Martes 15: La excursión del día iba a transcurrir por la Argólida, una de las regiones o provincias en las que se organiza la península del Peloponeso, unida al continente por el istmo de Corinto. Me dirigí hacia el hotel Arethusa, que era donde estaba el punto de encuentro a las 8:10. Allí, la persona de contacto de la agencia me llevó hasta el autobús que tenía que coger en la plaza de Syntagma. Se trataba de una furgoneta de unas 14 plazas bastante nueva y lujosilla, por lo que pensé que la excursión iba a ser realmente cómoda. Pero no, a los 5 minutos de salir volvió a parar un poco más abajo del Parlamento y resulta que la furgoneta en mi caso era sólo como lugar de espera del autobús en el que iba a hacer la excursión. La furgoneta en cuestión debía ser para un tour privado. Cuando llegó el autobús, éste era de Go Tours, así que supongo que la agencia Astoria Tours no es más que una mera intermediaria, por lo menos con las excursiones que no son privadas. El guía tenía un acento bastante marcado hablando inglés, pero por suerte se le entendía bastante bien en general.
Salimos dirección oeste por la costa, pasando por una zona de puerto bastante industrial y divisando el relieve montañoso de la parte norte de la península del Peloponeso. Al cabo de poco más de una hora hicimos una parada en un área de servicio y me extrañó, porque el guía había comentado que haríamos una parada para ver el Canal de Corinto. En realidad me despisté, porque con sólo caminar unos 300 metros o menos hubiese podido verlo, así que en ese momento me tuve que conformar con observarlo desde el autobús. Tras cruzar el Canal de Corinto ya estábamos en el Peloponeso, más concretamente en la Argólida, de camino a Epidauro. Durante parte de este trayecto se podía ver el golfo Sarónico (entre Atenas y el este del Peloponeso) y algunas de las islas que hay en él. Traté de hacer algunas fotos desde el autobús, pero fue casi misión imposible entre los bosques y las curvas de la carretera. Aparte del paisaje, me llamó la atención la cantidad de iglesias a escala muy pequeña situadas sobre postes en los arcenes de la carretera, sin duda para señalar puntos donde había ocurrido algún accidente. No había pocas, desde luego.
A Epidauro llegamos aproximadamente como en una hora más. El precio que había pagado por la excursión, 56€, no incluía comida ni el precio de la entradas. Pensaba que por discapacidad física no tendría que comprar la entrada, pero el guía me dijo que no, que eso sólo era posible para personas en silla de ruedas. Total, que tuve que pagar los 6€ que costaba y el guía me compró la entrada. Hubiese preferido ir yo directamente a la oficina de venta de entradas para ver si tenía que pagar o no. En el recinto se encuentra el santuario de Asclepio, construido inicialmente para honrar al dios de la Medicina. Acabó convirtiéndose en un lugar de peregrinación de enfermos, por las propiedades del agua con la que los sacerdotes los curaban. Los tratamientos, aparte de la purificación con el agua sagrada, consistían en la interpretación de los sueños de los pacientes, en base a los cuales los sacerdotes "recetaban" actividades para la sanación, como paseos, otras actividades físicas y pasatiempos. Por este motivo se construyeron edificios adicionales como el gimnasio y el teatro.
La parte del yacimiento correspondiente al santuario, el templo de Artemisa o el gimnasio, no la vimos y fuimos directamente al teatro. Fue construido en el siglo IV a.c, con gradas de 54 filas y una capacidad de hasta 14000 personas. En el centro se encontraba el altar dedicado a Dionisio. La acústica del teatro era excelente, en especial en 3 puntos equidistantes del altar, en el que se situaban los actores. Es debido a esa acústica y al estado de conservación con el que ha llegado a la actualidad, que todavía se celebran espectáculos en él.
Salimos dirección oeste por la costa, pasando por una zona de puerto bastante industrial y divisando el relieve montañoso de la parte norte de la península del Peloponeso. Al cabo de poco más de una hora hicimos una parada en un área de servicio y me extrañó, porque el guía había comentado que haríamos una parada para ver el Canal de Corinto. En realidad me despisté, porque con sólo caminar unos 300 metros o menos hubiese podido verlo, así que en ese momento me tuve que conformar con observarlo desde el autobús. Tras cruzar el Canal de Corinto ya estábamos en el Peloponeso, más concretamente en la Argólida, de camino a Epidauro. Durante parte de este trayecto se podía ver el golfo Sarónico (entre Atenas y el este del Peloponeso) y algunas de las islas que hay en él. Traté de hacer algunas fotos desde el autobús, pero fue casi misión imposible entre los bosques y las curvas de la carretera. Aparte del paisaje, me llamó la atención la cantidad de iglesias a escala muy pequeña situadas sobre postes en los arcenes de la carretera, sin duda para señalar puntos donde había ocurrido algún accidente. No había pocas, desde luego.
A Epidauro llegamos aproximadamente como en una hora más. El precio que había pagado por la excursión, 56€, no incluía comida ni el precio de la entradas. Pensaba que por discapacidad física no tendría que comprar la entrada, pero el guía me dijo que no, que eso sólo era posible para personas en silla de ruedas. Total, que tuve que pagar los 6€ que costaba y el guía me compró la entrada. Hubiese preferido ir yo directamente a la oficina de venta de entradas para ver si tenía que pagar o no. En el recinto se encuentra el santuario de Asclepio, construido inicialmente para honrar al dios de la Medicina. Acabó convirtiéndose en un lugar de peregrinación de enfermos, por las propiedades del agua con la que los sacerdotes los curaban. Los tratamientos, aparte de la purificación con el agua sagrada, consistían en la interpretación de los sueños de los pacientes, en base a los cuales los sacerdotes "recetaban" actividades para la sanación, como paseos, otras actividades físicas y pasatiempos. Por este motivo se construyeron edificios adicionales como el gimnasio y el teatro.
La parte del yacimiento correspondiente al santuario, el templo de Artemisa o el gimnasio, no la vimos y fuimos directamente al teatro. Fue construido en el siglo IV a.c, con gradas de 54 filas y una capacidad de hasta 14000 personas. En el centro se encontraba el altar dedicado a Dionisio. La acústica del teatro era excelente, en especial en 3 puntos equidistantes del altar, en el que se situaban los actores. Es debido a esa acústica y al estado de conservación con el que ha llegado a la actualidad, que todavía se celebran espectáculos en él.
Después de la correspondiente explicación del guía fuimos a hacer una breve visita del museo, en el que se encuentran diversos objetos del yacimiento. Llama la atención la colección de objetos quirúrgicos que hay en una de las salas.
Abandonamos Epidauro y atravesando la Argólida hacia el sur, llegamos al golfo de Navplio, donde íbamos a hacer una "visita breve" de la localidad de Navplio. ¡Y tan breve! Sólo consistió en una parada de 15 minutos junto a un descampado para hacer una foto panorámica de los castillos que hay en la localidad. O sea, que ni siquiera estuvimos en la misma Navplio. Importante centro turístico, no fue importante en la antigüedad, si bien es cierto que desde la Edad Media fue objeto de disputas entre venecianos y turcos, a cuyos imperios perteneció en diversos momentos. En cuanto a los castillos:
- El castillo de Pasqualigo en la isla de Bourtzi, construido en el siglo XV durante el dominio veneciano para proteger el puerto. Posteriormente fue fortalecido por los turcos. Actualmente se celebran eventos durante el Festival de Música del verano.
- El castillo de Pasqualigo en la isla de Bourtzi, construido en el siglo XV durante el dominio veneciano para proteger el puerto. Posteriormente fue fortalecido por los turcos. Actualmente se celebran eventos durante el Festival de Música del verano.
- Palamidi: Sobre esta colina situada a más de 200 m de altitud sobre el nivel del mar, hay una fortaleza veneciana construida a principios del siglo XVIII. Está conectada con Navplio por una escalera en zig zag de más de 800 escalones, aunque también hay carretera.
- Acronavplio: Colina bajo la que se extiende la ciudad y en la que hay varios castillos. El castillo de los Francos (siglo XIII); el castillo del Toro (siglo XV), que alberga actualmente un hotel: el castillo de los Griegos, construido durante la época bizantina (siglos XII y XIII).
- Acronavplio: Colina bajo la que se extiende la ciudad y en la que hay varios castillos. El castillo de los Francos (siglo XIII); el castillo del Toro (siglo XV), que alberga actualmente un hotel: el castillo de los Griegos, construido durante la época bizantina (siglos XII y XIII).
Y llegaba el turno de Micenas. Llegamos con el tiempo un poco ajustado, teniendo en cuenta que en invierno el horario de cierre es a las 3 de la tarde. Como en Epidauro, me tocó comprar otra entrada, de 8€ en esta ocasión. Incluía la visita de la acrópolis y del Tesoro de Atreo, en la necrópolis. En el foro había leído que no es una visita que merezca la pena, debido al estado de conservación. Y es verdad. Tiene el interés histórico, se puede poner en contexto la visita al Museo Arqueológico y el paisaje es agradable, por lo menos en marzo, cuando todo está bastante verde, pero no mucho más. Desde la entrada se pueden observar los restos de los muros de la Acrópolis, pero una vez en lo más alto, no se puede decir que se vea algo interesante.
Según la leyenda, Micenas ya estaba habitada durante los milenios IV-III a.c, si bien adquirió más importancia durante el dominio de los aqueos en torno a los siglos XVI-XIII a.c. Durante el siglo XIV a.c se construyeron tanto el palacio como la muralla y fue la época de mayor riqueza. Según la Orestíada (trilogía clásica), cuando el rey Agamenón regresó a Micenas después de la guerra de Troya, fue asesinado por su esposa Clitemnestra y por su amante Egisto. Como venganza, el hijo de Agamenón, Orestes, mató a ambos, ganándose la ira de las Erinias (personajes mitológicos femeninos, personificación de la venganza, que perseguían a aquellos culpables de cometer crímenes), hasta que obtuvo del perdón de los dioses. No está comprobada la existencia verídica de este personaje.
La subida hasta el "palacio", en lo alto de la acrópolis, se realiza por un camino en zig-zag empedrado en ciertos tramos. Como estaba lloviznando había que ir con cuidado para no resbalar. Lo más significativo de este camino es la entrada a la ciudad por la Puerta de los Leones, llamada así porque en la parte superior está coronada por un bloque de piedra triangular en el que hay un relieve que representa dos leones sin cabeza.
La subida hasta el "palacio", en lo alto de la acrópolis, se realiza por un camino en zig-zag empedrado en ciertos tramos. Como estaba lloviznando había que ir con cuidado para no resbalar. Lo más significativo de este camino es la entrada a la ciudad por la Puerta de los Leones, llamada así porque en la parte superior está coronada por un bloque de piedra triangular en el que hay un relieve que representa dos leones sin cabeza.
Data de aproximadamente el 1250 a.c. Es a partir de esta fecha que la ciudad entra en decadencia, supuestamente por la invasión (no comprobada históricamente) del pueblo de los dorios.
A continuación, bajamos nuevamente hasta el parking y nos acercamos hasta la tumba de Atreo. Se accede a ella por un pasillo y tras atravesar la puerta, se accede a una cámara circular. Hay otra estancia más pequeña en la que se encontró el tesoro, renombrado como tesoro de Agamenón, cuyos objetos están expuestos en el Museo Arqueológico. La visita no fue muy cómoda que digamos, porque había un grupo enorme de estudiantes en el interior, bastante gritón por cierto. En cuanto a la estancia anexa del tesoro, no pude percibir apenas nada, salvo cuando alguien hizo una foto con flash.
Acabado el programa turístico del día, fuimos a comer a un restaurante del pueblo de Micenas. El grupito de personas que no habíamos contratado el almuerzo nos sentamos en una mesa aparte para comernos nuestra comida y estuvimos hablando de lo que habíamos visto y nos quedaba por ver en nuestros respectivos viajes por Grecia. Del menú turístico que estaban sirviendo, me alegro de no haberlo pedido. Creo que no era gran cosa.
Iniciamos la vuelta ya a Atenas, aunque por el camino hicimos otra breve parada de 10 minutos para que los despistados que no habíamos visto el Canal de Corinto por la mañana, lo hiciésemos ahora. Esta vez no se me escapó. El Canal de Corinto, permite el tránsito del tráfico marítimo entre el golfo Sarónico (Atenas) y el golfo de Corinto, dando un acceso más rápido al mar Jónico. En tiempos de Alejandro Magno primero y de Nerón más tarde, se quiso abordar un proyecto de construcción del canal, pero no fue hasta la década de 1880 que se llevó a cabo. Esta obra de ingeniería está excavada a lo largo de más de 6 km, con una anchura aproximadamente de 25 metros y una profundidad de 8 metros.
Iniciamos la vuelta ya a Atenas, aunque por el camino hicimos otra breve parada de 10 minutos para que los despistados que no habíamos visto el Canal de Corinto por la mañana, lo hiciésemos ahora. Esta vez no se me escapó. El Canal de Corinto, permite el tránsito del tráfico marítimo entre el golfo Sarónico (Atenas) y el golfo de Corinto, dando un acceso más rápido al mar Jónico. En tiempos de Alejandro Magno primero y de Nerón más tarde, se quiso abordar un proyecto de construcción del canal, pero no fue hasta la década de 1880 que se llevó a cabo. Esta obra de ingeniería está excavada a lo largo de más de 6 km, con una anchura aproximadamente de 25 metros y una profundidad de 8 metros.
Llegamos a Atenas, a la plaza Syntagma después de las 6 de la tarde.