Hoy nos levantamos hechos polvo, la fiesta de la última noche nos pasa factura. Tenemos que hacer el check out, recogemos todo y dejamos las maletas en el hostel. Vendremos a recogerlas bien tarde porque nuestro vuelo en realidad sale mañana a las 6:30 de la mañana, teniendo en cuenta que tenemos que estar en el aeropuerto dos horas antes, no nos merece la pena pagar una noche más para dormir tres horas, mejor nos vamos por ahí y ya vendremos tarde a por las maletas, una cabezadita en el aeropuerto y listo.
Desayunamos en un bar cercano al hostel y nos dimos un paseo por las calles del centro que todavía no habíamos recorrido, callejear siempre es lo mejor.
Poco antes de las 11:00 llegamos a la estatua de Pavol Orszagh Hviezdoslav, no porque seamos fans de su poesía, sino porque desde aquí comienza el free tour de Bratislava. De momento sólo lo hacen en inglés, aunque creo que desde la oficina de turismo comprando la bratislava card había algún tipo de tour guiado en castellano, pero no estoy muy seguro.
Había bastante gente pero se hicieron tres grupos diferentes de unas 20 personas más o menos. Nuestra guía era un chica muy simpática, se llamaba Sthephanie y durante las siguientes dos horas y media se encargó de mostrarnos los rincones más importantes de la ciudad y hablarnos sobre las tradiciones y la historia de este país, con lo que entendimos mucho mejor todo lo que nos rodeaba.
Cuando terminamos el freetour nos fuimos a comer a un restaurante tailandés, Green Budha no nos gustó mucho y fue caro para lo que comimos. Hacía mucho calor, y con el cansancio de la noche anterior pensamos en darnos un paseo por el barco, pero sólo había una salida y era a las 11:00 de la mañana. Junto al embarcadero del que salía el crucero había unos jardines a la sombra en los que nos tumbamos a descansar.
Tras una horita tumbados a la sombra nos fuimos andando hasta el monumento Slavin, un cementerio militar en el que se rinde homenaje a los 7.000 soldados comunistas que perdieron su vida en la segunda guerra mundial para conseguir liberar la ciudad del dominio nazi. Nosotros subimos con idea de tener unas vistas bonitas sobre la ciudad, pero no son mejores que las que se tienen desde el castillo, aunque estuvo interesante por ver la otra cara que tiene esta ciudad, la Bratislava comunista.
Otro edificio comunista que no hay que perderse el edificio de la radio, uno de los más extraños que he visto.
Después de esta subida a la colina decidimos volver al hostel para ver si con un poco de suerte nos dejaban darnos unas duchas, aunque ya habíamos hecho el check out por la mañana. Cuando se lo preguntamos a la recepcionista nos dijo que sin ningún problema, y cuando le comentamos que nuestro vuelo salía mañana a las 6:30 de la mañana nos invitó a quedarnos en una sala común que tenían con sofás por si queríamos descansar hasta la hora de irnos, no se puede pedir más.
La ducha nos dio energía de nuevo, nos fuimos a cenar al restaurante Divny Janko, un lugar de comida típica eslovaca al que sobre todo van locales. Está a 5 minutos fuera del centro y eso hace que se note mucho en los precios, nos pedimos los típicos san jacobos, y cenamos muy bien por 13€.
Tras la cena paseamos por las calles del centro, nos tomamos un cubata y nos volvimos al hostel, con idea de descansar hasta las 3:30. Le preguntamos a la recepcionista, la misma que nos dijo que podíamos usar las duchas, si podíamos reservar un taxi al aeropuerto, ella nos contestó diciendo que un chico había ya reservado uno a las 3:30 y que si queríamos podíamos compartirlo con él, pues de lujo eso que nos ahorramos. Ya para rematar nos invitó a compartir una botella de vino hasta que llegara el taxi mientras le hacíamos compañía, se nos pasó el tiempo bastante rápido, estuvimos hablando de Eslovaquia, de España, de viajes... mil gracias a Alexandra desde aquí.
Con la llegada del taxi se nos fueron nuestras vacaciones después de haber descubierto un país precioso, muy barato, con una naturaleza impresionante y personas mucho más simpáticas de lo que nos esperábamos. Sin duda toda una sorpresa.
Dakujem Eslovaquia!
Desayunamos en un bar cercano al hostel y nos dimos un paseo por las calles del centro que todavía no habíamos recorrido, callejear siempre es lo mejor.


Poco antes de las 11:00 llegamos a la estatua de Pavol Orszagh Hviezdoslav, no porque seamos fans de su poesía, sino porque desde aquí comienza el free tour de Bratislava. De momento sólo lo hacen en inglés, aunque creo que desde la oficina de turismo comprando la bratislava card había algún tipo de tour guiado en castellano, pero no estoy muy seguro.

Había bastante gente pero se hicieron tres grupos diferentes de unas 20 personas más o menos. Nuestra guía era un chica muy simpática, se llamaba Sthephanie y durante las siguientes dos horas y media se encargó de mostrarnos los rincones más importantes de la ciudad y hablarnos sobre las tradiciones y la historia de este país, con lo que entendimos mucho mejor todo lo que nos rodeaba.



Cuando terminamos el freetour nos fuimos a comer a un restaurante tailandés, Green Budha no nos gustó mucho y fue caro para lo que comimos. Hacía mucho calor, y con el cansancio de la noche anterior pensamos en darnos un paseo por el barco, pero sólo había una salida y era a las 11:00 de la mañana. Junto al embarcadero del que salía el crucero había unos jardines a la sombra en los que nos tumbamos a descansar.
Tras una horita tumbados a la sombra nos fuimos andando hasta el monumento Slavin, un cementerio militar en el que se rinde homenaje a los 7.000 soldados comunistas que perdieron su vida en la segunda guerra mundial para conseguir liberar la ciudad del dominio nazi. Nosotros subimos con idea de tener unas vistas bonitas sobre la ciudad, pero no son mejores que las que se tienen desde el castillo, aunque estuvo interesante por ver la otra cara que tiene esta ciudad, la Bratislava comunista.


Otro edificio comunista que no hay que perderse el edificio de la radio, uno de los más extraños que he visto.

Después de esta subida a la colina decidimos volver al hostel para ver si con un poco de suerte nos dejaban darnos unas duchas, aunque ya habíamos hecho el check out por la mañana. Cuando se lo preguntamos a la recepcionista nos dijo que sin ningún problema, y cuando le comentamos que nuestro vuelo salía mañana a las 6:30 de la mañana nos invitó a quedarnos en una sala común que tenían con sofás por si queríamos descansar hasta la hora de irnos, no se puede pedir más.
La ducha nos dio energía de nuevo, nos fuimos a cenar al restaurante Divny Janko, un lugar de comida típica eslovaca al que sobre todo van locales. Está a 5 minutos fuera del centro y eso hace que se note mucho en los precios, nos pedimos los típicos san jacobos, y cenamos muy bien por 13€.
Tras la cena paseamos por las calles del centro, nos tomamos un cubata y nos volvimos al hostel, con idea de descansar hasta las 3:30. Le preguntamos a la recepcionista, la misma que nos dijo que podíamos usar las duchas, si podíamos reservar un taxi al aeropuerto, ella nos contestó diciendo que un chico había ya reservado uno a las 3:30 y que si queríamos podíamos compartirlo con él, pues de lujo eso que nos ahorramos. Ya para rematar nos invitó a compartir una botella de vino hasta que llegara el taxi mientras le hacíamos compañía, se nos pasó el tiempo bastante rápido, estuvimos hablando de Eslovaquia, de España, de viajes... mil gracias a Alexandra desde aquí.
Con la llegada del taxi se nos fueron nuestras vacaciones después de haber descubierto un país precioso, muy barato, con una naturaleza impresionante y personas mucho más simpáticas de lo que nos esperábamos. Sin duda toda una sorpresa.

Dakujem Eslovaquia!