Por fin comenzaban nuestras esperadas vacaciones. Rumbo a Madrid de buena mañana, aparcamos el coche en el parking Gato Azul, donde ya lo habíamos dejado en otras ocasiones. Todo bien, aunque al ser agosto estaban un poco saturados y tardaron un poco más de lo habitual en llevarnos.
El vuelo de Iberia salió más o menos puntual, una travesía sin contratiempos en la que sobrevolamos los Alpes, y pasadas las 7 de la tarde aterrizamos en Praga. Recogimos nuestra maleta y fuimos a por el coche que habíamos alquilado. Para llegar a las oficinas de las compañías de alquiler de coche hay que subir a la planta de salidas, y cruzar por una pasarela que lleva al "Edificio C". Nos dieron un KIA Venga, un modelo que yo no conocía, de la categoría que habíamos reservado, con le depósito lleno y con pocos kilómetros.
Pusimos el gps y nos fuimos a nuestro primer destino: Melnik. Elegimos este pueblo para pasar la primera noche porque no estaba lejos del aeropuerto y habíamos leído que era bonito. En la República Checa hay que conducir siempre con las luces encendidas, menos mal que nuestro coche las llevaba automáticamente, porque como no estamos acostumbrados, a veces se nos olvidaba. Nuestro primer contacto con las carreteras checas fue un adelanto de lo que nos esperaba. Carreteras estrechas que pasan por pueblos, y obras, muchas obras (se ve que aprovechan para hacerlas en verano).
En poco menos de una hora llegamos nuestro alojamiento, Penzion Hana. Un alojamiento con pocas habitaciones, una dueña muy amable y unas habitaciones limpias. Como se nos hacía tarde y temíamos que nos cerrasen la cocina de los restaurantes, dejamos las cosas y salimos a cenar. Para llegar al centro desde la pensión había que subir una cuesta bastante pronunciada, que nos sirvió para hacer un poco de hambre. Pero lo primero era sacar dinero de un cajero, que no teníamos ni una corona.
Con respecto a los cajeros, cuidado con no aceptar el cambio que te ofrece el propio cajero, que es malísimo, en torno a las 24 coronas/euro. Te da dos opciones, el cambio del cajero, o el cambio que te ofrezca tu banco, que casi seguro que será mejor. Así que hay que escoger la opción de "continuar sin aplicar el cambio" o algo así. Nuestro banco nos hizo un cambio de 26,2 más o menos. No es el cambio ideal, pero fue lo mejor que conseguimos.
Cenamos en el restaurante Sv. Vaclav, entre la Plaza de la Paz y el Palacio, que nos lo había recomendado la dueña de la pensión. La noche estaba un poco fresca, pero nos sentamos en la terraza, que tenía buenas vistas de la torre de la iglesia. Melnik está en una región vinícola de la República Checa, y el camarero que nos atendió nos ofreció probar su vino local, pero era nuestro primer día en Chequia y estábamos ansiosos por empezar a degustar sus cervezas. Así que le dije al camarero que quería "pivo", practicando así la primera palabra que aprendí en checo ;-). Cenamos trucha a la brasa, lomo en salsa y dos cervezas de medio litro de Pilsner Urquell. Todo estaba muy bueno y nos costó 498 coronas.

Antes de volver a la pensión, dimos una vuelta por el pueblo, e hicimos fotos de sus monumentos iluminados.

