Escocia siempre había estado en nuestra lista de los lugares que queríamos visitar en profundidad, porque al igual que Irlanda, una vez has estado allí, quieres conocer más.
Y eso es lo que me pasaba a mí. La primera vez que estuve allí fue en 1996, en un viaje con unas amigas en el que durante 15 días dimos la vuelta a la isla. Los días en Escocia nos dejaron marcadas y las tres dijimos que teníamos que volver.
Diecinueve años más tarde he regresado con mi marido y unos amigos que no han querido perderse esta tierra.
Escocia es un continuo de paisajes imponentes, llenos de castillos legendarios y escenarios de numerosas películas. Pero no es solo un escenario, porque los actores, sus gentes, son encantadores.
Y por fin ha llegado el día 17 de mayo y partimos hacia Edimburgo, desde la T1 de El Prat, con la compañía Vueling (176,00€ i/v por persona). La verdad es que el viaje no empieza muy bien, ya que tras un plácido vuelo, en el aeropuerto de Edimburgo nos retienen un buen rato en el finger y tras las protestas de todos, nos desembarcan haciendo un Tour por las "tripas" del aeropuerto. La parte positiva es que cuando algo empieza mal seguro que va a mejor.
Desde el aeropuerto, para llegar al centro de la ciudad, se puede coger el Autobús Airlink 100, que comunica el Aeropuerto de Edimburgo con la estación Waverley Bridge en 25 minutos (4,00£). El autobús opera las 24 horas del día con una frecuencia de 10 minutos. También se puede ir con el autobús 35, más barato pero que tarda más de una hora, o en tranvía, más caro y lento.
Esta primera etapa en Edimburgo nos alojamos en el Premier Inn Edinburgh Princess Street (76,00£ habitación doble), muy cerca de todas partes.
Y sí, la tarde mejoró. Como complemento al sándwich del avión, nada como unos cafés y unos pastelitos de Pastisserie Valerie, en 158-162 Rose St. La verdad es que ante un escaparate como éste la decisión es muy difícil.


Y como con el estómago lleno las cosas de ven de otro color, es el momento de pasear por Princess street hasta North Bridge y desde allí a la Royal Mile. Al dia siguiente partimos hacia Inverness, por lo que únicamente daremos un paseo (Edimburgo la visitaremos al final del viaje)

El Monumento a Scott, en Princess Street, es una torre de estilo gótico que conmemora al escritor edimburgués Sir Walter Scott. La aguja está decorada con florones y con figuritas en forma de personajes de sus libros. Bajo los arcos hay una estatua de mármol blanco que representa al autor reposando con su perro Maida.


El tiempo en Edimburgo es uno de los grandes misterios. Los propios escoceses afirman que en un solo día pueden encontrarse con "las cuatro estaciones del año". Y eso es lo que hemos visto mientras cruzábamos North Bridge, que el cielo se empieza a cubrir y el sol pierde intensidad al llegar a Royal Mile.
Hacia la mitad de la Royal Mile llegamos a la Catedral de St Giles, donde el predicador John Knox estableció la iglesia presbiteriana escocesa. Y muy cerca de ella está la estatua dedicada al filósofo David Hume, con el dedo gordo del pie más famoso y brillante de la ciudad. Normalmente siempre hay alguien frotándole el dedo, ya que se dice que trae suerte en los estudios. Por supuesto, nosotros también lo hacemos, que nunca se sabe a qué examen nos tendremos que presentar.




Muy cerca está la Mercat Cross y, en la acera de enfrente la City Chambers, el Ayuntamiento, y su pequeño "paseo de la fama" escocés.

A ambos lados de la Royal Mile hay unos callejones o closes que llevan a jardines o plazas o muestran imagenes de la New Town. Uno de ellos es el Lady Stairs Close, que conduce al Museo de los Escritores.

Y enseguida llegamos a The Hub, que ocupa la Tolbooth Kirk, una iglesia neogótica del siglo XIX que nunca fue consagrada y que acabó en desuso. Ahora es la sede del Festival Internacional de Edimburgo.

Y en un plis plas nos plantamos en el Castillo de Edimburgo, una antigua fortaleza que se alza imponente sobre la colina de Castle Hill.

Y después de este paseíto, ha llegado el momento de la cena, que mañana hay que madrugar. Muy cerca del hotel hay varios pubs, pero finalmente nos decidimos por The Filling Station, en Hanover Buildings, 66-84 Rose St.: cuatro fish & chips y cuatro pintas de Caledonian Best, 61,95£
