SÁBADO 26 DE MARZO
Hoy me he despedido de Veerle a lo grande. Cuando me he levantado, después de ducharme en un cuarto de baño del tamaño de mi casa, he bajado al piso inferior y me he encontrado con el cuerno de la abundancia. Al menos cinco tipos de pan diferentes, cuatro bollos distintos, pasteles, por supuesto, mermelada, mantequillas, especulos, queso, jamón, ensalada de espárragos (buenísima)… sí, yo también me he preguntado cómo lo ha hecho para meter todo esto en la mesa del salón.
Nuevo abrazo de mamá oso y hacia el tranvía para acercarme a la estación central de Amberes. He llegado como tengo costumbre puntual (vamos que si hubiera llegado tres minutos más tarde al tranvía y lo hubiera visto marcharse, no hubiera llegado al tren a tiempo… es un gran defecto de quienes entendemos la puntualidad de manera demasiado literal).
El tren hacia Dinant exige un transbordo en Bruselas Nord, pero sólo cambio de andén. Así, en unas 2’5 hora me deja en la localidad de la Bélgica francófona. No quería marcharme de Bélgica visitando sólo la parte flamenca. He dejado en la estación (4€) la mochila en los lockers.
La estación es muy céntrica y el centro del pueblo está muy cerca (5 minutos). A pesar de lo que has leído en el comienzo de esta nueva etapa, me ha entrado un hambre inmediato cuando he llegado al puente de los saxofones… bueno, exactamente cuando he llegado a la pastelería que está enfrente de dicho puente. Dios mío, qué pinta tiene todo. Vamos que he comenzado a atravesar el puente y me lo he pensado mejor y me he vuelto para atrás. He decidido que nuevamente mi comida va a ser realmente dulce hoy (también).
Una curiosidad: quienes tengáis contraseña de telenet, como yo, no os vale de mucho aquí. No encuentro señal de ese operador. Hay de proximus y otros. Hasta ahora, he tirado de la clave de Ricci (Gent) en todos los sitios, teniendo wifi gratis en las casas de mis huéspedes y en la calle. Una pena…
Desde la pastelería, que se me ha olvidado decir que se llama Boulangerie “Kempinaire”, se tienen unas vistas magníficas del puente y de la ciudadela a lo alto.
Junto al camino de acceso de la ciudadadela hay una iglesia grandota, que a diferencia de las vistas no es de ladrillos. Recomiendo entrar, es gratis, aunque sólo sea para ver la maravillosa vidriera de una de las naves.
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Hoy me he despedido de Veerle a lo grande. Cuando me he levantado, después de ducharme en un cuarto de baño del tamaño de mi casa, he bajado al piso inferior y me he encontrado con el cuerno de la abundancia. Al menos cinco tipos de pan diferentes, cuatro bollos distintos, pasteles, por supuesto, mermelada, mantequillas, especulos, queso, jamón, ensalada de espárragos (buenísima)… sí, yo también me he preguntado cómo lo ha hecho para meter todo esto en la mesa del salón.
Nuevo abrazo de mamá oso y hacia el tranvía para acercarme a la estación central de Amberes. He llegado como tengo costumbre puntual (vamos que si hubiera llegado tres minutos más tarde al tranvía y lo hubiera visto marcharse, no hubiera llegado al tren a tiempo… es un gran defecto de quienes entendemos la puntualidad de manera demasiado literal).
El tren hacia Dinant exige un transbordo en Bruselas Nord, pero sólo cambio de andén. Así, en unas 2’5 hora me deja en la localidad de la Bélgica francófona. No quería marcharme de Bélgica visitando sólo la parte flamenca. He dejado en la estación (4€) la mochila en los lockers.
La estación es muy céntrica y el centro del pueblo está muy cerca (5 minutos). A pesar de lo que has leído en el comienzo de esta nueva etapa, me ha entrado un hambre inmediato cuando he llegado al puente de los saxofones… bueno, exactamente cuando he llegado a la pastelería que está enfrente de dicho puente. Dios mío, qué pinta tiene todo. Vamos que he comenzado a atravesar el puente y me lo he pensado mejor y me he vuelto para atrás. He decidido que nuevamente mi comida va a ser realmente dulce hoy (también).
Una curiosidad: quienes tengáis contraseña de telenet, como yo, no os vale de mucho aquí. No encuentro señal de ese operador. Hay de proximus y otros. Hasta ahora, he tirado de la clave de Ricci (Gent) en todos los sitios, teniendo wifi gratis en las casas de mis huéspedes y en la calle. Una pena…
Desde la pastelería, que se me ha olvidado decir que se llama Boulangerie “Kempinaire”, se tienen unas vistas magníficas del puente y de la ciudadela a lo alto.
Junto al camino de acceso de la ciudadadela hay una iglesia grandota, que a diferencia de las vistas no es de ladrillos. Recomiendo entrar, es gratis, aunque sólo sea para ver la maravillosa vidriera de una de las naves.
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Desde allí se puede iniciar el recorrido a la ciudadela.
Para acceder es necesario abona 8'5€, no importa si vas en teleférico o por las escaleras. El precio incluye el regreso. Me ha defraudado sobremanera. Tenía unas expectativas altas y ha sido frustrante, después de pagar la entrada (pensaba que se podía subir gratis y el precio era para el teleférico) apenas puedes disfrutar de nada arriba. Hay una pequeña exposición sobre los primeros días de la guerra, en agosto de 1914 y el ataque alemán, pero que no valen ni los cincuenta céntimos de la entrada. Tal vez las vistas sean bonitas.
Creo que me he vuelto en menos de 30', he paseado por la ciudad, que creía que era más pequeña por comentarios de otros foreros. La ciudad tiene edificios bonitos en los alrededores, pero queda lejos de la belleza de flandes. Por todas partes saxofones, eso sí.
Si se usa transporte público no vendría. Si se usa un coche alquilado, sería parte de un recorrido más amplio por la bélgica francófona.
De hecho, he tomado el tren una hora antes. Así que ahora tengo un ratito para actualizar el diario (las fotos me siguen sin cargar desde el móvil de momento), a la espera de mi conductor de blablacar. Hemos quedado en el parking de un centro comercial a las 18:00 (dentro de 21'), así que aprovecho el wifi gratuito, mientras como (sí, has acertado, dulce: chocolate y una tarta de nata)
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