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Nepal ✏️ Diarios de Viajes de Nepal Nepal

El sol caía a plomo pero apenas lo podíamos ver tocar el sulo. Era un bosque cerrado, totalmente tupido de hierba y hojas que dejaban ver a veces una ténue lámina de agua, y algo de tierra, sobre la que caminábamos. Los claros del bosque nos...
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Diario: Nepal... donde el tiempo se detiene.

Puntos: 3.5 (4 Votos)  Etapas: 1  Localización:Nepal Nepal
El sol caía a plomo pero apenas lo podíamos ver tocar el sulo. Era un bosque cerrado, totalmente tupido de hierba y hojas que dejaban ver a veces una ténue lámina de agua, y algo de tierra, sobre la que caminábamos. Los claros del bosque nos enseñaron ciervos, aves parecidas a pavos reales e inmensos hormigueros de termitas… Me pregunto, que nos deparará más este fantástico y noble país.

Nepal… donde el tiempo se detiene.


Salida de Barajas 29Ago05, vuelo IB3602 destino aeropuerto FCO Roma, terminal de ayer. ¿Como es posible encontrar aun esta sala de espera, tan Antigua, en la ciudad del arte románico y gótico?

Pasamos unas horas y… a volar de nuevo, esta vez con Qatar Airwais, destino al reducto árabe de sotanas y chilabas blancas que visten árabes adinerados. Las mujeres aun con Vulcas… muy triste. En Qatar duro la escala algo mas, paisaje desértico con viviendas de lujo aisladas que disfrutan de hasta medio Km. de mar cristalino. Rascacielos inmensos colosos ahí, tal cual, en el desierto, sobre la arena.

Interesante vista y, tras unas horas de vuelo divisamos el valle de Katmandú. En una primera imagen desde el aire me recordó al valle de Mostar, en la vieja Yugoslavia. Casas dispersas entre picos elevados. Según nos aproximamos a la ciudad, se vislumbra el tumulto de la metrópolis, como Sarajevo.

Ahora es Katmandú, la que duerme en el valle, con su cultura budista y su religión hindú. El caos metropolitano despide infinitas sensaciones. El color de los carteles publicitarios colgados sobre fachadas semiderruidas en sus calles estrechas, hace mantener la Mirada despierta.
El ruido de multitud de coches intentando circular todos a la vez, haciéndose paso con el claxon, como si de un hormiguero se tratara. ¿Me pregunto, donde estoy, en Nepal o Tailandia?

Olor a incienso de multitud de almacenes de antígüeles, abiertos hasta la calle misma, se mezclan con ese recuerdo de tierra mojada que introduce en mis pulmones la lluvia de verano. Es el monzón, que aparece suavemente a las seis de la tarde para refrescar nuestros cuerpos fatigados del viaje. Ese aroma empieza a descubrir esta ciudad, este pais…

Será, en estos primeros días, esta calida lluvia la que me deje sobre la piel el calor humano que posee este lugar, junto con su sabor. El te nepalí sabe a canela y a hierbas aromáticas, sirven incluso para abrir el apetito… con el que llegue.

Al anochecer, descubrimos un restaurante típico del país, era casi un templo, en el que te descalzas a la entrada. A continuación, una chica tras saludarnos uniendo las palmas de sus manos sobre su pecho, nos unció en la frente con polvo rojo, tal y como se hace en la oración de los templos budistas. En su interior, mesas de Madera noble, con cojines sobre el suelo esperando los comensales. Frutos secos fritos con comino y patatas condimentadas fueron el aperitivo. Algún chupito en cuenco de barro que simula el vodka Ruso, el rakia Búlgaro, el tekila mexicano o el orujo Español… en definitiva, caldos que abren el cuerpo a la conversación de los amigos en la mesa. Vino francés y cerveza nepalí y como no… las viandas. Una sopa de legumbres exquisita, y los platos… todos con base de arroz oriental en el que se mezclan diferentes carnes al curry y se terminan macerando con otras salsas al gusto, como el ginseng y alguna mas…

No fue menos interésate la cena que la subida al templo de Swoyambhu hoy. Centenas de escalones elevan el templo de los monos sobre la ciudad que descansa en el valle. En la cima, el aroma, una vez más, a incienso; y el calor de las velas para los dioses embriaga al viajero, …lo transportan con sus rezos. Numerosos nichos esculpidos en piedra encierran las cenizas de los budistas de antaño. Sobre ellos, de nuevo, ese polvo rojo que el orador toma a veces tocando con su frente para dejar la señal sobre si..

El culto budista e hinduista esta abierto a todo el mundo. Si llegas aquí no te importa descalzarte para visitar los numerosos budhas de oro que contemplan ofrendas de los peregrinos. Arroz, agua, pétalos de flores, fruta y cualquier ofrenda de las que luego se alimentan los monjes budistas que viven allí.

Es la paz materializada, la bondad personificada, que busca desprenderse de las necesidades materiales de esta vida, para seguir libre en las siguientes. Es el Karma, la forma de vida personal y humilde, la que dará la felicidad que aleje la vida del caos metropolitano, de las prisas y es stress.

Desde allí divisamos la gran estepa que inunda con sus templos el valle de Katmandú. Multitud de peregrinos pasan por aquí, algunos como monjes, otros como turistas… en definitiva, que mas da!

El barrio de Patán y la plaza de Dubar nos mostraron aun más templos. Pagodas entre algún edificio coloniales ingleses. Oradores y Dioses personificados acompañados de los animales sagrados, tallados en Madera o sobre piedra oscura. Tumulto de monumentos, todos con ofrendas a sus pies, y la eterna Mirada para el peregrine, Sonrisa tallada en su rostro. Paz.

La subida a Swoyambu fue larga pero emocionante. Swoyambu, el templo de los monos se sitúa en una colina en las afueras de Katmandú, centenas de escalones elevan el templo sobre la ciudad que reposa en el valle. El aroma a incienso, y el calor de las velas para los dioses, embriagan al viajero y lo transportan con sus rezos. Numerosos nichos esculpidos en piedra encierran las cenizas de los budistas de antaño. Sobre ellos, de nuevo… ese polvo rojo que el orador toma a veces tocando con su frente para dejar su señal sobre si.

El culto budista e hindú está abierto a todo el mundo. Si llegas aquí no te importa descalzarte para visitar los interminables budhas de oro que contemplan las ofrendas que portan los peregrinos. Arroz, agua, pétalos de flores, frutas y cualquier comida de la que se alimentaran los monjes budistas que allí viven. Es la paz materializada, la bondad personificada que busca desprenderse de las necesidades materiales de esta vida para seguir libre en las siguientes. Es el Karma, la forma de vida personal y humilde, la que incuba la felicidad que te aleja del caos metropolitano, de la vida con prisas y sin aliento.

Desde allí divisamos la gran estepa que inunda con sus templos el valle de Katmandú. Multitud de peregrinos pasan por aquí, algunos son monjes, otros turistas… en definitiva, que más da!

El barrio de Patán y Dubar Squar nos mostraron mas templos, arquitectura de mas de dos mil años que se eleva sobre una ciudad casi plana. Numerosas pagodas entre algún edificio colonial inglés. Oradores y dioses orados, personificados y acompañados de animales sagrados tallados en madera o piedra. Todos ellos con ofrenda a sus pies, cestos de mimbre que lucen gran colorido y bondad. Tumulto de monumentos que reciben el caminante tras su largo peregrinar, de la montaña, de la llanura, de la selva, y hasta del mar. Sonrisas talladas en su rostro de paz.

El monte Everest se llama Sagarmatha, es la visión deseada de todo viajero que se acerca al himalaya, y digo deseada, porque su elevado perfil a veces está escondido entre las nubes, la mayoría de las veces sobre estas, y solo enseña su silueta en días muy despejados. Días estupendos para subir, por ejemplo, a esa colina donde se encuentra el templo de los monos, o recorrer el barrio tibetano y descubrir la estupa budista más grande del mundo para jugar con los monjes budistas… los niños, ya tan pequeños, monjes. Pero en esta ocasión bajamos a lo más profundo de esta ciudad, junto al rió, se encuentra el crematorio.

Ya sabes que esta cultura cree en la reencarnación del espíritu en otros cuerpos, así que el cuerpo humano no tiene valor una vez muerto. El crematorio es como el cementerio de nuestra ciudad. Aquí está junto al rió, porque el agua es una bendición de los dioses y es junto a este rió, donde se da el adiós a los seres queridos. Al llegar observamos una gran plataforma de hormigón en una de las orillas, y varias piedras más elevadas con forma cuadrada, como si se tratasen de la pasarela de los barcos piratas, cuando dan el adiós a las bajas en alta mar.

Una pequeña ambulancia llega y descarga la camilla que porta el féretro, cubierto con alguna sábana y una tela amarilla símbolo de respeto. Los familiares lo bajan y lo preparan para la incineración. En la piedra de tres por tres metros, se apilan grandes troncos de madera perfectamente acopiados. Un familiar destacado, sobre una rampa situada junto al agua, frota con sándalo la piedra que toca el agua en la orilla, la que recibirá el cuerpo en unos minutos, para que tenga la bendición de los dioses por última vez, la bendición del agua.

A continuación, depositan el cuerpo sobre ese gran camastro de madera casi de un metro de altura, y cubren con una capa más de madera de teca el cuerpo sin vida. El hijo varón mayor será el que prenda la hoguera desde la boca del difunto y… sólo queda esperar unas horas hasta que todo queda reducido a cenizas, excepto un pequeño cuenco casi del tamaño de una concha que está en el interior de la cabeza. Esa pieza es la única que no se convierte en cenizas, y cae al rió. Ahora, en este momento, el espíritu toma otra forma corporal, hasta llegar al Nirvana.

Junto a este crematorio, también viene la gente a orar, junto a él existen también numerosos nichos esculpidos en piedra que encierran las cenizas de los monjes, también hay templos pero no son muy ostentosos. El más importante, el templo budista más alto del mundo está en las afueras de Katmandú. Más bien que templo habría que llamarle estupa. La estupa es un montículo que representa la pequeña montaña bajo la que se encontraron los restos del primer monje budista, Shidarta Gautana, el primer Buda. Las representaciones de esta colina se realizan con grandes bóvedas hechas de barro, macizas y semiesféricas, sobre la que se deposita una masa de cal para darle solidez y protegerla de la lluvia. En ella se vierte varios tonos de pintura verde y amarillenta; y es el agua venida del cielo, la que envían los dioses, la que desparrama el color hacia el exterior, consiguiéndose un color amarillo y verde suave, como la flor de loto.

Sobre la bóveda, se construye un pequeño castillete cuadrado y de color dorado para recrecerlo con trece anillos que van de mayor a menor diámetro representando los 13 niveles antes de llegar al nirvana. En cada uno de sus cuatro lados se dibujan los ojos de buda de color azul, que miran al Norte, Sur, Este y Oeste. Para coronar el templo, se usa una aguja que completa una altura de casi 30 metros, como un edificio de 12 plantas; y es desde aquí, desde lo más alto, de donde parten las largas cuerdas que sujetan banderas con los cinco colores divinos, rojo, amarillo, blanco, verde y azul. El entorno tiene un aspecto de carpa de circo, lleno de colorido, aroma, cánticos y sabor a verdadera alegría y felicidad.

Ahí, en lo mas alto, jugueteamos con dos monjes y nuestra cámara de fotos digital, y digo juguetear porque, no tenían más de seis u ocho años. Vestidos con el característico hábito Burdeos y camisa interior amarilla, buscaban el entretenimiento que cualquier niño con esta edad encuentra en la calle. Ellos en su caso, sobre Bouddhanath, la gran estupa nepalí.

Sus padres ya decidieron por ellos esa de vida repleta de contemplación, filosofía y oración. A partir de ahora, el templo será su casa, el recreo de la mañana la estupa y su gran meta en la vida, conseguirse liberar, alcanzar el Nirvana. Como aquel anciano que oraba en el interior de otro templo del lugar, junto a la gran esfinge dorada de buda, a la que deben respetar. Allí pasan mañanas y tardes, orando y sonriendo, sin importarle que un turista entre en su casa a visitarlos; porque abren sus puertas al mundo, sólo con la única obligación de que te tienes que descalzar.

Al final volvimos a llevarnos un recuerdo para toda la vida, unas estampas inmortalizadas en la escalera de entrada al templo, en la que muy gustosamente no les importó posar. Es el bello recuerdo que llevo de esta apasionante cultura, amor, bondad y sencillez. No creo que exista en el mundo mayor arte para demostrar lo necesario que es ser humilde en la vida, demostrarlo con naturalidad.

Quizás esa paz y ese sosiego lo transmita la naturaleza con la que está dotada este país. Grandes montañas, las más altas del mundo, entre verdes valles recorridos por ríos caudalosos. Allí iniciamos nuestro primer raftin, salvando rápidos divertidos, conseguimos llegar a una pequeña playa de arena fina y clara... para descanasar. Un gran arbol gigante marcó el punto de atraque de la embarcación; sobre él y en linea recta hacia el bosque, un pequeño cobertizo junto a la cocina en las que las viandas, nos habían de preparar. Con fuego de leña y horno de barro, muy rural.

Cayó la tarde, y los grillos salpican las últimas sombras del dia con su sonido y el rugido del rio Trisuli. Trisuli significa tridente, el tridente que porta Shiva en cada esfinge tallada en los templos dispersos por este fantastico país. Trisuli, otro nombre sagrado para entroncar en un punto de su recorrido las aguas de dos rios más y formar un encuentro sagrado donde los hombres se acercan a orar y recordar sus antepasados. Entre este accidente geográfico, las dos altas montañas a cada lado, de verde intenso; salpicada por arboles esbeltos y rectos de teca.

Niños casi desnudos corretean con los animales de la casa, cabras y patos; todos juntos. Entre los arboles, descalzos pisan una manta verde espesa de hierba, que esconde piedras y cualquier otro juguete que interesa a cada uno de ellos. Sobre pequeñas praderas y arrozales, habitadas para el pasto de los animales, de las vacas, ese animal tambien sagrado.

Ahora, en este momento, empiezo a comprender lo que es un hotel de lujo... no se puede pedir más. A la orilla del rio, nuestra embarcación se adaptó para cobijar algunos tripulantes en la noche. Dandole la vuelta completamente, la superficie plana que surcaba el rio durante el día, mirará las estrellas ahora, y los remos hincados en la arena, formarán un perfil en triangulo con el porche hacia el rio. Una tienda de campaña instalada junto a ella servirá para los mas frioleros. Mi camá será la hierba esta noche, mi despertador la luz del alba; mi ocio, la conversación con la familia que nos acoge y mi música, esa que tanto echo de menos aquí; el estruendo de los rápidos del rio Trisuli, el crujir de los grillos, el sonido del habitar en un entorno virgen. En un lugar en el que no hay electricidad, la gente vive y juega a pasar la vida sin prisas. Sin comodidad alguna aunque... no creo que la quieran necesitar.

¿Necesitar qué? Me pregunto. Es lo que pensé yo al ver las caras de nuestro paseo de la tarde, junto a la selva de Chitwuan, tras el primer dia de raftin vino una jornada igual. En la mañana, más apasionante aún que el dia anterior. Iniciado con un copioso desayuno, preparado por los tripulantes nepalies que nos embarcarón de nuevo en busca de una nueva aventura. Esta vez, las montañas se abrian cada vez más par dejar el paso al agua, seguian verdes y bellas, con numerosas cascadas delgadas entre la tupida foresta que acompañaban todavia los arboles de teca. Parecían lagrimas frescas de agua que se derraman como queriendo llegar con rapidez al mar. Puentes colgantes peatonales seguian cruzando nuestro rio, ahora más largos y bajos, y más frecuentados por monjes que con su caracteristico color burdeos de sus túnicas, cruzaban para llegar a un templo aislado en las montañas, perdido en el espacio virgen, perfecto para meditar.

A la llegada de la ciudad de Chitwuan, desembarcamos en una escalinata de esas que se introducen en el agua, como pareciendo que continua hasta sus profundidades. Situada entre dos casas que formaba una calle. En la escalera, una mujer oraba junto a sus familiares que seguian el ritual sagrado tras la muerte de un componente de la familia. Ujwual nos cuenta que pasán unos siete dias junto al río, en señal de respeto y bendición tras la muerte. Comen, hacen lecturas de libros sagrados y están junto al agua; casi en cuclillas todo el día, despiden el cuerpo de su ser querido.

Después tras despedirnos de la tripulación, de nustros compañeros de viaje, de nuestros cocineros y amigos en la noche; tomamos una vez más el taxi que nos guia en todo el viaje rumbo al parque natural de Chitwuan, la llanura nepalí, el paraiso terrenal. Y fue aquí, al llegar al hotel en la tarde, cuando el gerente del resort nos invitó a ese paseo del que te hablaba.

Mi primera sensación al elevarme unos metros sobre la llanura, en la terraza del restaurante, fue de una tremenda tranquilidad y paz. Hacia calor, y la humedad se introducia en los pulmones mezclada con aromas de hierbas desconocidas por mi. Sólo se veia una extensa llanura verde que formaban los arrozales con arboles desperdigados al fondo, algunos senderos estaban manchados de color azul, rojo o amarillo, el que se vislumbraba de las vestiduras de alunga mujer que cultivaba el campo, con un gran cesto a sus espaldas o casi enterrada en un haz de hierba que transportaba hasta su hogar para el ganado.

Esas casas fueron las que recorrimos durante todo el paseo, en el que siempre encontrabamos la misma estampa en cada encrucijada de caminos, el revoloteo de los niños. En la gran llanura de Chitwuan, allá donde las montañas quedan lejos y el himalaya observa muy de lejos la estepa por debajo de las nubes, la vida sigue siendo feliz, tranquila y sosegada. El pastor saca sus búfalos cada mañana y su mujer recoge arroz o verduras para garantizar su alimentación en invierno. La tierra es muy rica, se obtienen hasta tres cosechas anuales: arroz, legumbres y algún tubérculo como la patata o el tan ansiado ginseng. Los granos procedentes de la tierra se desecan en la puerta de la casa; una casa auto construida... nunca mejor empleado este término. Una casa que respira paz en la inmensa llanura salvaje.

Fabricada con tan sólo dos o tres materiales: bambú, barro y hojas de palmas... así de sencilla. Unos troncos de bambú de unos diez centímetros de diámetro forman la estructura portante de la construcción, atados con cuerdas de cáñamo. Para cerrar el edificio se usa el mismo material, pero de diámetro mucho mas pequeño, normalmente abierto tal y cómo nosotros conocemos el llamado cañizo. Éste elemento toma solidez al adherir sobre él una pasta de arcilla muy amasada por las manos agrietadas de la mujer del campo. Los huecos existentes se forman en el mismo cerramiento de bambú el cual, en estas aberturas, no recibe el barro; situado normalmente en la parte superior de la pared para posibilitar una buena ventilación. Alguna vez se ve una ventana de madera, y la puerta de acceso.

Todo en tamaño muy reducido, no más de doce metros cuadrados en planta en las que se observa siempre el mismo mobiliario en su interior, un pequeño camastro a uno y otro lado, a veces separado por algún tabique divisorio, no mas... La cubierta, a dos aguas, cierra el inmueble a unos tres metros de altura y con material también recogido de la gran estepa. Hojas de palmeras convenientemente solapadas para no dejar pasar ni una gota de agua. Agua que trae el monzón en verano, el agua de la vida en Nepal, la misma que aventura a algún propietario a usar algún material usado en occidente, como la chapa de acero galvanizado, pero son los menos...

En el poblado se dispersa alguna vivienda con dos pisos, construido con entablado de madera, a un par de metros del suelo, en el que la única actuación recibida es un perfecto apisonado; para seguir caminando sobre el barro, incluso al regresar de un día en el campo, también descalzo por supuesto. Sobre este segundo piso viven a lo largo del verano dos o tres jornadas día y noche, cuando el monzón inunda la pequeña metrópolis con aguas torrenciales. Allí esperan los pastores a que el agua se dirija a los minúsculos cauces que llevaran el agua a los arrozales; meditando, el tiempo parece detenerse aquí por momentos.

Esta es la forma constructiva usada por los pastores nepalíes de la llanura de Chitwuan, fantásticos proyectistas que obtendrían matricula de honor en las mejores escuelas de arquitectos de occidente, al menos en lo que se refiere a arquitectura ambiental porque... aquí no se necesita más refugio que el dormitorio. La cocina está siempre en el exterior, anexa a la vivienda, toda ella gira en torno a un fogón de barro fabricado artesanalmente por las manos de la mujer. Un simple orificio por la parte superior por el que saldrá la llama que desprende la madera introducida por otro agujero en el lateral. No lejos de aquí, se emplaza una bomba de fundición que extrae el agua del subsuelo, el mismo fluido que da de beber al campo.

Y el salón, es la estepa. ¿Quién tiene en casa un salón así?

Todo el conjunto suele estar cerrado por un cercado de palos de madera, sobre el que se apoya un pequeño chamizo en el que se resguarda el ganado, uno o dos búfalos, gallinas y alguna cabra con la que los niños comparten sus carreras en las calles. Las cuales no tienen pavimento alguno, también son de barro, apisonadas a diario por los pies descalzos y alegres de los niños y los animales. Pequeños hombres que se recrean con el bebe de algún animal o sencillamente con un pequeño coche fabricado con tapones de botellas que le sirven de ruedas, clavadas a un trozo de cartón que simula el resto del vehículo. Tirado por una cuerda, el juguete no necesita luces fluorescentes, rugidos que simulen un formula uno o mando eléctrico con pilas alcalinas que dirijan su camino para hacer desprender de un niño una sonrisa de felicidad absoluta.

Observando los habitantes de Chitwuan, intentando comprender su forma de vida, y contagiendome de esa felicidad que se desprende en estas llanuras sólo me viene al recuerdo una frase occidental que tira por tierra todos los avances tecnologicos inventados para hacer posible el habitat de mi país, el vivir de las ciudades occidentales... No es mas rico quien más posee sino, el que menos necesita porque, no hay más en esta ciudad, creemé. Sólo alguno de estos hogares, que simultanean su casa con un pequeño comercio; pequeñas tiendas en las que encuentras algunas cosas de la gran ciudad que el habitante de la estepa no encuentra aquí. Tabaco, cerillas, alguna cerveza embotellada y como nó, la internacional CocaCola. Siempre me impresionaron estos americanos pero, tambien hay San Miguel, nuestra cerveza.
A nuestro regreso, un lobo saltó de entre la maleza y robó un pollo que jugueteaba en familia. Todos corrieron en su busqueda para recuperar lo que parecía un miembro más de la familia, pero sin éxito. Este es tal vez uno de los mayores problemas que tienen que afrontar en su rutina diaria. Pero te aseguro que no les quitará el sueño porque... las caras que vi hoy durante mi pasero, mezclaban sensaciones tan envidiables que jamás supuse podría encontrar en un mismo rostro. Te hablo de la sencillez, la hospitalidad, la bondad, la alegria, te hablo de la paz.

Una paz que se puede respirar no solo donde te cuento, sino en cualquier lugar, hasta de la naturaleza brota. Aquí se puede no solo respirar, sino oler y sentir hasta en la misma piel. Las tormentas de la noche traen una brisa fresca y suave que te olvida del calor humedo del día. Y son estas mismas, las que dibujan una silueta al fondo, en el horizonte, cuadno destella relampagos a lo lejos, casi sin truenos, sin lluvia. Sin que dejes de oir el ruido de los grillos como anoche, y el croar leve de las ranas y, algún pajaro nocturno desconocido y el destello de lal luz minuscula que produce una luciernaga cuando buscas entre la oscuridad, la silueta de otro arbol gigante y solitario que descubre el siguiente destello, el siguiente flash electrico... Aquí, la noche es de verdad.

Si la noche es dulce, imaginate el amanecer. Por la mañana muy temprano, tras un copioso desayuno con huevos recien cogidos y café con leche de búfala; nos sirigimos al rio. Ahí esperaban esas canoas de madera talladas de un solo arbol, sin ninguna pieza metálica, clavo o tronillos que unieran un sollo trozo de madera más que formara la embarcación. Estanba en la orilla, una junto a la otra; pasamos hasta la última subiendo y bajando de una a la otra hasta la que nos llevaría. Apoyando levemente el pié, con miedo, al sentir el balanceo suave sobre el agua cuando recibia el peso de un cuerpo emocionado. Acomodados en ella, el indio sentado al final, introducía la pala en el agua resultando el único ruido dulce y artificial que se escuchaba en todo el recorrido. Un rio muy amplio, con el agua casi parada. Sin ruidos , como el paseo de una góndola en venecia, fueimos explorando la orilla para despertar a unos cocodrilos que apenas asomaban el lomo y otros, más adelante el ocico con los dos agujeros de la nariz y sus ojos saltones. Eran casi estatuas en el agua.

En poco rato nos aproximamos denuevo a la orilla para seguir el camino a pie. En fila india (nunca mejor dicho), nos introducimos en la selva apartando grandes arbustos que nacian de toos partes, aun mojados, acentuaban más la humedad casi axfixiante que nos agotaba a cada paso, ayudado por el calor y la densa foresta.

El sol caía a plomo pero apenas lo podíamos ver tocar el sulo. Era un bosque cerrado, totalmente tupido de hierba y hojas que dejaban ver a veces la sábana de agua y tierra sobre la que caminábamos. Los claros del bosque nos enseñaron ciervos, pavos reales e inmensos hormigueros de termitas. Pero del tigre de vengala sólo pudimos ver sus huellas , al igual que del rinoceronte. Aves, y algun pájaro exótioco.

El paseo terminó en el borde de la selva. En el criadero de elefantes, esos animales nobles y dóciles que nos acompañaron en la tarde una vez más, en la busqueda del rey del rey de esta selva, el rinoceronte de un cuerno. La noche anterior , junto al hotel, destrozarón un cercado de arroz para tomar la cena de un producto cultivado. Pero no hubo suerte, las pisadas que escuchamos sólo eran la de nuestros elefantes al chasquear entre el barro y el agua. Con pasos firmes y elegantes volvimos a recorrer el rio, incluzo cruzandolos a lomos d estos mamíferos gigantes, pero no aparecieron. Que pena!

Una vez más de madrugada, se hizo el intento, el sol rozaba las copas de los árboles y un fantás tico aroma fresca nos avisaba de que pronto caería el sol a plomo, muy temprano. Montamos en el mismo elefante de ayer, tenia la misma figura pintada en la frente, unos ojos de budha; pero ya casi borrados probablemente por el roce de su frente al rascarse sobre la cerca de madera durante la noche. Encaramados en su lomo, el guia comenzó a tocar con su palo corto de madera su cabeza, y el animal comenzó a caminar. El chico iba desclazo a agazapado en su cuello y sus pies tras las orejas. Bastaba una leve presión de uno de sus pies, para que cojieramos la senda de la izquierda, o la de la derecha. ¿A que no sabias que los elefantes se conducian asi?

En unos minutos nos adentramos en la selva, esta vez un poco más oscura, y al momento lo descubrimos. Eran dos, uno estaba casi sumergido en una charca, y el otro estaba junto a un árbol, no lejos de su pareja. Su piel era oscura, casi negra, a causa del barro que tenia sobre todo el cuerpo, tenía pliegues en la piel muy gruesos, parecía un mecanismo de diferentes piezas separasdas, tanto era así; que cuando se movía lentamente, mi mirada buscaba ansiosamente alguna abertura entre las piezas imaginarias de la que creía que se componía, queriendo descubrir algún mecanismo fabricado. Pero no era así, era increible. Los ojos eran muy pequeños, sólo apreciables gracias a las arrugas que los rodeaban y los circunscribia. El que estaba en el agua resopló sengún nos acercamos, haciendo ruido en el agua de la charca. Pero ni se inmutarón, nos aproximamos a unos cinco metros y allí parece que el elefante hablaba con ellos. El silencio era absoluto, sólo se escuchaban los pasos del primer rinoceronte al caminar de forma muy suave y el crujir de las ramas cuando el elefante buscaba hojas frescas para comer. Y tras largos minutos, nos despedimos de aquellos dos gigantes, los colosos de la selva india.

El pueblo de Pokara es otro destello de tranquilidad en el Nepal. La gente es muy noble y amable con los peregrinos. Acostumbrados a recibir con los brazos abiertos a todos los peregrinos de multitud de paises que pasan por aquí. Su destino es el mimo para todos, explorar a pie de la falda del himalaya paisajes increibles. Para ello toman rutas planificadas que duran desde cuatro o cinco días hasta veinte o treinta. Es la única forma de respirar el aire puro que brota de la cordillera que tiene el pico más alto del mundo. El Sagarmatha, el techo del mundo. Aquí se encuentra el punto de comienzo de muchas rutas y la paz es total, necesaria para descansar al regreso de caminos tortuosos y empedrados pero... fascinantes. Regresar al paraiso con los cuerpos abiertos y fatigados por la montaña.


Mañana iniciaré mi partida de lo que será una experiencia única en mi vida, será como acercarme a Shiva, el dios destructor, el dios al que se le reclama protección. Su mujer es Barbathi, quien sufrió la terrible calamidad de ver como su marido, Shiva, le cortaba la cabeza a su hijo, porque no lo recordaba y creia que era primogénito de otra persona. Al ver el error cometido, corrio al bosque para enmedar de alguna forma la catastrofe, y regresó con la cabeza de un bebe elefante. Asi quedo Ganesha, su hijo.

En este pais se oran muchos dioses, como Brahma, el creador de toda la tierra. O Bishnu, casado con Laxmi, diosa de la riqueza.

La ciudad de Pokara vive despacio, las vacas caminan por la calle como si de un habitante más se tratara. Ya sabes que son sagradas aquí, y nadie las puede tocar, nadie las toca. El respeto es absoluto, solo puedes rozar la llema de los dedos sobre su pelo y acariciarte despues la frente en señal de bendición. No hay ripchops en esta ciudad, esos carros tirados por orientales con dos ruedas traseras y la parte delantera en forma de bicicleta, el taxi oriental. En ellos se trasladan a diario algunos habitantes de este país, los que tienen algún dinero y prefieren dejar su vehiculo en casa. Todos son nobles aun no encontré nadie con ausencia de esta gran virtud, y con una humildad que se refleja en la sonrisa de sus rostro.

Como por ejemplo nuestro guia, Ujswual, tambien con un bonito significado en su nombre, significa La Luz. Dependra, nuestro portador, significa el rey de los llanos. Riturage, el indio que nos acompañó en la busqueda de los rinocerontes, significa rey de las Estaciones. Indra, dios de la lluvia y rey de los dioses. Dil, es corazón. Barsha, es la lluvia. Tara es estrella, usado tanto para el hombre como para la mujer, y Khandi es Luna.



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Universo18  universo18  26/06/2009 22:27   📚 Diarios de universo18
Bonito relato ShrekAzul , tambien puedes poner unas fotos, te doy mis estrellas. Un saludo
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Fecha: Mie Mar 06, 2024 04:03 pm    Título: Re: Viajar a Nepal

Todavía se practica el noble arte de freír o hervir momos tibetanos ?
rosaan
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Willy Fog
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06-06-2009
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Fecha: Mie Mar 06, 2024 04:10 pm    Título: Re: Viajar a Nepal

"Abdelkrim" Escribió:
Todavía se practica el noble arte de freír o hervir momos tibetanos ?

Sí, me encantan, sobre todo fritos. ¿Son tibetanos?También me gustaron mucho las samosas y el pan tibetano. Me gusta toda la comida de allí, aunque a veces pique como el mismo infierno... Nada que una buena cerveza nepalí ( o dos), no pueda apagar Guiño
rosaan
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Willy Fog
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06-06-2009
Mensajes: 12552

Fecha: Jue Mar 07, 2024 01:58 pm    Título: Re: Viajar a Nepal

"Abdelkrim" Escribió:
Bienvenida y felicidades por el viaje 💜
Algún efecto secundario por sobredosis de dal bhat? Mr. Green

Me siguen saliendo arroz y lentejas por las orejas Riendo
Noshaktale
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Silver Traveller
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18-12-2023
Mensajes: 10

Fecha: Sab Mar 16, 2024 09:16 pm    Título: Re: Viajar a Nepal

Buenas noches !En unos días salgo hace Nepal y no encuentro mucha información sobre donde es mejor hacer el cambio de moneda ,si bien llevarlo desde aquí o es mejor cambiarlo en Katmandú .¿Sabríais decirme que valor tiene al cambio allí en Katmandú ? Gracias !!
Salodari
Salodari
Moderador de Diarios
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03-04-2009
Mensajes: 18881

Fecha: Sab Mar 16, 2024 09:42 pm    Título: Re: Viajar a Nepal

Qué tal aquí?

Dinero en Nepal: cambio de moneda, tarjetas...
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