovechamos dando un paseo hasta el hotel ya que al día siguiente volvíamos a la gran urbe: TOKIO.