Hoy tenemos hora a las 11:30 para la visita guiada al Palacio de la Bolsa, pero primero visitamos la Iglesia de San Francisco, de estilo gótico.
Por 3€ se visita tanto la iglesia como su museo y catacumbas. La iglesia es una exageración de esculturas, grabados, columnas en espiral, retablos, figuras, y todo ello forrado de oro.

El Palacio de la Bolsa se visita exclusivamente con guía, el tour en español resulta ser bilingüe también en inglés y la guía va explicando cada sala en los dos idiomas durante una hora. Vemos la escalinata, la sala de los juicios, la sala de los ex-presidentes, la sala de la asamblea y finalmente la mejor, la sala árabe, con una decoración de suelo a techo con motivos árabes. El patio no se puede visitar porque hay una exposición temporal.
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De aquí bajamos a la ribera a buscar el ascensor de Ribeira, también llamado Elevador da Lada, que está detrás de unos arcos, cuesta de ver la entrada.
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Es gratis, y te ahorras un tramo de cuesta, pero una vez ahí el camino sigue con unas escaleras y luego una calle empinada y después de un buen trozo caminando y finalmente llegas detrás de la Catedral. La visitaremos mañana, ahora vamos a la Rúa das Flores a comer.
Es una calle peatonal muy bonita, llena de tiendas y restaurantes. Comemos en uno de una callejuela adyacente la típica francesinha. No podíamos irnos sin probarla.
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Dos rebanadas de pan bimbo, dentro va un filete de ternera, un choricillo, jamón dulce y queso. Este sándwich forrado con lonchas de queso derritiéndose y metido en una sopa ligeramente picante hecha con cerveza y tomate. Bueno, para gustos… El precio es muy bueno, 6€ (7€ si eliges también patatas fritas). El bar se llama Éloi'os.
Tomamos el metro en Sao Bento para cruzar el puente Luís I por la parte superior y llegar a Vilanova de Gaia. Llueve de lo lindo y las vistas desde el mirador del Jardim do Morro (justo dónde para el metro) no se disfrutan mucho con este tiempo. Bajamos por las callejuelas hasta la orilla del río, donde nos metemos en la primera bodega que encontramos.
Es Sandeman. La visita guiada en castellano empieza dentro de tres cuartos de hora. Compramos el tícket (6€) y hacemos tiempo visitando la exposición sobre la bodega, explicando los orígenes de la empresa y su famoso icono, la silueta del señorito con pinta de zorro. La visita nos lleva por entre las barricas y la guía nos va contando el proceso de fabricación de los distintos tipos de vino de Oporto. Al finalizar hacemos una degustación de un Oporto blanco y uno tinto (ruby, se llama el oporto rojizo).
La visita es interesante y está bien explicada, probar los vinos es una experiencia que no hubiera tenido a no ser por la visita. No me gustaron. Al cabo de una hora ya estábamos afuera, sigue lloviendo pero menos.
Cruzamos el puente Luís I por la parte de abajo y una vez de vuelta en Oporto (el otro lado del río es Vilanova de Gaia, otra ciudad) subimos las escaleras tremendas oscuras y empinadas por el lado de la muralla y callejeamos por Vía Catarina, la calle peatonal comercial.
Aquí está el famoso Café Majestic, muy elegante, de estilo modernista. Pasamos por delante de la Capela dos Almas, una iglesia con los típicos azulejos en la fachada.
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Llegamos hasta el Ayuntamiento, que no se puede visitar, y de ahí a tomar algo.
El bar Pipa Velha tiene el encanto de los bares antiguos y se está muy tranquilo. Casa de Ló es bastante más sencillo pero el ambiente también es muy agradable, y tiene una terraza dentro. Y hoy a cenar al apartamento.